1.2.1. Dimensión político-económica
El papel que juega la PYME en el ámbito económico y en la generación de empleos depende de las condiciones económicas del país al que pertenece. En los países más pobres, dos tercios de la población empleada presta sus servicios en microempresas (Cull, Lance, Lamoreaux y Jean-Laurent, 2005) esto es, en aquéllas que tienen entre uno a cinco empleados. Y el resto, trabaja para empresas que tienen más de 100 empleados; así, la microempresa y la PYME tienen mayor presencia en las economías en desarrollo. Estos mismos autores apuntan que, en contraste con los países ricos, dos terceras partes de las personas empleadas trabajan para las empresas grandes, del resto de los trabajadores, muchos se emplean en PYME y sólo unos pocos prestan sus servicios en microempresas.
Los criterios para clasificar a las empresas de acuerdo a su tamaño varían según los diferentes países, de tal forma que identificarlas dentro de un criterio universal llega a ser en ocasiones difícil. En México, el Diario Oficial de la Federación indicaba en el 2002 que la clasificación depende del sector económico al que pertenecen. Para fines analíticos se ha utilizado la siguiente disposición:
En la siguiente tabla se muestran los datos que arrojó el citado censo, y a partir de ellos se confirma la importancia de las PYME, desde el punto de vista de número de empresas y de empleos generados.
La información presentada por el INEGI y que se incluye en la tabla 3, señala que las empresas mexicanas que han mostrado mayor crecimiento porcentual de 1993 a 2003 son las que tienen entre tres y cinco empleados, con una variación del 85% entre un período y otro, mientras que las entidades con seis a 10 empleados impactan con una variación positiva del 90% y las empresas grandes reportan un 151% de aumento en 10 años. Sin embargo, en números absolutos, las microempresas con cero a dos empleados incrementaron su número con 652 mil empresas, con lo que representan el segmento que tiene mayor crecimiento en unidades.
Estos datos indican que las empresas medianas y pequeñas han tenido un crecimiento considerable en 10 años, y que en su mayoría están constituidas por personas físicas con actividad empresarial (PFAE). Esta figura legal requiere de menos trámites para iniciar una empresa y también de menos requisitos fiscales; aparece como la mejor alternativa para el arranque y consolidación durante los primeros años de las empresas.
Un aspecto importante que se ha señalado anteriormente es la contribución de la PYME en el Producto Interno Bruto del país. El Censo Económico reporta que generan el 42% del PIB, medido como el valor agregado de su producción.
En México el impulso a las empresas familiares ha encontrado sustento en la Secretaría de Economía a través de diversos programas, tales como el de emprendedores, empresas gacela y asesorías por expertos en elaboración de planes de negocio, mercadeo, recursos humanos, planeación y aspectos legales. Por su parte, el gobierno federal ha señalado en El Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2007-2012 que la estrategia a seguir es que las acciones de la banca de desarrollo se enfoquen en la población que ha sido desatendida por el sector financiero privado, para lo cual es necesario que en algunas instituciones se identifique claramente a la población objetivo y se instruya a la banca de desarrollo para conducir un incremento en el crédito hacia sectores estratégicos que aún tienen “acceso limitado al financiamiento”, refiriéndose a las PYME, a la infraestructura, a la vivienda para individuos de pocos recursos y productores rurales de ingresos medios y bajos.
Este esfuerzo se hace extensivo por medio de instituciones dedicadas a este propósito como son Nacional Financiera (NAFINSA), Banco Nacional de Comercio Exterior (BANCOMEXT), Financiera Rural, Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA) y Fondo de Fomento Minero (FOMIN). Estos organismos, que actúan como banca de desarrollo, han implementado programas de apoyo con financiamiento a través de la banca de primer piso para la MIPYME, proveedores del gobierno y empresas paraestatales. El subsidio incluye parte de la aportación del capital de trabajo, adquisición de tecnología y otorgamiento de garantías. De igual manera, el programa de desarrollo de cadenas productivas ha protegido exitosamente a las PYME.
