Lucrecia Soledad Wagner
Desde aquellas primeras reuniones en diferentes distritos de San Carlos, la necesidad de organizarse fue tomando forma, y confluyó en el “Frente Diamante”. Este Frente estaba conformado por productores organizados en la Sociedad Rural y vecinos que habían iniciado las discusiones sobre el tema. El frente fue liderado por el Presidente de la Sociedad Rural –quien ya era conocido mediáticamente debido a cortes realizados por demandas rurales- (Onofrio, 2009).
El Frente Diamante intentó ser la oposición institucional a la megaminería. Por ello buscó incluir a las uniones vecinales, a los productores de la Sociedad Rural, a ONGs, a la Municipalidad, etc. Incluso se evaluó la posibilidad de obtener personería jurídica e iniciar presentaciones desde la vía legal y administrativa.
Las diferencias entre algunos vecinos y la conducción del Frente, generó en algunos la necesidad de contar con un espacio más horizontal en lo que respecta a la toma de decisiones y a su puesta en práctica. “…Mantuvo (el presidente de la Sociedad Rural) una estructura de carácter verticalista y personalista que contrastaba con el proceso de participación que se había generado por la defensa del agua. Esta dicotomía se manifiesta principalmente en dos sentidos, el control de la organización y su peso público…” (Onofrio, 2009:5-6). Como rescata Onofrio en base a las entrevistas realizadas, había en este Frente una ruptura entre los “gestores de ideas” y quiénes las llevaban a la práctica, lo que desgastó a las personas que participaban en el mismo.
Sin embargo, se desarrollaron algunas actividades en conjunto. Una de las primeras fue un corte en Pareditas, que tuvo la finalidad de interrumpir el paso del intendente a una fiesta organizada en la Laguna del Diamante, en febrero de 2005, en la que se realizaría “la degustación de vinos más alta del mundo”. Esta fiesta contaría con la participación de todas las reinas departamentales –postulantes a reina de la Vendimia 2005- y de la reina y virreina de la Vendimia elegidas en el 2004. Luego de intentar evadir el corte, la caravana que se dirigía a la fiesta –conformada por las candidatas a reinas, las entonces reina y virreina, los organizadores del evento, el intendente y otros funcionarios del gobierno- frenó en el corte y se generó el diálogo entre aquellos que intentaban llegar a la Laguna y quienes se manifestaban en el lugar. Según testimonios, el intendente se mostró “muy incómodo” ante esa situación, que desembocó en su primera manifestación pública respecto al tema minero.
Hasta el momento, los vecinos sabían de las reuniones del intendente con representantes de la Dirección de Minería y la empresa “Tenke” pero, por otra parte, el intendente declaraba públicamente que iba a hacer “lo que la gente dijera”. En relación a estos hechos, los sancarlinos expresan: “…Nos indignaba, porque si a la gente no le informás, y dejás que la empresa te mienta, la gente va a aceptar. Así que mientras él decía eso nosotros tratábamos de informar a la gente…”.
Finalmente, luego de las conversaciones generadas en el corte, los manifestantes dieron paso a la caravana, que se dirigió hacia la Laguna. En medio del discurso que dio durante la ceremonia realizada en la reserva, y ante los principales medios de prensa provinciales, el intendente pidió a las reinas que lo ayudaran a cuidar la belleza natural –en referencia a la Laguna del Diamante, que era “el telón de fondo” de la fiesta-, ya que, manifestó, “…había empresas mineras que querían destruirla…”.
Retomamos aquí el rol de los sectores gubernamentales en el conflicto, ya que los hechos mencionados evidencian cómo su accionar ha contribuido a que el mismo se mantuviera latente: la población manifestó la falta de certeza sobre la política que se llevaría adelante respecto a la actividad cuestionada, y la respuesta del gobierno local fue negar la información y mantener reuniones con el sector minero a las cuales la población interesada no tuvo acceso. En relación a estos hechos, uno de los autoconvocados manifiesta“…Uno tenía que buscar información por los puesteros, por montañistas, la información de lo que realmente se estaba haciendo en la montaña en general nunca fue oficial, había que estar atento con eso también….”.
Sumado a ello, la falta de declaraciones públicas convincentes y los discursos evasivos, sumado a actitudes contradictorias con la ejecución de las políticas públicas –como el diálogo a puertas cerradas con las empresas-, potenciaron la desconfianza de la población hacia sus representantes. Finalmente, ante la presión generada por los vecinos, el intendente se vio obligado a manifestar públicamente su adhesión al posicionamiento adoptado por gran parte de la población de su departamento. El descrédito de las clases políticas y de las instituciones, también contribuyó a las dudas de la gente, en un primer momento, hacia las manifestaciones en oposición por parte de algunos vecinos –por creer que tenían un trasfondo de oposición política al gobierno de turno-, y luego, una vez que las movilizaciones fueron masivas, la desconfianza se trasladó hacia el rol de los funcionarios públicos.
