En el presente cap�tulo se realiza un an�lisis donde se exponen los presupuestos y fundamentos te�ricos esenciales de la Prevenci�n Educativa, el enfoque de riesgo y la intervenci�n educativa en los adolescentes en riesgo adictivo de la Educaci�n Preuniversitaria. Tambi�n, se profundiza en los criterios sobre el riesgo adictivo en relaci�n con el estudio de la Capacidad de Organizaci�n de la Vida en los adolescentes, as� como las caracter�sticas de los constituyentes funcionales de esta.
1.1 La Prevenci�n Educativa y el enfoque de riesgo en la educaci�n cubana
El contenido de este ep�grafe est� dirigido a revelar los principales criterios y regularidades, relacionados con la prevenci�n y el enfoque de riesgo en el contexto educativo del preuniversitario. En este sentido, se tuvieron en cuenta los documentos normativos que orientan el desarrollo de la Prevenci�n Educativa y los principales enfoques utilizados, as� como su abordaje desde otras ciencias y su relaci�n con las concepciones de riesgo.
Un breve an�lisis hist�rico posibilita reconocer que en Cuba en la etapa pre-revolucionaria, el tratamiento preventivo del uso de sustancias adictivas por parte de la educaci�n era pr�cticamente inexistente. Ello es congruente con la pol�tica educacional de esta etapa, que no establec�a orientaciones ni normativas para darle tratamiento a los h�bitos adictivos de los estudiantes en el bachillerato. En tal sentido, no se favorec�a la formaci�n integral de los individuos para servir a una sociedad justa, en la que el ser humano sea despojado de las pr�cticas que generan m�ltiples afecciones anatomo-fisiol�gicas y psicol�gicas, en un plano personal y social.
En esta etapa, producto de las ineficientes pol�ticas de los gobiernos los docentes no eran favorecidos por una pol�tica educacional que contemplara la formaci�n integral de los individuos, aunque exist�an determinadas acciones muy puntuales y poco operativas, como el Centro de Orientaci�n Infantil, creado por la Ley 23/1938, que pr�cticamente no funcion� de acuerdo al fin con que fue creado. Enrique, E. (1938).
Con claridad se evidencia, que al carecer de disposiciones que abordaran la Prevenci�n Educativa, e incorpor�ndole la precaria situaci�n de la educaci�n y la formaci�n profesoral, eran casi inexistentes las acciones preventivas como componente del proceso educativo de forma general.
Al triunfar la Revoluci�n en el a�o 1959, se pone en pr�ctica una Pol�tica Educacional consecuente con las disposiciones del Consejo de Estado, que concede a la educaci�n el encargo de la formaci�n integral de las nuevas generaciones, que respondieran a la concepci�n socialista. En correspondencia, se efect�an una serie de transformaciones concretas en la educaci�n cubana, matizadas por la nacionalizaci�n de las escuelas privadas (1960), la Campa�a de Alfabetizaci�n (1961), la Reforma Universitaria (1962), la creaci�n de los Institutos Superiores Pedag�gicos (1964) y del destacamento Manuel Ascunce Domenech (1982), adem�s, de la promulgaci�n de la Ley 1307, con la creaci�n por regiones de los Institutos Superiores Pedag�gicos (1976).
De esta forma, se instauraron una serie de centros e instituciones educacionales de car�cter nacional, que desarrollaban fundamentalmente una labor preventiva, como es el caso del Centro de Diagn�stico y Orientaci�n, que posteriormente se extendieron a todo el pa�s. El Ministerio del Interior (MININT) realiz� otras transformaciones en 1965, al constituir la Comisi�n de Prevenci�n Social, integrada por varios factores. Como resultado, surgi� el Centro de Evaluaci�n, An�lisis y Orientaci�n de Menores (CEAOM) en La Habana, que se vincul� con el amplio trabajo del Ministerio de Educaci�n (MINED).
A partir de 1965 y durante toda la d�cada del 70, se crearon un gran n�mero de escuelas para atender a menores con trastornos de la conducta, con el objetivo de brindarles una atenci�n individualizada a sus necesidades. Adem�s, en los planes de estudio A, B y C, que se desarrollaron en los Institutos Superiores Pedag�gicos del pa�s, se formaron docentes con conocimientos relacionados con la prevenci�n desde todas sus aristas y temas que esta aborda, incluido la prevenci�n del uso de sustancias adictivas o t�xicas. Desde esta perspectiva, en el estudio desarrollado por Fern�ndez, G. (2007), se realiza una periodizaci�n de la implementaci�n de dichos planes, revel�ndose los elementos caracterizadores de las diversas etapas sobre la prevenci�n y la formaci�n de los docentes, se hace especial �nfasis en el proceso de formaci�n del personal que se desempe�a en la educaci�n Secundaria B�sica.
En relaci�n con los menores con trastornos de la conducta (conductas llamativas o negativas como tambi�n se les nombra) se elabora el Decreto Ley 64 de diciembre de 1982, la Constituci�n de la Rep�blica aprobada en 1976, el C�digo de la Ni�ez y la Juventud de 1978, y el C�digo de la Familia de 1987, marcaron significativos avances en torno al tratamiento educativo de ni�os, adolescentes y j�venes.
En la d�cada de los 90 del pasado siglo e inicios del presente, se han desarrollado eventos nacionales e internacionales donde el tema central ha sido la adolescencia y la juventud, fundamentalmente sobre la prevenci�n y el tratamiento en relaci�n con las actividades que desestabilizan su desarrollo exitoso y reflejo social adecuado. Desde el Ministerio de Educaci�n, por ejemplo, se han llevado a cabo an�lisis sistem�ticos de los resultados educativos de las escuelas, se ha propiciado la creaci�n del Consejo de Atenci�n a Menores (CAM). Adem�s, a ra�z de la situaci�n econ�mico – social que enfrent� el pa�s en este per�odo y las huellas que ha dejado, se han realizado estudios desde contextos jur�dicos y sociol�gicos, en los que se han transformado y adaptado leyes desde las diversas �reas de ejecuci�n.
