LAS DOCTRINAS POLÍTICAS DEL PARTIDO ACCIÓN NACIONAL: DEL FALANGISMO A LA DEMOCRACIA CRISTIANA
Héctor Gómez Peralta
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El presente trabajo es un análisis de las doctrinas políticas del Partido Acción Nacional (PAN). Trabajos sobre la historia y estructura de ese partido hay muchos y muy buenos, sobresalen los de Soledad Loaeza y Francisco Reveles. Pero los únicos trabajos sobre la Democracia Cristiana en México, que es la doctrina del PAN, son los elaborados por sus militantes o simpatizantes. Esta obra pretende arrojar luz sobre la doctrina Demócrata Cristiana, los elementos que la integran, además de mostrar cómo se ha ido modificando y adaptando dentro de las filas panistas.
Paradójicamente, esta investigación, que tiene como objeto de estudio a una doctrina partidista que se circunscribe dentro del espectro político conservador, tiene sus orígenes en el libro de Alan Angell, quien describe y analiza la transformación sufrida por una parte importante de la tradición socialista latinoamericana, que pasó del marxismo-leninismo y del deseo de la “dictadura del proletariado”, a la adopción de las tesis socialdemócratas compatibles con el capitalismo y la política electoral que una vez descalificaron de “burguesas” . Aunque mi objeto de estudio es muy diferente, mi propósito es básicamente el mismo: mostrar la transición doctrinal del más importante partido político conservador de México, el PAN, que abandonó las posturas corporativas y cercanas a La Falange, hasta llegar a ser una fuerza política que adopta los principios de la democracia y el libre mercado.
En los últimos años han salido a la luz varios trabajos sobre el conservadurismo en México , pero brilla por su ausencia un estudio sobre la doctrina de Acción Nacional, aún y cuando en el mundo académico existe el consenso de que es un partido conservador.
En la literatura especializada sobre el PAN nunca se explican los conceptos centrales de su doctrina: Bien Común, Solidaridad, Subsidiariedad, Libre Mercado con Sentido Social, Personalismo y, sobre todo, Democracia Cristiana. Por ello mi principal objetivo de investigación es describir y analizar los cambios en la doctrina de ese partido, en el México posrevolucionario, para explicar el comportamiento del conservadurismo político durante el régimen priísta.
Cuando este trabajo inició, mi definición de conservadurismo era la de aquel movimiento político que se oponía a la modernidad vinculada al liberalismo, entendida de manera sintetizada y genérica como la secularización, el pluralismo político y la libre competencia en el mercado. Conforme la investigación fue avanzando, descubrí que aquellos personajes que la corriente socialista y liberal llaman de manera ambigua como “conservadurismo”, han tenido planteamientos bastante innovadores que representan esfuerzos titánicos por insertarse en el mundo moderno.
En contraposición con el enfoque marxista, esta investigación trata de explicar al conservadurismo no como una simple ideología perteneciente a sectores sociales pudientes o privilegiados, sino como un mundo cultural que puede abarcar a diferentes sectores sociales, cuyo lazo en común no se reduce a la esfera económica, sino que se caracteriza sobre todo por la defensa de una serie principios políticos y culturales. Por conservador se puede entender a cualquier corriente que se oponga a los cambios, entonces podemos encontrar a actores conservadores en cualquier organización o grupo político; pero cuando hablamos de conservadurismo se hace referencia a un movimiento que responde a una tradición política específica y concreta. Este trabajo se enfoca en el conservadurismo político que se gestó durante el periodo posrevolucionario (1934-2000), por lo que al definir al conservadurismo me refiero a aquel contenido en las organizaciones partidistas que son herederas de esa tradición anti-liberal y anti-socialista. Tomo a Acción Nacional porque ha sido el más importante partido conservador en el México del siglo XX. Los elementos distintivos del conservadurismo en el México posrevolucionario fueron :
a) Para los conservadores no existe el individuo como ente autónomo y libre de todo vínculo externo a su voluntad. Frente al individuo liberal, el conservadurismo concibe a la Persona como un ser dotado de vínculos naturales inherentes a su existencia para con el resto del cuerpo social;
b) Concepción orgánica de la sociedad. La sociedad no es, en su enfoque, un constructo artificial de individuos autónomos e independientes entre sí; tampoco es la suma de grupos antagónicos que luchan entre ellos. En su doctrina la sociedad está integrada por una multiplicidad de grupos sociales con división de funciones e interdependientes cada uno con el resto;
c) La desigualdad y la jerarquización social de los grupos que integran a la sociedad son considerados elementos naturales que no se pueden eliminar. Sin embargo, se deben de mitigar los efectos negativos de esa desigualdad natural mediante la cooperación y el trabajo conjunto entre los diversos sectores sociales;
d) Se busca una tercera vía entre el laissez faire del liberalismo y el estatismo socialista. Aunque se comparte el modelo económico capitalista, se considera que el Estado debe de ejercer una orientación moral para regular las acciones de los agentes económicos;
e) Creencia en la existencia de valores morales eternos y absolutos que van más allá de las conciencias individuales, por lo que se oponen al relativismo ético y la permisividad sexual;
f) No se oponen a los cambios de manera genérica, sino a que éstos sean bruscos y provoquen rupturas radicales con la tradición;
g) En el caso específico del periodo que analizamos en este trabajo, la tradición que defiende el conservadurismo mexicano es el pensamiento social-cristiano.
