Constituye un paradigma en la expresión de la polifuncionalidad, la función ideológico-política en el análisis de varios textos. La entrega a la creación como acto de dignificación y de justicia, inspirado en la poética martiana y en la filosofía cristiana, le permitió la necesaria fortaleza espiritual, sustentada en su confianza en el proyecto social de la Revolución; asume así la critica a las posiciones de aislamiento o de apoliticismo del intelectual ya que estas posiciones pueden servir para desactivar al escritor de su realidad, “sin condicionalismos extremos ni incondicionalidad crítica”.
Un tono renovador traspasa su prosa en sus estudios sobre el proceso cultural cubano en la Revolución, ahora sus preocupaciones estéticas se amplían para divulgar y valorar la crítica cubana, el papel social del escritor y su vínculo con la práctica creadora. La acción, que presupone la incorporación activa a la práctica revolucionaria, dejada atrás ya la soledad, transforma su pensamiento y su labor; ahora la Revolución es la verdadera poesía encarnada en la historia: “Del lado de la acción ha venido entonces una poesía viviente [la Revolución] que la poesía escrita tiene que asimilar y traducir a sus propias leyes. Una Revolución no se hace desde la nada; supone no solo una voluntad de cambio y creación, sino también una raíz nacional, un cuerpo de valores fundacionales en que apoyarse.”
La acción era el elemento vital que faltaba en el programa contenido en Lo Cubano en la Poesía (1958), juicio crítico expresado en el prólogo a la edición de 1972 : “Eliminada la acción (por desconfianza o por desconocimiento de sus verdaderas posibilidades) quedaban desconectadas la historia y la poesía. La primera representa el sinsentido y la segunda, desde luego, el sentido, pero en un sentido solo platónico o proféticamente verificable”.
También en “El Violín”, 1968, se revela la función ideológico política de su pensamiento estético sobre la libertad, debido a su radical evolución ideológica hacia la comprensión del sustancial cambio que experimentaron las estructuras del país en todos los órdenes con el proceso Revolucionario, y con ello la incorporación social del artista al nuevo entorno político. La Revolución fue la fuente motivacional y nutricia de su renovada poética, de una concepción estética más profunda sobre la creación artística y las raíces de esta creación, desde la vivencia y la autoconciencia crítica de los fenómenos sociales; demuestra así la necesidad de conjugar la obra con la acción para lograr la completa realización humana:
A la impetuosa impulsión del tiempo nuevo, colmado de aconteceres contradictorios, aturdidores, se fue sumando para el testimonio poético, una necesidad hasta entonces desconocida: la de asumir los hechos públicos desde el fondo del corazón. Un nuevo fuego se había despertado para la poesía: el implacable fuego de la conciencia. Si antes podíamos llevar, de una parte, clavada en el alma la angustia mortal del país, y de la otra buscar en la poesía y en la fe las guerras del espíritu, ahora esto era imposible: había una sola guerra, una sola angustia, una sola realidad indivisible. La Revolución nos abrió los ojos para esa realidad.
Retoma los conceptos de su poética iniciática: la memoria, la extrañeza, la fidelidad de la poesía con la vida, enriquecidos por la experiencia de la práctica social creadora. Para él la memoria, “es memoria de la infancia y de la patria, en ellas estaban sus raíces, sus esencias, el vínculo secreto entre la persona solitaria y la nación frustrada [...]. La realidad y la esperanza se fundieron para emprender nuevas batallas”. Este cambio que se ha producido en su poética motivado por la actividad social del escritor lo condujo a vivir la poesía como historia y no como literatura, a historiar el hecho poético, a expresar su compromiso social y su función ideológico política:
No hay términos medios, ni le importa a la poesía que la tilden de maniquea los que no quieren que tome partido, ni que la escarnezcan por cristiana, ni que la acusen por comunista. Sí, la poesía es inmanentemente antimperialista como dijo Juan Ramón Jiménez en Cuba en 1936 y es esencialmente comunista como el cántico de la Virgen. Lo que no podrá decirse nunca de ella es que sea fascista, ni que esté al servicio de la explotación.
En “Literatura y liberación”,1987, texto incluido en el libro Prosas Leves (1993), relaciona el carácter ético y estético de la literatura con el contenido de la libertad en el acto poético, como literatura y liberación humana, en su sentido solidario y colectivista: “La liberación del hombre a que puede ayudar la literatura de raíz poética […] tiene tanto que ver con las demandas de justicia de las inmensas multitudes desposeídas como con la soledad del hombre en cada rincón del mundo.”
Es aleccionadora la comprensión que plantea Vitier de la nueva circunstancia histórica que enfrenta el país en relación con la preservación de la libertad cubana en los finales del siglo XX e inicios del XXI, unido a la necesidad de profundizar en el pensamiento martiano por su concepto de la libertad, como estandarte ideológico de la resistencia. Expresa Vitier: “el vacío ideológico no ha sido posible porque los estaba esperando el pueblo de Céspedes, de Maceo y de Martí, algo más que una ideología, una vocación concreta de justicia y libertad”.
