MODELO PEDAGÓGICO PARA EL PROCESO DE EDUCACIÓN COMUNITARIA
Aida Rosa Gómez Labrada
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Desde un contexto sociocultural y educativo es importante para el proceso de educación comunitaria fundamentar diferentes categorías, entre otras, se puede citar: comunidad, participación, identidad, cultura, desarrollo. Su valoración implica revelar aquellos contenidos relacionados con la investigación y que sirven de soporte teórico en todo este proceso y su objeto de estudio, su abordaje en un sentido crítico dinamiza los fundamentos planteados.
El término comunidad como categoría importante para el proceso de educación comunitaria se estudia por diferentes autores de distintas latitudes entre los principales exponentes que han abordado sus antecedentes, definición y lugar en el sistema categorial de las Ciencias Sociales. En este sentido, Ezequiel Ander- Egg, (1988:33-34) en su obra Metodología y práctica del desarrollo de la Comunidad brinda un concepto, en el que aborda los elementos significativos a todo grupo humano, al mismo tiempo que trata de aplicarlo a niveles micro y macro sociales. De tal forma la define “...como una agrupación o conjunto de personas que habitan un espacio geográfico delimitado y delimitable, cuyos miembros tienen conciencia de pertenencia o de identificación con algún símbolo local y que interaccionan entre sí más intensamente que en otro contexto, operando en redes de comunicación, intereses y apoyo mutuo, con el propósito de alcanzar determinados objetivos, satisfacer necesidades, resolver problemas o desempeñar funciones sociales relevantes en el ámbito local...“.
Este autor hace un abordaje teórico de la comunidad, enfatiza en la organización, reconoce que el enfoque multidisciplinario en el estudio de comunidades conduce a los investigadores a situar algún rasgo de la comunidad por encima de otros. Según su interés se refiere en su definición a la unidad de grupos identificándola como unidad social, así como el área geográfica y la participación.
Por su parte Bertrand define: “Comunidad es un sistema social que abarca un número suficiente de estructuras sociales institucionalizadas para los individuos, los grupos, y las organizaciones de cara a satisfacer sus necesidades a través de la formación de relaciones simbólicas con respecto al rol que atraviesa la estructura total del sistema. Es la unidad más pequeña que puede subsistir por sí mismo”. Plantea el carácter sistémico de la sociedad en general y de la comunidad en particular, explotando el funcionamiento de este sistema, a partir de ciclos de tareas especializadas que involucran a una parte de todos y a la sociedad.
Héctor Arias (1995:10) en La comunidad y su estudio expresa la necesidad de tener en cuenta cuatro elementos esenciales: el geográfico o territorial; el social; el sociológico; y el de dirección. A su juicio una comunidad es “un organismo social que ocupa determinado espacio geográfico, que está influenciado por la sociedad de la que forma parte, y a la vez funciona como un sistema más o menos organizado integrado por otros sistemas como la familia, los grupos, las instituciones y organizaciones, los que en su interacción definen el carácter subjetivo, psicológico de la comunidad, y a su vez influyen en el carácter objetivo, material, en dependencia de su nivel de organización y su actuación respecto a las condiciones materiales donde transcurre su vida y actividad.”
Los elementos estructurales que aporta para definir y estudiar la comunidad resultan esenciales y permiten captar la complejidad del asunto, no así el enfoque funcional cuando este se extiende al componente de dirección pues con mucha frecuencia las divisiones político-administrativas no se establecen siguiendo criterios comunitarios, sino de otra naturaleza, lo cual lleva a que en ocasiones las instancias que se crean abarquen asentamientos humanos diversos o fraccionen los que existen.
En Cuba se destaca la definición que ofrece el colectivo de autores (2000:6-7) del Proyecto de Programa de Trabajo Comunitario Integrado en el que se señala que: “La comunidad se conforma objetivamente y a partir de ello puede ser definida como el espacio físico ambiental, geográficamente delimitado, donde tiene lugar un sistema de interacciones socio-políticas y económicas que producen un conjunto de relaciones interpersonales sobre la base de necesidades. Este sistema resulta portador de tradiciones, historia e identidad propias que se expresan en identificación de intereses y sentido de pertenencia que diferencian al grupo que integra dicho espacio ambiental de los restantes.” Más adelante afirma que “toda comunidad constituye un asentamiento poblacional” y se refiere a la misma como “escenario de la vida social”. Para los autores de este proyecto el elemento central de la vida comunitaria es la actividad económica, sobre todo en su proyección más vinculada a la vida cotidiana, aunque reconocen que junto a esta actividad están las necesidades sociales, tales como la educación, la salud pública, la cultura, el deporte, la recreación y otras, indicando su integración y que todas exigen un esfuerzo de cooperación.