Otro tema que ha potenciado el conflicto, es el desconocimiento sobre la actividad minera a gran escala por parte de los funcionarios, que garantizan el control de la actividad pero paralelamente demuestran ante la población incapacidad de responder a sus preguntas, lo que para los vecinos evidencia la falta de preocupación en asesorarse e informarse sobre el tema, y pone en duda la capacidad de control gubernamental sobre la actividad. “…Venían defendiendo un modelo, y la gente le salió con datos que el tipo no tenía ni idea (…), se sorprenden de lo que sabés, se sorprenden de lo que es (la megaminería) y ahí se enteran…” comenta un autoconvocado. En relación al tema, otro sancarlino afirma: “…Primero venían con la idea de convencerte con lo que la minería iba a generar, por eso la importancia de la información y el conocimiento, uno tenía los argumentos para derrumbar sus argumentaciones…”.
Otro acontecimiento a destacar durante el 2005, fue la manifestación pública del rechazo a la megaminería, en el marco del acto por el aniversario de la Revolución de Mayo, realizado en la plaza de La Consulta, que contó con la presencia del entonces gobernador de la provincia –y actual vice-presidente argentino- Julio Cobos. Aquel 25 de mayo, los sancarlinos entregaron al gobernador un petitorio pidiendo información sobre el tema, cuyo título fue: “El Pueblo quiere saber de qué se trata”. Una vez más, los sancarlinos volvieron a pedir a sus representantes que les informaran sobre la situación de la minería en el departamento. “…Lo que pedíamos era información, que nos dijeran en qué etapa estaban, de qué se trataba. (…) le pedíamos información a ellos, al Estado…”, recuerdan los autoconvocados.
Otro de los objetivos fue concientizar a la población y buscar que se involucrara en la movilización, que se perdiera el miedo a la exposición. En el desfile cívico-militar de aquel día, desfilaron frente al palco oficial jóvenes con pancartas en las que podían leerse frases tales como “No a la mina” y “Agua es vida”, seguidos de alumnos que representaban a las diferentes escuelas del departamento. Los jóvenes tuvieron un rol fundamental a la hora de decidir la intervención en el desfile, con carteles manifestando la oposición a la actividad. Recordemos que esta protesta se dio en un momento en que, paralelamente, desde el gobierno provincial se promocionaba la actividad.
Para los sancarlinos, fue la primera “puesta en escena”, tomada por los medios de comunicación masivos provinciales. Algunas personas se sumaron a quienes desfilaron con carteles frente al palco oficial, y otras expresaron su apoyo con aplausos. “…Ese fue el momento donde el pueblo se vio en el espejo, y algunos se animaron a sumarse y pasar, y se sintieron emocionados, y otros desde las orillas, todo el mundo apoyó, y a partir de allí las convocatorias fueron de a miles (…), se logró que la minería metalífera no asentara en San Carlos…”, reflexiona una autoconvocada.
Como destaca Sergio Onofrio: “…En realidad, el impacto político de esa jornada no fue el manifiesto, sino las acciones no controladas por los que se atribuían la dirección del Frente (Sociedad Rural). Más allá de éstos, los grupos de jóvenes cortan el desfile disfrazados en forma alegórica en contra de la minería y denunciando los alcances de la misma. El hecho toma repercusión ya que es registrado por todos los medios de comunicación, y aparece como un posicionamiento departamental anti-minero. Desde el punto de vista político, el tema se instala en la agenda política provincial, mientras que para los participantes del Frente Diamante, significó un fortalecimiento mediante el accionar en la calle, con la movilización, y a la vez, un proceso de identificación como defensores del ‘agua’. Es importante destacar que hasta antes de la movilización el intendente había dado el visto bueno a dicha actividad en el departamento…” (Onofrio, 2009:7).
De esta manera, el conflicto en torno a la megaminería en San Carlos llega a los medios de prensa provinciales, que se encontraban cubriendo el acto oficial. El intendente vuelve a ser presionado por la población para que clarifique su postura respecto al tema, si bien en este acto el principal interpelado fue el gobernador de la provincia.
