LAS DOCTRINAS POLÍTICAS DEL PARTIDO ACCIÓN NACIONAL: DEL FALANGISMO A LA DEMOCRACIA CRISTIANA
Héctor Gómez Peralta
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Introducción
El objeto de estudio de este capítulo es el cuerpo doctrinario de 1965, el cual abandona muchos de los pilares del panismo de primera hora como lo era el corporativismo y el hispanismo, y empiezan a transitar a posturas de oposición leal al dar muestras de aceptar los valores e instituciones de la política democrática, aunque todavía se mantienen las posturas contrarias al capitalismo liberal. Ese cuerpo doctrinal fue el resultado de los cambios que sufrió el movimiento católico de México por la posguerra y el Concilio Vaticano II, en el cual la Iglesia presenta apertura y diálogo frente al mundo moderno.
Es precisamente durante el periodo previo a que se gestara el segundo cuerpo doctrinario de Acción Nacional, que la literatura especializada en la historia del partido menos información nos proporciona, debido a que es un periodo en que el PAN, frente al aplastante poderío del PRI, estaba aislado y extremadamente débil. Incluso Soledad Loaeza llama a ese periodo “la travesía en el desierto”, como si fuera una época de desolación para el panismo por los magros resultados electorales.
Sin embargo, en ese periodo se dio el primer intento por convertir al PAN en un partido Demócrata Cristiano -tema al que Loaeza le dedicó dos páginas-, por lo que para entender lo ocurrido en ese periodo me di a la tarea de hacer un recuento de las principales experiencias electorales panistas de la década de los 50, que de hecho fueron los primeros comicios federales donde participaron como un partido independiente puesto que, como señalé en el capítulo pasado, en las elecciones donde apoyaron a Almazán (1940), fueron parte de una coalición de partidos, y muchos e importantes panistas aceptaron esa candidatura a regañadientes.
Las corrientes o facciones panistas tienen rupturas y continuidades. Christlieb y Conchello fueron los herederos de la postura secular de Gómez Morin. Por otro lado, los activistas Demócrata Cristianos y González Morfín fueron los continuadores del ideario social-cristiano de González Luna. Sin embargo, la llegada de una generación más joven de militantes implicó proyectos acordes al periodo históricos de los años 50 y 60.
La nueva generación de panistas representó un cambio radical y profundo en su forma de concebir al mundo político. Ellos dirigieron la reformulación de la doctrina para salir de la periferia del sistema político y encaminar al partido a tener un perfil moderno, electoral y competitivo. El análisis de sus proyectos, así como los primeros pasos electorales del panismo, es el tema del primer apartado de este capítulo, para posteriormente analizar el intento por convertir a Acción Nacional a la Democracia Cristiana, finalizando con el análisis del cuerpo doctrinario de 1965 y el proyecto de González Morfín en los 70. Proyecto que desencadenó un verdadero cisma en el PAN que representó la “refundación” del partido, pues el choque entre las diversas facciones tuvo como desenlace la salida de los grupos más intransigentes y doctrinarios, para enfilar al partido hacia el camino catch-all.
3.1 La posición electoral del PAN previo a su acercamiento con la Democracia Cristiana
Somos trigo en el molino de la historia y para otros será el pan
Efraín González Luna
Como mencionamos en el capítulo anterior, como resultado de la política pro-empresarial de los gobiernos priístas, los banqueros e industriales que inicialmente apoyaron al PAN, abandonaron al partido en los años 40. Además de que la incorporación de técnicos y universitarios a las filas del gobierno, gracias a las políticas de cooptación, hizo que el PAN perdiera cada vez más el apoyo de las clases medias ilustradas, volviéndose el panismo, hasta la década de los 60, un partido doctrinario sin un proyecto de gobierno alternativo al desplegado por el PRI, de militancia católica sin experiencia de gobierno en vez de los técnicos y expertos que fundaron al partido, sobre todo en la dirigencia.