Para esta investigación la autora tiene en cuenta la siguiente definición de comunidad: “es un grupo social que ocupa un espacio y tiempo, posee determinado desarrollo en su cultura, identidad, historia y vida cotidiana que lo hacen distintivo, comparten necesidades y trazan objetivos para la solución de problemas con el empleo de recursos que propicien el cambio en la comunidad”.
En esta conceptualizacion se tiene en cuenta la identidad y se analiza como categoría esencial del proceso educativo. En su sentido más general ha seguido múltiples aristas, en la filosofía, la criminalística, las ciencias jurídicas, la lógica matemática y en la Psicología de la Personalidad y Social, entre otras, donde se puede encontrar los antecedentes gnoseológicos de este concepto.
De tal forma, lo formativo de la identidad implica que ella no es dada de una vez y para siempre, tiene un origen y desarrollo sujeto a condiciones históricas concretas, no existe una identidad social estática como producto acabado del devenir precedente, esta se enriquece, se tornan nuevos matices en la medida que el ser humano se desarrolla y adquiere nuevos conocimientos que lo van haciendo cada día más etiquetado en un grupo social determinado.
Referente a la identidad, Tajfel incluye en su definición los elementos suficientes para definir un grupo: “conjunto de personas que se sienten como un grupo (somos un grupo) es decir, tienen una percepción de “nosotros”. Sus elementos son:
• Componente cognitivo, conocimiento de la pertenencia a un grupo.
• Componente evaluativo: la noción de grupo y la pertenencia al mismo puede tener una connotación valorativa positiva o negativa.
• Componente emocional: los aspectos cognoscitivos y evaluativos del grupo y de la propia pertenencia. Puede ir acompañado de emociones hacia el propio grupo o hacia grupos que mantienen ciertas relaciones con él.
A tal efecto Tajfel (1986:4-5) plantea como identidad social “aquellos aspectos del concepto del yo de un individuo basados en su pertenencia a grupos o categorías sociales, junto con sus correlatos psicológicos emocionales, evaluativos y de otro tipo”.
Desde esta teoría las personas tratan de conseguir una identidad positiva, evaluando de forma positiva al grupo al cual aceptan pertenecer y desde el cual se definen; esto requiere que el grupo propio sea distinto o esté positivamente diferenciado de otros grupos con los cuales pueda compararse.
En investigaciones en Cuba sobre identidad Carolina de La Torre (1995:112) expone desde la Psicología en Conciencia de mismidad: Identidad y cultura cubana: "Las representaciones compartidas en torno a las tradiciones, historia, raíces comunes, formas de vida, motivaciones, creencias, valores, costumbres, actitudes, rasgos y otras características de un pueblo son precisamente las que permiten decir que un pueblo tiene una identidad”.
Para que haya identidad comunitaria no sólo deben existir elementos comunes concientizados, debe existir conciencia de la comunidad en sí misma y de su continuidad, también la conciencia de ser un grupo con características diferentes a las de otros. La identidad se recibe, se adquiere como una herencia social, pues las identidades personales y grupales responden a diferentes influencias de la cultura sobre estos.
La identidad está siempre recreándose, enriqueciéndose mediante las más disímiles influencias. En la Identidad como Espiral Cintio Vitier, (1996) enfatiza en que “la identidad cultural es un proceso de herencia múltiples, una sucesión constante que avanza dentro de la historia de cada grupo humano, caracterizándolo dentro de la diversidad. La identidad cultural se resume en una constante fecundación; consideraciones que advertimos anteriormente y que aportan en la comprensión del fenómeno identitario en las comunidades”.
En plena coincidencia con esta definición y como una argumentación más abarcadora, Fidel Castro planteó “sin identidad no es posible la supervivencia” (Castro Ruz, 2005:3), expresión que recoge la dimensión del concepto y su valor en el sentido de pertenencia, identificación que el hombre como ser social manifiesta en el medio donde se desenvuelve: comunidad, municipio, provincia, nación. Lo identitario quiere decir nosotros diferentes a los otros, a partir de algo esencial común. Si somos absolutamente iguales entonces no existe una identidad.
