Katerine Regueira Batista
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La violencia como complejo fenómeno social posee manifestaciones a lo largo de la historia de la humanidad y sus consecuencias se expresan en una gama de matices que va desde los daños existenciales hasta la muerte .
A pesar de los perjuicios asociados a la violencia no es, sino a partir de la década del 50 del siglo XX, que algunas organizaciones internacionales como la Organización de Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia y el Fondo de Naciones Unidas para la Educación y la Cultura, entre otras, han trabajado de manera sostenida para intentar eliminar la violencia que perjudica prácticamente a todos los sectores sociales y países del planeta, a cuyo margen persisten sus manifestaciones .
En dependencia de los referentes teóricos asumidos las teorías conformadas para explicar la esencia y las causas de la violencia, enfatizan bien en los factores personales, heredados, bien en los factores ambientales y en los trastornos y las enfermedades, o asumen la intervención mecánica de factores de variada naturaleza, pero no trascienden el análisis metafísico y reduccionista .
En contraposición al enfoque señalado, la concepción marxista leninista acerca
de la violencia considera que la misma surge y se manifiesta condicionada por
factores económicos; es decir, que no existe como algo inherente a la naturaleza
humana sino que se engendra en el seno de las relaciones sociales, asociada a la
posición respecto a los bienes materiales y no solo con un papel reaccionario.
Lo anterior debe comprenderse en un sentido general, como expresión de la
concepción materialista del mundo, cuyo postulado esencial es que el ser social
determina la conciencia social. Marx, C. (1848-1888) y Engels, F. (1848-1888) no
negaron la intervención de otros factores, además del económico, en la aparición
y la existencia de la violencia. Las interpretaciones simplistas de este
planteamiento indujeron a la comisión de no pocos errores y lamentables
confusiones teóricas, distorsionadoras de la esencia del pensamiento marxista
con repercusiones en las concepciones y las prácticas pedagógicas .
El mérito de la concepción mencionada se expone con particular fuerza en el establecimiento de las bases sobre las cuales se sostiene el conocimiento de las causas, las relaciones y las diversas formas que adopta la violencia, que desmitifica su naturaleza y la hace accesible al estudio científico y a su transformación desde un enfoque dialéctico, que trasciende las comprensiones precedentes .
La tesis que se defiende se sustenta en las posiciones de la concepción dialéctica materialista antes expuesta, y conforme a la misma se guía todo el análisis que se despliega a lo largo de la investigación .
Existen múltiples definiciones acerca de la violencia, entre las que se cuentan las aportadas por Domenach, J. M. (1981), Galtung, J. (1985),Parsons, (Citado por Rocamora, P. 1990), Morales, F. (1994), Planella, J. (1998), Jaramillo, E. (1998) y Uries, R. (Citado por Artiles, I. 2001), que tienen en común acentuar en las lesiones físicas que la misma produce en las personas; esto es, centralizan la atención en el terreno de las relaciones interpersonales y dejan fuera importantes manifestaciones, tales como las lesiones que pueden producirse o recibirse del entorno .
Asimismo, Lawrence, J. (1970),Ortega, M. (1991), Artiles, I. (1998), Corsí, J. (1999), García, M. (2001) remarcan en el desequilibrio del poder como elemento principal sobre el que se sustenta la aparición y la consumación de los comportamientos de violencia, sin negar que sus manifestaciones aluden a la esfera de las relaciones interpersonales y que los perjuicios no se restringen al plano físico, que abarcan lo relativo a la moral y lo psicológico, que pueden impactar las relaciones intergrupales. Lo que resulta loable por cuanto amplía la comprensión de la violencia de modo significativo; no obstante, la delimitación de los marcos, los contenidos, las formas, así como las consecuencias y su tipificación continúan necesitados de precisiones más puntuales y elaboraciones teóricas más completas. Lo que conduce al planteamiento de la cuestión acerca de la clasificación de la violencia .
En las valoraciones efectuadas con la pretensión de fundamentar la ubicación de los comportamientos de violencia, merece destacarse que Peña, S. (1999) determinó la existencia de niveles en sus estudios sobre los conflictos, que García, M. (2006) asume para la expresión de la violencia: global, internacional, nacional, social e individual y agrega que se hace necesario considerar además, los planos de análisis, entre los que cuenta el filosófico, el sociológico y el psicológico .
En esta investigación se comparten las ideas antes expresadas y se asumen los niveles: social e individual, y los planos: sociológico, pedagógico y psicológico, lo que permite una interpretación más holística de la diversidad de formas expresivas que adopta la violencia y las clasificaciones realizadas .