Por otra parte, a partir de esta acción la población del departamento comenzó a solicitar más información. Los sancarlinos recuerdan: “…Toda la gente estaba esperando que le llegara más información (…). Todos fuimos actores de distribución de la información, toda la gente, de acuerdo a su nivel educativo, cultural, a su forma, difundió y transmitió lo que sabía, algunos en términos más científicos, o desde un perfil más social, como fuera, de acuerdo a su conocimiento…”.
Posteriormente, en junio, se realizaron unas jornadas organizadas por el Ministerio de Economía, llamadas “Minería sustentable en Mendoza, un desafío para el siglo XXI”. En este encuentro se discutió la compatibilidad de la minería con el medio ambiente. En sus declaraciones a los medios, la ministra de Economía de la provincia, Laura Montero, definía la posición del gobierno de compatibilizar la actividad minera con la protección del medio ambiente: “…la Provincia quiere promover el recurso pero generando un concepto minero nuevo que tenga en cuenta el asiento de otras actividades (como agricultura y turismo)…”. Sin embargo, estas actividades impulsadas por el gobierno no lograron cambiar la postura sobre el tema de los pobladores del Valle de Uco.
Luego de la primera manifestación pública, se conforman los “Vecinos Autoconvocados de San Carlos”, como respuesta a la necesidad de un espacio de participación más horizontal. Son ellos quienes van a llevar adelante la lucha, que continúa actualmente. Los vecinos destacan el aporte del Frente Diamante en los aspectos legales y en cuanto a los contactos aportados. En este sentido, reconocen acciones del Frente Diamante tales como la convocatoria de técnicos y abogados para que explicaran el tema minero desde diversos ámbitos, y la contratación de abogados que contribuyeron al armado de la Ordenanza que se sancionó en el año 2006 -que también fue enriquecida mediante contribuciones de los vecinos autoconvocados-.
¿Por qué deciden llamarse “autoconvocados”? “…Nadie nos convoca (…), fue también lo que le dio fuerza, la auto-convocatoria, porque la gente tenía miedo de eso, ¨yo voy en contra de esto y voy a ser funcional a un partido político o voy a ser funcional a una organización¨, (…) eso se logró diferenciar, no se iba a ser funcional a nadie…” explica una sancarlina, y continúa: “…la legitimidad que te da que sea un movimiento desde el pueblo, nada guiado por algún sector…”.
Otros aspectos destacados por Onofrio (2009) son fundamentales para entender la ruptura del Frente Diamante y la conformación de los Vecinos Autoconvocados de San Carlos: a partir de la emergencia pública y su visibilización, el tema se instala en la comunidad, comienza a ser el tema de conversación en diversos encuentros, y quienes iban desistiendo del Frente comenzaron a charlar en otros espacios, y surgió la idea de reunirse. “…Este es el momento donde los asambleístas, no solo se desconectan del Frente, sino de su impronta. Se abandona el verticalismo, y reconstruyen su lucha a partir de revalorizar la palabra del otro: ¨…como vecinos autoconvocados, el proceso personal, profesional y social que hicimos fue tan rico, tan vertiginoso, tan apasionante, porque tuvimos gente de todas las ramas, de todas las áreas, abogados, médicos, docentes, el carnicero, el basurero, la viejita de la esquina, adolescentes, niños. Habían aportes riquísimos, y lo que menos hacíamos era mirar quien está hablando, porque al principio lo hacés, a ver, pidió la palabra el abogado del pueblo, hay que escucharlo porque sabes que sabe, pero después dijimos pidió la palabra la señora que barre la panadería y hay que escucharla, no sé si sabe o no, pero piensa y hay que escucharla. Este para mí, ha sido el proceso más rico, donde la calidad la da la persona, y no la profesión. Fue, cuando cada uno encontró un espacio, un lugar, una opinión escuchada y una acción llevada a la práctica. Ese fue el giro abismal que hicimos, donde se hacían propuestas y se llevaban a la práctica inmediatamente.¨ Este proceso transforma a todas las actividades llevadas a cabo por los autoconvocados, como la generación de consignas, las formas de asumir la representación, la toma de decisiones, la intervención, el manejo de recursos financieros, la construcción colectiva de conocimiento, entre las más relevantes. En el caso de las consignas se abandonan las de carácter negativo para empezar a movilizar e identificarse por lo que defienden, por ejemplo: ¨el agua es vida¨; ¨la defensa de la vida¨; ¨el agua vale más que el oro¨. Las mismas empalman con un posicionamiento social y permiten que rápidamente sean apropiadas por la comunidad. Otra distinción es con respecto a las decisiones, todas las voces valen por igual, no se disputan espacios de poder de tipo tradicional. Esto se evidencia en las intervenciones en el espacio público, que tienen un cariz más creativo y menos tradicional…” (Onofrio, 2009:8-9).