La identidad en la comunidad empieza a manifestarse en el momento que los miembros de la comunidad se percatan de las diferencias: el otro se convierte en punto de referencia para reafirmar el yo, por lo que en la diversidad de la percepción social entre los comunitarios cada sujeto le confiere un valor al otro y a sí mismo, de acuerdo a sus conocimientos, habilidades, posiciones de liderazgo. En dependencia de las influencias sociales de la política, normas y valores que impone la sociedad para la formación de la identidad, en la comunidad se fortalece el sentido de pertenencia a través de las diferentes influencias educativas. Desde esta perspectiva se tiene en cuenta la identidad para esta tesis.
La categoría cultura, como manifestación en la comunidad es otro soporte necesario a tener en cuenta para el aprendizaje comunitario. La cultura sitúa al hombre como sujeto de un proceso de acentuación y transformación de valores que hereda y crea en su constante interacción con el medio, que le permite proyectar conscientemente el futuro.
La cultura no se puede trasmitir mediante el mecanismo reproductivo de la especie humana y solo es posible adquirirla mediante un largo y continuo proceso social de aprendizaje y educación. De ahí que la cultura sea un hecho específicamente humano. Al respecto Turner (1973:21) expresó “El hombre en cuanto a especie, se diferencia de los demás organismos por una aptitud para construir una cultura; dentro de la especie los grupos de hombres se distinguen unos de otros más que nada por la posesión y transmisión de culturas distintas. De esta manera, los individuos nuevos reciben del grupo en que nacen una organización de la experiencia, o sea, una mentalidad y un modo de obrar; y al ser miembros del grupo se convierten en portadores de ella”.
V. Mezhúiev (1980:46), en “La Cultura y la Historia” presenta un enfoque importante de la cultura como actividad del individuo, como primer principio y como segundo, la cultura como forma de autodesarrollo humano. Cuando la cultura es vista como actividad del individuo “el individuo es presentado en la cultura no como algo creado, sino como ser creador, no como objeto pasivo, fruto de circunstancias externas y fuera de su poder, sino como sujeto que realiza los cambios y transformaciones, como sujeto histórico”. Muestra que la cultura surge y se desarrolla precisamente en la actividad humana, la actividad práctica. Destaca el valor axiológico y en relación al autodesarrollo expone: “Precisamente como proceso de autodesarrollo, de autoproducción del hombre; la historia de los hombres forma respecto a la naturaleza una realidad especial: el campo de la cultura. En la cultura el hombre está representado no solamente como protagonista, sino también como un ser que se auto desarrolla, como sujeto y al mismo tiempo, como resultado de la propia actividad. La verdadera relación de la cultura con la actividad humana se hace comprensible solo, cuando la propia actividad se descubre como fuente, causa de formación, desarrollo y afirmación del hombre” (Mezhúiev, 1980: 49).
En esta dirección el avance de la cultura siempre tiene carácter auto creador. Existen autores que plantean como idea central el carácter histórico social y creador, cuestión que sirve de fundamento para explicar la relación de la cultura con otras esferas del accionar humano, donde los actores sociales se benefician y crecen con su influencia.
En Cuba algunos autores conciben la cultura como el conjunto de bienes materiales y espirituales creados por la humanidad:
“La cultura no es todo ni casi todo; es solo lo que nos ennoblece y nos abre el horizonte intelectual y sensitivo, lo mejor de la creación del hombre, lo que a diario se expresa en la experimentación y el cambio. La cultura como la identidad no es materia fósil, es algo que se renueva y se transforma en constante creatividad. Lo que ayer tuvo vigencia hoy podría no tenerla”. (Barnet, M., 1998:12).
"Toda cultura es un hecho esencialmente social. No solo en los planos de la vida actual, sino en los de su advenimiento histórico y en los de su devenir previsible. Toda cultura es dinámica y no sólo desde su trasplantación desde múltiples ambientes extraños al singular de Cuba, sino en sus transformaciones locales. Toda cultura es creadora, dinámica y social." (Ortiz, 1991:14).
Graciela Pogolotti (2000:13) en Salvar el cuerpo vivo de la nación ofrece algunas valoraciones sobre la cultura y la identidad cultural cubana: "La cultura existe dentro de la sociedad: De algún modo, cohesiona a la comunidad y a los distintos sectores. Cuando hablamos de una identidad en la cual nosotros nos reconocemos no quiere decir que todos seamos idénticos, sino que tenemos nuestras particularidades por muchas razones: el origen, la historia personal, el sector en el cual habitualmente nos movemos, el tipo de trabajo que desempeñamos..."
