1. INTRODUCCIÓN
Durante los años 90 del pasado siglo, los Pueblos Indígenas (de aquí en adelante PIs) del mundo han conseguido un protagonismo político, cultural y social inusitado. Su presencia y discurso han sido materia de atención durante la Celebración del V Centenario del Descubrimiento de América; la Cumbre de Río de 1992 que dio nacimiento al Desarrollo Sostenible como paradigma alternativo de desarrollo; la Conferencia Mundial de Derechos Humanos de Viena de 1993; la Declaración de 1993 como Año Internacional de las Poblaciones Indígenas; la Declaración del periodo 1994-2004 como Década de los PIs por parte de la ONU; el levantamiento Zapatista de 1994; las Cumbres Antiglobalización de Seattle, Génova, Porto Alegre y la Cumbres contra el Racismo y la Xenofobia de Durbam en 2001 y la II Cumbre sobre Desarrollo Sostenible Río +10 en Johannesburgo 2002, Túnez sobre la Sociedad de la Información, o Bali 2007 sobre Cambio Climático.
Tanto en estos acontecimientos internacionales, como en los documentos que en ellos se han producido, los PIs han conseguido una relevancia desconocida en la larga historia de las relaciones entre los PIs y la sociedad internacional. Todo ello contrasta con una dilatada historia de silencio y ausencia de la escena internacional.
Es aquí donde situamos el origen de este trabajo. En este contraste entre, por una parte, una larga historia de domesticación (Martínez, 1999) e invisibilidad y, por otra, la resistencia de los PIs, que cristaliza en la formación del Cuarto Mundo y su emergencia como propuesta y práctica política indígena de carácter internacional. Las preguntas que resultan relevantes son: ¿Por qué tras siglos de ausencia y encubrimiento resurgen los PIs en la primera plana del escenario internacional? ¿Por qué se produce este protagonismo internacional en la década de los 90? ¿Cuál es la agenda política que defiende este movimiento étnico internacional en el siglo XXI?
Este trabajo de investigación intenta responder a estas preguntas centrando su atención en el cuándo, pero sin perder de vista el porqué y el para qué de la movilización indígena internacional.
Durante siglos, los indígenas han sido ocultados e invisibilizados por el discurso político dominante, tanto dentro de los Estados como en la Sociedad Internacional. Cuando hablamos de indígenas es difícil liberarnos de las imágenes y estereotipos creados por las diferentes olas de colonización que los han descrito como unos seres bárbaros, periféricos, salvajes, primitivos y pre-modernos con una cultura tradicional, local y estática incapaz de integrarse y convivir con la moderna civilización tecno-industrial. Este es el discurso del "indígena desaparecido" (vanishing indian) que ha cultivado históricamente la ideología de las repúblicas coloniales (Deloria, 1999) y que tan profundamente enraizado está en todos nosotros. Debido a ello, los indígenas aparecen en nuestro imaginario colectivo actual como la antítesis de la modernidad, como obstáculos al desarrollo pertenecientes al pasado, a un mundo superado (Calvet, 2005). Como consecuencia de esta visión socialmente construida, la sociedad dominante desarrolla una ceguera cultural (cultural blindness) y política (Spicer, 1992:47), que resulta fatal para los pueblos indígenas, ya que genera una desvalorización de sus culturas que legitima y facilita la dominación y la imposición de una estructura de discriminación (Moreno Cabrera, 2008).
Esta incapacidad de ver al otro como igual es fruto del proceso de domesticación (Martínez, 1999), de incorporación (Duneway, 2003), o en-cubrimiento (Dussel, 1989) impuesto por los modernos estados-nación. Y supone su desaparición de la escena internacional (Martínez, 1999) Esta visión colonial sobre el indígena niega la contemporaneidad, la modernidad, la autonomía y la calidad de sujeto político de los PIs y presenta a los indígenas como meros objetos pasivos que sufren la acción de actores o procesos exteriores. En consecuencia, los indígenas pasan en el imaginario occidental a convertirse en objetos de la actividad del Estado y de sus políticas de asimilación. Hasta hace muy poco ésta ha sido la norma dominante en las políticas aplicadas a los PIs.
