A partir de 1959, año trascendental no solo para nuestro país, sino para toda la América Latina, Cintio Vitier y la intelectualidad cubana de estos años, aunque desde diversas posiciones ideológicas y políticas, conciben su obra en un contexto sociopolítico diferente.
Ahora para Vitier, y para muchos intelectuales cubanos, los conceptos de extrañeza, imposible histórico, irrealidad y sinsentido utilizados metafóricamente para expresar la situación histórica y política de Cuba en la República neocolonial, se transforman en su discurso en los términos de solidaridad, realización de la dignidad humana, de la justicia social e individual, porque el ser nacional adquiere plena conciencia de sí mismo.
La libertad, y sus manifestaciones en el pensamiento filosófico y en el discurso de Vitier, asumen una nueva dimensión a partir del compromiso con la praxis revolucionaria, desde las posiciones de su cristianismo militante y los compromisos asumidos con los nuevos proyectos humanistas y revolucionarios.
Los textos publicados en la década del sesenta aún están referidos a temas puramente literarios en su sentido teórico, debido a su labor como antologista, estudioso y editor de la producción poética cubana y del pensamiento crítico generado en torno a ella, pero ahora estimulado por nuevas motivaciones que le imprimen un tono de optimismo. Citemos la publicación de Los mejores poetas cubanos (1959), primera antología de la poesía cubana del período revolucionario, donde resume el sentimiento de madurez intelectual ante la nueva etapa histórica:
Hay así en la poesía cubana la coherencia de un destino. Ella nos habla de un hombre que, al llegar a la plenitud viril, quiere conquistar su espacio y su tiempo [...]. El hombre entra en su tierra invisible, en el reino de las metamorfosis y las transfiguraciones. Pero sabe que solo consumirá el sentido de su aventura cuando pueda encarnar la palabra en la tierra, lo invisible en lo visible, la poesía en la historia. La Revolución que acaba de triunfar ha traído nuevas e insospechadas perspectivas.
Entre los libros publicados en esta primera década, que alcanzan mayor significación en el plano de las ideas estéticas, se encuentran, Espejo de paciencia (estudio crítico), (1962), Estudios Críticos, (1964), La crítica literaria y estética en el S. XIX cubano, (Tres tomos) y “El Violín”, ambos de 1968. Estudio particular merecen los tres volúmenes que contienen una selección de los mejores textos del pensamiento estético cubano del siglo XIX, La crítica literaria y estética en el siglo XIX cubano (1968), pues según el propio Vitier, lo verdaderamente creador del antepasado siglo fue siempre de signo independentista.
En su ensayo autobiográfico “El Violín”, se revela su pensamiento político y estético, su radical evolución ideológica en la comprensión del sustancial cambio que experimentaron las estructuras del país en todos los órdenes, y con ello la incorporación social del artista al nuevo entorno político. A partir de este texto el discurso estético del escritor se revitaliza por su tono optimista, la problemática de la libertad la asume con una conciencia de realización y de perfeccionamiento humano debido a su acción transformadora, no solo en su pensamiento estético y artístico, sino en la propuesta de proyectos para el estudio de la tradición ética y estética de la cultura cubana, en su contenido ecuménico y universal. Para el escritor “la libertad es proceso de mutua crítica fundada en la esperanza y en la transformación, en la solidaridad humana.”
En 1969, al celebrarse los diez años del triunfo revolucionario, la Revista Casa de Las Américas publica su “Encuesta a los intelectuales”; Cintio, de manera concisa, deja testimonio de su juicio dialéctico sobre la Revolución como hecho dinámico y cambiante: “Ella también sin dejar de ser la misma, ha cambiado, y uno con ella y por ella. El 68 es para mí, el año que más se ha parecido al 59, solo que donde estaba la ilusión, está la lucidez.” A partir de los textos escritos a finales de la década del sesenta, las dimensiones que adquiere el contenido de la libertad son más explícitas en su función ideológico política, evidente en textos publicados sobre temas extraartísticos, como la reseña al Primer Congreso de Educación y Cultura (1971), donde enfatiza en los propósitos de la lucha anticolonialista de la historia de Cuba y de toda América Latina, en los planos económicos, social, político, religioso, artístico y literario.