Los elementos distintivos del conservadurismo anteriormente señalado se encuentran como rasgos de identidad y continuidad ideológica en los tres cuerpos doctrinales que ha tenido el PAN (1939-1965-2002). Sin embargo, al mismo tiempo han cambiado considerablemente los proyectos que contienen esos elementos doctrinales comunes. El primer cuerpo doctrinario panista estaba fuertemente influenciado por el proyecto corporativo e hispanista de La Falange española. Ese capitalismo corporativo fue la expresión más radical del organicismo de raíz católica que era moneda corriente entre los círculos que simpatizaban con las potencias del Eje tanto en México como en España. Aunque el siguiente cuerpo doctrinario panista abandonó el proyecto de instaurar un Estado corporativo, la visión jerárquica de los diversos órganos que integran a la sociedad se mantuvo, pero bajo un proyecto denominado Subsidiariedad.
La Subsidiariedad mantiene la visión orgánica de la sociedad, donde existe una multiplicidad de grupos ordenados piramidalmente. Se piensa que los grupos o sectores más involucrados o afectados con determinada situación, deben de tener primacía de acción frente a los actores más elevados en la jerarquía social. Sin embargo, cuando esos actores no sean capaces de desempeñar correctamente con su labor, los grupos superiores entran a escena para coadyuvar en su solución.
Ese mismo principio subsidiario fue utilizado en el tercer cuerpo doctrinal para la construcción de su proyecto económico: la Economía Social de Mercado. Libre mercado con la orientación moral del Estado. Su visión orgánica y vertical de la sociedad no se reduce a la esfera económica, se proyecta al ámbito de la educación, la sexualidad, las relaciones internacionales y el régimen político. Aunque el panismo haya transitado del capitalismo y el Estado corporativo a la democracia y el libre mercado, los elementos distintivos del conservadurismo político se han mantenido presentes en todos y cada uno de sus cuerpos doctrinales.
Lo anteriormente expuesto va en contra de la interpretación que el PAN hace sobre su propia doctrina. Los ideólogos e historiadores panistas de la última época, como Alonso Lujambio o Castillo Peraza, sostienen en sus escritos que Acción Nacional ha tenido la misma doctrina desde su creación, por lo que las proyecciones doctrinales subsiguientes no han sido más que adiciones o ampliaciones del ideario original.
Acción Nacional trata, sin lograrlo, de no ser identificado como un partido conservador. Procura mostrarse a sí mismo como un partido de ciudadanos comprometidos con la democracia al enterrar en el olvido su pasado anti-sistémico y sus nexos con La Falange. Frente a la interpretación oficial del PAN, que pretende publicitarse como un partido de orientación cívica y democrática, muestro un escenario mucho más complejo. Señalo como Acción Nacional pasó por un largo y contradictorio proceso para llegar a ser lo que es hoy, un moderno partido Demócrata Cristiano. Pero el PAN no nació para ser democrático. Su actual orientación electoral, negociadora, competitiva y ciudadana fue resultado de cruentas luchas entre facciones, que en varios casos fueron encarnizadas y causaron cismas muy dolorosos.
A lo largo de la investigación no se consideran las luchas entre facciones sólo como luchas por espacios de poder, sino que se explican las diferencias ideológicas entre esos grupos que representaron diversos proyectos y visiones sobre lo que debería de ser el PAN.
Otra inquietud académica que dio origen al presente trabajo es una controversia muy en boga en los estudios sobre los partidos, tanto en la ciencia política como en la sociología, sobre si esas organizaciones políticas, perdidas en el pragmatismo electoral, sólo les interesa obtener sufragios, producto de que las ideologías y doctrinas se han eclipsado, reduciendo esas instituciones a simples maquinarias que obtienen votos. Es verdad que esa acusación hacia los partidos no es gratuita. No olvido que una de mis primeras impresiones sobre la vida política de México fue el sólido apoyo de Fidel Castro a Carlos Salinas, rival ideológico, dándole la espalda a la izquierda mexicana que acababa de ser víctima de las alquimias electorales del régimen. Es fácil defender los principios ideológicos cuando no se tienen responsabilidades de gobierno. El contacto con el poder impone cierto pragmatismo para sobrevivir políticamente. Sin embargo, pretendo demostrar que no todos los partidos son iguales por aceptar al capitalismo y la vía electoral. Si bien las doctrinas partidistas no tienen la misma rigidez y fortaleza de antaño, cuando los militantes eran capaces de defender o hasta dar su vida por ciertos ideales, siguen existiendo y siendo referentes de identidad entre las diferentes fuerzas políticas.
Hay que dejar de conceptualizar a las doctrinas partidistas como cuerpos dogmáticos y rígidos, pues se han transformado en maleables, elásticos y, en algunos casos, hasta fragmentados. A lo largo del trabajo se muestra cómo ese tránsito hacia la flexibilidad doctrinal, propia de los partidos con orientación electoral, no significó la pérdida de identidad ideológica. Incluso el hecho de que el partido haga alianzas o concertecesiones con fuerzas ideológicamente diferentes, pero con el objetivo de impulsar la competencia electoral dentro del sistema, no sólo es, como expondré teóricamente más adelante, un requisito indispensable para la democratización, sino que no ha implicado desdibujar las particularidades doctrinales del PAN que lo diferencian de los otros partidos. No sólo para los especialistas sino también para el electorado, son muy claras las posiciones del partido en ciertos temas (como la bioética) que lo identifican claramente como una opción política conservadora. Por ello defiendo la tesis de que a pesar del pragmatismo electoral y la flexibilización doctrinal que ello implica, el PAN sigue teniendo su definición conservadora; solamente que esa doctrina ha sufrido los suficientes cambios como para hacer que el partido pudiera insertarse con éxito dentro del sistema político moderno.