En el presente epígrafe, se expresan los elementos fundamentales relacionados con la conceptualización de la categoría COV, sus aspectos estructurales y funcionales, así como su carácter configuracional.
No se debe hablar de capacidades en el hombre, si no se han hecho intentos para lograr algún resultado que demanda la configuración de una determinada capacidad en el propio proceso de formación de la personalidad del mismo. Las capacidades se originan no en los conocimientos, habilidades y hábitos en sí, sino en la dinámica de su adquisición.
Estas son particularidades psicológicas individuales de la personalidad, que constituyen condiciones para realizar con éxito una actividad dada, y revelan las diferencias en el dominio de los conocimientos, habilidades y hábitos necesarios para ella, así como determinar el adecuado desarrollo del sujeto durante su vida.
Castillo C. y Barreras H. (2000) consideran las capacidades como formas de actuación más complejas que las habilidades y los hábitos. En ellas se integran tanto las habilidades y los hábitos, como los conocimientos, así como otros procesos de la personalidad de forma cualitativamente superiores. Son estas, las que se encargan de integrar los datos esenciales para determinar las alternativas comportamentales como: los recursos propios con que cuenta el sujeto, el análisis de las condiciones a las que hay que atenerse, dado el contexto y las exigencias de los resultados que se quieren alcanzar.
Estos autores son del criterio de que las capacidades son siempre específicas, es decir, se revelan en una actividad determinada. Esto determina que muchas potencialidades posean un desarrollo desigual, donde cada cual siga su propia autenticidad, en el desarrollo de sus propias capacidades en búsqueda del éxito de una actividad determinada, condicionado generalmente por las relaciones existentes entre las diversas capacidades que posee. En tal sentido es preciso agregar, que la especificidad de las capacidades es en grado significativo relativo, al establecerse relaciones entre los elementos que las conforman, que en determinados momentos pueden formar parte de otras configuraciones personológicas.
Bermúdez S. R. (1996) por su parte se refiere, a que la categoría capacidad en su más amplia acepción, abarca instrumentaciones ejecutoras tanto de carácter consciente como de carácter inconsciente. Estas se pueden mantener o no a los niveles de dominio de acción y operación, o habilidad y hábito respectivamente, lo que no contradice lo planteado por Castillo C. y Barreras H. (2000), posición teórica asumida en la presente investigación.
En tal caso, es de estimar que solamente no están presentes y relacionadas a habilidades y hábitos, sino hasta los aspectos conexos con el área afectivo – motivacional.
En el proceso pedagógico que se desarrolla en preuniversitario, el educando se apropia de conocimientos, métodos y una lógica de actuación que se incorpora e inserta al contenido recibido como expresión del objeto de la cultura, para luego utilizarlos en el marco de variadas situaciones. A lo largo de este proceso se sistematizan las habilidades en determinados momentos, se perfeccionan sucesivamente con un mayor nivel de generalización, se incluyen, además las necesidades, vivencias, sentimientos, experiencias, motivaciones y valores, que de una forma u otra, se relacionan con determinadas capacidades.
En la literatura psicológica se muestra, como esta categoría evolucionó a partir de los estudios desarrollados por González Rey y seguidores, vista, no solamente, como capacidades intelectuales, sino, primeramente, como formaciones motivacionales que posibilitaban el desarrollo de determinados procesos en el área afectivo - motivacional. Posteriormente, se estudia como síntesis reguladora de la personalidad, que adquiere cualidades superiores en torno a sus funciones en la personalidad del sujeto, y finalmente, se complementa como configuraciones reguladoras de la personalidad, al determinarse como se configuran los proceso sujetivos de la personalidad en diversas esferas de esta.
Esto a permitido utilizar conceptos que son meramente psicológicos, profundizar desde esta óptica en la psicología educativa, para lograr un abordaje preventivo y psicopedagógico de los adolescentes en riesgo. Una exigencia del estudio integral de la personalidad como sistema superior de regulación psíquica, lo constituye el estudio sistémico y holístico de la búsqueda del sistema de categorías que refleje estas relaciones. Las mismas, son explicadas desde las concepciones personológicas de González Rey, F. (1982, 1989a, 1994, 1995), sin embargo se ha hecho alusión a la configuración reguladora de la personalidad, en la cual están contenidas potencialmente las vías de desarrollo futuro de la personalidad.