En los �ltimos a�os, a partir de las transformaciones efectuadas en los distintos niveles educacionales el MINED ha potenciado el proceso preventivo en la escuela de forma general, y en las diversas direcciones del mismo, sin embargo en la pr�ctica no ha sido suficiente su comprensi�n. Esto permite afirmar que la Prevenci�n Educativa de acuerdo con el tratamiento de adolescentes en riesgo adictivo necesita ser enriquecida, se debe fortalecer el car�cter educativo – formativo de esta, en funci�n del adecuado desarrollo de la personalidad de los sujetos.
En la revisi�n bibliogr�fica sobre un conocimiento sistematizado en tal sentido, figuran una serie de investigaciones que se corresponden con el estudio de la prevenci�n. Se refieren fundamentalmente, autores que han trabajado esta tem�tica, dirigida en gran medida hacia el marco estrecho del empleo de sustancias adictivas por parte de los sujetos, como son: Botvin, G.(1993), Melero, J. (1994), Calafat, F. (1999), Alvira, F. (1999), Castellana, R. (1999), Llad�, B. (1999), Oliva, J. (2000), D�ez, D. (2001), Mari�o, J. (2001), Arza, J. (2001), S�nchez, M. (2001), Llan�s, J.; Castro, M.; Oliva, J. (2001), D�az, C. (2001), Beco�a, E. (2003), N��ez, N. (2003), Fern�ndez, G. (2007), entre otros... Es necesario, un an�lisis de las definiciones ofrecidas por varios autores sobre prevenci�n, ya que esta es una categor�a relevante en la presente investigaci�n.
Se parte de la universalidad que posee el concepto y de su amplia aplicabilidad y utilizaci�n en diferentes campos de las ciencias, incluso la incursi�n en la pedagog�a. Un n�mero significativo de autores, tratan la prevenci�n relacionada fundamentalmente con acciones desarrolladas por la sociedad con un enfoque participativo de car�cter comunitario, en la cual se implica en gran medida la poblaci�n a partir de los recursos que posee. En las concepciones trabajadas de forma general no se profundiza lo necesario en establecer coherentemente el tratamiento desde la relaci�n entre los fundamentales factores de intervenci�n: escuela - familia – comunidad, al dirigir el accionar esencialmente hacia uno de estos contextos de forma individual (el social - comunitario), lo que demuestra una limitaci�n en la utilizaci�n del enfoque integral y multifactorial.
Es pertinente adem�s, comenzar el presente estudio al puntualizar que etimol�gicamente el vocablo prevenci�n, proveniente del lat�n “preventione” indica la acci�n o efecto de prevenir, de disponer, organizar y prever para evitar consecuencias, incluso se podr�a extender hasta prever riesgos.
En las concepciones que ofrecen varios autores, se resalta el car�cter operacional de acciones y actividades dirigidas espec�ficamente a grupos vulnerables. Es el caso de Goldston (1977), es del criterio que la prevenci�n constituye un conjunto de actividades dirigidas espec�ficamente a grupos de alto riesgo.
En este sentido es pertinente decir que es aceptada la posibilidad de desarrollar actividades para ello, pero no se considera ser aplicada solamente a los sujetos que forman parte de los grupos de alto riesgo. Evidentemente el car�cter de conjunto es limitado, ya que realmente las acciones y actividades que se elaboran poseen un car�cter sist�mico. Adem�s, no queda explicitado el car�cter contextualizador, hol�stico y transformador de la prevenci�n desde esta concepci�n.
En el a�o 1977 la Organizaci�n Mundial de la Salud (OMS) ofrece una definici�n que luego en el a�o 1996 es redise�ada, y se logra una de mayor nivel generalizador. En esta, se plantea que la prevenci�n es una pr�ctica permanente de educaci�n, respeto, est�mulo y normas que conducen a definir un estilo de vida, basado en la libertad y en el crecimiento personal.
Figueredo (1996), por su parte define la prevenci�n en funci�n de la potencializaci�n del desarrollo humano de manera integral. Es decir, una forma de preparaci�n al sujeto para asimilar con m�s facilidad la riqueza cultural, universal, y a su vez mejor capacitado para asumir el riesgo de la vida. En sus criterios, ya se expl�cita el car�cter integral en relaci�n con el desarrollo de la personalidad para su inserci�n eficaz en la sociedad.
Seg�n los criterios de Mach�n (2000), la prevenci�n es asumida como anticipaci�n, conocer, conjeturar por algunas se�as e indicios lo que suceder�, y disponer o preparar medios contra futuras contingencias. Gonz�lez (2005) la considera como un espacio natural y fundamental en el propio proceso educativo, la asume ya como dimensi�n esencial de la educaci�n y una expresi�n de car�cter anticipatorio. Betancourt y Gonz�lez (2005), tambi�n la asumen como una dimensi�n de la acci�n educativa, que implica la actuaci�n o apertura de la socializaci�n, para promover el desarrollo y estimular potencialidades.
Se incorporan a estos criterios desde el punto de vista metodol�gico, la actuaci�n de la familia y la comunidad, a partir de la labor de la escuela con car�cter sistem�tico. En estas, se tienen en cuenta elementos que caracterizan la prevenci�n espec�ficamente en relaci�n con el proceso docente – educativo, por lo que se habla de Prevenci�n Educativa.
