Lucrecia Soledad Wagner
En este contexto de movilización de la sociedad civil, las problemáticas ambientales no han sido la excepción y han dado lugar a diversas protestas y movilizaciones. Entre las que han cobrado mayor importancia, debido a su magnitud, a la continuidad de sus manifestaciones y a su impacto en los medios de comunicación, se encuentran: por un lado, la originada en el año 2002 en la ciudad de Esquel, provincia de Chubut, donde sus pobladores se opusieron a la instalación de un proyecto megaminero metalífero y, por otra parte, las que se iniciaron en el 2004 en la provincia de Entre Ríos, contra la instalación de plantas de celulosa en la ciudad uruguaya de Fray Bentos, sobre el Río Uruguay. Sin embargo, y como ya fue abordado, existieron previamente otras movilizaciones que no alcanzaron la repercusión de las antes mencionadas, así como también existe una amplia diversidad de movilizaciones y organizaciones diseminadas en todo el país, que están formando parte del fortalecimiento y articulación de este tipo de reivindicaciones y acciones.
El pueblo de Esquel se movilizó manifestando su oposición a la instalación de un proyecto de minería metalífera a cielo abierto perteneciente a la compañía “Meridian Gold”. En noviembre de 2001, “Minera El Desquite S.A.” (MED) presentó el estudio de prefactibilidad realizado por la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (UNPSJB). A principios de 2002, MED fue comprada por “Meridian Gold Inc.” (MG) que, como requisito para comenzar la explotación, debía elaborar un Informe de Impacto Ambiental y defenderlo en Audiencia Pública. Dicho informe se presentó en octubre de 2002, momento en el cual comenzaron las primeras reacciones populares, y la Audiencia estaba prevista para el 4 de diciembre del mismo año (Weinstock, 2005).
Los pobladores, organizados en la “Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Esquel por el No a la Mina” (en adelante, Asamblea de Esquel) denunciaron que la separación del oro y la plata de la roca con la utilización de cianuro, podría ocasionar contaminación de suelo y aguas, lo que impactaría en otras actividades desarrolladas hasta ese momento en el lugar -turismo, agricultura orgánica, ganadería ovina y bovina, acuicultura de truchas, entre otras-. Gracias a las movilizaciones organizadas en diferentes localidades de toda la provincia de Chubut, lograron la postergación de la audiencia pública prevista para diciembre de 2002.
Los medios de comunicación masivos nacionales se hicieron eco de la noticia. Por ejemplo, puede leerse en el Diario “Clarín” de diciembre de 2002, al día siguiente de la primera gran movilización: “…Nunca se juntó en Esquel tanta gente como la que ayer coreó Sí a la vida, no a la mina….”. A partir de aquel acontecimiento, los días 4 de cada mes se realizan marchas y, en algunas ocasiones, ha habido caravanas de vehículos desde la localidad de El Bolsón -provincia de Río Negro- hasta Esquel, en Chubut.
Posteriormente, la continuidad de la movilización obligó al gobierno a llevar adelante un plebiscito, realizado en marzo de 2003, que tuvo como resultado un 81% de votos por el “NO a la Mina”.
Este plebiscito (de carácter no vinculante) fue el primero de su tipo llevado adelante en el país desde la reforma constitucional de 1994. Además, los pobladores de Esquel continuaron realizando manifestaciones y marchas los días 4 de cada mes, reuniendo números dispares de gente y evidenciando el profundo impacto que todo este proceso había tenido y sigue teniendo sobre la sociedad esquelense. “…El 20 de Marzo de 2003, tres días antes del plebiscito, unas 8.000 personas desfilaron por las calles manifestándose contra la mina, en lo que fue la más numerosa de las movilizaciones en la historia de Esquel. Las posteriores marchas (ya posteriores al plebiscito) continuaron reuniendo unas 1.500 personas y ese número continuó variando mes a mes. Tengamos en cuenta que la población total de Esquel, según el último censo, es de 28.500 personas...” (Schiaffini, 2003:4). Este nacimiento del rechazo a la megaminería en Argentina, fue noticia a nivel nacional.
A raíz de ello, Esquel es considerado el nacimiento del “No a la Mina” en Argentina, y por diversos motivos ocupa un lugar destacado como antecedente a escala nacional y en el contexto latinoamericano. “…Su devenir meteórico, los intereses económicos en juego, la notoriedad que alcanzó, la diversidad de actores involucrados. Hay sólo un antecedente similar en el continente. Podemos decir que este caso mereció la atención de la prensa internacional y que, quizás lo más interesante, generó formas de aprendizaje, organización y acción que hoy están siendo replicadas en otros lugares del país donde compañías extranjeras proponen proyectos extractivos similares…” (Claps y Colao, 2005:2).
El hecho de que la protesta haya triunfado a través de canales institucionales, a pesar de los obstáculos puestos por los gobiernos provincial y municipal, dejó a MG en una situación de aislamiento respecto de sus principales socios, el Estado y la clase política. En efecto, el Estado no podía asumir la identidad de “Sí a la Mina” sin socavarse a sí mismo, sobre todo en un contexto post-crisis institucional como el vivido desde diciembre de 2001, donde el gobierno provincial trató desesperadamente de diferenciarse de su antecedente radical. A la vez, la reactivación de la producción agrícola-ganadera, estimulada por la relación peso-dólar, complicó también el futuro de la “Gran Minería” de la provincia, pues revitalizó la situación de los productores de carne y madera (Schiaffini, 2003).
Esquel pasó a ser el movimiento referente de los que surgieron con posterioridad en muchas localidades del país. La página web de la Asamblea de Esquel, es fuente de información sobre todos los conflictos mineros del país y del mundo.
Como destacan Luis Claps y Diego Colao (2005), el “NO a la Mina” se ha extendido por todo el país y ha encontrado eco en diversas comunidades de muchas provincias argentinas, entre ellas Mendoza, como será analizado en el Capítulo 7.