Fidel Castro (2005:3) expresó: ”sin cultura, sin conocimientos el ser humano deja de ser, ser humano”. En sentido general, todas las definiciones de cultura abordan una posición axiológica reflejada en el mundo espiritual y material que ha sido producto de la praxis de la humanidad y su carácter sociohistórico. El nivel de desarrollo alcanzado ha sido posible por los diferentes procedimientos utilizados en la transmisión y educación de formas de vida social, hábitos, costumbres y tradiciones de los diferentes pueblos.
En la medida que el sujeto social se expresa en la comunidad con determinadas características, su cultura e identidad y su enraizamiento, la propia práctica genera un cambio con un nivel de creación, un desarrollo como un proceso integral que incluye dimensiones culturales, éticas, políticas, sociales, económicas y medio ambientales, con una interrelación inherente a este propio fenómeno.
"El desarrollo humano sostenible es el desarrollo que no sólo suscita un crecimiento económico, sino que también distribuye equitativamente sus beneficios; que regenera el medio ambiente en lugar de destruirlo; que fomenta la autonomía de las personas en lugar de marginarlas. Es un desarrollo que otorga prioridad a los pobres, que amplía sus opciones y oportunidades y que prevé su participación en las decisiones que afectan sus vidas. Es un desarrollo que favorece a los seres humanos, favorece a la naturaleza, favorece la creación de empleos y favorece a la mujer." (PNUD, 1996: 23).
En el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD, 1996) se distinguen cinco dimensiones del desarrollo humano:
• Potenciación, entendida como el aumento de la capacidad de las personas que entrañan la ampliación de sus opciones existenciales, destacándose su participación en la toma de decisiones para que sean agentes activos de su propio desarrollo.
• Cooperación de las personas, en las comunidades donde viven, que permita arraigar el sentido de pertenencia a ellas. El desarrollo humano comporta una preocupación por la cultura, entendida como las formas en que las personas deciden vivir juntas. La cohesión social ha de estar basada en la cultura, las creencias y los valores compartidos.
• Equidad, no solo en términos de ingresos, sino en lo referente a capacidades básicas y oportunidades de vida. Implica la no discriminación por razón de género.
• Sostenibilidad, que como ya se ha dicho, implica equidad intra e intergeneracional.
• Seguridad, entendido por sus necesidades básicas al derecho a ganarse el sustento y la liberación de las amenazas de la enfermedad, la marginación y la represión.
Ezequiel Ander-Egg (1988:47-48) en Metodología y práctica del desarrollo de la comunidad afirma: “La práctica y el ideal del desarrollo de la propia comunidad mediante la ayuda mutua y la acción conjunta es, en algunos aspectos, casi tan vieja como la misma humanidad. A lo largo de la historia han existido varios intentos que, por vías y formas diferentes, han procurado lograr el bien común por el esfuerzo comunitario… Con la aparición de acciones denominadas programas de desarrollo de la comunidad; lo que se ha hecho es darle un nuevo ropaje a acciones muy antiguas de mutua colaboración”.
En las prácticas actuales de desarrollo comunitario en América Latina y en Cuba existen diferentes vertientes que van desde acciones individuales o colectivas, realizadas por instituciones, organismos, organizaciones y organismos no gubernamentales, a través de proyectos que no siempre conducen a un verdadero desarrollo. “A poco que examinemos las definiciones propuestas, nos encontramos con que la expresión desarrollo de la comunidad, se extiende a dos alcances diferentes: como proceso, como técnica social. A nosotros nos interesa estudiar el desarrollo de la comunidad, fundamentalmente como técnica social, o sea, como conjunto de procesos operativos destinados a desarrollar las comunidades en donde se aplica esa metodología. Pero la aplicación de la misma produce siempre un proceso” (Ander-Egg, 1980:66). En este planteamiento define el desarrollo de las comunidades como técnica social, como conjunto de procesos. Al considerar la definición de desarrollo planteada por el PNUD (1996) el desarrollo de las comunidades es algo mas que una técnica social, es el modo de desarrollar el proceso en su estructura interna, a la vez que muestra la dinámica de dicho proceso. Se puede considerar como método en tanto el ser humano, el comunitario, pasa a ser considerado como motor a la vez que objeto del desarrollo. La obtención de un nuevo conocimiento que trasforme la realidad lo lleva a ser protagonista de sus propias actuaciones para conducirla hacia niveles superiores de sustentabilidad.