Se mantiene adem�s, un car�cter generalizador de la concepci�n de prevenci�n, como lo muestra la definici�n aportada en documentos oficiales del MINED (2007), la cual plantea que: “La prevenci�n es la adopci�n de un sistema de acciones para evitar que se produzcan deficiencias en el desarrollo f�sico, ps�quico o sensorial, o una vez producidos estos, evitar que tenga consecuencias negativas”.
La misma posee un car�cter general, en la cual se incluyen todas las orientaciones o acciones en funci�n de la prevenci�n, se tiene en cuenta lo f�sico, lo ps�quico y lo sensorial. Queda abierta a todos los contextos de desarrollo e instrumentaci�n, y siendo permite ser aplicada a cualquier campo de la ciencia donde se tenga como unidad de estudio al ser humano.
En las definiciones analizadas, se reflejan limitaciones en el car�cter procesal de la prevenci�n, resulta exiguo su abordaje en un enfoque sistem�tico, hol�stico, contextualizado, integral y trasformador. Generalmente, se asume la prevenci�n como un proceso dirigido al no surgimiento de alteraciones en el desarrollo integral del sujeto, sin embargo el tratamiento para el desarrollo de potencialidades y capacidades es menos trabajado, lo que imposibilita la preparaci�n para su desempe�o en sociedad. Resulta insuficiente el an�lisis de la dimensi�n psicopedag�gica de la prevenci�n y los fundamentos te�ricos que la sustentan, sin definir mecanismos m�s espec�ficos sobre configuraciones psicol�gicas que potencian la eficacia del proceso preventivo.
Sin embargo, se perfilan los aportes sobre la base de potenciar el desarrollo de la personalidad y reforzar las configuraciones de regulaci�n de esta, adem�s de estar dirigido a la intervenci�n social y comunitaria, elementos que evidentemente no son consecuentes con las acciones y estrategias que se elaboran.
Bri�as (2007) resalta, no obstante, elementos que aparecen en la definici�n ofrecida por la OMS, e incorpora aspectos de mucha importancia para el desarrollo de la Prevenci�n Educativa, al relacionarlas con categor�as como estilo de vida, calidad de vida y crecimiento personal, que junto a otras, a juicio del autor del presente estudio, se convierten en el fin de la prevenci�n.
Se extiende de forma significativa el trabajo relacionado con la familia y la comunidad, como elementos que ofrecen seguimiento a la labor de la escuela. En tal sentido plantea que la prevenci�n es: “(…) un proceso sistem�tico, sist�mico, multifactorial y contextualizado, dirigido al desarrollo integral de la personalidad, de ni�os, adolescentes y j�venes, de manera que puedan enfrentar las diferentes situaciones del medio, tanto positiva como negativas, donde deben implicarse los diferentes agentes socializadores, en un contexto socio hist�rico concreto”. (Bri�as, Y. 2007. p.32)
Esta definici�n de Prevenci�n Educativa, posee aspectos esenciales al contextualizar la prevenci�n en el proceso pedag�gico, en tanto se analiza el diagn�stico como elemento esencial para ofrecer tratamiento. Tambi�n se orienta su contribuci�n al desarrollo de cualidades de la personalidad, valores y aspectos actitudinales, sin embargo se ajusta a cualquier proceso educativo desde los aspectos que puntualiza.
Resulta limitado el concepto prevenci�n, cuando se analiza el mismo desde una perspectiva particularizada, ya que reiteradamente se trabaja en t�rminos generales, por lo que es preciso un enfoque cient�ficamente estructurado hacia su utilizaci�n propiamente relacionada con la orientaci�n preventiva. Es necesario para ello tener presente los niveles de prevenci�n trabajados por Bri�as (2007), a partir de las sistematizaciones realizadas por Matamoros y Hern�ndez (1996, 1998, 2000). Estos niveles se fundamentan, a partir de la clasificaci�n ofrecida por la OMS (1982) y el MINED en documentos oficiales que se trabajan sobre la base de las discapacidades que estudia la Educaci�n Especial. Los niveles a los que se refiere el autor son los siguientes:
La prevenci�n primaria, la cual est� dirigida a la toma de medidas cuando no han surgido deficiencias, orientadas estas a informar, educar, ense�ar, sugerir, etc…, dirigidas a evitar disfunciones en el desarrollo del sujeto (tanto f�sico como ps�quico). La prevenci�n secundaria, se caracteriza por la adopci�n de medidas encaminadas al diagn�stico y la atenci�n anticipada de las deficiencias ya existentes para evitar su desarrollo. Y por �ltimo, la prevenci�n terciaria, la cual se desarrolla a trav�s del conjunto de medidas dirigidas a evitar el establecimiento y desarrollo de la disfunci�n, entendida como desigualdad social y ambiental.
La determinaci�n de estos niveles de prevenci�n constituye un elemento de gran val�a para la consecuci�n de la Prevenci�n Educativa en el contexto del preuniversitario. Sin embargo, en el estudio que se realiza, se consideran los dos primeros niveles para el tratamiento y seguimiento, del riesgo que poseen los adolescentes. Adem�s, es pertinente expresar que de forma general se incorpora a la concepci�n del autor, la posibilidad de no solo desarrollar la personalidad de los sujetos, sino la de regularse ante las situaciones que generen y lo sit�en en determinados estados de riesgo.
En relaci�n con el primer nivel, se trabajan las transformaciones para el adecuado desarrollo de la personalidad, donde el accionar est� dirigido a establecer condiciones favorables. Respecto a el segundo nivel, se efect�an acciones de acuerdo con la profundizaci�n del diagn�stico y la caracterizaci�n de los individuos para ofrecer el tratamiento adecuado.