También pudo observarse en los testimonios, como cada integrante fue asumiendo el compromiso de participar y trabajar por la defensa del agua y el no a la megaminería: “…asistí a las primeras reuniones, me pareció muy importante, y no solamente importante sino necesario, tratar de estar trabajando en eso, al enterarte de todo esto…primero empecé como oyente, en las primeras reuniones no hablaba, me fui interesando…y también empecé a opinar, a hablar y a trabajar en lo que fuera necesario…”, comenta un autoconvocado de San Carlos.
Las reflexiones de algunos autoconvocados, especialmente los de de mayor edad, permiten dar cuenta de cómo rescatan la historia del departamento, y comparan el pasado con el presente, lo que les genera un compromiso hacia el futuro: “…una vez llevaron a la radio una nota del arroyo San Carlos, de alguien que escribió sobre lo que era, lo que había, lo que se podía pescar…yo lo gocé y lo viví, iba con mis nietos, pescábamos bagres, y pescábamos cangrejos, y hacíamos lindos asados, y nos bañábamos, a todo lo largo del arroyo siempre había sauzales y patios para hacer pic-nic, agua cristalina donde se bañaban todos…” recuerda un autoconvocado, y continúa: “…era un relato ¨yo cuando era niño¨, y lo cuenta el nieto del que iba en la volanta…y cuando leí eso me emocioné porque vas ahora y es una cloaca, no hay más nada, y el agua a veces es verdosa, van pañales, botellas, basura…y todo eso, yo no me di cuenta que lo habíamos perdido…y cuando estábamos en la FM, con otros que también lo vivieron, se nos corrieron las lágrimas, de haber perdido esa maravilla, y lo que estamos perdiendo de nuestra ecología…como lo viví, y ahora veo que lo perdí, me emociono, y nos emocionamos. En aquel tiempo no me di cuenta lo que tenía, yo lo gocé, ahora si te arrimás te da asco. Fijate si uno no tiene experiencia de haber vivido eso y que ya no lo tenés, pero ¿cuando me di cuenta? ahora, cuando leí ese papelito…Eso, que es una pequeñísima cosa, en nuestro río, nuestro lugar, nuestra zona, se terminó, ¿y no es para sentirse dolorido? Y así estamos perdiendo toda la maravilla de nuestra naturaleza…”. También aparece la revalorización del lugar en el que se vive, y la certeza de que San Carlos no ha necesitado de la megaminería para desarrollarse.
Por otra aparte, fue también una reivindicación para aquellas generaciones que vivieron su niñez, adolescencia y juventud en procesos de dictadura, y que luego, ya en democracia, aun tienen arraigadas conductas que se forjaron en periodos de gobierno militar. En este sentido, una autoconvocada reflexiona: “…No tenés la reacción natural que hoy tienen los chicos, esa incorporación de los derechos, una noción de las libertades diferente (…), fue como hacer una catarsis, darse cuenta de que ya no estábamos en esos años, donde, más en estos pueblos, los que reaccionaban o habían reaccionado ya no estaban o habían estado muy callados, digamos que a uno le moldearon la cabeza sin darse cuenta de que se la estaban moldeando, sobre todo a través del sistema educativo (…) Cuando de pronto empieza este proceso uno empieza a sentirse un militante que nunca había tenido oportunidad de ser, que ni se le había ocurrido ser, hubo una generación que sentía eso (…) nuestra generación no tenía la cultura de la militancia…”. Esto puede relacionarse con el hecho ya comentado, de que en la primera manifestación pública en oposición a la megaminería, el 25 de mayo de 2005, fueron los jóvenes quienes impulsaron el ingreso con carteles al desfile, y no los adultos, que tuvieron mucha más reticencia a la exposición pública y a manifestarse.
Los autoconvocados se reunían todas las semanas, luego cada 15 días, y con el paso del tiempo, cuando la coyuntura lo requiere. Cuentan con un programa de Radio los días sábados, en el que discuten diversas temáticas e informan de las acciones que se están desarrollando, y desde el que también realizan las convocatorias a determinadas acciones. “…Hay un desgaste, pero San Carlos no murió, cuando se necesita hacer una convocatoria la gente está…” afirman los sancarlinos. El apoyo de la población se ha visto reflejado en la respuesta a las convocatorias realizadas, y cuando se han juntado firmas, por ejemplo para apoyar la Ley de Glaciares, a la que la gente ha adherido.