Katerine Regueira Batista
Esta página muestra parte del texto pero sin formato.
Puede bajarse la tesis completa en PDF comprimido ZIP
(139 páginas, 442 kb) pulsando aquí
La preocupación de la Revolución Cubana por elevar los niveles de educación del pueblo se expresa en la instrumentación de acciones inmediatas, enrumbadas a hacer realidad el programa de transformaciones contenido en el alegato La historia me absolverá, entre las que sobresalen los esfuerzos por asegurar la formación de los docentes, con la preparación requerida, para llevar a efecto tan magna tarea .
Los planes de formación de los profesores, instituidos en 1964, han experimentado sucesivos cambios con el objetivo de su perfeccionamiento, para transitar desde una primera versión de transformación conocida como plan A hasta otras, que les incorporaron necesarios elementos de puntualización de aspectos tales como: el sistema de conocimientos, las habilidades profesionales, el modelo del egresado, la definición de los componentes del Plan de Estudio y la contribución de cada uno de ellos a la formación del docente, entre otros. En consecuencia, resulta útil el análisis de la evolución histórica de la formación inicial del Profesor General Integral de Secundaria Básica en lo relativo a su preparación para prevenir la violencia escolar, en el período desde 1959 hasta la actualidad .
Los indicadores a emplear en este estudio tendencial son:
Formación psicopedagógica desde el currículo, como herramienta preventiva .
Perspectiva socioprofesional de la formación .
Formación personal y preparación para prevenir la violencia escolar .
En la determinación de las etapas se tuvieron en cuenta los siguientes
criterios:
Surgimiento de los planes de formación de profesores de la enseñanza media,
que marcaron un hito en la preparación institucionalizada de los docentes para
la Secundaria Básica .
Perfeccionamiento del sistema educacional, lo que permitió la realización de adecuaciones necesarias en la concepción y la práctica de la formación inicial .
Surgimiento de la carrera de Profesor General Integral de Secundaria Básica, representó un momento de obligatoria referencia en el análisis de la evolución histórica de la manera de concebir la preparación del profesor a tono con las exigencias sociales .
Para este análisis se precisan las siguientes etapas:
1.- Etapa de la prevención concomitante en la formación del personal docente
(1964-1976) .
2.- Etapa de la legalización de la prevención en la formación del personal docente (1977-2001) .
3.- Etapa de implementación de la concepción formativa general integral (2002-actualidad) .
Etapa de la prevención concomitante en la formación del personal docente (1964-1976) .
Como respuesta a la necesidad de contar con el personal docente capacitado para
dirigir la formación de las nuevas generaciones se inició, en 1964, la formación
institucionalizada de los profesionales de la educación que el país requería. Se
superó el momento inicial de instrumentación del programa contenido en el
documento de La historia me absolverá.
Advino un impulso significativo en la formación del personal docente, con la
creación de los Institutos Pedagógicos, como sendas facultades de las
universidades de La Habana, Las Villas y Oriente, que contaban con una sección
dedicada a la formación de los profesores de una doble especialidad para ejercer
en el nivel medio, a partir de una matrícula conformada por estudiantes que
habían terminado sus estudios de Secundaria Básica .
El Plan de Estudio se contemplaba para cuatro años y combinaba lo académico con
dos períodos de práctica docente ubicados en segundo y cuarto año
respectivamente, en los que se asumían las responsabilidades principales del
ejercicio de la profesión, con fuerza en la impartición de las clases, bajo la
orientación y el control de los jefes de cátedra de las escuelas.
La formación psicopedagógica abarcaba contenidos de Psicología General,
Psicología Evolutiva y de las Edades, Teoría de la Educación, Metodología de la
Labor Educativa y Medios de Enseñanza. La misma poseía un carácter academicista
y reproductivo que se evaluaba mediante instrumentos concebidos desde una
perspectiva tradicionalista, lo que no favorecía su incorporación como recurso
pedagógico al quehacer profesional de una manera fluida y coherente .
El Destacamento pedagógico Manuel Ascunce Domenech, constituyó un momento importante en el desarrollo de la preparación de los profesores del nivel medio, cuya creación en el año 1972 estableció el plan de formación en una sola especialidad, se efectuó desde la escuela bajo la concepción del principio estudio-trabajo que implicó importantes cambios en los programas de las asignaturas que conformaban el ciclo psicopedagógico y de forma particular en lo referido a la integración de los saberes y su vínculo con el contenido de la profesión. Por primera vez en la formación del personal docente se introduce el trabajo científico-investigativo y la organización de una estructura de eventos científicos desde la carrera hasta la edición nacional, celebrada en el año 1974 .