Por su parte D�az, C. plantea que la Prevenci�n Educativa es: “(…) un proceso dial�ctico, sistem�tico, anticipatorio, continuo y que atiende a la diversidad, que parte del diagn�stico sist�mico y hol�stico del sistema, dirigido conscientemente a la formaci�n y fortalecimiento de cualidades, motivos, intereses, sentimientos, valores, capacidades intelectuales y actitudinales en los adolescentes, donde se integran lo curricular y familiar, en un contexto interactivo y socializado” (D�az, C. 2001. p. 56).
En sus estudios se refiere, espec�ficamente, al per�odo etario “adolescencia”. Su concepci�n se centra en un car�cter sistem�tico, integral y hol�stico, orientado al desarrollo de la personalidad, aunque pudo haber resaltado en la misma, que es una dimensi�n o contenido espec�fico de la educaci�n. Es la definici�n que a juicio del autor, se adecua a las condiciones del desarrollo preventivo para establecer la intervenci�n de los adolescentes en riesgo adictivo en consecuencia con la educaci�n de la COV.
El Sistema Nacional de Educaci�n ha transitado por tres revoluciones educacionales, en tal sentido se han realizado transformaciones en varias etapas, las cuales han posibilitado el perfeccionamiento de la labor preventiva. Como resultado se han editado una serie de programas, resoluciones, leyes, disposiciones, circulares, y una gran cantidad de materiales que facilitan lo anteriormente expuesto como son: la Comisi�n de Prevenci�n (Decreto Ley 95/86), Sistema de Atenci�n a Menores de 16 a�os con trastorno de la conducta (Decreto Ley 94/84) por parte del Consejo de Estado y la instrumentaci�n correspondiente del MINED, Trabajo Preventivo en la Ense�anza General (Circular 16/83), Reglamento del Trabajo Metodol�gico de los Consejos de Ayuda a Menores, provinciales y municipales, Indicaciones para el desarrollo del Trabajo Preventivo con los alumnos en desventaja social, Plan de Acci�n para la prevenci�n del alcoholismo, Carta Circular 04/1999, Resoluci�n Ministerial 88/1998, Estrategia de atenci�n para el control del uso de psicof�rmacos y Trabajo Preventivo relacionado con el uso indebido de drogas, entre otros... Adem�s, se orientan e instrumentan en correspondencia con otros ministerios o factores involucrados, como el Ministerio del Interior (MININT), Trabajadores Sociales, Federaci�n de Mujeres Cubanas (FMC), Ministerio de Salud P�blica (MINSAP), entre otros...
La prevenci�n en su amplio espectro de instrumentaci�n y atenci�n dentro del Sistema Nacional de Educaci�n, se lleva a cabo en los diversos subsistemas educacionales. En el caso que ocupa la presente investigaci�n, se limita a las orientaciones y contenidos establecidos para la ejecuci�n de la Prevenci�n Educativa respecto a uso de sustancias adictivas en adolescentes de la Educaci�n Preuniversitaria y los dem�s niveles. El tema se trabaja fundamentalmente atendiendo dos prioridades de la prevenci�n en el MINED: el Programa Director de Promoci�n y Educaci�n para la Salud en el Sistema Nacional de Educaci�n y del Plan de Acci�n del MINED relacionado con el uso indebido de drogas.
Se utiliza adem�s la categor�a Prevenci�n Educativa (la que se fundamenta desde el conocimiento pedag�gico), y no as� la categor�a Trabajo Preventivo, la que no es funcional desde el criterio del autor de la presente investigaci�n para designar el desarrollo en un proceso pedag�gico, ya que es utilizada y originada desde otras ciencias. Adem�s, las definiciones que se ofrecen se refieren absolutamente al car�cter emp�rico de su utilizaci�n. Por ejemplo, se plantea en el folleto metodol�gico del MINED dirigido al personal docente sobre “Trabajo Preventivo relacionado con el uso indebido de drogas’’, como la adopci�n de un sistema de acciones para evitar que se produzcan deficiencias en el desarrollo f�sico, ps�quico o sensorial o una vez producidos estos, evitar que tenga consecuencias negativas. Se considera que queda limitada la definici�n con relaci�n a los diversos contextos en que se desarrolla la prevenci�n, desde lo docente hasta lo extraescolar y formas de ejecuci�n hacia todos los implicados.
A partir del an�lisis te�rico y de la pr�ctica pedag�gica relacionada con la Prevenci�n Educativa y la aplicabilidad de las anteriores normativas, se determinan una serie de regularidades en torno a la labor preventiva respecto al riesgo adictivo, se toman como ejemplos los que se relacionan a continuaci�n:
En la literatura especializada no se argumentan las v�as y procedimientos espec�ficos para ofrecer tratamiento al riesgo adictivo, as� como la relaci�n existente entre las configuraciones de la regulaci�n personol�gica y la organizaci�n de la vida en los sujetos.
No se cuenta con herramientas de diagn�stico que determinen los aspectos y los elementos que se configuran y desarrollan en los adolescentes en riesgo.
Las estrategias y acciones que se perfilan no disponen el tratamiento de los adolescentes en diversos niveles de riesgo adictivo, y no se construyen a partir de un car�cter hol�stico y personol�gico, as� como la integraci�n escuela – familia – comunidad y otros factores que intervienen.
El tratamiento del riesgo adictivo en adolescentes de preuniversitario se efect�a desde la espontaneidad, sin un diagn�stico y caracterizaci�n concreta de la singularidad en los sujetos, siendo en gran medida de car�cter general.
Es limitado el conocimiento y abordaje de los docentes en la ejecuci�n efectiva de la Prevenci�n Educativa referente a este fen�meno.