Se plantea, como mecanismo psicológico, mediante el cual la personalidad asimila el presente, con una perspectiva temporal, estructura su vida, distribuye su tiempo, asegura las condiciones necesarias para la autorrealización de sus potencialidades, y selecciona las influencias para asegurar la realización de su proyecto de vida futura. De forma general, para la autorrealización del individuo, a partir de las diversas actividades que realiza en relación con sus metas, objetivos, intereses y motivaciones, en la personalidad se configura la Capacidad de Organización de la Vida (COV), como se denomina actualmente.
Dicha categoría presenta antecedentes en la concepción de Abuljanova Slavskaia, K. (1985), al referirse a que en la organización de la vida están contenidas las vías de desarrollo futuro de la personalidad, al explotar las potencialidades que posee para proyectarse hacia el cumplimiento de objetivos en la vida.
Logra poner en consideración las expectativas y experiencias, transforma los fenómenos, atiende a la disposición de su vida para enfrentar las diversas situaciones, distribuye en tal sentido su tiempo de acuerdo con las diversas acciones y actividades. Además, selecciona las influencias necesarias del medio para asegurar la realización de proyecciones futuras, al ser estas influencias las que promueven en gran medida las tendencias orientadoras y las motivaciones del sujeto.
Cuando se habla de la COV se quiere trascender la concepción cognitivista e intelectualista de las capacidades, viéndola en un nivel superior de integración de lo psíquico. En otras palabras la COV, no es una capacidad intelectual, es personológica e incluye y transciende lo intelectual. Justamente, esto es importante para poder comprender que su educación no puede limitarse al ámbito del proceso de enseñanza – aprendizaje, sino integrar todos los contextos de actuación del sujeto, y proyectarse desde una concepción educativa.
La categoría se define, inicialmente, desde criterios establecidos de acuerdo con una dimensión temporal, tomando como característica contextual el presente, “Capacidad de Organización de la Vida Presente” (COVP). En correspondencia se demuestra en investigaciones anteriores, las posibilidades de su estudio como subsistema de la regulación psíquica, fundamentados a partir de los niveles de regulación planteados por González Rey, F., Cano, L. E. y Proenza, J. (1990).
Al respecto Mayo Parra, I. la caracteriza de la siguiente forma: “La COVP constituye el soporte sobre el cual se erige la dimensión presente del proyecto de anticipación de la personalidad. Ella es la configuración psicológica de que dispone el sujeto para la realización en el presente de su futuro anticipado. Al mismo tiempo la orientación hacia el futuro, así como las potencialidades para su realización por el individuo, dependen del nivel de desarrollo de la COVP.” (Mayo Parra, I. 1999. p.94)
En gran parte de los estudios realizados al respecto, se ha tenido en cuenta los constituyentes o componentes funcionales de la COV, tratados desde una posición particularizada e independiente.
En estudios desarrollados por Pérez Yera, A. y Arias, H. (1991, 1992, 1993), lograron establecer algunas elaboraciones sobre un sistema regulado característico, según los autores, en correspondencia con un determinado nivel consciente volitivo que han dado en llamar capacidad de anticipación.
Estas ideas tienen como origen los trabajos de Lomov, B. (1989), quien ha descrito esta configuración reguladora como la capacidad de actuar, de tomar unas y otras decisiones con determinada temporalidad, en relación con acontecimientos futuros esperados. En este sentido, la capacidad de anticipación como subsistema de regulación, está integrado por tres categorías interrelacionadas dialécticamente: ideales, autovaloración y propósitos.
En el intento de explicar como la capacidad de anticipación participa en la regulación del comportamiento, los autores establecieron las posibles relaciones de esta con otras categorías, como son: estilo de vida, posición en la vida, reflexión y sentido de la vida.
Sin embargo, organizar la vida significa desplegar modos de comportamientos, adoptar decisiones y asumir orientaciones tales, que permitan la realización de las proyecciones de vida futura. Desde esta reflexión parte todo el núcleo teórico al respecto de la COV.
En Cuba los estudios sobre la COV se comenzaron a desarrollar en los primeros años de la década de los 90’, fundamentalmente para expresar su relación con la actividad de dirección. En 1992 se desplegaron estudios en profesores de la Enseñanza Media, así como también, se realizaron investigaciones relacionadas con el desempeño profesional de los maestros, Senko, N. (1989) y Mayo Parra, I. (1996). También desde un punto de vista clínico, es importante considerar las desarrolladas por Villant Frías, L., Concepción Hidalgo, M. y Cedeño Brizuela, A. I. (1998); donde se trabajó con esta categoría a partir de trastornos psicosomáticos en maestros del territorio holguinero.
Todos abordaron dicha categoría, como una síntesis reguladora de la personalidad, y sus características asociadas a determinados comportamientos o afecciones, sin tener presente el enfoque configuracional relacionado a esta, y la posibilidad de adecuarse a estudios sobre las adicciones en los sujetos y otros comportamientos disfuncionales.