Así, la formación psicopedagógica se favoreció; sin embargo, los elementos relativos a la prevención de la violencia escolar se mantuvieron ausentes, con tratamiento explícito, aunque algunos trabajos científicos-investigativos ya apuntaban hacia la necesidad de atender dicha problemática .
Lo anteriormente declarado sentó las bases para que, con el advenimiento de la
red de centros de Educación superior en el año 1976, y el consiguiente
nacimiento de los Institutos Superiores Pedagógicos, la carrera comenzara a
denominarse Licenciatura en Educación.
Para comprender los elementos relacionados con la perspectiva socioprofesional
de la formación en la etapa es necesario considerar la influencia que ejerció
sobre la misma la ocurrencia de un conjunto de eventos sociales de particular
trascendencia, entre los que se destacan: la celebración del Primer Congreso del
Partido Comunista Cubano (1975), que definió la Plataforma Programática y aprobó
las Tesis y la correspondiente Resolución sobre política educacional; la
aprobación de la Constitución de la República en el año 1976, que en su carácter
de ley de leyes, refrendó legalmente la proyección ideológica en materia de
educación; lo que unido a la apertura de nuevas escuelas para atender a menores
con trastornos en la conducta y la creación de comisiones de trabajo que
involucran a varios ministerios sirvió para estructurar las bases organizativas
sobre las que se erigió el trabajo preventivo .
Los jóvenes que acudieron al llamado de la Revolución para formarse como profesores confirmaron la posesión de las cualidades de la personalidad que les distinguieron como continuadores de la obra educacional; confirmándose que la proyección social seguía escenificándose en los marcos de la construcción de un proyecto potenciador de la participación activa en las transformaciones, que de manera radical, marcaron el rumbo de los nuevos tiempos. En este sentido se puede afirmar que el prestigio social de la profesión pedagógica descansaba sobre los hombros de los protagonistas de su práctica, comprometidos conscientemente con el impulso a los cambios que se necesitaban .
Propicia a combinarse en la formación del personal docente la teoría con la práctica, con la determinación de períodos de práctica docente en diferentes momentos de la carrera, para asumir, con el surgimiento del Destacamento pedagógico, el principio de la vinculación del estudio con el trabajo como idea central que guía y atraviesa todo el proceso formativo .
Respecto a las aportaciones en la formación personal del Plan de Estudio debe
significarse que adolecía de un diseño preciso y ello constituía un obstáculo
real que lastraba las posibilidades de concretarlas, lo que permite afirmar que
las mismas resultaban como productos concomitantes tanto en lo referido al
aspecto axiológico, como el relativo a los modos de actuación. Ello explica que
no se produjeran transformaciones ostensibles hacia la fraternidad.
La formación recibida en el marco de los Planes de Estudio vigentes en esta
etapa era en exceso academista y centrada en el dominio de una especialidad, lo
que denotaba una tendencia formativa instruccionista, en detrimento de la
preparación para realizar eficientemente la función educativa .
La tendencia fue a considerar en el trabajo científico estudiantil las primeras ideas, que de manera espontánea, apuntaban hacia la necesidad de prestar atención diferenciada en la formación inicial a lo relativo a la prevención de la violencia escolar y la creación de las premisas legales que la refrendaran .
Las limitaciones de la concepción para la formación de los profesores no permitieron la sistematización y el desarrollo del rol orientador del docente, y la apropiación sistémica de las herramientas para el despliegue de su labor preventiva con la consiguiente afectación al desempeño profesional .
La carencia de trabajo sistemático con el diagnóstico de las características psicológicas y pedagógicas del alumno y el grupo, constituyó un obstáculo para favorecer adecuadamente la formación profesional del docente; pues estas son herramientas básicas en la dinámica de la prevención de la violencia escolar sin cuyo concurso no es posible la consecución de resultados positivos en la formación y en el desarrollo de la personalidad propia y de los educandos .
Etapa de la legalización de la prevención en la formación del personal docente (1977-2001) .
La intención de elevar la calidad de la preparación del docente se expresó en
los cambios que se operaron, concretados en los diferentes Planes de Estudio,
diseñados y puestos en práctica:
• Plan de Estudio A (1977-1981): Precisó el nivel de ingreso con el bachillerato
vencido; ordenó el diseño de la Práctica Laboral; formuló los objetivos; definió
las formas de culminación de estudio y fijó la duración de la carrera en cuatro
años. Aparece la carrera de Licenciatura en Educación, especialidad
Pedagogía-Psicología, con el objetivo de asegurar los profesores para
desarrollar las asignaturas del ciclo psicopedagógico en las Escuelas
Pedagógicas y los Institutos Superiores Pedagógicos .