En la tabla 6 se muestran los programas que las entidades federales han creado en apoyo a la PYME. Cabe indicar que el desconocimiento de los mismos hace que las empresas beneficiadas sean muy pocas. En México en el estudio denominado Observatorio PYME se entrevistaron a 1,000 empresas y fueron identificados los siguientes aspectos:
Como ya se mencionó, el desconocimiento respecto a los programas públicos es una cuestión imperante en la PYME mexicana, ya que el 86% de las mismas señala no conocer los programas y tan sólo el 12.65% lo conoce pero no los ha utilizado. El 1.8% de la PYME lo conoce y lo ha aplicado.
Este factor, más la falta de una claridad en la aplicación de los programas de apoyo por parte de la banca de desarrollo han generado que la PYME se sienta desatendida y con falta de interés de los programas de gobierno y de las facilidades para lograr apoyos financieros.
Cabe señalar que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público envió al Senado una iniciativa que fue aprobada en marzo del 2007, en la que se establece que las entidades gubernamentales serán evaluadas mediante el Sistema de Evaluación del Desempeño (SED), pero dicho documento no indica bajo qué perspectiva será examinada la banca de desarrollo. La relevancia de esto radica en el importante papel que tiene esta parte del sector financiero para promover la creación y crecimiento de las PYME.
Ortega (2006) señala que existe una discrepancia entre lo señalado por la Presidencia, que indica que el PND está enfocado hacia sectores con pocas oportunidades o desprotegidos a quienes se puede y debe apoyar por medio de la banca de desarrollo, pero esta última otorga sus recursos a través de la banca comercial, la cual, a su vez, aplica criterios muy estrictos de evaluación de riesgo y calificación de crédito. El resultado es que se reducen las posibilidades de atención a los sectores desprotegidos que no pueden obtener apoyo para su crecimiento si carecen de información financiera, experiencia crediticia, garantías, etc. Dado lo anterior, queda en el aire la pregunta, ¿cómo será evaluada la banca de desarrollo si no tiene posibilidades de cumplir su cometido al 100 por ciento y tampoco llega a cumplir con lo indicado en el PND 2007-2012?
La Comisión Intersecretarial de Política Industrial (CIPI) de la Secretaría de Economía, en conjunto con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Universidad de Bologna, Argentina y el INEGI realizaron en el 2002 un estudio denominado Observatorio PYME, que, como se mencionó, fue aplicado a mil empresas de toda la República, con el objetivo de conocer las características de las PYME y la manera en que se encuentran conformadas. Dicho estudio, se ha realizado en otros lugares como Rusia, la Unión Europea, Argentina y ha sido un elemento importante para conocer el estado de estas organizaciones. Los resultados del Observatorio PYME se publicaron en marzo del 2003. En ellos destaca que el 54% de los socios que participan en la gestión directa de la empresa se encuentran entre los 40 y 59 años de edad; que el universo total es de 218,729 empresarios, de los cuales 159,733 son hombres (73%) y 58,956 son mujeres (27%). La división por género muestra que el 53% de los hombres se encuentra en el rango de edad señalado, y en el caso de las mujeres el porcentaje es de 55. Para ambos casos, la edad comprendida entre los 40 y 59 años representa una amplia mayoría.
Asimismo, la mayoría de los socios que participan en las PYME, tienen la licenciatura terminada. Del total de empresarios hombres antes indicado (218,729), 109,235 (50%) reportaron tener estudios terminados y 23,694 (11%) no tienen estudios concluidos de licenciatura. Mientras que sólo el 14% tienen estudios técnicos o de preparatoria terminados.
De los empresarios que terminaron su carrera universitaria, 83,328 (76%) son hombres y 25,907 (24%) son mujeres. Este resultado permite considerar que quienes toman la iniciativa de establecer una PYME son personas con una preparación académica profesional, lo cual pudiera influir positivamente para lograr la permanencia de la empresa.
Un aspecto relevante que arrojó esta encuesta es que 65% de los empresarios de las PYME evaluadas son personas que ya habían tenido experiencia previa como propietarios de negocios. Esta información pudiera corroborar la importancia que tiene la experiencia en la administración de las empresas y en la toma de decisiones.
La capacitación es un elemento que permite a las empresas elevar el nivel de competitividad. En este renglón, las empresas pequeñas y medianas del sector manufacturero que ofrecen capacitación a sus empleados conforman el 63%; en el sector servicio el 69%, y en el caso del sector comercio el 47%. Así pues, el promedio total de las PYME que ofrecen capacitación es del 60%.