Existen múltiples criterios para tipificar la violencia como fenómeno social: Bourdieu, P. (1985), Passeron, J. C. (1985), García, M. (2001), Sánchez, S. (2002), Díaz-Aguado, M. J. (2003) que obedecen a uno o varios rasgos que el autor prioriza, tales como los sujetos perjudicados, las causas, la esfera afectada y otros .
Resulta apropiado hacer referencia a la llamada violencia simbólica, término acuñado por el sociólogo Bourdieu, P. (1985), y empleado para designar la inculcación de contenidos que refuerzan el apego al orden imperante a través de mecanismos de legalización. En tal sentido, se entiende que la acción pedagógica es "objetivamente una violencia simbólica", ya que, las relaciones de fuerza, fundamento de la formación social, son el fundamento del poder arbitrario (en la comunicación pedagógica). Hay "imposición" e "inculcación" de una arbitrariedad cultural según un modelo arbitrario de imposición e inculcación que es la educación. Dichas ideas marcaron un hito en la percepción de la violencia al llamar la atención sobre manifestaciones de la misma hasta entonces insospechadas. Pero, el autor en cuestión no considera que el hombre posee la capacidad de anticipar el futuro y prever la calidad de las influencias educativas a partir de su percepción del tipo de sociedad que pretende construir o preservar, conforme a las imprescindibles normas de convivencia que han de observarse .
Moreno, J. M. (1997) y Orpinas, P. (1997), así como en el “Informe de América Latina sobre la violencia contra niños, niñas y adolescentes, en el marco del Estudio Mundial de las Naciones Unidas” (2006), asumen, la necesidad de considerar el entorno en que se manifiesta la violencia, lo que permite distinguir entre otras, la que se produce en el contexto de la escuela, cuya denominación consensual es violencia escolar, sin olvidar que estas manifestaciones pueden presentarse en cualquier otro escenario, pues constituyen un reflejo del nivel de desarrollo que posee la sociedad en su conjunto .
En el círculo de la escuela se reproducen las relaciones sociales inherentes al momento socio histórico concreto, en todo su espectro de matices, pero asociadas, tanto al decursar, como al contenido, los actores y los escenarios concurrentes, todo lo cual es de obligatoria consideración para entender las particularidades de la violencia escolar tanto en sentido general, como puntual y contextualizadamente .
Se trata de discriminar las circunstancias y los factores de carácter subjetivo y objetivo que se conjugan para configurar los comportamientos de violencia en los protagonistas del proceso pedagógico, de manera útil, tanto desde la teoría, como de la práctica, que se forman y se expresan a través de los medios de expresión de la personalidad: la actividad y la comunicación .
A tenor con los referentes declarados, se distinguen las manifestaciones de
violencia escolar:
1.- Según la cantidad de los sujetos implicados: Este criterio apunta
esencialmente a lo sociológico y sirve de apoyo a la comprensión del impacto de
la violencia en la vida escolar y la calidad de la salud de las relaciones
interpersonales que en ella se establecen entre los protagonistas del proceso
pedagógico .
1.1.- Violencia individual: Es la que se expresa mediante las relaciones interpersonales y tiene su origen en la sociedad. Alude a los fenómenos asociados a la denominada seguridad ciudadana e incluye el suicidio y otros actos auto-abusivos, cuyo conocimiento importa en tanto pueden manifestarse en el contexto escolar .
1.2.- Violencia grupal: También llamada colectiva, es el tipo que se produce
cuando la sociedad colectivamente, o por grupos significativamente importantes
de ella, participa activa y públicamente en su ejercicio. En el marco escolar
sus principales manifestaciones consisten en la presión que ejerce el grupo
sobre el comportamiento de sus miembros y los conflictos intergrupales.
2.- Este criterio alude a las expresiones específicas que adoptan las
manifestaciones de violencia en el contexto escolar y desempeñan un valioso
papel metodológico porque muestra todo el espectro que abarcan las mismas .
2.1.- Violencia física: Aparece cuando un protagonista del proceso pedagógico ejerce su poder sobre el otro y daña su integridad física mediante el maltrato corporal .
2.2.- Violencia verbal: Se estructura sobre la base del empleo del lenguaje con
la intención deliberada de perjudicar o dañar al interlocutor.
2.3.- Violencia psicológica: Conjunto de recursos empleados para manipular,
intimidar, disminuir o estigmatizar al otro con la finalidad de llevarlo a una
situación de subordinación o indefensión respecto a las intenciones del que la
ejerce y su presencia es significativa en el contexto escolar .
2.4.- Violencia gestual: Se estructura sobre la base del empleo del lenguaje no verbal con la intención deliberada de perjudicar o dañar al interlocutor e incluye el empleo del silencio con fines lesivos .