• Plan de Estudio B (1982-1989): Mantiene el nivel de ingreso exigido en el plan anterior, hace más exacto el modelo del especialista e imprime mayor eficiencia al sistema de formación práctico-docente, precisó los objetivos de la formación profesional, produce mejorías en el balance de la carga semanal y eliminó contenidos, agregó un año a la duración de la carrera, entre otras. En 1982 comenzaron las investigaciones de validación las que permitieron constatar los desequilibrios en la atención a lo académico, a lo laboral y a lo investigativo, que influía negativamente en la formación y en el desempeño profesional, pues no garantizaba la formación de las habilidades profesionales con nivel requerido .
• Plan de Estudio C (1990-2001): Mantiene el nivel de ingreso exigido anteriormente y propicia una aproximación de mayor alcance al Modelo del Profesional desde la revelación de las relaciones entre los componentes del Plan de Estudio: académico, laboral e investigativo, significó el papel de los mismos desde una comprensión más integral de la formación del docente con un perfil amplio, se descentraliza la introducción de modificaciones al Plan de Estudio dentro de marcos razonables, se delimitan las disciplinas docentes como arreglos didácticos integradores y se determinan los objetivos como categoría rectora del proceso de enseñanza aprendizaje .
Este Plan de Estudio también es objeto de análisis y de valoraciones que aconsejaron la introducción de modificaciones que posibilitaron su perfeccionamiento a partir de la consideración de los resultados del trabajo científico- metodológico y propiciaron la aparición del plan C modificado .
Estos Planes de Estudio, independientemente de sus características, resultaron pasos de avance en el desarrollo y en la formación de los profesores, y en ellos aparece, por vez primera, la referencia al trabajo preventivo como un elemento del contenido de las asignaturas del ciclo de preparación psicopedagógica, pero con un carácter descriptivo que si bien garantizaba la información del profesional en formación en la dirección apuntada, no lo pertrechaba de los recursos necesarios para insertarlo en el ejercicio de la profesión. Se significa la excepción constituida por la preparación de los estudiantes de la carrera Licenciatura en Educación, especialidad Pedagogía-Psicología en cuyo Plan de Estudio se contemplaba la asignatura Diagnóstico y Orientación, que a pesar de su enfoque clínico, aportaba elementos prácticos, útiles en la instrumentación del trabajo preventivo .
En el ámbito de las constantes transformaciones inherentes al proceso de vida de la sociedad se emitieron varios instrumentos legales, entre los que se encuentran el Código de la Niñez y la Juventud de 1978, el Decreto Ley 64 de diciembre de 1982 y el Código de la Familia de 1987, que marcaron avances significativos en el logro de la educación y de la atención de niños, de adolescentes y de jóvenes. Tales determinaciones impactaron la práctica profesional pedagógica y dejaron su impronta en la perspectiva socioprofesional que se perfila cada vez más hacia un modelo que contemple cualidades y modos de actuación típicos de un nivel superior de integralidad y de eficiencia en su desempeño .
En el marco de los esfuerzos gubernamentales por impulsar la prevención de todas
aquellas manifestaciones que de una u otra forma lesionan la dignidad humana,
incluida la violencia, se instituyó el Programa director de promoción y
educación de salud, el cual si bien constituyó un importante paso de avance, no
hace énfasis suficiente en lo relativo a la violencia escolar.
La formación profesional resultó favorecida por el conjunto de actividades
curriculares en las que obligatoriamente se involucraba el estudiante, como
parte de su formación inicial. Mas, se mantuvo el insuficiente diseño,
planificación, organización, ejecución y control de los resultados de las
influencias pedagógicas sobre la configuración de su personalidad y ello
condicionó la conformación de modos de actuación incongruentes con la aspiración
de educar hacia la fraternidad a partir de producir las transformaciones
requeridas en los profesores. La educación de la personalidad hacia la
fraternidad, el amor y la ternura continuaba siendo un desiderátum.
La contribución de la formación inicial, garantizada por los Planes de Estudio
vigentes, para la prevención de la violencia escolar se puede afirmar que se
diferenciaba insignificantemente de la formación de la etapa anterior, tanto
desde el punto de vista de la preparación teórica, como metodológica lo que se
refractó negativamente en la calidad del desempeño profesional .