Muchos gobiernos y sus respectivas sociedades envolventes (Virella, 1999) siguen utilizando y reproduciendo estas visiones estereotipadas que hunden sus raíces en el pasado colonial. La cultura occidental siempre se ha movido entre la alterofilia y la alterofobia (Arregi, 2006) hacia los PIs. Es decir, entre la agresión y estigmatización o la defensa del "pobre indio".
La tradicional invisibilidad de los PIs también afecta a académicos, consultores internacionales, técnicos de gobiernos y ONGs que siguen considerando a los PIs como grupos objeto de ayuda, extremadamente pobres, marginados y necesitados. Esta sigue siendo la visión mayoritaria y dominante, según la cual, su iniciativa política y, sobre todo, su larga tradición de resistencia contra las agresiones sufridas, es sistemáticamente ignorada.
En lo referente a la esfera internacional esta ausencia tiene que ver con la consideración de los PIs como asuntos internos de los Estados. Esta primacía de lo local y lo doméstico se refleja en la descripción del indio como aborigen, autóctono o indígena. Estas denominaciones enfatizan su carácter local y pertenecen a contextos y discursos históricos concretos. Así pues, no es de extrañar que, hasta hace bien poco, la investigación académica en general se haya ocupado poco de este tema.
Es por ello, que la moderna actividad internacional de los pueblos indígenas, especialmente, desde la perspectiva de las Relaciones Internacionales, no ha sido suficientemente abordada (Sobero Martínez, 2003). El movimiento internacional formado por los PIs, su presencia, y su carácter de inspirador y generador de cambio en la agenda internacional no ha recibido el interés que merece.
Consecuentemente, la experiencia indígena de resistencia, su discurso e identidad pan-indígena o sus propuestas y contribuciones para solucionar importantes problemas de la agenda internacional permanecen ocultos a los ojos del gran público y son sólo conocidos por un pequeño número de expertos. Esta realidad contrasta con el carácter altamente novedoso de sus avances y reconocimientos alcanzados en el terreno internacional (Anaya 2006; Khosravi 2006; Burger 1999; Cooper 2002; Coates 2006; Wilmer 1993; Kinsbury 1998) y con el creciente protagonismo desarrollado a nivel regional, estatal y local. Son muchos los autores que consideran que nos encontramos ante un nuevo actor en el escenario internacional y que incluso consideran al Cuarto Mundo como una propuesta alternativa a la hora de entender las Relaciones Internacionales (Ryser 2001; Sheton 1999; Coates, 2006; Sills 1993 y 2006; Nietschmann, 1985,1987 y 1994; Griggs 1992; Smith 1999; Inayatullah& Blaney 2004).
La escasez de análisis académico contrasta con una creciente presencia y vistosidad de los PIs que aparecen principalmente relacionados con temas medioambientales y todo lo relacionado con la "moda verde" (Arregi 1993; Landaburu 1998; Sobero Martínez 2003). En una visión utilizada por ciertos colectivos ecologistas, movimientos "new age" y medios de comunicación, los indígenas aparecen como personificaciones de "homo ecologicus" o versiones contemporáneas del "buen salvaje" (Arregi 1993 y 2006). Landaburu (1998) incide en esta instrumentalización y su posible efecto positivo al impulsar la acción de agentes urbanos ilustrados en contra de los poderes que oprimen y colocan a los indígenas en una situación agónica.