Se evidencia en su discurso ideológico político, su sabia comprensión sobre el papel desempeñado por la política contemporánea, y sus respuestas a los enjuiciamientos de sus posiciones revolucionarias valoradas desde el exterior. Ello se demuestra en la polémica con el escritor puertorriqueño Arcadio Díaz Quiñones, donde Vitier asume la defensa de sus posiciones ideológicas y revolucionarias, y su concepción sobre la libertad, como realización individual y social, ante los ataques de algunos intelectuales cubanos residentes en el exterior, al denominar sus posiciones de beatería política. Asume así su autodefensa:
La política por lo demás, no es el reino de los valores absolutos, pero la política sin historia y sin perspectivas de redención popular se torna mero abuso de poder. De lo que se trata en política, es de escoger, no entre el bien y el mal absolutos, sino el camino más propicio y abierto hacia lo que Martí llamara el mejoramiento humano.
Esta función alcanza una madurez sólida, especialmente en el libro publicado en 1999, Resistencia y Libertad, integrado por un grupo de ensayos escritos en los años noventa del pasado siglo, libro que ofrece el testimonio de una época al expresar en las páginas iniciales una lacónica sentencia: “Ser testimonio cubano de la creciente agonía mundial de estos años noventa.” El ensayo que le da nombre al libro ―Resistencia y libertad― resume la esencia del dilema conceptual de nuestra época: “o somos independientes o no somos” , tesis captada por Vitier como síntesis del pensamiento cubano contemporáneo. El discurso estético se sitúa en el centro del debate ideológico de estos tiempos, por ello el escritor emplea esa economía expresiva propia de la función poética del lenguaje que caracteriza su discurso, la que es portadora de una tesis esencial de su concepción sobre la libertad, de fundamentos marxistas : “la libertad hay que construirla cada día, no nos es dada como la condición misma del ser.”
Si Lo cubano en la poesía ha sido considerado un manifiesto o un programa, como ya hemos analizado, como expresión de la cultura de la resistencia en la República neocolonial cubana, y como síntesis ideoestética del discurso de Vitier como un proceso dialéctico para llegar a una conformación de la estética de la libertad; este texto, Resistencia y Libertad, publicado en 1999, constituye un manifiesto emancipatorio de su estética de la libertad a través de la función ideológico política; es la expresión de su madurez intelectual e ideológica en relación con la libertad, categoría filosófica y estética que ha constituido el objeto de esta investigación; este texto es representativo de la polifuncionalidad que caracteriza a la creación para alcanzar un estatuto emancipatorio.
Libertad asumida como necesidad esencial para la sobrevivencia, a través de una responsabilidad individual y colectiva de realización a partir de la resistencia, donde la creación artística y la libertad se funden de manera emancipadora: “Resistencia y poesía. Resistencia y libertad” la libertad posible, cada vez mayor, más merecida. Nacer de nosotros mismos. Subir lentamente con el pueblo […] tal es el camino único de nuestra conciencia, de nuestra cultura, de nuestra poiesis nacional.”
La función estética, el carácter productivo de su recepción, su sentido dialógico y autoreflexivo se expresan en las siguientes tesis de su programa sobre la estética de la libertad:
La cultura “hispanoamericana” es por esencia anticolonialista y estructuralmente revolucionaria.
La búsqueda de la libertad y de la justicia como inseparables de nuestras tradiciones creadoras; ejemplo de ello han sido Casal y Lezama en la cultura cubana, quienes “solo habían evadido una realidad detestable en aras de fundar una imaginación deseable para la futuridad de la patria.”
La tendencia de la expresión creadora a convertirse en “actos históricos.”
La función crítica del arte en sentido orgánico, basado en el concepto martiano de “amar, he aquí la crítica.”
La vocación concreta de justicia y libertad manifestadas en las expresiones de la cultura de la resistencia frente a la imposición cultural norteamericana en la primera mitad del siglo XX, y a la globalización neoliberal en la actualidad.
Libertad lograda mediante “el ejemplo” de dignidad y de decoro: “No necesariamente el de Numancia; sí diariamente el de la dignidad, la risa y el ritmo en el peligro y la escasez, el del ánimo inventivo e industrioso, el de la imaginación imprevisible. Formas todas de la libertad.”
Obra que sintetiza el concepto sobre la libertad en su discurso estético, al considerarla no un hecho consumado, sino “algo que tiene que conquistarse y superarse diariamente” ; la responsabilidad de desempeñarse de la libertad no está en “quedarnos con el no de la resistencia” ; no proclama una libertad mimética sino extraída de la resistencia ante el Imperio. Al decir de Vitier, ni fórmula hegeliana ―todo lo real es racional―, ni el reverso irracional de los surrealistas, es el nacimiento como irrupción.
Toda esta función se sustenta una etapa de madurez alcanzada por su pensamiento
a partir de la asunción del pensamiento martiano y de su coincidencia con las
principales tesis humanistas del marxismo sobre la libertad, al manifestar en
Lecciones Cubanas, 1996, “no le debe bastar a la libertad conocer o explicar el
mundo, sino que debe aspirar a transformarlo, para que el reino de la justicia
se cumpla en la tierra, misión máxima del hombre” , tesis expresada por Marx en
relación con la libertad.
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