Para el alcance de todas estas categorías que se analizan es importante mostrar la participación por ser general y estar presente en todo el proceso de educación comunitaria; esta ha sido abordada por diferentes autores. Díaz Bordenave (1988:19) expone que “la participación es una importante necesidad humana, representando el camino para satisfacer el deseo de pertenecer y ser reconocido, de autoafirmarse y realizarse, de ofrecer y recibir afecto y ayuda, de crear...” Aceptar que la participación es una necesidad humana básica implica aceptar también que la participación es un derecho humano, que debe ser aceptada y promovida por sí misma y no sólo por sus resultados, que su negación mutila a la personalidad y distorsiona su desarrollo."
Marco Marchioni (2001:23) se refirió a algunos presupuestos metodológicos de la participación: “la participación no puede existir sin toma de conciencia: puede participar solamente quien es consciente de la necesidad de su participación; se aprecia esta necesidad sabiendo que si no participa (el y otros) no se podrán modificar las cosas. Y naturalmente aquellas cosas que se piensa modificar ya que así como están, no están bien”. Agrega: ”la gente puede y debe participar para cambiar algo: teóricamente para mejorarlo. No se puede pedir participación de la gente en algo que ya está hecho. El elemento de la participación modifica la calidad de las cosas por las cuales se ha participado. Y este algo que queremos cambiar no puede estar decidido ya de antemano, por que así llamaríamos a la gente no a participar, sino a convencerse de algo que nosotros ya hemos decidido que es el bien para ellos.” Y continúa: “participación, toma de conciencia y cambio son tres elementos indisolubles. No se puede conseguir el primero sin querer coherentemente los otros. Y es aquí donde fallan muy a menudo los programas y las declaraciones.“ (Marchioni, 2001: 24).
Este autor aborda elementos fundamentales a tener en cuenta en la participación, deja claro que sea cual sea el origen y formas de participar los integrantes de las comunidades deben tener concientizado la necesidad de participación.
Según Ander-Egg (1984:43), existen tres condiciones básicas para la participación:
• Proporcionar instrumentos para la participación a fin de que la gente sepa como participar y realizar las actividades que supone esa participación. Y llegado el caso, desempeñar funciones de gestión y dirección. Para ello hay que saber aplicar técnicas grupales, planificar actividades, organizar el trabajo, administrar organizaciones.
• Institucionalización de los mecanismos de participación, o sea, que no dependan solo de la buena voluntad y al mismo tiempo que no se burocraticen.
• Que se aporten elementos de información para saber de qué se trata, qué es lo que pasó, añadir elementos e reflexión teóricos para dar significación a la participación en cuanto a lo que hace a su intencionalidad.
Fernando de la Riva en Gestión Participativa de las Asociaciones (1994:33) expone “Participar es tener o tomar parte, intervenir, implicarse… supone, en consecuencia, que la “presencia” es activa, comprometiendo a la persona, en mayor o menor medida… No es un fin en sí, algo que se explica y justifica por sí misma, sino un medio”.
Es acertada la definición planteada por Rafaela Macias, (2000: 4), cuando expresó ”es un proceso activo encaminado a transformar las relaciones de poder y tiene intención estratégica de incrementar y redistribuir las oportunidades de los actores sociales de tomar parte de los procesos de toma de decisiones. El proceso abordado no es un estado que se alcanza por convocatoria, ni por voluntad de quienes quieren promoverlos. Nace de la necesidad individual y colectiva y lleva implícita todo un conjunto de procesos políticos, sociales y psicológicos en tanto está protagonizado por el hombre y las estructuras y espacios sociales donde se concretan“.
En esta definición, se incluye el componente psicológico por lo que se evidencia que para la necesaria participación en la transformación y enriquecimiento de una determinada situación en la comunidad es necesario además de lo cognitivo, la presencia de lo afectivo, materializado en las necesidades, motivos, intereses, intenciones que estando latentes conducen a la participación como proceso social que genera un cambio.
El colectivo de investigadores del Centro para el Desarrollo Comunitario de la Universidad de Villa Clara (2003: 67), plantea: “Para nosotros la participación constituye una acción humana, necesaria y encaminada a fines concretos, influyente, multidimensional, que expresa una relación social democrática y permite aprendizajes de actitudes y de vínculos”.