Un aspecto importante es que la capacitación se da a los empleados considerados como personal de planta, y de todo el personal registrado en los tres sectores, el 90% de los de planta reciben capacitación y los socios o propietarios les siguen con 34%. De los trabajadores eventuales o arrendados apenas un 7% se capacita.
La capacitación está muy ligada al tipo de actividad que realizan los empleados, de tal manera que los del sector manufacturero reciben preparación en temas de producción, seguridad e higiene; en las empresas de comercio se enfocan en ventas, comercialización, mercadotecnia y computación; y las empresas de servicios se orientan en aspectos fiscales, contables y de computación.
Existen otros dos factores importantes que inciden en el nivel de competitividad de las empresas: el tipo de tecnología que utilizan para cumplir con sus funciones y el apoyo que tienen de las instituciones bancarias como soporte para sus operaciones y crecimiento. En este sentido, el estudio en cuestión ha mostrado que el 58% de las PYME operan con una tecnología moderna, el 32% con tecnología antigua y sólo el 4% cuentan con tecnología de punta. Lo anterior puede indicar la preparación que tienen las empresas nacionales para enfrentar a la competencia, dado que contar con la mejor tecnología puede darles la ventaja competitiva necesaria.
Las empresas tienen dos opciones para poder contar con dicha tecnología. Una es adquiriéndola, ya sea con recursos propios o a través de créditos bancarios o de proveedores, y la otra opción es desarrollándola. La postura de las instituciones bancarias no contribuye mucho a que logren la modernización a que se hacía referencia, pues de acuerdo a lo observado, un 70% de las empresas del sector manufacturero no recibieron el apoyo en sus solicitudes de crédito debido a falta del interés de los bancos, y en un 44% de los casos se considera que fue por falta de información. Para las PYME de comercio, el 80% tuvo falta de apoyo por no contar con garantías y el 20% fue por falta de interés del banco, mientras que para el sector de servicios la principal causa de apoyo bancario es el desinterés de dichas instituciones en 100% de los casos, 97% fue por falta de información y en este segmento en especial, se indica que las altas tasas de interés originaron que el 95% de las solicitudes de crédito no prosperaran. Cabe aclarar que de las empresas encuestadas el 57% confirma que su fuente de financiamiento principal son los proveedores y bancos comerciales, que representan el 20%.
El estudio realizado por el Banco Mundial, Doing Business in Mexico, indica que uno de los principales problemas que enfrentan las empresas para operar en el país es la falta de financiamiento y tal aseveración la podemos constatar en el resultado del Monitor PYME. De los apoyos que la banca comercial otorgó a las PYME, en el 58% de los casos fue necesario otorgar una garantía hipotecaria, que es una de las más caras y complicadas si se consideran los gastos de avalúo, notarios, registro público de la propiedad, comisiones, etc. Definitivamente el apoyo que necesitan los sectores desprotegidos y la MIPYME, y que se ha mencionado reiteradamente en esta investigación, es muy difícil de lograr ante esta forma de crédito que reciben de la banca de primer piso.
En la edición del 2009 del estudio Doing Business, en el cual se evalúan todos los pasos para iniciar y operar una empresa en 181 países, se señala que en el caso particular de México los principales obstáculos para las empresas son el pago de impuestos, la poca accesibilidad al crédito, la rigidez de la legislación laboral, así como la tardanza de los procesos legales para recuperación, importación y exportación de productos.
En dicho análisis se evalúan distintos aspectos. Por ejemplo, México tiene el lugar 56 cuando se trata de la facilidad de hacer negocios, mientras que Chile tiene el 40 y la India el 122. Pero en el caso de las facilidades para iniciar un negocio, México pasa al lugar 115 de las 181 economías estudiadas, cuando Chile e India ocupan el lugar 55 y 121 respectivamente. Las estadísticas anteriores son dignas de tomarse en cuenta si se piensa que el impulso a la MIPYME es una de las principales estrategias para mantener la generación de empleos y el crecimiento económico. Estos resultados que presenta el Banco Mundial son congruentes con lo señalado por Zevallos (2003), de tal forma que se puede asumir que aún hay mucho camino por mejorar para que en realidad se fomente la creación de empresas.
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