Mediante la aparición de los indígenas ligados a la Ecología o como víctimas de la globalización, la invisibilidad tradicional de los mismos es parcialmente superada, pero, de nuevo, la labor política y, sobre todo el trabajo internacional realizado por los PIs, es sistemáticamente ignorado. Todo ello a pesar de que, tal y como afirma Ryser (2001), el Cuarto Mundo encarna en su diversidad la complejidad de la agenda internacional del siglo XXI. La combinación de idealización y desconocimiento del trabajo internacional realizado puede resultar en nuevas formas de ocultamiento, relegación e instrumentalización de la realidad indígena que deben ser evitadas. Es necesario evitar, según advierte Landaburu el "paternalismo y la intromisión indebida". Ejemplo de ambos, fruto del desconocimiento y eurocentrismo, que también afecta a los etnonacionalismos europeos es el ejemplo brindado por Clavero (2009) cuando describe lo ocurrido en el Foro Social Mundial de 2009 donde los PIs eran uno de los temas de interés de esta edición.
Las voces indígenas se acogían en efecto como si formasen la comparsa del coro destinado a resaltar unas voces solistas, las no indígenas, entre ellas primordialmente la catalana. Quien paga manda. Puede hacerlo quien financia. En el Foro Social Mundial, o al menos en el Espai pels Drets Col•lectius dels Pobles, las voces europeas se comportan como si les correspondiese ser anfitriones en casa ajena, como si las voces indígenas fueran huéspedes, como si éstas se encontraran invitadas en su propia tierra. De esa parte europea, sin escucharse previamente a la parte indígena, se ofrecen explicaciones sobre cuál deba ser el discurso de todo pueblo sin Estado propio y, por ende según así se les adoctrina, de los pueblos indígenas de América. La aspiración ha de ser ésa, la de constituir un Estado propio, y a ello debe subordinarse cualquier otra aspiración. Las voces indígenas intervienen sin hacerse cargo de ese mensaje tan europeo y, por lo que en Europa todavía resulta que con todo se presume, universal (Ibid:2).
Esta tendencia a ejercer de vanguardia que denuncia Clavero es destacada con toda naturalidad por el periodista Arkonada, en una entrevista realizada a un líder indígena de nombre Palacín, en la que se menciona el tema del Foro Social.
En el FSM 2009 en Belem do Para, Brasil, se dio una articulación en torno a esta cuestión entre pueblos indígenas y naciones sin Estado que, liderada por vascos y catalanes , construyeron el espacio de Derechos Colectivos de los Pueblos (Arkonada, 2009:22).
Para evitar en el futuro casos como éste, y con el fin de respetar las diferencias culturales y los procesos propios consideramos necesario mostrar respeto y no suplantar la voz de los indígenas. Es cierto que existen similitudes entre las situaciones vividas por pueblos y culturas minorizadas, pero no lo es menos que existen importantes diferencias en los procesos históricos y, sobre todo, en los objetivos que han sido históricamente diferentes y lo siguen siendo hoy en día. Todo esto a pesar de que, en el caso vasco, tal y como señala Landaburu (1998:81), existe una afinidad psicológica con los PIs. Esta percepción de solidaridad puede ser positiva en un primer momento pero puede dar lugar a importantes equívocos derivados de los estereotipos sobre los PIs existentes y la identificación automática entre PI y naciones sin estado. Existen similitudes pero tanto los procesos históricos y los objetivos distan mucho. Tal y como señalaba Gregg Morris, en una entrevista personal mantenida en Iowa en 1993, el diálogo entre PIs y "pueblos-nación" es necesario pero sin olvidar de que se trata de realidades distintas. También Palacín (2009) es partidario de un diálogo y colaboración entre PIs y naciones sin estado europeas, aunque en sus palabras también podemos encontrar trazas de la misma idealización y desconocimiento de la realidad vasca que observamos en los vascos con respecto a los indígenas.
Ambos nos definimos como pueblos y culturas ligados a la naturaleza , defendemos nuestros orígenes, creemos en nuestra autonomía, desarrollamos políticas y ejercemos nuestros derechos y conocimientos en colectivo. Lo que nos diferencia es que vivimos en continentes separados, con procesos distintos. Pero en esta hora difícil estamos juntos en la tarea de construir un nuevo paradigma (Palacín, en Arkonada, 2009:22).