De este concepto los autores se refirieron a algunos supuestos o principios de la participación:
• La participación no es algo que se conceda.
• No se participa en abstracto, sino en algo y para algo.
• La participación deja huellas, no es vacía ni carente de sentido.
• Se da en cualquier esfera de la vida social.
• Transcurre en una relación de horizontalidad y no de verticalismo.
• Hay que pensar y concebir la participación y promoverla en términos de proceso. Un proceso de construcción social en el que se facilitan aprendizajes.
Los autores mencionados y otros como: Paulo Freire (1982), Carlos Núñez (2000), Nidia González (2000), Cecilia Linares (2004) y Argelia Fernández (2004) tienen puntos de contactos en la construcción del concepto participación, entre los que se encuentran:
• Es un derecho humano.
• Necesaria interacción y comunicación grupal.
• Relaciones con situaciones reales de la praxis, su proceso constructivo y educativo.
• Se aprende a participar participando.
• Unidad de aspectos cognoscitivos y afectivos.
Se deduce que la participación es un proceso social donde se fundamenta una profunda interacción sociopsiológica entre los miembros de la comunidad, con un sentido de autorreflexión y análisis de la vida cotidiana, con lo que permite, desde esta axiología, un enriquecimiento de sus propias actuaciones.
La educación comunitaria, por su objetividad y su carácter consciente, es un proceso que incide en el mundo interno, en la subjetividad de los actores sociales, que supone tener presente las múltiples relaciones recíprocas y los cambios que se producen entre los amplios procesos sociales de educación en la propia comunidad.
Este proceso está constituido por factores esenciales, entre los cuales existen relaciones características bajo las condiciones de la vida cotidiana y la identidad en la propia comunidad y las particularidades de las relaciones entre los agentes que actúan como facilitadores del proceso educativo, en estas relaciones es significativo una comunicación dialógica, compartiendo saberes, donde la comunidad desempeñe un rol activo de autogestión e iniciativa, en la solución de los problemas y satisfacción de necesidades. “Se trata de concebir la educación como la tarea creadora que la comunidad asume de conocer su realidad con sentido crítico y transformarla. En esta tarea cada persona debe tener la posibilidad de no ser testigo o espectador, sino la de ser sujeto generador de iniciativas” (V. Mújica, 1988:18).
Cuando de educación comunitaria se trata es importante tener presente que es un proceso de interacción entre los mas diversas influencias educativas y el sujeto que se esta educando. El proceso de educación comunitaria es un factor estratégico determinante para el desarrollo social que cobra vida en la acción diaria de los actores en la comunidad y su protagonismo, es un espacio abierto y compartido para dichos actores que en una perspectiva de desarrollo, unos actúan como decisores en todo el proceso interaccional y educativo.
Se destaca lo planteado por Clara Suárez (2004:22) cuando expresó “El reconocimiento del proceso educativo comunitario como un proceso social, enfatiza ante todo en las relaciones interpersonales que se establecen entre individuos en diferentes sistemas comunicativos y en este proceso el individuo puede revelar los valores que aportan los conocimientos”.
Son postulados importantes para esta investigación los aportes de Paulo Freire (1973: 6-7), relacionados con la concientización: “La comprensión del proceso de concientización y su práctica se encuentra, por lo tanto, vinculada directamente con la comprensión que tengamos de la conciencia en sus relaciones con el mundo”.
Enfatiza cómo el conocimiento de la realidad es indispensable para el desarrollo de la conciencia y para el aumento de dicho conocimiento. En tal sentido argumenta: “El acto de conocer que, si es auténtico, exige siempre el desvelamiento de su objeto, no se da en la dicotomía entre objetividad y subjetividad, acción y reflexión, práctica y teoría”. (Freire, 1982:6).
Visualiza la dialéctica entre conocimiento de la realidad y transformación de esa realidad y la necesidad del ciclo gnoseológico como totalidad sin dicotomizar la fase de la adquisición del conocimiento y la del descubrimiento del nuevo conocimiento.
El proceso educativo está siempre presente en el trabajo en la comunidad, cualesquiera que sean y de donde vengan las influencias, se da un determinado grado de concientización. Freire planteó: “En la medida en que el hombre, integrándose en las condiciones de su contexto de vida, reflexiona sobre ella y aporta respuestas a los desafíos que plantea, crea cultura y se integra activamente en su propio proceso de cambio (…) a partir de las relaciones que establece con el mundo, el hombre creando y recreando, decidiendo, dinamiza este mundo. Le añade algo de lo cual es autor” (Freire, 1989).
