La formación socio identitaria, desde un punto de vista estrictamente teórico, no cuenta con una definición en su sentido lato, sin embargo, tiene su centro de referencia en el hombre y su relación con la vida, la educación, la sociedad en general (c.f. Fabelo, 1996).
Cabe señalar, cómo inicialmente, en el desarrollo del mundo y las concepciones sobre él, se identifican las relaciones sociales con el misticismo, en un contexto donde prevalece la homogeneidad, en el cual la familia es el centro, y por tanto, la llamada socialización es limitada.
Corresponde a los siglos XVIII-XIX, reformar la enseñanza universitaria en este sentido, pero son los pedagogos marxistas del siglo XX quienes llevaron a la práctica las ideas de Marx, Engels y Lenin, y presentaron una teoría del desarrollo histórico social basado en lo científico, lo humano y la importancia de la psiquis humana, con ello demostraban la necesidad del estudio de la relación individuo – medio social para poder plantear científicamente la trasformación y autotrasformación humana. Así, se integra dialécticamente lo individual y lo social en el aprendizaje, en la actividad y en la cultura.
Con el transcurso del tiempo, el hombre se ha trasformado reconociéndose en el centro de la sociedad y como máximo rector de la misma, su relación con la filosofía, la ética, la política, la ciencia, la tecnología y el proceso social se hace más profundo y esencial apoyado en los aportes al pensamiento humanista en general y de personalidades tan significativas como José Martí, Ernesto Guevara, Fidel Castro, en particular, ellos cuentan dentro de las principales figuras a las que se le debe, de manera excepcional, el enriquecimiento de la teoría y la práctica revolucionaria. (Guadarrama, 1987)
Según la concepción materialista dialéctica, el hombre es un ser social, el cual se desarrolla en el devenir histórico, lo que permite hacer realidad las ideas de Fidel Castro cuando expresó que “El futuro de nuestra patria tiene que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia, tiene que ser un futuro de hombres de pensamiento, […] para que en el futuro la patria pueda contar con una pléyade brillante de hombres de pensamiento, de investigadores y científicos […]”.
En la literatura pedagógica, existen varias definiciones que implican al hombre o a su esencia humana, así por ejemplo (Álvarez C: 2004) asume las relaciones humanas como un sistema complejo, holístico y dialéctico de los procesos internos y vitales de las personas inmersos en los procesos sociales en lucha constante por el desarrollo de la naturaleza y la sociedad.
Nótese cómo lo humano va portando como elemento inherente la noción de formación. En cuanto a la palabra formación, de origen latino, su contenido alude a la acción y efecto de formar y formarse. Es un proceso histórico del cual se sabe que desde la Antigua Grecia se asumía como búsqueda de la formación de ciudadanos mejor preparados en las artes, la filosofía, la historia que constituían aspectos esenciales del proceso que más tarde sería denominado formativo.
Formación es pues, un proceso y resultado de la transformación del sujeto, lo cual le permite influir en los cambios de la sociedad, específicamente con respecto a la formación. Sobre este particular, también los modernos complexólogos han emitido sus puntos de vista.
Sin embargo, en los estudios dedicados de manera más puntual a este complejo proceso, sobresale la definición ofrecida por (H Fuentes: 2000) cuando la considera como un proceso sistémico, consciente, esencial en el desarrollo humano, que presupone la formación del profesional desde las competencias profesionales y sociales: conocimientos, habilidades y valores profesionales y ciudadanos, lo cual está relacionado con la necesidad de preparar al hombre para que sea capaz de trasformarse a sí y a la sociedad o sea preparar al hombre para la vida.
Como ya fue declarado en la Introducción, al hablar de tradición pedagógica cubana, ocupa lugar especial la figura de José Martí, que centró su interés en las ciencias sociales y humanísticas sobre todo en la historia cuya interrelación se establece mediante la cultura como visión totalizadora de la sociedad. El humanismo martiano recrea la idea del papel totalizador del contexto histórico y la vida social y económica sobre las que el hombre alzará su grandeza y su sabiduría en aras de una vida en la que él será el móvil, sin distinción de razas y credos, dándoles un rol primordial a las generaciones más jóvenes que jamás debieran divorciarse de las tradiciones culturales de su nación: “Creer es la palabra de pase de esta generación.”
