A partir de las regularidades derivadas del estudio realizado acerca de los principios en los que se sustenta la modelación y la caracterización de la formación laboral, resulta necesario abordar algunos elementos que constituyen antecedentes de la misma y que pueden considerarse como premisas imprescindibles para su desarrollo.
De este modo, las premisas se definen como “juicios de los cuales en el razonamiento se sigue un nuevo razonamiento”. (Diccionario filosófico)
Estas se establecen para la elaboración de la modelación, desde las potencialidades de la formación laboral, las cuales son producto de profundas reflexiones y se presentan como relación dialéctica de la teoría con la práctica. En consecuencia, se declaran como premisas para el desarrollo de este proceso en el Bachiller Técnico en la especialidad Agronomía las siguientes:
1 El contexto laboral agrícola
Esta premisa se refiere a que la preparación profesional del bachiller en Agronomía se desarrolla en diferentes espacios y bajo determinadas condiciones, por lo tanto, las relaciones que se establecen entre el futuro egresado y el contenido de su educación deben darse en un contexto laboral agrícola.
La educación que se desarrolla en ese contexto laboral asociado a la agricultura debe partir del respeto a las mejores tradiciones del campesinado, las cuales no están divorciadas de la manera en que estos actúan en la sociedad. Por tal motivo la entidad docente productiva, la familia, la comunidad y las entidades productivas agropecuarias constituyan verdaderos espacios de formación laboral para el estudiante. Tener en cuenta el contexto “significa superar la concepción de este solo referido a situaciones físicas, entornos o ambientes. Se tiene que dirigir a los significados de las situaciones, acciones, comportamientos, así como a los discursos que en él se generan. El desarrollo de la formación laboral debe concebirse relacionado con el entorno y proyectarse según su exigencia holística, priorizando los objetivos de orden inmediato” (Bartolomé, 1995).
Tales objetivos definirán los problemas que deben resolverse a partir de los contenidos establecidos en las diferentes asignaturas y del sistema de actividades educativas en los que tienen salida los mismos ya sea por la vía extradocente y extraescolar.
Uno de los elementos por los cuales se asume la necesidad del estudio del contexto para contribuir a la formación laboral del agrónomo está dado en la capacidad de sus actores, una vez implicados en el acto educativo, de transformarlo y acomodarlo a las exigencias y necesidades sociales.
La preponderancia del análisis del contexto laboral agrícola y de su relación dinámica con el proceso educativo de este futuro profesional se concentra, en primer lugar, en que la construcción de su personalidad es factible alcanzarla cuando el mismo en la práctica agrícola interactúa con las demás personas vinculadas a él (docentes, tutores, directivos, trabajadores de la producción y los demás compañeros de estudio). Tal perspectiva reconoce el valor cultural que posee este contexto como potenciador de un conocimiento que en nada resulta abstracto al bachiller, pues el mismo conjuga el potencial educativo de la entidad docente productiva, la familia, la comunidad y la entidad productiva que debe corresponderse con el sistema de valores asociado a ellas.
La formación del futuro bachiller agrónomo se dirige fundamentalmente, a su inserción laboral y social. Por ende, esta debe transcurrir no sólo en la entidad docente productiva, sino, también en ambientes extraescolares que lo acerque a los espacios laborales, donde su incidencia una vez graduado es inevitable.
Finalmente, se reconoce el contexto como escenario de participación en la vida de la comunidad donde confluyen las influencias educativas de la entidad docente productiva, la familia y las entidades de producción agropecuaria sobre el estudiante que se forma como bachiller en Agronomía; para favorecer el desarrollo de la formación laboral del mismo.
1 La comunicación en el proceso de formación
Esta premisa está asociada al reconocimiento del papel que juega el docente encargado de la formación del bachiller agrónomo con respecto al diálogo y la reflexión como elementos que favorecen la adecuada comunicación entre los actores del proceso productivo en los diferentes contextos de actuación, lo que posibilita la formación integral de este profesional de nivel medio.
Existen en la literatura diversas definiciones acerca del concepto comunicación aportadas por diferentes autores, entre los que se destacan González ( 1989) y Ortiz (1995), este último la define desde el punto de vista pedagógico o educativo como “una variante de la comunicación interpersonal que establece el maestro con los alumnos, padres y otras personas, la cual posee grandes potencialidades formativas y desarrolladoras en la personalidad de educadores y educandos, con cierto carácter obligatorio para que pueda tener lugar la continuidad necesaria del proceso pedagógico”, lo que hace que sea asumida por la investigación.
En este sentido se debe estimular el diálogo en torno a las problemáticas y situaciones que se presentan en la práctica agrícola, ya sea en la propia actividad docente o fuera de ella a través de las actividades extradocentes y extraescolares con la participación de las entidades productivas e instituciones.
La comunicación que se establece entre docentes, estudiantes, trabajadores, directivos y otras personas que residen en la comunidad, en sus múltiples interacciones, se convierte en una exigencia de primer orden para el desarrollo del proceso de formación laboral agrícola; tal comunicación no puede reducirse a la simple transmisión o depósito de ideas, debe ser encuentro de reflexiones que propicien el entendimiento y la transformación de los contextos laborales donde se incide.
En el caso de una educación dirigida a la formación laboral del bachiller en áreas agrícolas, como forma de expresión plena de sus potencialidades, el diálogo no comienza en el momento en que se encuentran docente y estudiante en un contexto exclusivamente pedagógico, sino que se establece desde que el educador concibe las necesidades y potencialidades laborales de sus estudiantes y, en su contrapartida el mismo manifiesta sus intereses y necesidades laborales agrícolas.
En este proceso de diálogo a la comunidad agrícola le corresponde la tarea de entregar de forma inestructurada, sus necesidades, potencialidades y tradiciones laborales agrícolas; además la proyección de su futuro desarrollo. Al docente le corresponde estructurarlo sobre la base de los contenidos establecidos para desarrollar la docencia y que pueden tener salida en otras actividades que planifique y la entidad productiva pone a disposición de la formación del estudiante instrumentos de trabajo, máquinas agrícolas, insumos, implementos y a los trabajadores que actúan como tutores responsabilizados con la preparación del estudiante en los dos años terminales de la especialidad.
Asumir una formación de este bachiller en el contexto laboral agrícola desde la perspectiva del diálogo entre los actores del proceso de formación significa la asunción de patrones educativos donde el Instituto Politécnico Agropecuario se convierta en espacio de intercambio de culturas que permita la integración de valores, ideas y tradiciones, potenciando el tratamiento a la diversidad.
La formación laboral se articula en función del logro de una cultura que posibilite al estudiante la asimilación de la riqueza espiritual del trabajo agrícola. Asumirla desde la perspectiva del diálogo significa que en ella se engranen como un todo único, no solo la cultura social; entendida como elemento que aglutina todos los valores, y formas de pensamiento (incluidas las instituciones que promueven tales formas de pensamiento), ajustadas a las condiciones económicas, políticas y sociales de una época determinada; sino también, con la cultura institucional, en este caso la que genera la entidad docente productiva; la cultura académica, concretada en el currículum y, por último, la experiencia que posee el estudiante como resultado de su interacción con la práctica agrícola.
La cultura en la esfera de la agricultura favorece a que se conozcan las actividades laborales de mayor trascendencia para una comunidad determinada, lo que permite al docente contribuir a que el estudiante se identifique con el entorno en el cual se desenvuelve e implica la adopción de los patrones laborales de la comunidad la que, independientemente de tener variedad de fuentes de trabajo, en ella prevalece como actividad fundamental la agricultura.
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