Los criterios de los autores que trabajaron el estudio de diversas situaciones o efectos condicionados por la COV, revelaron determinadas características al respecto, que confluyen en su definición. En el análisis realizado, se sintetizan y exponen las siguientes:
Relación estrecha con la capacidad de anticipación.
Se dimensiona temporalmente, establece la relación presente – futuro.
Se expresa como configuración reguladora de la personalidad.
Posibilita para el sujeto el despliegue de alternativas comportamentales funcionales.
Se configura al tener en cuenta las potencialidades actuales del sujeto, en correspondencia con la percepción de la vida y sus condicionantes, en estrecha relación con los motivos, intereses, necesidades, valores y conocimientos.
El tema que se aborda, guarda relación con la Prevención Educativa, a partir de las expresiones de los adolescentes y el nivel de riesgo adictivo que posee, se sugieren vías de tratamiento para su desarrollo desde esta perspectiva educativa.
De acuerdo con lo anteriormente expuesto, y relacionado con los elementos de esencia de dicha categoría fundamental, se define la misma en el marco de la presente investigación como: configuración subjetiva de carácter personológico, orientadora y reguladora de la personalidad en diversas esferas y contextos de esta, en relación con las proyecciones que se articulan en la orientación presente - futuro, que confieren un orden, sentido y dirección al comportamiento complejo del sujeto en la manifestación externa del desarrollo de la posición, sentido y estilo de vida.
La definición de trabajo utilizada en la presente investigación difiere de las anteriores analizadas, ya que se profundiza en el carácter configuracional de la misma, y se expresa desde una perspectiva educativo – formativa. Con una proyección de desarrollo futuro en la personalidad de lo sujetos, se llega a potenciar como contenido de la Prevención Educativa en el proceso pedagógico de preuniversitario.
Se caracteriza la COV en adolescentes en riesgo de adicción, se tiene en cuenta su configuración en la formación de la personalidad como punto de partida para su estudio. Se manifiesta en correspondencia, las relaciones existentes entre la COV y el riesgo adictivo activo de los sujetos, dados fundamentalmente en que:
La riqueza de expresión se orienta hacia los elementos externos de su apariencia, con aspectos generalmente, llamativos y poco aceptados por las normas establecidas socialmente. (Expresión corporal y oral)
Se evidencia la aceptación personal de la actividad adictiva, como algo común a lo cual no le imputa, concientemente, la afección de su salud en sentido alguno, que llegan a ser, en muchos de los casos, actividad de gran importancia en sus vivencias sistemáticas.
La posición ante las contradicciones en relación con el uso de sustancias adictivas y de otro tipo es pasiva, y de subordinación, en un número significativo de sujetos. Son nulas las estrategias de solución de contradicciones, incluso repercuten en el tratamiento que el sujeto le ofrece a otras contradicciones relacionadas, directa o indirectamente, con las prácticas adictivas. Además el nivel de elaboración de las contradicciones es generalmente, bajo o medio, al igual que el nivel de reflexión, que puede llegar a ser nulo.
El sistema individual de roles se configura de acuerdo con expresiones relacionadas con las actividades adictivas, de acuerdo con el contexto y las motivaciones temporales de los adolescentes.
Las actividades relacionadas, fundamentalmente, con la recreación personal y los sentimientos de satisfacción son conexos con las prácticas adictivas, llegan a ser de mucha significación para el adolescente.
Prevalece, de forma explícita, en la comunicación, el uso sistemático de un vocabulario que expresa aceptación por los comportamientos desordenados, debido a las necesidades que emergen de la práctica relacionada con estos. (En los cuales se incluyen las prácticas adictivas)
Predomina la orientación presentista, sobre la base de la vivencia absoluta de los espacios y actividades referentes al “ahora”, sin tener en cuenta en la gran mayoría las posiciones y proyecciones futuristas, estas de acuerdo con un objetivo bien determinado para sus vidas.
Es necesario comprender el riesgo adictivo en los adolescentes, desde una óptica holística y configuracional. Las estructuras, aspectos y cualidades que intervienen en el proceso se toman en cuenta, ya que resultan significativas para el estudio del fenómeno en su conjunto, estas proporcionan cualidades distintas en diversos niveles del mismo.
La educación de la COV en los adolescentes en riesgo adictivo es posible, primero desde el estudio de sus aspectos y constituyentes personológicos (diagnóstico), que intervienen en gran medida sobre la esfera afectivo – motivacional, y el planteamiento de sus necesidades. Y segundo, desde la perspectiva del logro de la traducción pedagógica de acuerdo con la incidencia de su desarrollo y educación, al tener en cuenta el análisis de carácter personológico.