El establecimiento de este diálogo podría dar lugar a una visión más completa, compleja y global de la movilización etnonacionalista a escala global. Una visión más allá del eurocentrismo y estatocentrismo que caracteriza a nuestra disciplina, capaz de proporcionarnos un mejor entendimiento de la movilización étnica a nivel mundial. En opinión de Palacín el diálogo entre pueblos nación y pueblos indígenas es posible y necesario para el establecimiento de un paradigma alternativo de relaciones internacionales más justo, participativo y además por la existencia de una comunidad de valores comunes basados en la igualdad y respeto entre los pueblos, independientemente de si están o no constituidos en Estados.
no queremos estados que saqueen, destruyan y militaricen nuestros pueblos, queremos la paz, la armonía con la pachamama y con los hombres. La integración de nuestros pueblos debe basarse en la cultura, el respeto y la armonía, no en simples relaciones entre estados basadas en intereses económicos (Palacín, en Arkonada, 2009:22).
Esta propuesta de diálogo y colaboración entre realidades diferentes constituye el principio de inspiración y eje principal de esta investigación. Consideramos que el caso de los PIs resulta de especial interés, especialmente para la sociedad vasca, debido a que se trata de un innovador ejemplo de acción exterior liderada por una alianza internacional de naciones sin estado. Una movilización étnica a escala global que propone una visión alternativa de las Relaciones Internacionales y las relaciones entre naciones y Estados a escala mundial. Además, el Cuarto Mundo aporta una novedosa concepción del derecho de autodeterminación que rompe la dinámica existente entre asimilación y secesión dominante en los estudios sobre conflicto étnico. Este elemento de interés es señalado por Clavero (2008).
¿Interesa esto al pueblo vasco? Directamente, no, pues no parece que se califique como pueblo indígena. Indirectamente, sí, pues las novedades pueden alcanzar a todo pueblo. El derecho de libre determinación va a poder librarse de las adherencias coloniales que lo hipotecan y postcoloniales que lo desvirtúan. La Declaración deDerechos de los Pueblos Indígenas podrá tener un efecto retrospectivo sanatorio los mismos aspectos coloniales de la descolonización. Y pueblos que no han sufrido colonialismo o que han sido incluso partícipes del mismo, como el vasco en el imperialismo español, podrán ahora reconocerse como naciones en el escenario internacional con un derecho de libre determinación que pueda sustanciarse y no agotarse en un concreto régimen de autonomía. La Declaración de Derechos de los Pueblos Indígenas se basa expresamente en el principio de igualdad de todos los pueblos, de todos, de los indígenas y de los no indígenas (Ibid:5).
Todos estos elementos interesantes e innovadores continúan siendo ignorados por la gran mayoría de la sociedad vasca que sigue presa de un indigenismo paternalista. En definitiva, el creciente protagonismo político de los PIs como realidades emergentes despierta interés y ha sido estudiado principalmente en el ámbito estatal o regional. Autores como Stavenhaguen (1997), Bonfill-Batalla (1998) o Díaz-Polanco (1996) , que han centrado gran parte de su investigación en el ámbito latinoamericano, son quienes han liderado este novedoso interés en los PIs. Gracias a ellos, podemos encontrar una iniciativa de investigación incipiente centrada en la experiencia de movimientos indígenas de ámbito local, estatal e incluso regional. Abundan los estudios monográficos. Existe una creciente bibliografía que se preocupa de los procesos de movilización étnica, la pérdida de territorios, la explotación de recursos, la militarización de sus territorios y los procesos de genocidio, etnocidio y demás violaciones de derechos humanos sufridos por los PIs. Además, mucha de esta bibliografía es generada en castellano y por investigadores latinoamericanos. Sin embargo, la bibliografía existente en España sigue siendo capitalizada mayoritariamente por estudios de carácter histórico y antropológico, con algunas incursiones de sociólogos y politólogos.