2.5.- Violencia simbólica: Consiste en el conjunto de contenidos de la educación que se inculcan al sujeto con el deliberado propósito de inducirle la aceptación del orden imperante por medios institucionalizados. Muy relacionada con esta manifestación Pérez, G. (1997) refiere la violencia estructural, como inherente a las estructuras sociales, sinónima de la injusticia social que se expresa en oportunidades de vida diferentes .
2.6.- Violencia sexual: Es la estructuración de comportamientos dirigidos a imponer la aceptación de las intenciones en la esfera sexual, por diversos medios y métodos que resultan lesivos para el otro .
2.7.- Violencia ambiental: Se expresa en las relaciones que se establecen entre el sujeto y el entorno, y se caracteriza porque en las mismas uno o ambos resultan dañados e incluye el maltrato a la propiedad social, destrucción de la biótica y demás agresiones al entorno físico .
Las valoraciones efectuadas en el informe de América Latina sobre la violencia
contra niños, niñas y adolescentes, en el marco del Estudio Mundial de las
Naciones Unidas (2006), son precisas en la revelación de las consecuencias que
acarrea la violencia escolar cuando plantea: “La violencia, afecta profundamente
el ambiente escolar, reduce el rendimiento de los y las estudiantes y cuerpo
docente, deteriora las relaciones, incide sobre el abandono y la expulsión
escolar. Entre los factores que pueden generar violencia se señalan medidas
disciplinarias, actos agresivos entre alumnos, alumnas y profesores, graffiti,
daños físicos a la escuela, reglas de organización poco explícitas, falta de
recursos humanos y materiales, bajos salarios del cuerpo docente y
administrativo, falta de diálogo entre las personas que componen el ambiente
escolar, falta de comunicación entre las familias y la escuela. En esta
enumeración puede verse que no se entiende el problema como una cuestión
simplemente de actitudes recíprocas, sino como una interrelación de los factores
que pueden producir malestar”.
Las anteriores consideraciones interesan desde la perspectiva pedagógica, no
solo por la denuncia que aportan de las implicaciones negativas, sino también
porque constituyen un llamado a empeñar esfuerzos en la búsqueda de soluciones
pertinentes a tan acuciante lastre; mas, la complejidad del asunto y su
innegable conexión con las particularidades de la sociedad en la que se expresa,
impone limitaciones al diseño pedagógico de estrategias dirigidas a su
atenuación .
No debe obviarse en el presente análisis lo relativo a la óptica de la psicología, que como ciencia que tiene por objeto el estudio de la subjetividad, aporta los referentes teóricos y prácticos sobre los que la pedagogía puede construir el conjunto de acciones válidas y fiables para inducir, en su ejecución, las transformaciones deseadas. Vigotski, S. L. (1977), Olweus, D. (1983), González, F. (1995), entre otros, confirman el carácter complejo del condicionamiento del comportamiento humano, a partir de la esencia individual e irrepetible de la personalidad, que no puede ser desconocido en cualquier pretensión de conformación de alternativas u otros medios de influencia pedagógica sobre la misma .
La violencia, en sentido general, y la escolar, en especial, impacta en el proceso de conformación de la personalidad en cualesquiera de las etapas de su desarrollo ontogenético, en una dirección no sólo negativa, pues no se excluye un efecto positivo explicable desde el fenómeno de la resiliencia, entendido como la capacidad que poseen algunas personas para transformar los eventos e influencias nocivas en fuerza motriz del desarrollo y del crecimiento personal con una orientación social positiva .
Frente a la violencia se aboga cada vez más a favor de la no violencia,
entendida en su sentido positivo, como la opción metodológica en la resolución
de conflictos que permite la paz, comprendida como un proceso de resolución no
violenta de las contradicciones. En este sentido la no violencia, como estilo de
vida, busca la armonía de la persona sobre la base de los valores de
cooperación, respeto a la diferencia, igualdad, justicia, ecología y otros, lo
que presupone la renuncia al empleo de la violencia como vía de solución de los
conflictos y la búsqueda de una inserción sostenible en el sistema de las
relaciones sociales. A este aspecto se han referido Sánchez (1985), Barahona
(1989), Judson (1989), Grasa (1990), Jares (1991) y Romía (1991) .
Se comparten los pronunciamientos anteriores por cuanto representan un
importante paso hacia adelante en el desarrollo de la teoría y la metodología de
la prevención de la violencia en todas sus manifestaciones, es oportuno
significar que la idea central que anima la presente tesis va más allá de tales
planteamientos y se pronuncia a favor no ya de la armonía, sino de la
fraternidad .