La pedagogía revolucionaria cubana actual, ha sabido hilvanar las concepciones humanistas de Martí con las filosóficas marxistas – leninistas, para finalmente formar a un hombre que ande de la mano con su tiempo y pueda asimismo librar horizontes sólidos, en los que se asentará si sabe guiar las riendas del porvenir, las que crecerá con una gigantesca mirada de futuro. Así encontramos en la figura del Che Guevara un concepto trascendente cuando expresaba en la apertura del curso académico de 1959…“a los estudiantes que se unan al impulso revolucionario de todo el pueblo de Cuba y que no limiten su acción a las aulas y hagan sentir el peso de la universidad y el espíritu revolucionario de la universidad sobre todos los sectores de la vida social para la creación del hombre nuevo.”
Los autores cubanos que tratan la formación del hombre en general y su ser lo definen identificado con su nación en particular, toman en cuenta la tríada individuo-profesión-sociedad. Esta relación implica elementos generales o universales pero también incluye componentes profesionales, asociados a los modos de actuación de dichos individuos.
Por su parte la identidad <Lat.: identitas,-atis, significa cualidad de lo idéntico, conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracteriza frente a los demás. La identidad se manifiesta en el plano individual, comunitario, cultural, nacional, entre las más difundidas. En general, el concepto de identidad es multidimensional ya que está relacionado con diversas direcciones de análisis de la realidad social, material, estructural y espiritual. Es conciencia de pertenencia a la cultura, la patria, la nación, es también, el calidoscopio de la subjetividad contradictoria potencialidad desintegradora e integradora de quienes la conforman. (D`Angelo: 2004).
La identidad de un sujeto individual o colectivo permiten suponer que ese sujeto, en determinado momento y contexto, es y tiene conciencia de ser el mismo, y que esa conciencia de sí se expresa en su capacidad para diferenciarse de otros, identificarse con determinadas categorías, desarrollar sentimientos de pertenencia, mirarse reflexivamente y establecer narrativamente una continuidad a través de transformaciones y cambios, por lo que de alguna manera la identidad es la conciencia de mismidad. Por lo que el profesional de la historia para poder influir en la sociedad tiene primero que identificarse a sí mismo en su contexto histórico.
La identidad personal según ha hecho notar (Ibarra Mustelier, L M: 2007, p 106)se construye en una cultura particular que representa el ambiente privilegiado para definir la especificidad de cada individuo, y el proceso de formación de la identidad personal transita por diferentes etapas dentro de las que se encuentra el sentimiento de afirmación, de pertenencia y de valoración del grupo familiar y territorial, subrayo territorial porque más adelante, cuando la autora define indicadores la autora consigna “el orgullo en relación con ese grupo, la importancia dada a tal pertenencia y su participación de sus tradiciones culturales”, es clave cómo para la autora referenciada la elaboración de una imagen de sí requiere de un aprecio a la familia y al territorio donde se vive. Más adelante (Ibarra Mustelier, L M: 2007, p107) hace notar que “en la formación y reaprobación de la identidad se destacan tres referentes implicados: el espacio geográfico, el espacio corpóreo y el espacio lingüístico” y deja aclarado que en el segundo referente juega un papel esencial toda cultura territorial.
El estudio de la identidad constituye una necesidad en los tiempos actuales donde el término es muy usado pero sus definiciones están relacionadas con diferentes dimensiones de la vida del hombre.