A nivel internacional, los estudios centrados en la aparición de este nuevo actor colectivo internacional han sido principalmente realizados en el mundo anglófono, por un número creciente de académicos, principalmente abogados internacionalistas, antropólogos, sociólogos y politologos (Anaya 2006; Churchill 2003; Kingsbury 1998; Pritchard 1998; Smith 1999; Wilmer 1993; Thornberry 1991). Se trata de estudios parciales, altamente especializados, que han centrado su atención en las oportunidades ofrecidas por el derecho internacional o por los nuevos instrumentos legislativos en materia de ecología y desarrollo sostenible. Sin embargo, la mayoría de estos autores no han profundizado en los orígenes y desarrollo histórico de este novedoso movimiento internacional que constituyen los PIs. Exceptuando el caso de Niezen (2003) y Coates (2003), la mayoría de los intentos por describir la historia de los movimientos indígenas se ha realizado dentro del contexto de los Estados y de su historia nacional. Aún así, los estudios realizados desde una óptica estricta de Relaciones Internacionales son escasos y la mayoría de los que encontramos proceden del campo del Derecho Internacional y más concretamente los Derechos Humanos. Los trabajos de Ryser (1996), Daes (1996), Martinez (1999), Keal (2003), Wilmer (1993), Rysser (1995), Williams (1990), y los ya citados (2003) y Coates (2003), entre otros, así como los realizados por Stavenhaguen desde 1990 hasta hoy conforman un intento de abordar la realidad internacional de los PIs.
La movilización indígena internacional ha sido poco estudiada en general, y menos todavía en la investigación realizada en castellano, con la excepción de los trabajos realizados por Bartolomé Clavero y sus discípulos. Incluso la incipiente investigación vasca centrada en el estudio del nacionalismo y el desarrollo de conflictos étnicos no ha abordado la experiencia internacional indígena. El surgimiento del Cuarto Mundo, como movimiento internacional en clave étnica protagonizado por pueblos sin estado, no ha logrado gran incidencia hasta ahora en áreas tales como el estudio del nacionalismo y los conflictos étnicos. Los intentos de Khosravi (2006), Niezen (2003), Keal (2003), Gurr (2000), Nietschnann (1994), Griggs (1994), Riggs (1998), constituyen una excepción en un área más concentrada en movimientos etnonacionalistas que abiertamente demandan la constitución de un Estado independiente . Werther (1992) denuncia este vicio implícito en la investigación académica sobre etnonacionalismo que le lleva a ignorar el caso de los PIs para centrarse en opciones con mayor poder de movilización y tensionamiento.
Clearly, the ethnonationalism literature has failed in this area for several reasons. First, most literature on ethnonationalism in the First World simply ignores or gives scant attention to aboriginal groups and has therefore been unable to examine differences and similarities across the whole spectrum of ethnonational movements … Included in this point is the observation that there is a distinct bias toward studying larger, more powerful and disruptive groups in the larger countries of Europe and North America because of the assumption that the ability to disrupt the state at the center is requisite to success.
Second, because of the assumptions from which they proceed … the tendency among researchers has been to focus upon polity-level variables attaching to ethnonational groups generally, rather than on differences and similarities in the structure and content of political claims advanced by individual movements …In effect, the theoretical, legal, and moral universe in which claims are grounded has usually been ignored. This directs attention away from smaller, less "powerful," and by extension, aboriginal ethnonationalisms that may choose strategically different weapons because they cannot compete in a political universe dominated by large actors using most "direct" and "mobilization" resources … The point here is that because of theory-driven attention about what is relevant for success, numerous scholars have ignored the content of political demands as an operational variable in favor of polity-level variables such as socioeconomic status, population, regional concentration, location vis-à-vis the center, and coherence … Differences in the legal, theoretical, and moral grounding of competing claims were ignored in favor of these system-level variables.
Así pues, queda claro porque la opción autodeterminista indígena no ha recibido tanta atención como los casos de Euskadi, Québec, Flandes, Irlanda del Norte, Cataluña, etc. a pesar de que estos no han recibido ningún reconocimiento de la misma importancia que el alcanzado por los indígenas, por parte de una sociedad internacional que sigue considerándolos como un asunto interno de los respectivos Estados. En España, sólo algunos señalados investigadores sobre conflictos étnicos han roto esta tendencia al centrar su interés en la relación entre naciones sin Estado y pueblos indígenas, y la posible influencia trasnacional de los etno-nacionalismos sobre los PIs (Barrientos, 2005; Gibernau 1996).