En el proceso formativo no basta con que reciban una información y los actores sociales logren aprendérsela, es necesario que el contenido se personalice y se interiorice para que pueda ser traducido en comportamiento social activo. Paulo Freire llamó concientización a este proceso el cual hace que uno trascienda la esfera espontánea de la aprehensión de la realidad a una esfera crítica en la cual la realidad se da como objeto cognoscible y en la que el hombre asume una posición epistemológica, de ahí que la educación comunitaria tiene también como función concientizadora enseñar a los grupos, familias, organizaciones, organismos a organizarse, descubrir y actuar desde sus realidades, elaborar estrategias y producir el cambio; para ello es necesario un método que promueva esta acción-reflexión en la comunidad.
Al problematizar la educación y la calidad, Freire (1982) reflexiona en tres vertientes: Educación para la calidad, calidad de la educación y educación y calidad de vida; lo anterior se fundamenta en la premisa ”no puede existir una práctica educativa neutra no comprometida, apolítica”.
En el curso general de la actividad del hombre en la comunidad, su vida la constituyen actividades específicas que desde el punto de vista psicológico se distinguen por el aspecto más importante que caracteriza la motivación como proceso de orden superior. Se estudia por diferentes investigadores marxistas y no marxistas, entre los marxistas Vigostky, Rubinstein, Bozhovich, González Rey definen como aspecto común que si no está presente la motivación en el sujeto no transcurre la actividad.
González Rey expresó: “En la motivación superior humana la existencia de un motivo no implica necesariamente su expresión efectiva en la regulación de la conducta como ocurre en la esferas de las necesidades primarias por lo cual la finalidad del estudio de la motivación humana no puede ser la simple determinación y descripción de los motivos de la personalidad, sino el conocimiento de las regularidades que implica su expresión efectiva, así como del potencial movilizador que tiene los distintos motivos para expresarse en forma de conducta concientemente orientada por el sujeto (González Rey, F., 1995: 24).
Este planteamiento infiere que para la realización de una determinada actividad por el sujeto los motivos que impulsan deben tener como características distintivas la integración en subsistemas conscientes de regulación entre los que se señalan la autovaloración, ideales, intenciones, en dependencia del grado de configuración y significación, así será la calidad y formas de manifestaciones de la conducta, cuestiones a tener en cuenta en el proceso formativo y educativo en la comunidad.
El estudio de la educación en el ámbito comunitario como un proceso organizado y dirigido tiene un sentido educativo al estar orientado a fomentar el autodesarrollo desde las realidades y vivencias de los propios comunitarios En relación con el objeto que se aborda: el proceso de educación comunitaria, es significativo tener en cuenta a partir de la sistematización las relaciones entre las categorías expuestas y la experiencia investigativa de la autora, plantear los principios y objetivos del proceso de educación comunitaria:
Principio de la Contextualización. Se requiere tener como punto de llegada y partida para el accionar en la comunidad, las peculiaridades del contexto sociocultural y educativo con sus valores, identidad, cultura y vida cotidiana.
Principio del carácter perspectivo del desarrollo social comunitario. Es importante tener en cuenta no solo las necesidades y problemas de los procesos complejos actuales, sino también las perspectivas del desarrollo social, la autoeducación de los comunitarios y su visión futura.
Principio del carácter sistémico y orden lógico desde la diversidad social. La educación comunitaria logra sus objetivos si se tiene en cuenta la diversidad de influencias sociales y el orden sistémico e integrado de las acciones individuales y colectivas mediadas por una comunicación dialogada en la propia comunidad.
Es importante tener en cuenta los conocimientos, hábitos, habilidades, necesidades problemas, la vida cotidiana y la cultura de los actores sociales. Sobre esta base aumentará paulatinamente la complejidad del contenido y las influencias pedagógicas por lo que es importante el diseño de estrategias y programas que se fundamenten en esta lógica.
El proceso de educación supone la influencia consciente y dirigida hacia un objetivo: Fomentar y desarrollar en los comunitarios un comportamiento social activo como resultado de un sistema de influencias formativas que contenga las exigencias necesarias de la sociedad y las propias realidades de la comunidad.