De esta forma se comprende que no se cumple adecuadamente con la misi�n educativo – formativa y preventiva a que se aspira en los momentos actuales, ni el proceso apropiado en el desarrollo de la personalidad en tal sentido.
La conceptualizaci�n del fen�meno estudiado y los conocimientos que se tienen al respecto, han variado atendiendo a diversas posiciones, debido a la configuraci�n de diversos enfoques de prevenci�n en correspondencia con las concepciones que asumen varios autores. Se relacionan a continuaci�n, una serie de caracter�sticas que poseen las principales concepciones sobre la prevenci�n del uso de sustancias adictivas, las cuales han servido para enriquecer las trabajadas desde la pedagog�a:
�tico–jur�dico: relaciona las caracter�sticas dadas del individuo sobre lo �tico, al contraponerlo con lo que provoca el uso de sustancias adictivas. Involucra el car�cter jur�dico que demanda en tal sentido dichas pr�cticas. Es un modelo trabajado fundamentalmente desde las perspectivas establecidas por organizaciones e instituciones judiciales.
Biologicista o m�dico – psiqui�trico: se fundamenta en los aspectos y efectos que provocan las sustancias adictivas en el ser humano, desde el punto de vista psicol�gico y biol�gico, es decir, para los diversas estructuras y funciones de estas en el organismo humano, y las patolog�as que se generan. Adem�s, establece las caracter�sticas particulares de las sustancias adictivas, ya sean naturales o artificiales, de acuerdo a su composici�n y efecto.
Cl�nico – psicologicista: se establece fundamentalmente en el estudio de las patolog�as que emergen de la utilizaci�n de sustancias adictivas, y su relaci�n con otras enfermedades psicosom�ticas en el individuo. Se centra solo en la particularidad del sujeto estudiado, sin extrapolarse a otros marcos de estudio y de an�lisis, se pondera por encima de los dem�s factores causales, los existentes en torno a la personalidad y factores psicol�gicos que lo generan.
M�dico – psicosocial: ofrece una apertura a las relaciones entre el desarrollo de la persona y las influencias sociales, tratados estos desde una perspectiva cl�nica o m�dica, incluso se determina el tratamiento solamente por especialistas.
Sociologista o sociocultural: es fundamentalmente desarrollado desde los aspectos que posibilitan el uso de sustancias adictivas a nivel comunitario y social, ofrece vital importancia a la cultura del sujeto y la historia en su propio desarrollo. Se determina un tratamiento a partir del accionar de grupos sociales o el propio apoyo de organizaciones que intervienen en tal sentido.
Terap�utico de abstinencia: se desarrolla sobre la base de establecer un tratamiento ya sea individualizado o grupal, donde se tienen en cuenta aspectos bio-psico-sociales de los individuos que ya poseen en gran medida una patolog�a adictiva. La asistencia se realiza por especialistas desde condiciones m�dicas o socio-psicol�gicas que demandan terapias espec�ficas.
De consumo: se fundamenta a partir de una total existencia adictiva, ofrecer tratamiento a partir de la posibilidad de disminuir las pr�cticas adictivas o de contacto con las sustancias, para favorecer el proceso de desintoxicaci�n. Prevalece el estudio de los causales del desarrollo del consumo de determinadas sustancias adictivas.
Geopol�tico – estructural e integrador (bio–psico–social): est� centrada en el establecimiento de pol�ticas determinadas por los sectores de influencia, involucra de forma integradora los diversos factores en tal sentido, para un abordaje participativo, incluye incluso las instituciones educacionales y de otro orden, pero se encuentra centralizada la direcci�n del proceso. Adem�s, se tienen en cuenta la incidencia regional y contextual del desarrollo de las adicciones.
Pedag�gico o de educaci�n afectiva: se centra en los aspectos relacionados con la incidencia de la escuela y la familia para ofrecer tratamiento a los escolares. Se dirige el proceso preventivo desde la escuela, aparece en tal sentido toda una estructura de direcci�n de dicho proceso, orientado fundamentalmente a lo comunitario y familiar.
Habilidades sociales y entrenamiento de habilidades de resistencia: se tienen en cuenta un conjunto de acciones dirigidas a formar y entrenar habilidades sociales y de resistencia a h�bitos adictivos. Fundamentalmente se trabajan desde un plano muy general, y no se tiene en cuenta en tal sentido un diagn�stico profundo del sujeto ni de la familia. Es asequible a una poblaci�n heterog�nea en cuanto a la experiencia y posibilidad del uso de sustancias adictivas.
Programas educativos – formativos: se instrumentan programas dirigidos al desarrollo de acciones, que potencian el tratamiento, referido incluso a los efectos que provocan el uso de sustancias adictivas a la salud personal, la familia e incluso a la comunidad. Se integra desde varias organizaciones y entidades que permiten su abordaje, a partir de los medios audiovisuales, la publicaci�n impresa, entre otros...
De forma general, est�n orientadas a aspectos espec�ficos relacionados con el uso de sustancias adictivas, o la prevenci�n generalmente. Sin embargo, estas concepciones de referencia, complementarias entre s�, aportan en gran medida elementos que fundamentan la Prevenci�n Educativa a desarrollar con los adolescentes en riesgo. Cada una ofrece aportes, que son considerados en funci�n de la realidad que se estudia, aspectos estos que deben estar presentes en cualquier intervenci�n que pretenda ser hol�stica. Estas concepciones no se centran, espec�ficamente, en la prevenci�n del riesgo adictivo, sino trabajan la adicci�n propiamente dicha. Incluso algunas se ajustan a determinadas fases de aplicaci�n en individuos que se caracterizan y clasifican como adictos.