Sistemática y prolífica fue su producción ensayística y teórica en la década del setenta y ochenta; además de haber publicado dos de sus novelas, De Peña Pobre (Memoria y novela), (1980), y Los papeles de Jacinto Finalé, (1984). Estas novelas son la expresión de la madurez de su pensamiento estético en relación con la temática de la libertad: “novela concebida como un espacio espiritual donde el yo y los otros se conjugan dentro de un sentido que los sobrepasa.” En ellas, tanto el narrador personaje Kuntius, en la primera parte de la novela De Peña Pobre, como Jacinto Finalé, en la segunda, expresan sus conceptos sobre la libertad en su contenido filosófico, en sus relaciones con la necesidad, en el conocimiento de sí mismos y en la confianza en el hombre.
El pensamiento de Vitier se expresa ahora a través de una estética de la libertad en función de un arte y una literatura transformadoras, al servicio de la libertad, concepto asumido de las influencias del pensamiento estético universal desde sus inicios; por eso declara que la única literatura que amamos y defendemos debe ser la que se sitúe en función del hombre íntegro en la medida en que haya servido para “liberar al dichoso y atormentado conductor de la palabra.”
En este sentido ascensional en los fundamentos de la estética de la libertad, su concepto de la poesía es asumido en el carácter creador, el poeta como trasmutador de realidades, creador de una revolución artística inmediata, vaticinador de una revolución universal: el poeta como guerrero, heraldo, con un discurso lírico en función comunicativa y desenajenante, lo cual no contradice su concepto de la soledad del acto creativo, pues el resultado de la obra final tiene un destinatario colectivo.
En esta concepción, la estética de la libertad penetra en las raíces de la tradición libertaria del pensamiento filosófico universal y cubano, en la poesía como acto revelador de realidades históricas ―oficiales u ocultas―, en la asunción de la obra martiana como eje central de toda su poética sobre la libertad, y en la cultura como expresión de la creación.
Se demuestra así la solidez del pensamiento de Cintio Vitier en relación con una propuesta estética sobre el análisis del proceso cultural cubano, concepción estética coherente y epistemológica. Siguiendo sus coordenadas martianas, Vitier ha escrito una extensa obra crítica desde la experiencia de la creación, ha centrado su atención en la profundización y en los estudios del pensamiento martiano, sobre todo de su actualización en el plano ideológico político, y en el educacional, con fines patrióticos y revolucionarios.
Su entrevista “Respuestas y silencios”,(1990), puede ser considerada un programa por las tesis estéticas que propone sobre la creación, y sobre el estudio de la cultura cubana, en una etapa de consolidación de su pensamiento estético; tesis que demuestran una solidez de su discurso sustentado en la polifuncionalidad del arte, al ofrecer un coherente enfoque del proceso cultural cubano y universal, síntesis de su proceso creativo y de sus reflexiones teóricas.
Esta propuesta de 1990, es resumen de su madurez estética al enfatizar su discurso en la unidad de su pensamiento cristiano y revolucionario, el que alcanza su solidez en los principios humanistas de la Revolución; son concepciones esenciales para enjuiciar su vocación de revolucionario situado al lado de los pobres de la tierra, de la justicia, y del ejercicio de la dignidad y el decoro humanos, ejes centrales de la asunción del pensamiento martiano, y de su sistema de valores éticos y artísticos. Una manifestación de su estética de la libertad es expuesto nuevamente por Vitier en 1992, en el texto Martí y el desafío de los 90 al revelar su tesis sobre la unidad entre la libertad y la creación; para él “la búsqueda de la libertad y de la justicia es inseparable de nuestra expresión creadora.”
Cintio Vitier no es propiamente un esteta, aunque se ha demostrado la existencia
de la estética de la libertad, como una tendencia de su pensamiento estético
desde las iniciales manifestaciones en el proceso creativo, hasta la apertura de
su discurso en una visión abierta sobre la creación artística, y sus relaciones
con la historia, la política y la ética.
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