Durante esos años, también la Iglesia católica se apartó públicamente de la arena política y electoral pues la postura eclesiástica era buscar un entendimiento con el Estado, por lo que se distanciaba de los laicos que luchaban contra el PRI. Nadie mejor que el arzobispo primado de México Luis María Martínez para describirnos la línea eclesiástica de esos años:
Ni con el Partido Acción Nacional, ni con la UNS, ni con ninguna organización de carácter cívico, o político, aunque estén formadas por católicos y tengan tendencias católicas, está vinculada la Iglesia católica en México, pues en muchas ocasiones ha afirmado y comprobado, con su conducta, su propósito firme y sincero de mantenerse en el campo espiritual que le corresponde por más que deje en libertad a los católicos para agruparse, bajo su propia responsabilidad, en las organizaciones cívicas o políticas que prefieran .
Incluso en 1951, el visitador apostólico Guillermo Piani, ante la beligerancia del laicado declaró: “hoy no se puede explicar la oposición sistemática a un régimen decoroso, que ha rodeado a la Iglesia de atenciones y de consideraciones” .
De esa manera el PAN se quedó sin el apoyo de la jerarquía y de los grandes empresarios. Cada uno de esos actores tomó su propio rumbo buscando sus intereses particulares, por lo que el partido perdió el apoyo necesario para aspirar a tener éxitos electorales significativos.
En esos años tan difíciles sólo la adhesión doctrinal mantuvo unido al partido. Como resultado del anticomunismo propio de los años de Guerra Fría, la perspectiva de los panistas pertenecientes al grupo de González Luna era que el futuro del mundo se encontraba en disputa entre la justicia social-católica y el marxismo . Por eso, en la Convención Nacional del PAN de 1950, el partido demandaba instituciones que protegieran y velaran los intereses de los trabajadores de México; algo que se reiteró en la convención de 1953. Según lo expresado en esas convenciones, al trabajador tenían que otorgársele “salarios familiares” (la cantidad dependía del número de hijos) y protección contra el gobierno, los capitalistas y los “corruptos líderes sindicales” (priístas casi en su totalidad) .
Trece años le costó a los primeros panistas lograr construir una estructura, modesta pero suficiente, que les permitiera competir a nivel federal de manera autónoma. Fue en las elecciones presidenciales de 1952 cuando contaron por primera ocasión con un candidato propio (en 1946 no compitieron por la presidencia).
La Convención Nacional del partido eligió como su candidato presidencial a Efraín González Luna. Los “precandidatos” derrotados pertenecían al grupo de Manuel Gómez Morin: Roberto Cossío y Cossío ex-secretario general del PAN, y Antonio L. Rodríguez uno de los pocos empresarios de Monterrey que no abandonaron al partido . La plataforma de campaña adoptada por la convención fue un llamado a la justicia social sobre las bases del pensamiento católico pero sin usar símbolos ni lenguaje religioso . Lo anterior se debía en parte a la prohibición expresa por parte de la legislación, tanto constitucional como electoral, de usar símbolos religiosos para hacer propaganda política, aunque los colores oficiales del partido, el blanco y el azul, son los colores de la Inmaculada Concepción.
El tener el PAN como candidato a González Luna, hizo que en 1952 la UNS decidiera apoyar a Acción Nacional en su campaña electoral. La combinación del prestigio de González Luna como líder católico y el apoyo de los sinarquistas reforzó la identidad católica del partido, pues la UNS era una organización anti-sistémica integrada por masas campesinas que profesaban un catolicismo intransigente y opuesto radicalmente al capitalismo y a la democracia liberal .
Además, muchos sucesos durante la campaña presidencial reforzaron la identidad católica del partido: José González Torres, entonces líder de la Acción Católica, llamó a todos los católicos a votar por aquellos candidatos que ayudarían al catolicismo, lo cual era un velado llamado para votar por el PAN. Cuando el Frente Católico del Distrito Federal atacó a González Luna en Junio de ese mismo año como un traidor al mártir cristero Anacleto González Flores, por no haber participado en la rebelión armada de los años 20, la Acción Católica salió a defender a los candidatos del PAN, a pesar de que la jerarquía de la Iglesia no ayudaba públicamente a candidato alguno .