La tendencia en la etapa se caracteriza por el completamiento de los instrumentos legales que amparan la ejecución del trabajo preventivo y permitieron la puntualización de las funciones y las obligaciones de las instituciones escolares; además de la inclusión en los Planes de Estudio de todas las carreras de aspectos relacionados con la prevención, aunque con un enfoque predominantemente descriptivo .
Continúan las dificultades en el trabajo con el diagnóstico y la caracterización psicológica y pedagógica del estudiante y el grupo, que impiden proyectar satisfactoriamente la labor educativa en sentido general, y la inclusión en el sistema de influencias educativas de aquellas dirigidas a potenciar el establecimiento de relaciones interpersonales cooperativas, en un clima psicológico distendido, de respeto y favorecedor de la tolerancia, la colaboración y la fraternidad .
Etapa de implementación de la concepción formativa general integral (2002-actualidad) .
Los cambios descritos en las etapas precedentes constituyen la expresión de las particularidades del camino que condujo a la conjugación de circunstancias y de condiciones subjetivas, que originaron las transformaciones para responder a los problemas actuales de la educación Secundaria Básica, y sentaron las bases para concebir una nueva concepción en la formación de los docentes, cuyo centro es su preparación para influir sobre la configuración de la personalidad de sus educandos, de modo que sean satisfechas las exigencias de la sociedad cubana .
En la búsqueda de soluciones eficientes se instrumentó el experimento conocido con el nombre de “Los Valientes”, a partir de la preparación emergente de cien bachilleres, que demostró la viabilidad de las ideas que sustentaron la experiencia y marcó el nacimiento de la carrera Licenciatura en Educación, especialidad Profesor General Integral de Secundaria Básica, que inició en el curso escolar 2001-2002 .
La formación psicopedagógica del Profesor General Integral de Secundaria Básica fue diseñada para dar respuesta satisfactoria a las exigencias a él planteadas; se tomó en consideración la necesidad de mantener la presencia de este ciclo a lo largo de toda la carrera y se asume una estructura curricular cercana a la modular disciplinar en la que se propicia el tratamiento de los contenidos de la disciplina Formación Pedagógica General con un enfoque profesional que beneficia el establecimiento de los vínculos entre la teoría y la práctica; se contemplan asignaturas y talleres que amplían el espectro formativo y se explicita la preparación dirigida al trabajo preventivo; sin embargo, se mantiene la insuficiencia relativa con la falta de tratamiento a la problemática de la violencia escolar, como un problema de actualidad presente, en la realidad escolar .
La universalización de la Educación Superior representó un momento relevante lo que le confirió a la formación profesional pedagógica un carácter inédito, y se exigió un esfuerzo especial para garantizar su instrumentación exitosa .
El reto de conjugar la preparación desde la escuela con la necesidad de mantener
adecuados niveles teóricos, requirió apelar a la exploración de las
potencialidades de los profesionales en formación para asumir el contenido de su
rol, de tal forma que fuera reforzado el papel y las influencias que estos
ejercen en lo instructivo y en lo educativo sobre sus educandos.
Connotar el desempeño del profesor de Secundaria Básica como general integral,
no es algo que pueda pasarse por alto ya que presupone una nueva comprensión,
que mueve los aspectos inherentes a la formación profesional y condiciona la
conformación de un sentido nuevo de la función del profesor en la dirección del
proceso pedagógico y en su inserción en el sistema de relaciones de la sociedad .
A pesar de las referidas ventajas del modelo de formación del Profesor General Integral de Secundaria Básica es significativo que la presunción de que la formación inicial intensiva asegura la preparación de habilitación que se requiere para el ulterior desempeño adecuado, hasta el presente, no cuenta con las evidencias suficientes para sostenerla .
Resulta incongruente que un Profesor General Integral, que en calidad de tal asuma la dirección del proceso de enseñanza- aprendizaje de la mayoría de las asignaturas que se imparten en la Secundaria Básica y deba lograr establecer los vínculos interdisciplinarios que presupone la integralidad, no reciba una preparación en consonancia con dicha idea, y no solo eso; sino contradictoria porque en su habilitación es orientado por un profesor específico en cada una de las asignaturas que después tiene él que asumir desde la integralidad, como si fuese posible producir lo que podría llamarse “efecto batidora” .