En la actualidad, se analiza con fuerza lo relacionado con la identidad de Latinoamérica como una expresión genuina de autenticidad de los pueblos americanos, la cual influye directamente en la conformación de las identidades nacionales, regionales, y locales de los pueblos. El destacado investigador Leopoldo Zea precisa,”…la identidad como la cultura que le da sentido es algo propio del ser humano […] Identidad, querámoslo o no, la tenemos como el cuerpo tiene su sombra .El problema esta en la capacidad para reconocer lo propio y aceptarlo, y no pretender ser otro distinto de lo que es. ”
En Cuba, Fernando Ortiz, constituye una de las personalidades que más ha aportado a los estudios de la identidad, para este investigador la identidad está relacionada con las necesidades, aspiraciones, medios, ideas, peripecias de sus componentes diversos, es a la vez conciencia sentida, deseada y responsable de la cubanidad, que aporta a la cultura común. En su obra define qué es la cubanidad y la cubanía para poder realmente conformar la nación cubana. Para este sabio e historiador la; “… cubanidad es la calidad de lo cubano, o sea su manera de ser, su carácter, su índole, su condición distintiva, su individualismo dentro de lo universal;” más adelante afirma que es “condición del alma” es “complejo de sentimientos, ideas y actitudes, es lo humano, no depende exclusivamente de la tierra donde se nació, ni de la ciudadanía política”. Para Ortiz ser cubano es en primer lugar tener la conciencia de ser y la voluntad de quererlo ser. La cubanía es cubanidad plena sentida consciente y deseada, responsable donde se imbriquen la fe, la esperanza y el amor..
La identidad cultural de un pueblo se constituye desde las diversas raíces poblacionales, étnicas, culturales en un tiempo histórico determinado. “Llámese pues, identidad cultural de un grupo social: a la producción de respuestas y valores que como heredero y trasmisor, actor y autor de su cultura, en un contexto histórico dado como consecuencia del principio socio psicológico de diferenciación – identificación en relación con otros grupos, sujetos culturalmente definido.”
La definición de identidad nacional, por su parte, la integran los rasgos comunes que definen a un pueblo, su cultura en general y su autentica realización humana. En esta cuerda, resulta particularmente importante lo que apunta Pupo, R al plantear:
La categoría identidad nacional designa el sistema de rasgos comunes que definen un grupo social, comunidad o pueblo devenido determinación fundamental de su ser esencial y fuente autentica de creación social .Es una unidad que, fijando la comunidad presupone la diversidad la diferencia y sus vínculos recíprocos, como modo dinámico de constante enriquecimiento y proyección hacia la universalidad
[…] integra en su expresión sintética la comunidad de aspectos socioculturales, étnicos -lingüísticos, económicos, territoriales. etc., así como la conciencia histórica en que se piensa su ser social, en tanto tal, incluyendo su autentica realización humana y las posibilidades de originalidad y creación.
A propósito de la formación de identidades es importante considerar cómo la universidad cubana actual se define como Universidad Científica Tecnológica y Humanística, (Horruitinier: 2006) la cual rebasa lo instructivo, lo cognitivo para centrar su atención en el hombre, en el desarrollo de su personalidad, en su compromiso social de trasformar la sociedad y con ello reafirmar su identidad nacional. La Universidad es pues, por definición, la institución social que tiene como función general la de preservar, desarrollar y promover la cultura de la sociedad fundamentalmente mediante la formación de profesionales que estén plenamente identificados con su identidad nacional y regional.
Este encargo que posee la universidad puede llevarse a vías de hecho cuando los elementos del contenido de la enseñanza y su estructura constituyen el resultado de su adecuación a los objetivos.
No es sin embargo tan simple, enseñar la cultura y desde ella formar la identidad humana, este es asunto de máxima complejidad que a menudo se ha circunscrito al arte y la literatura, pero que la didáctica en obras de autores como Carlos Álvarez (1993), Fátima Addine (1998), Homero Fuentes (1998) asumen como una transacción dialógica entre los sujetos, más que como una actitud “bancaria” en la asimilación del saber histórico.
En esta transacción de significados culturales la categoría contenido en su correlato con la cultura resulta esencial para la determinación del accionar formativo, aunque en la literatura acreditada todos los especialistas en didáctica la reconocen, aquí se transcribe la definición que ofrece C A Zayas cuando plantea que contenido es“… aquella parte de la cultura y experiencia social que debe ser adquirida por los estudiantes y se encuentra en dependencia de los objetivos propuestos” (C. Álvarez, 1993, p. 64) particularmente válidos son los nexos que establecen los diferentes componentes del proceso, así Homero Fuentes (2000), reconoce que cuando existe contradicción entre el objetivo y el contenido se rompe la unidad dialéctica objetivo – contenido, lo que hace posible la elaboración de nuevos planes y programas.