El principal apoyo hacia el PAN durante la campaña de González Luna fueron las organizaciones de obreros que pertenecían al Frente Nacional de Trabajadores, una unión de sindicatos católicos liderada por el panista Jacinto Guadalupe Silva, que era también ex-presidente del Concilio Diocesano de la Acción Católica de Trabajadores y ex-subjefe de la sección de trabajadores de la ACJM . Por último, pero no menos importante, tres de los cinco candidatos panistas para diputados federales eran conocidos por su militancia católica: Ramón Garcilita Partida había contribuido a la fundación del Secretariado Social Mexicano, Felipe Gómez Mont era miembro activo de la Unión de Católicos Mexicanos, y Francisco González Chávez había ayudado a fundar a la católica Unión Social de Trabajadores de Michoacán .
Efraín González Luna obtuvo 7.8% del total de votos; cifra bastante magra en comparación de la obtenida por el priísta Adolfo Ruiz Cortines (74.31%), pero nada despreciable si la comparamos con los votos que se le reconocieron a la entonces considerada mayor oposición del PRI, el general Miguel Henríquez Guzmán (15.9%), y sobre todo con lo obtenido por el socialista Vicente Lombardo Toledano (1.98%).
Hasta 1964 no hubo en México más de una docena de diputados pertenecientes a un partido diferente al PRI, lo mismo sucedió con los casi 2000 ayuntamientos que integraban al país y los congresos estatales, mientras que el Senado y las gubernaturas de los Estados, sin excepción, fueron monopolio exclusivo del PRI hasta la década de los 80. Si bien es cierto que desde la XL Legislatura (1946-1949) Acción Nacional contó con al menos cuatro diputados, sólo entre 1955 y 1958 llegó a seis, y no debido a un aumento en el número de votos hacia el PAN, sino porque el número de distritos electorales pasó de 147 a 178 .
Todo este escenario vino acompañado de la aparición en las filas del PAN de un grupo de jóvenes que tomaron la estafeta de la lucha contra los gobiernos herederos de la revolución. Era el Sector Juvenil de Acción Nacional que había sido creado desde 1943 pero ahora, con presidentes del partido con abierta militancia católica, se había convertido en una organización bastante agresiva que rechazaba la idea de ser una organización apartada del poder político, y su referente internacional, tanto ideológico como programático, fue la Democracia Cristiana .
Aunque la batalla por convertir al PAN a la Democracia Cristiana se libró en la década de los 60, fue en el Consejo Nacional de 1956 cuando empezó a gestarse esa lucha en el seno del partido. El Consejo, con una fuerte ayuda del Sector Juvenil, eligió a Alfonso Ituarte Servín como su nuevo presidente, cuyas credenciales como militante católico eran impecables .
Con Ituarte Servín el partido hizo intentos más agresivos por sacudirse el papel de oposición marginal que el régimen priísta le había impuesto. El Sector Juvenil del partido se puso bajo el liderazgo de Javier Blanco Sánchez, otorgándole una amplia responsabilidad en las campañas electorales . Esos mismos jóvenes panistas eran el sector del partido más inconforme con la política tibia y pasiva de Gutiérrez Lascuráin. En un mismo frente, los diputados federales panistas, Ituarte Servín y el Sector Juvenil condenaron la intervención soviética en Hungría, así como el ataque a Egipto por parte de los británicos, franceses e israelíes . El PAN le exigió al gobierno de Ruiz Cortines la expulsión del cuerpo diplomático soviético, y adherirse al boicot internacional contra la Unión Soviética .