Ninguna es desechada, pues todas tienen relevancia, y son recurrentes para la interpretaci�n del fen�meno en la realidad. Adem�s, constituyen concepciones de referencia para la desarrollada en la presente investigaci�n, tiendo en cuenta: aspectos jur�dicos que deben formar parte de los conocimientos de los docentes, las afecciones que viabilizan las pr�cticas adictivas, desde el punto de vista biol�gico (anatomo-fisiol�gico), psicol�gico y social (comunitario e interpersonal), los tratamientos cl�nicos, m�dicos, psiqui�tricos, individuales y grupales existentes, las referencias culturales y geopol�ticas respecto al fen�meno y por supuesto, desde lo educativo y pedag�gico en general. Se puede conformar as�, una concepci�n hol�stica y multifactorial en la intervenci�n del riesgo adictivo.
La diferencia m�s significativa entre las concepciones antes mencionadas, es el grado de preeminencia que otorgan, en particular a los elementos que interact�an: sustancias adictivas, sujeto, contexto, etc... Estas originan acciones muy diversas, que son necesarias integrar desde lo pedag�gico. Resulta ineludible explicitar, que la concepci�n educativa que se muestra en el presente estudio se caracteriza por:
La adecuada formaci�n y desarrollo de la personalidad, as� como su regulaci�n ante las situaciones de riesgo.
La orientaci�n hacia la organizaci�n de la vida de los sujetos, a partir de la elaboraci�n de metas y objetivos que se expresan en la funcionalidad de dicha organizaci�n.
La atenci�n de la diversidad, desde un profundo diagn�stico individual, establece las relaciones pertinentes entre la escuela, la familia, la comunidad y otros factores de intervenci�n.
Car�cter sist�mico, contextualizado y hol�stico en todo su desarrollo.
La integraci�n de elementos relacionados con los conocimientos �ticos y jur�dicos en la interpretaci�n del fen�meno.
Los aspectos relacionados con las afecciones bio–psico–sociales que generan las pr�cticas adictivas.
La integraci�n metodol�gica en el tratamiento, se le da atenci�n a los diversos factores e instituciones que interact�an en el proceso preventivo.
Utilizaci�n de los diversos programas formativos en el Sistema Nacional de Educaci�n en la disposici�n de la Prevenci�n Educativa relacionado con el riesgo adictivo.
Independientemente de las estrategias, actividades y acciones preventivas que se realizan hasta el momento en las instituciones educacionales, estas se centran en ofrecer a los profesores y estudiantes charlas, documentos que divulgan las caracter�sticas y efectos del uso de sustancias adictivas, recomendaciones para la familia y el propio adolescente, materiales audiovisuales, entre otros. Todas se ejecutan, preferentemente, a partir de lo instructivo, acentuado de una significativa expresi�n cognitivista. Sin embargo, es escaso el trabajo realizado con los adolescentes orientados a vivenciar, movilizar sus emociones en torno a las situaciones de riesgo que poseen, incluso a la propia adicci�n, enriquecido por la pr�ctica, para lograr la reflexi�n, el sentimiento y la autocr�tica, sin llegar a ser una posici�n conductista.
A partir de criterios expuestos por otros autores que han trabajado la tem�tica, fue necesario establecer algunas consideraciones que, a criterio del autor de la presente investigaci�n, deben tenerse en cuenta:
Identificaci�n y atenci�n a grupos y adolescentes en riesgo.
Definici�n de acciones y actividades preventivas como condici�n imprescindible.
El car�cter sist�mico de la intervenci�n y el seguimiento al diagn�stico.
Desarrollo de la labor preventiva y su control, con un car�cter multifactorial.
El car�cter hol�stico e interventivo, en particular de la relaci�n escuela – familia – comunidad.
El car�cter dial�gico de la decisi�n y la acci�n preventivo - educativa.
Teniendo en cuenta las caracter�sticas fundamentales de la prevenci�n en relaci�n con el uso de sustancias adictivas en los adolescentes de la educaci�n preuniversitaria, se necesita de la realizaci�n de un an�lisis que ofrezca los elementos fundamentales de la concepci�n de riesgo, para profundizar en los principales sustentos te�ricos en este sentido.
El enfoque de riesgo en el abordaje preventivo en la educaci�n.
La categor�a “riesgo” se trabaja con profundidad, fundamentalmente desde los marcos de la salud y la epidemiolog�a. Al ser utilizada teniendo en cuenta las posibilidades que poseen los sujetos de desarrollar una determinada enfermedad, como consecuencia de la interacci�n entre diversos factores ex�genos y end�genos.
Se trabaja el enfoque de riesgo, desde los criterios basados, esencialmente, en el estudio de los factores que influyen en su desarrollo, asociados a determinadas enfermedades que act�an como causas de ellas. Asegurar los innumerables aspectos que pueden influir en la aparici�n de la adicci�n como patolog�a, sostienen un conocimiento profundo y detallado, el cual permite precisar e instrumentar estrategias de prevenci�n para la salud, y con ella lograr el desarrollo de cualidades positivas en los sujetos. Dicho enfoque posee caracter�sticas complejas, de esta forma exige la necesaria profundizaci�n en los aspectos determinantes del proceso de riesgo adictivo.