Acercar la formación inicial a los escenarios reales del desempeño profesional es positivo, comprobado por innumerables investigaciones, tales como las de: Addine, F. (2000), Castro, F. (2000), García, G. (2000), Forneiro, R. (2005-2007), Macías, A. (2007), Parra, I. V. (2007), entre otras. Sin embargo, la instrumentación en la práctica de esta idea no puede desconocer verdades igualmente válidas tales como: la necesidad de observar el adecuado balance entre los niveles de ayuda que deben ofrecerse en correspondencia con el desarrollo alcanzado por el alumno y las particularidades psicológicas típicas de la edad que han de considerarse tanto desde el punto de vista individual como grupal .
Presupone la autora de esta tesis que la idea positiva de acercar la formación
inicial profesional a la escuela y llevarla a efecto desde ella no cuenta con la
suficiente instrumentación pedagógica, es decir, la puesta en práctica extensiva
de la universalización sin estar creadas las condiciones objetivas, subjetivas,
y organizativas para asegurar el adecuado funcionamiento de los postulados
teóricos lo que se refleja en afectaciones a la preparación teórica,
metodológica y axiológica del profesional en formación inicial.
Sustituir la presencialidad por el trabajo individual y la investigación sin que
los estudiantes posean el nivel de preparación requerido para asumir
exitosamente tal reto y los docentes encargados de auxiliarlos necesiten a su
vez ser asistidos plantea una contradicción que no puede ser desconocida entre
la necesidad de instaurar la aplicación del modelo de formación y la falta de
preparación de los protagonistas del proceso pedagógico para garantizar su
funcionamiento adecuado y su solución no puede desconocer la fuerza de la
realidad .
La perspectiva socioprofesional de la formación del profesor se corresponde con los intereses de la sociedad que a su vez enfatiza en los aspectos que resultan cruciales para su supervivencia, entre los que se destacan los ideopolíticos. Por tal razón resulta comprensible la percepción de la misión del docente en indisoluble vínculo y compromiso con la revolución, lo que debe interpretarse como la expresión de que la cualidad central del profesor ha de ser la de revolucionario. No obstante ello no significa comprometer todos los esfuerzos en esa única dirección, o al menos, no entender la cualidad de referencia restringida a la adhesión incondicional al proyecto social, sino también en su sentido amplio que incluye la posesión de cualidades tales como la fraternidad, el respeto a sí mismo, a los demás y al entorno, la tolerancia, la disposición permanente a la cooperación, la ternura y el amor, que dan cuenta de su dimensión humanista y no siempre atendida adecuadamente .
La elaboración y posterior puesta en práctica del Programa Intersectorial de Educación para la Vida, que involucra a los Ministerios de Educación, Educación Superior, Salud Pública, Cultura, las Organizaciones Políticas y de Masas y el INDER, junto a los programas ya vigentes, hizo posible un impulso a la atención a las cuestiones relativas a la prevención de la violencia escolar que, lamentablemente, no encontró reflejo apropiado en los planes de formación del personal docente.
Lo anteriormente declarado hace posible comprender el impacto de las actividades
curriculares en la formación profesional, que se refleja en los modos de
actuación que exhiben, tanto los docentes en formación inicial, como los
egresados y que no siempre se corresponden con lo deseado. Son frecuentes
comportamientos violentos en el contexto escolar que resultan incompatibles con
las aspiraciones y la esencia de la profesión pedagógica, atribuibles a una
deficiente atención y formación en el transcurso de los estudios universitarios,
lo que asociado a las insuficiencias en la preparación para prevenir la
violencia conforma una plataforma sobre la cual no es posible avanzar, con la
celeridad requerida, hacia las transformaciones inherentes a la fraternidad, la
ternura y el amor .
La preparación profesional que asegura el nuevo modelo de formación, continúa concentrada en lo teórico y lo metodológico relacionado con el contenido y la forma de desarrollarlo de las asignaturas que debe asumir; pero conserva las insuficiencias que limitan el accionar educativo .
La tendencia es a perfeccionar la preparación general integral desde una visión más diáfana del contenido del rol profesional del docente que, sin embargo, no garantiza distinguir la necesidad de prepararlo para prevenir la violencia en el contexto escolar, lo que no puede ser desconocido .
Se reforzó la labor tendente a pertrechar al docente en formación inicial de herramientas más versátiles para propiciar la prevención de la violencia escolar desde una atención más integral al empleo del diagnóstico psicopedagógico del alumno y el grupo, así como su seguimiento en el ejercicio de la profesión, lo que constituye un innegable paso de avance, mas, aún insuficiente para asegurar la consecución de los fines y propósitos perseguidos en la configuración de personalidades aptas para vivir y convivir en un ambiente de fraternidad y de solidaridad .