Constituyentes estructurales y funcionales de la Capacidad de Organización de la Vida.
La percepción de la vida futura y su adecuación a las potencialidades actuales, la elaboración del ideal de vida futura, así como los propósitos estructurales para su realización, dependen de los valores y motivos más significativos en la vida del sujeto (Sentido de la Vida SV), de la estrategia general de enfrentamiento de los conflictos y contradicciones que se presentan en la realización de los propósitos vitales (Posición en la Vida PV), y de la forma en que organiza su comportamiento integral en el desempeño del sistema de roles a partir del cual mediatiza las relaciones de su personalidad con el medio (Estilo de Vida EV). Los cuales son constituyentes estructurales y funcionales de la COV, de acuerdo con las consideraciones aportadas por Mayo, I. (1996).
Este autor define los constituyentes personológicos del estilo de vida en investigaciones anteriores, y sobre la base de sus criterios se ofrece la definición de los constituyentes o configuraciones de regulación personológica como: “(...) aquellos componentes de la COV en que se expresan los contenidos reguladores de la personalidad. Son aquellas cualidades subjetivas y comportamentales de carácter integrativas, subjetivamente determinadas que propician el conocimiento de la personalidad en función de la organización de la vida” (Mayo Parra, I. 2003. p.15)
Dichos constituyentes han sido estudiados por varios autores, se destacan los que se citan a continuación, al hacer referencia a criterios y definiciones de cada uno de los constituyentes.
Sentido de la Vida. En la organización de la vida, la personalidad instrumenta mecanismos psicológicos que actúan como componentes estructurales y funcionales de esta configuración. La organización de la vida es el resultado de la acción de tendencias orientadoras de la personalidad González Rey, F. (1993), que regulan el comportamiento de acuerdo con determinados contenidos que la orientan hacia una u otra dirección. Estos contenidos pueden estar integrados por ideas y valores de diversa índole; éticos, estéticos, políticos, ideológicos, etc… Los motivos a través de los cuales los mismos actúan, inciden con determinada intensidad en la selectividad de la actuación de la personalidad. Este es el componente dinámico de la COV, la formación psicológica que la concreta en su funcionalidad integral.
El tratamiento de esta categoría en la literatura psicológica, refiere varias concepciones Adler, A., (1948), Álvarez, M. (1987), Zamora, A. (1986), Nicette, O., (1988), D´Angelo Hernández, O., (1996). De forma general, se señala que el sentido de la vida está integrado por los motivos más significativos para la personalidad, que le confieren orientación, significación y valor a la vida del sujeto.
Se define el Sentido de la Vida como “(…) la expresión sintética de las Tendencias Orientadoras de la Personalidad de mayor estabilidad y jerarquía, a partir de las cuales orienta y regula la construcción de su vida.” (Mayo Parra, I. 1996. p.24). En la comprensión psicológica de esta categoría los constituyentes personológicos que la configuran y que se tienen en cuenta en calidad de indicadores son: riqueza de expresión, elaboración personal y orientación del SV, en dependencia de los resultados que se obtienen se ofrece el nivel de desarrollo del SV y tipología de este.
Posición en la Vida. Sobresalen estudios sobre los conflictos de motivos Lewin, K. (1939) y las contradicciones referidas al desarrollo del niño Vigotsky, L. S. (1987). Abuljanova Slavskaia, K. (1982) tiene una concepción interesante del papel de las contradicciones en la personalidad. Las contradicciones como sujeto de la organización de la vida que se asumen a continuación, se encuentran referenciadas principalmente en sus postulados esenciales. Al organizar la vida se presentan contradicciones, donde la autorrealización de la personalidad como sujeto de sus contradicciones actúa solucionándolas, agudizándolas, proponiendo vías, etc… El sujeto se incorpora al proceso de su actividad en la medida en que se desarrollan sus contradicciones, a partir de los niveles ascendentes que toman las mismas. La especificidad y originalidad del individuo como sujeto de la actividad, se centra en el modo particular en que se desarrolla para enfrentar y resolver sus contradicciones.
Este constituyente se traduce en el comportamiento generalizado que se expresa en la realización de dichas actividades, las que en última instancia, estarán encaminadas a la consecución de los objetivos vitales y al desarrollo del individuo en su integridad. En el tratamiento de las contradicciones Abuljanova, K. (1985) refiere la determinación social que expresan, y su papel rector en el desarrollo íntegro de la personalidad. Contiene desde lo más formal, hasta la expresión en la forma particular de incorporación del sujeto al proceso mismo de formación de su personalidad.