El Sector Juvenil tuvo la primera oportunidad para utilizar su fuerza política en las elecciones por la gubernatura de Coahuila en 1957, la cual sirvió como práctica para los comicios federales de 1958. Coahuila era importante para el PAN pues era la cuna de Francisco I. Madero, y el candidato por parte del PRI era su hermano Raúl Madero. Los jóvenes panistas se sentían herederos del maderismo . No se consideraban contrarios a la revolución como hecho histórico, sino que consideraban que la revolución institucionalizada se había corrompido y desvirtuado de sus ideales originales de democracia y justicia social. Como hecho simbólico, la familia de Madero le regaló a Acción Nacional un retrato original del “apóstol de la democracia”, como señal de que recibían la estafeta del maderismo .
El hecho de que Raúl Madero fuera el candidato del PRI le daba a esas elecciones una relevancia sin precedentes pues no sólo estaba en disputa un puesto dentro de la administración pública, sino parte esencial de la herencia histórica e identidad de Acción Nacional. El PAN trató, sin éxito, de que el candidato priísta fuera declarado inelegible pues su residencia oficial era el Distrito Federal. El día de las elecciones concentraron sus esfuerzos para apoyar a su candidato, Eduardo González y Fariño, pero todo su trabajo fue en vano pues la maquinaria del PRI, y su popular candidato con un apellido de abolengo que simbolizaba el cambio revolucionario, fueron implacables con un 96% de la votación .
Lo anterior, lejos de desanimar a los jóvenes panistas, hizo que se prepararan para los comicios federales de 1958 con mayor coraje y entusiasmo. Lo primero era lograr elegir al candidato presidencial adecuado.
La XIII Convención Nacional del PAN, en noviembre de 1957, fue el campo de batalla para elegir candidato presidencial. La nominación de Ernesto Peralta Uruchurtu, entonces regente del Departamento del Distrito Federal, a pesar de ser un personaje famoso por su conservadurismo y moralidad pública, con niveles de aceptación bastante elevados en su desempeño como funcionario público, fue rápidamente desechada debido a que no era militante panista. Su candidatura fue sugerida por la delegación de Querétaro. Otro candidato era Antonio L. Rodríguez perteneciente al grupo de Gómez Morin. Los detractores de su candidatura señalaron que era inadmisible tener como candidato de Acción Nacional a un prominente financiero frente a la pobreza del promedio de los mexicanos. Luis Héctor Álvarez, dueño de una pequeña empresa de Chihuahua, recibió 178 sufragios en la primera votación, pero necesitaba 262 según los estatutos del partido. José González Torres, el otro pre-candidato, obtuvo 100 votos. En la siguiente ronda de votaciones González Torres declinó a favor de Luis H. Álvarez, y así éste último fue nombrado el segundo candidato presidencial del PAN .
Como señalé anteriormente, los líderes panistas estaban conscientes de que no tenían la más mínima posibilidad de hacerse de la presidencia de la República, pues su partido era todavía muy débil y el PRI era muy fuerte, pero declaraban que el PAN recibía un porcentaje de votación que oscilaba entre el 20 y el 25% del total de sufragios, sólo que el gobierno no admitía la magnitud del apoyo panista. Aunque no podemos saber la votación real del PAN durante esos años, caracterizados por la manipulación y control de las elecciones por parte del PRI, para los objetivos de este trabajo lo relevante es responder a la pregunta ¿porqué los panistas de esa época, principalmente el Sector Juvenil, estaban tan entusiasmados en competir en unas elecciones que sabían no podían ganar?
Los panistas de esa época no eran una oposición leal pues buscaban socavar la legitimidad del régimen y del gobierno. De acuerdo con la posición de González Luna, aunque contender por la presidencia de la República beneficiaba al PRI, pues legitimaba los procesos electorales al darle al partido del gobierno un contrincante en las urnas, tenía para los panistas otros objetivos:
a) Las campañas le daban a Acción Nacional la oportunidad de difundir su doctrina a nivel nacional;
b) Las elecciones periódicas rechazaban el caudillismo y daban mayor oportunidad de sobrevivir a largo plazo, pues sembraban en los votantes la práctica de sufragar por el partido, por la institución, no por un individuo;
c) Las campañas presidenciales servían de apoyo a las campañas de los diputados federales, donde los panistas si tenían oportunidades de obtener, al menos, media docena de curules;
d) Las elecciones presidenciales le daban al partido el status de organización nacional.