La concepci�n trabajada en el proceso de prevenci�n desde la educaci�n, est� dada a partir de los factores de riesgo como caracter�stica, condici�n o circunstancia, dirigidos a los educandos, la familia, la comunidad y la escuela. Se orienta hacia los elementos ex�genos y/o end�genos que potencian el proceso adictivo, pero no se revelan las caracter�sticas de los educandos en riesgo, ni el nivel que poseen en cuanto a este. Se pronuncian definiciones, desde los aspectos que inciden sobre el adolescente, y en tal caso se le clasifica como factores de riesgo. De esta forma se identifican de forma aisladas entre s� las condiciones que influyen en los niveles de riesgo del sujeto. Se demuestra un nivel de atomismo que debe ir m�s all� de un listado de elementos con participaci�n probabil�stica en el riesgo. Incluso, se ilustra como un c�mulo de factores que se suman e influyen de manera inestable en el propio desarrollo del fen�meno, y no permite abordar la causalidad con car�cter sist�mico.
El mecanismo de configuraci�n de la adicci�n se concreta a partir de la sistematicidad y necesidad, como expresi�n de los niveles ascendentes del propio proceso, el cual ha sido, hist�ricamente, sostenido en el �mbito social, lo que constituye una preocupaci�n para muchas organizaciones y entidades a nivel mundial. Es necesario, para lograr un tratamiento profundo de la problem�tica adictiva, la inserci�n y profundizaci�n de la concepci�n multicausal en el quehacer pedag�gico. De esta forma se presuponen nuevas elaboraciones que se concretan en bases te�ricas, para soportar la concurrencia de varios factores o elementos en la aparici�n del riesgo adictivo. Es inoperante, en tal sentido, la concepci�n monocausal, que se orienta a la explicaci�n y abordaje de soluciones, espec�ficamente, a partir de una causa, fundamentalmente, determinante y de mayor incidencia.
De acuerdo con lo expuesto, diversos autores han establecido concepciones semejantes para teorizar sobre el enfoque de riesgo, trabajado inicialmente en la epidemiolog�a por Batista, R. y Feal, P. (2001). Estos plantean que es un m�todo para la medici�n de la necesidad de atenci�n por parte de grupos espec�ficos. Esta concepci�n se expresa esencialmente en t�rminos estad�sticos como lo ratifica P�rez Becerra: “(…) para aprovechar las potencialidades que nos ofrece el concepto de riesgo, de los riesgos asociados y los factores de riesgo, hay que proceder a una evaluaci�n cuantitativa y esta contribuir� a aclarar la correspondiente cadena de acontecimientos.” (Becerra, J.C. 1986. p.19). En cuesti�n Batista, R. y Feal, P. (2001), Toledo Curbelo (1999), Colimon (1990), Piedrola Gil (1990), entre otros, ofrecen definiciones de la categor�a riesgo. Estas poseen como elemento com�n el aspecto estad�stico, y se advierten en tal medida limitaciones por la interpretaci�n multicausal que debe utilizarse, por su propia naturaleza.
Se asume que es conveniente y factible la relaci�n dial�ctica existente entre lo estad�stico e interpretativo en el estudio causal del riesgo. Piedrola Gil (1990) asume el riesgo, como probabilidad de un individuo de desarrollar una enfermedad, o la proporci�n de personas que la han desarrollado. Son en consecuencia, los factores de riesgo de car�cter end�geno o ex�geno que pueden ser controlados, ya que se encuentran asociados al incremento de la probabilidad de incidencia de una determinada enfermedad.
En la particularidad del riesgo adictivo de adolescentes de preuniversitario, es v�lido se�alar la inexistencia de una definici�n propia en la literatura especializada que se consult�, sino la adscripci�n a definiciones provenientes de las concepciones epidemiol�gicas e incluso psicol�gicas, como lo plantea Guti�rrez, A. K.: “(…) la concepci�n de los factores de riesgo presenta al individuo como sujeto inerte, objeto del fatalismo de estar expuesto a determinados agentes potencialmente pat�genos, que en muchos casos no puede controlar por la naturaleza de ellos, o porque los percibe como perjudiciales cuando ya han comenzado a producir efectos sobre la salud, a veces aunque sean modificables, las condiciones vitales del sujeto (sociales, psicol�gicos, familiares, pedag�gicos, comunicativas) le obstaculizan el cambio (...)” (Guti�rrez, A. K. 2003. p.45)
De esta forma, se conduce a decisiones desacertadas en el tratamiento por parte de la escuela, reflejado en las insuficiencias para caracterizar y proporcionar seguimiento a los adolescentes en riesgo adictivo.
Referente al proceso pedag�gico desarrollado por las instituciones educativas, Toledo Curbelo plantea: “Mientras m�s exacta sea la medici�n del riesgo, se interpretar�n mejor las necesidades de atenci�n. La predicci�n de padecer una enfermedad en relaci�n con la cantidad se puede hacer, sin embargo lo que no se podr� es determinar quienes son los que desarrollar�n la enfermedad.” (Toledo Curbelo, G. J. 1999. p. 58) De acuerdo con lo citado, en el presente estudio no se concibe el conocimiento del riesgo como puramente una medici�n, sino como el descubrimiento en la realidad de cualidades del sujeto, e incluso variables o factores internos y externos que lo posicionan en el mismo.
Se evidencia la necesidad del estudio del riesgo adictivo a partir de las caracter�sticas espec�ficas que posee el mismo, sus niveles y estados. A partir del an�lisis anterior, se tiene en cuenta la definici�n de riesgo adictivo que plantea: “(…) es el estado del sujeto donde se configuran elementos que lo conllevan a un comportamiento dependiente de determinadas sustancias, que posibilita un proceso que se desarrolla a partir del potencial pasivo al activo, e inducidos por la configuraci�n resultante de la combinaci�n de factores end�genos y ex�genos que pueden ser controlados, y que tienen una naturaleza m�ltiple, multicausal y compleja.” (De la Pe�a, G. 2007. p.7)
Desde esta �ptica, se expresa que es necesario atender todos los aspectos que influyen en el proceso de riesgo como proyecci�n hacia la adicci�n de una determinada droga. Est�n presentes factores primarios en la sucesi�n de eventos y etapas, pero tambi�n factores secundarios que tienen importancia y significaci�n. De esta forma se establece un complejo conjunto de factores y condiciones que caracterizan la multicausalidad.