La línea de vida revela la elaboración consciente que hace el sujeto en su actividad, así como la organización, dirección y estructura de la misma en general, y de las metas a alcanzar durante la vida. La organización de la vida requiere de un componente ejecutor cognitivo, que aporte las vías para realizar las orientaciones axiológicas del componente inductor, y enfrente los diversos obstáculos (internos y externos, objetivos y subjetivos) que se le presentan al individuo. Este componente, se refiere a las vías de solucionen que elabora y utiliza el individuo en relación con las contradicciones que enfrenta.
En estudios anteriores fue definida por Mayo Parra, I. la Posición en la Vida, como: “(…) la formación psicológica predominantemente ejecutora, que integra los mecanismos personológicos a partir de los cuales el sujeto de un modo típico e individual enfrenta las contradicciones, colocándose en una situación vital determinada.” (Mayo Parra, I. 1996. p.31). Los constituyentes personológicos que la configuran se evalúan en calidad de indicadores como son: nivel de elaboración de las contradicciones, posición ante las contradicciones, estrategias de solución de las contradicciones y nivel de reflexión, de acuerdo con los resultados que se obtienen, se ofrece una clasificación o tipo de PV.
Estilo de Vida. En la literatura psicológica esta categoría ha sido interpretada de varias maneras y ha tenido disímiles usos, a partir de los diversos autores que la han estudiado, aparece como concepto auxiliar para designar la conducta típica y estable, de individuos y/o grupos de personas. Desde finales de la década del 70 y hasta la actualidad, ha sido objeto de estudio desde diversos ángulos, se distingue desde la psicología de la salud y educativa, la sociología y sus variantes en diversas ciencias, entre otras. Ejemplo de esto es su estudio en relación con la orientación profesional Cramer, S. (1987); Zunker (1987); Brouw, D. (1987) y Tweed, W. y otros, (1979), relacionada con el género femenino Willis, F. (1976); Rodenstsinn, J. y Glickauf – Hughes, C. (1977); Bumley, C. (1979); Tamgris, S. y Jenkis, S. (1987), así como el estilo de vida familiar Mink, I. y Nihira, K. (1986); Hunt, J. y Hunt, L. (1987). Donochew, L. y otros (1987) clasificaron los estilos de vida respecto al uso de los medios masivos de información; Castro, Felipe G. y otros (1987) compararon el estilo de vida en drogadictos.
Se han desarrollado inventarios para el estudio del estilo de vida Cooks, Robert y otros, (1987), Streppa Wheeler, M. y otros, (1991). También se han escrito manuales para la modificación del estilo de vida a través de vías formales Dell, (1978), Alelen, V. y Hetherington, M. (1979). Entre otros estudios de disímiles líneas de investigación.
Se señalan la necesidad e importancia de tener en cuenta los constituyentes e indicadores del estilo de vida. Mayo Parra, I. (1999), Rodríguez, M. y Zaldívar, D., (2001). Se Interpreta como una cualidad subjetiva interna, Adler, A. (1948), Allport, W. G. (1967), otros lo identifican con el modo de vida individual Lomov, B. (1989), González Rey, F. (1994), también como la expresión individualizada del conjunto de actividades vitales de la personalidad en un modo de vida determinado.
Se ha producido en varias ocasiones y por diversos autores su identificación con el modo de vida, sin embargo, se está de acuerdo con la distinción establecida entre modo y estilo, donde este último se subordina al primero y es un subsistema de él. Metodológicamente es difícil estudiar el aspecto psicológico de la personalidad y el sujeto de sus relaciones sociales desde la categoría modo de vida.
El Estilo de Vida presenta sus constituyentes personológicos a su vez, en los que se expresan los contenidos de la personalidad, y se determinan como cualidades comportamentales de carácter integradoras, subjetivamente determinadas, gracias a lo cual permiten el conocimiento de la personalidad a través de su estilo de vida. Dichos constituyentes personológicos son: el sistema de actividades vitales, el sistema individual de contactos comunicativos, el sistema individual de roles, la orientación en el tiempo, y la autorrealización personal.
En correspondencia con lo expuesto, Mayo I. expresa: “El estilo de vida es la cualidad externa del sujeto individual, premisa y resultado de la autorrealización de su personalidad, integrada por componentes estructurales, funcionales y de contenido que constituye la expresión psicológica del modo de vida en el individuo, subjetivamente determinado.” (Mayo Parra, I. 1999. p.9)
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