La plataforma política de Luis H. Álvarez en 1958 era prácticamente idéntica a la de Efraín González Luna, pero con algunos puntos nuevos :
a) Condena al artículo 130º constitucional (sobre las relaciones Iglesia-Estado);
b) El Estado tenía la obligación de intervenir en la economía para ayudar a las masas, pero sin atentar contra la propiedad privada;
c) Se atacaba a los gobiernos priístas por favorecer a los ricos sacrificando la pobreza y enfermedad de la mayoría de la población;
d) Se reivindicaba la revolución. Se estigmatizaba al PRI como la degeneración del movimiento revolucionario, y se declaraba que el PAN crearía una revolución en libertad, no autoritaria.
Los tres últimos puntos de la plataforma panista representaron un cambio importante, al grado que el ex-presidente Emilio Portes Gil, partícipe de “los arreglos” que dieron fin a la guerra cristera y viejo enemigo del PAN, declaró en 1957 que Acción Nacional había adoptado varias de las principales tesis de la revolución mexicana .
La estrategia de Luis H. Álvarez era reivindicar los principios de la revolución compatibles con la doctrina social-cristiana y captar a su favor el sentimiento anti-gobiernista. Pero su inexperiencia e imprudencia generaron que su campaña contara con varios incidentes de violencia.
Luis H. Álvarez y el Sector Juvenil del PAN querían y creían que era posible cambiar al régimen político mexicano de la noche a la mañana. En la campaña presidencial fueron bastante agresivos y mantuvieron osadas luchas contra los militantes priístas. El Sector Juvenil buscaba la confrontación con el PRI, como lo demostraron los casos en que durante los mítines a favor del candidato oficial, Adolfo López Mateos, los jóvenes panistas llegaban con música, pancartas y se enfrentaban a golpes con la policía y los priístas . Esas “estrategias” de campaña por parte del Sector Juvenil provocaron que varios de ellos recibieran disparos en Michoacán, y varios panistas de Ciudad Juárez fueran asesinados . El mismo Luis H. Álvarez llegó a estar en prisión, aunque por un breve periodo de tiempo, junto con su esposa, y la esposa de Manuel Gómez Morin tuvo que refugiarse en el palacio del ayuntamiento de Tlalnepantla, Estado de México .
Las elecciones de 1958 pueden ser interpretadas como otro fracaso panista frente a la poderosa y avasalladora maquinaria priísta de esos años, sin embargo, representó un avance, si bien modesto en términos de apoyo electoral, logrando un reconocimiento del 9.5% de los votos, frente al 7.9% de las elecciones pasadas.
El término de la jornada electoral no significó el fin de la lucha panista, por el contrario, se desencadenó un fuerte y acalorado debate en el seno del partido tratando de reflexionar sobre sus propias acciones, su papel dentro del régimen político, y las acciones a seguir. Ese debate tuvo lugar en el Consejo Nacional los días 12 y 13 de Julio de 1958.
El primer debate trató de plantear la postura que iba a asumir el partido en el ambiente postelectoral, pues prácticamente todos los panistas manifestaban que luego de la enérgica y agresiva campaña que realizaron, era inconcebible que los datos oficiales les reconocieran porcentajes de votación tan bajos. En las anteriores convenciones los panistas manifestaban que su votación era pequeña en gran en parte consecuencia de que su partido era joven y con una débil estructura. Pero en las elecciones de 1958 ellos sentían que las cifras oficiales les habían robado millones de sufragios, y se habían convencido de que ellos no eran el principal problema de sus pobres resultados electorales, sino que el gobierno tenía la determinación de negarles el acceso a los puestos públicos por la vía del fraude electoral .