Otro elemento a tener en cuenta en lo referente al riesgo adictivo, es la concepci�n ofrecida por Guti�rrez �lvarez A. K. (2003), al expresar el t�rmino configuraciones comportamentales de riesgo. La cual parte de los criterios ofrecidos por Gonz�lez, F. (1993) y Mayo, I. (1999), que han trabajado desde la psicolog�a el t�rmino configuraci�n (en el cual se profundizar� en ep�grafes posteriores), desde diversas aristas y temas espec�ficos. La visi�n aportada por estos autores en lo relacionado al enfoque configuracional, (el cual se relaciona al riesgo adictivo), no es de desestimar en tiempos en que es pertinente trascender la generalidad alcanzada por estudios estad�sticos, sino centrar la atenci�n en el fen�meno individual, personalizado y particularizado como condici�n primaria. En tal sentido, esta categor�a evolucion� a partir del estudio de diversos fen�menos donde se revel� la categor�a configuraci�n psicol�gica de riesgo. La cual, de acuerdo con el criterio de Gonz�les Rey, se define como “(…) la multiplicidad de combinaciones psicol�gicas que ante una situaci�n concreta del sujeto, pueden convertirse en riesgo”. (Gonz�lez Rey, F. 1993. p.91).
Posteriormente, Mayo, I. define configuraciones comportamentales de riesgo como: “(…) la relaci�n relativamente estable de constituyentes del estilo de vida e indicadores funcionales de la personalidad, que adquieren un sentido psicol�gico en la explicaci�n de la funci�n reguladora de la personalidad, expresada en el estilo de vida del sujeto” (Mayo, I. 1999. p.94) Esta definici�n se encuentra en correspondencia con la conceptualizaci�n de Gonz�lez Rey, y es asumida en la investigaci�n, incluida la acotaci�n realizada por la autora Guti�rrez, K. al decir “(…) que predisponen a la enfermedad en el sujeto concreto (....)” (Guti�rrez, A. K. 2003. p.15). Incluso es necesario aclarar, que se establece esa relaci�n relativamente estable entre los dem�s constituyentes de la COV, y son expresados en el estilo de vida del sujeto, desde la influencia que ejerce el propio riesgo que poseen.
En el an�lisis realizado se encuentran tres elementos de coincidencia entre ellos, aunque otras cualidades est�n presentes en estas:
Car�cter complejo, din�mico, y funcional.
No declaraci�n de temporalidad, ya que estas son expresiones de configuraciones ante determinadas circunstancias o periodos en que es imprescindible su manifestaci�n, y posteriormente puede desaparecer o no seguir desarroll�ndose.
No est�n delimitadas de forma conclusiva sus elementos integradores, ya que estos pueden simult�neamente integrar otras configuraciones a su mismo nivel o incluso superior.
Desde la perspectiva de la presente investigaci�n, se perfilan las configuraciones comportamentales de riesgo en el adolescente que se estudia, las cuales ser�an el objetivo a transformar y educar, que posteriormente al explicar los constituyentes de la COV se profundizar� en ello. Desde esta concepci�n se supera el atomismo de los diagn�sticos estandarizados obtenidos a trav�s de �ndices parciales y con la absoluta ayuda de la estad�stica. La exigencia metodol�gica de estudios en profundidad, facilita un nivel de an�lisis superior a la hora de establecer regularidades causales que median en la aparici�n del riesgo adictivo, lo que posibilita nuevos espacios de discusi�n a la hora de dise�ar estrategias y acciones preventivas.
El tratamiento relacionado con la determinaci�n de las configuraciones comportamentales de riesgo, es condicionado, adem�s, por los elementos personol�gicos de los sujetos en riesgo adictivo. Para lograr la caracterizaci�n de dichos adolescentes, es necesario delimitar en cada sujeto los elementos puntuales para ofrecer el tratamiento y seguimiento adecuado. Por ello, se tienen en cuenta las categor�as funcionales y/o niveles del Riesgo Adictivo, estas son ofrecidas por De la Pe�a, G. (2007): Riesgo Adictivo Potencial (RAP), Riesgo Adictivo Latente (RAL), Riesgo Adictivo Activo (RAA). En cada categor�a funcional y constituyente del Riesgo Adictivo, se establecen los estados o rangos l�mites para diagnosticar los sujetos estudiados, se tienen en cuenta, adem�s, los indicadores que prevalecen. (Anexo 1)
Como se ha mencionado anteriormente, el proceso adictivo es un fen�meno multicausal y complejo, donde intervienen elementos de car�cter hol�stico, debido a los factores que posibilitan su desarrollo. En tal sentido, estos estados o rangos son estadios que se complementan, aunque para un mejor estudio se tienen en cuenta en la diferenciaci�n de cada nivel en los sujetos. Todas estas estructuras demandan importancia para llevar a cabo un diagn�stico integral del proceso de riesgo adictivo.
El trabajar la concepci�n del riesgo adictivo, ampl�a el espectro para efectuarse el diagn�stico y seguimiento de los adolescentes en este estado, dando paso a un nivel cualitativo integral que emerge del estudio personol�gico, expresado como nivel superior. Se debe llegar a comprender c�mo la realidad social y psicol�gica potencialmente disfuncional, se traduce en alternativas comportamentales que orientan (hacia) y convergen (en) la adicci�n.
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