Es aquí donde nuestra investigación pretende realizar una contribución que arroje luz sobre este novedoso y relevante movimiento internacional. Se trata de mostrar su génesis, sobre todo ahora, en un momento histórico en el cual los PIs, mediante su movilización política internacional, han conseguido importantes reconocimientos y la apertura de nuevos espacios internacionales de actividad. La existencia de estos espacios y el avance de un progresivo reconocimiento de su agenda política y reivindicaciones, por parte de los Estados y demás actores internacionales, hacen más necesaria que nunca ofrecer algunas claves que ayuden a entender, en toda su extensión y complejidad, la realidad de este nuevo actor internacional. Además, el desarrollo de legislación internacional específica que reconoce y protege sus derechos nos obliga a abordar el origen e historia de este movimiento. Nuestra investigación pretende ofrecer una propuesta de análisis que cuente la historia de diversas y variadas experiencias y movimientos indígenas de forma integrada.
Este trabajo de presentación del Cuarto Mundo como actor internacional y geopolítico emergente es especialmente importante si tomamos en cuenta que muchos de los conflictos que actualmente existen en el mundo enfrentan a PIs, estados-nación y organizaciones trasnacionales (Ter-Gabrielian 1999, Tauli-Corpus 2000; Robillos 2000, Gurr 2000, Gomez 2001, Ryser 2001, Bercovitch 2003, Sobero Martínez 2003).
Los conflictos étnicos constituyen uno de los desafíos más complejos a los que se enfrenta la sociedad internacional en los albores del siglo XXI (Schechterman, B & Slann, 1993, Ter- Gabrielian 1999; Ryser 2001, Gurr 2000, Bercovitch 2003, Murphy 2003). Muchos de los conflictos que figuran bajo este epígrafe se desarrollan en territorios indígenas, son intra-estatales y caracterizados como de "baja intensidad" (Clay, 1994).
Además, en estos conflictos son actores indígenas los que están involucrados (Sills, 1993) en clara oposición a los Estados, siendo el control de sus territorios, ecosistemas y recursos lo que está en juego. Es precisamente la aplicación de políticas agresivas por parte del Estado (Murphy, 2003), con el objeto de controlar y extraer beneficio de las poblaciones encapsuladas y sus territorios, sin ofrecerles ningún beneficio, donde encontramos la causa principal de la movilización y surgimiento del Cuarto Mundo. Es esta la razón principal que genera muchos de los conflictos étnicos intra-estatales, (Williams ,2003) en los que se ven involucrados los PIs .
Estas nuevas empresas coloniales se desarrollan en el marco de la globalización liberal dominante que cuenta con el apoyo de poderosos actores internacionales (instituciones multilaterales, transnacionales, ONG internacionales). En consecuencia, los planes de desarrollo son impuestos, ocupan territorios y no cuentan con el apoyo de los PIs, por lo que pronto se convierten en procesos coloniales. Es en este contexto en el que debemos analizar el surgimiento del Cuarto Mundo y su relevancia para la agenda internacional.
Tanto la Ecología Política como la Geografía Política principalmente se están ocupando de este tipo de conflictos que surgen cuando el derecho a vivir, el derecho al bienestar y el derecho a ser (Morris 1992, Ryser 1993, Van Cott 1996) de los PIs son negados por los Estados.
El impacto en la política internacional y su relevancia, en un contexto donde los esfuerzos realizados por la comunidad internacional para la prevención y solución de este tipo de conflictos, son importantes (Gurr, 2000), resultan de interés para la disciplina de las Relaciones Internacionales. Además tal y como resalta el informe de Naciones Unidas (2002) los conflictos étnicos dentro de los Estados y entre Estados adyacentes serán la modalidad predominante de conflicto en el siglo XXI (Dunaway, 2003:4)
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