Ante ese escenario, los panistas se preguntaban qué hacer, pues se negaban a asumir el papel de legitimar y colaborar con el régimen, lo que la ciencia política contemporánea llama “oposición leal”. En el primer debate Efraín González Luna, Rosas Magallón, y Gómez Morin lideraron al sector del PAN que planteaba que debían de retirarse del proceso de conteo porque no debían de cooperar con un régimen corrupto, pues permitiría que ellos mismos fueran usados para aparentar que México era una democracia. Oponiéndose a la retirada del proceso de conteo estaban los ex-diputados federales Felipe Gómez Mont, Javier Blanco Sánchez y Jesús Sanz Cerrada, argumentando que Acción Nacional tenía la “obligación moral” de defender hasta el final el sufragio, y si se retiraban de la arena electoral, le darían el país entero al PRI.
El debate se volvió más virulento conforme avanzaba y fueron necesarias dos sesiones para dar lugar a todos los oradores. Al final el Consejo votó por declarar fraudulentas a las elecciones, retirarse de la mesa de conteo y no reconocer al “gobierno ilegítimo” de López Mateos .
Dichas medidas parecieron surtir efecto en el Colegio Electoral que le reconoció al PAN seis victorias de diputados federales: El 27 de Octubre Eduardo Castillo Molina fue declarado victorioso en Mérida, Yucatán. Al día siguiente se reconoció la victoria de Antonio López y López en Puebla, Germán Brambila en Baja California, Humberto Zebadúa en Chiapas y Jaime Haro en Zacatecas. Finalmente a Felipe Gómez Mont se le concedió el tercer distrito del Departamento del Distrito Federal .
Sin embargo, González Luna y Gómez Morin presentaron ante el Consejo la propuesta de que ningún diputado tomara posesión de sus lugares en el Congreso. Dicha propuesta, al ser presentada en conjunto por tan importantes personajes se convirtió en la postura oficial del PAN. Esta última decisión sería el punto de conflicto en el seno del partido entre quienes querían que el PAN se adhiriera al régimen, colaborara y tratara de transformarlo desde dentro, y quienes consideraban que Acción Nacional, para ser una verdadera oposición al PRI, tenía que mantenerse aislado del régimen.
Lo anterior parecería una reedición del choque entre los proyectos de los fundadores del partido dos décadas atrás, Gómez Morin queriendo que el PAN luchara por el poder y González Luna sugiriendo que el partido se abstuviera de la lucha electoral para concentrarse en construir y difundir una doctrina y un proyecto alternativo al del PRI. Pero ahora los motivos eran otros, pues la vieja guardia del partido era en esta ocasión quien se oponía a integrarse al régimen, y el sector que se les oponía eran los jóvenes panistas, planteando que el partido luchara contra el régimen usando las instituciones del Estado.
Lo anterior puso a los diputados panistas electos en la disyuntiva de elegir entre la lealtad a su partido, y su deseo personal por ser diputados, inclinándose al final por la última opción. Motivo por el cual todos ellos fueron expulsados de Acción Nacional, con la excepción de Gómez Mont y Jaime Haro, debido a que se les reconoció su lucha a favor del PAN durante el proceso de conteo de votos .
De esa manera el PAN salió de las elecciones de 1958 fracturado y sin tener una idea clara de cómo salir del pantano en que la maquinaria priísta los había colocado. En ese contexto electoral, Acción Nacional llegó a su Convención Nacional en marzo de 1959, donde se elegiría a un nuevo presidente del partido, junto con nuevas tácticas que revirtieran los desastrosos y frustrantes resultados de la elección pasada. La presidencia de José González Torres (1959-1962), al ser un declarado partidario de que el PAN se uniera a la Democracia Cristiana internacional, requiere de un detallado análisis, tema que abordaremos a continuación.