Algunos investigadores acerca del componente contenido, reconocen la existencia de tres elementos en el contenido: sistema de conocimientos, sistema de habilidades y sistema de valores Rita Marina Álvarez (1995) y Homero Fuentes (1998), Carlos Álvarez de Zayas (1999). Sin embargo, no se puede olvidar tal como lo subraya (Glez Valdés, A, 2004, p.14) que “el núcleo de la gran misión de la institución educativa es el aprendizaje de los conocimientos acumulados por la humanidad, junto a la formación de habilidades, actitudes y valores ciudadanos para la participación en sociedad”.
El origen social de la cognición y la adquisición de la cultura, la interacción social de un lado y el aprendizaje y desarrollo del hombre del otro, se manifiesta en lo que L. Vigotsky considera la ley más importante del desarrollo del psiquismo humano:
Todas las funciones psicointelectivas superiores aparecen dos veces en el curso del desarrollo del niño: la primera vez en las actividades sociales, o sea, como funciones interpsíquicas; la segunda en las actividades individuales, como propiedades internas del pensamiento del niño, o sea como funciones intrapsíquicas (Apud. Glez Valdés,A: 2004, p26).
Las tesis vigotskianas permiten además ubicar a los sujetos que participan del proceso que se estudia, en calidad de seres culturales, en el centro de la generación y apropiación de cultura, desde el saber histórico regional hasta lo identitario social- personal-.
Reflexiones interesantes tales como la que aparece en el libro Epistemología del Caos, cuando se señala que la formación está conformada por una tríada compuesta por las dimensiones: naturaleza, administrativa y socio humanista que destaca al hombre inmerso en el proceso, mediante sus organizaciones propias y como consecuencia de su propia individualidad.
Ver Guevara E.: Discurso en la Universidad de Oriente ,17 de octubre de 1959, En Obras 1957-1967, tII, 1977, p.23-34.
Cuando se habla de la identidad de algo, se hace referencia a procesos que nos permiten suponer que una cosa, en un momento y contexto determinados, es ella misma y no otra (igualdad relativa consigo misma y diferencia -también relativa- con relación a otros significativos), que es posible su identificación e inclusión en categorías y que tiene una continuidad (también relativa) en el tiempo.
Es así que se encuentran en la actualidad estudios acerca de la identidad del ser humano, la psicológica o sociológica la cual se define como: “…el resultado cambiante de un proceso nunca concluso, historiográfico o biográfico, de autorreconocimiento, por el que el hombre como individuo social o como parte de una colectividad […] adquiere cada cierta comprensión de su singularidad con respecto a los otros hombres o colectividades. Enrique Ubieta .El Ensayismo y la Identidad Nacional de Cuba; Itinerario de una relación inconclusa (1902-1958) En Ensayos de Identidad .p.112.
Leopoldo Zea. Descubrimiento e identidades latinoamericanas UNAM. Colección 500Años Después, México, 1990, p.16 tomado de Miguel Rojas: El problema actual del hombre y la identidad cultural de América Latina .Vigencia de la solución martiana. p.89
Fernando Ortiz. Los Factores Humanos de la Cubanidad En Revista Bimestre Cubano .La Habana .marzo abril de 1940, Vol. XIV. No2.pp. 186
Define. los factores humanos de un pueblo por sus razas componentes, por los episodios históricos y por las culturas injertadas en la troncalidad propia y sobre todo por el proceso en virtud del cual los elementos nativos y foráneos se van mezclando formando un amestizamiento creador, necesario para caracterizar a un pueblo nuevo con distintiva cultura. Para poder conformar la identidad nacional cabe preguntarse que es lo cubano de ahí la importancia que tienen los estudios de Fernando Ortiz como uno de los exponentes fundamentales de la conformación de la cultura cubana lo cual queda explícito en su concepto de transculturación dado a conocer en la obra Contrapunteo Cubano del Tabaco y el Azúcar donde demuestra el ajiaco que conforma al pueblo cubano.
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