Desde esta perspectiva, en el proceso de educación comunitaria es importante el trabajo simultáneo con vista a fomentar la conciencia de los comunitarios, desarrollar sus sentimientos, hábitos y un aprendizaje social significativo. Para esto es necesario una influencia sistémica y planificada sobre la esfera intelectual, sobre su conciencia, la esfera emocional (emociones y sentimientos) y la esfera volitiva (sus acciones y conductas). Si desaparece uno solo de estos componentes, el proceso de educación no logra sus objetivos, por eso uno de los requisitos que se plantea en el proceso es la integralidad de las influencias sobre el sujeto, la influencia simultánea sobre la conciencia, los sentimientos, conocimientos y conducta.
En todo este proceso cobra valor la socialización al garantizar la integración de la sociedad en tanto permite el traspaso de una u otra generación de orientaciones valorativas y pautas culturales y de conductas socialmente aprobadas. Resulta necesario para esta tesis distinguir la Sociología como fundamento en el proceso de educación comunitaria.
La Sociología al estudiar la sociedad como un sistema de relaciones donde actores sociales, grupos e instituciones conforman una estructura persigue la búsqueda de un conocimiento objetivo que tiene en su centro al hombre.
Lo educativo-comunitario penetra en la complejidad del tejido social, presupone un estudio en lo individual y lo social comunitario; el primero revela las características de los sujetos portadores de la acción educativa, la interactividad que genera un proceso de enseñanza-aprendizaje, mediado por sus propias necesidades y acciones que dinamizan el cambio en la comunidad.
Lo social comunitario se analiza en la estructura global, abarca el sistema de relaciones que se establecen entre la educación y las diferentes áreas de actuación de los comunitarios; cultura, deporte, educación, salud, entre otros, así como las relaciones con organizaciones políticas y de masas, familias y otros grupos y entre actores sociales exógenos y endógenos, que funcionan como agentes de socialización y que ejercen su función en una articulación que no resulta siempre previsible y pensada, sino espontánea y muy frecuentemente contradictorio pero siempre en una dinámica conjunta.
En tal sentido la Sociología Educativa proporciona las herramientas teóricas conceptuales y metodológicas para la comprensión de los contextos sociales, culturales, políticas, donde ocurren los fenómenos y procesos educativos, aporta herramientas reflexivas para el desarrollo de capacidades críticas para un posicionamiento de los actores sociales en el contexto especifico en el cual se desenvuelven y las distintas realidades en las cuales interactúan.
Al ser el grupo un agente importante de socialización y reforzamiento educativo en la comunidad, resulta necesario analizar las concepciones sobre grupo y proceso grupal de P. Riviere, 1995; Zarzar C.,1998; Calviño, M, 1998; Torroella G, 2002; Cucco M, 2003; Bermúdez R. y M y. Pérez L, 2003; M. D. Córdova, 2003 y Rebollar, 2003, Ojalvo, V, 2005, que constituyen también referentes teóricos en la presente investigación, pues la comunidad está constituida por grupos con determinada interacción, estabilidad, estructura y existencia de objetivos y tareas comunes que en ella se manifiestan.
“El grupo es un conjunto de personas que interactúan directamente entre sí (cara a cara), durante un tiempo relativamente estable, para alcanzar algunas metas, mediante la realización de una tarea” (Bermúdez, García, Marcos, Pérez y Rodríguez, 2002: 18)
Son características esenciales en esta definición la interacción entre los miembros, la estabilidad relativa, las metas y tareas comunes. Se requiere por tanto un espacio que posibilite el intercambio y la actividad conjunta de sus miembros.
Se asume la clasificación de grupos formales e informales, así como los aportes de P. Reviere en sus trabajos sobre grupos operativos, donde se destaca la tarea como elemento fundamental para el desarrollo del grupo y precisa dos modelos de la realidad, lo latente o implícito y lo manifiesto o explícito, además plantea lo temático y lo dinámico, la pretarea, la tarea y el proyecto.
La tarea puede ser explicita o implícita. En el primer caso se expresa abiertamente; mientras el otro tipo no resulta lo suficiente claro, no se hace consciente para los miembros del grupo, permite comprender el por qué el grupo no cumplimenta satisfactoriamente la tarea explícita. Este proceso no es lineal, surgen contradicciones, se produce un tránsito de la tarea a la pretarea y viceversa.
La pretarea constituye el punto de partida. Es el tránsito desde una situación conocida hacia una nueva donde el grupo se centra más en aquellos aspectos de menor importancia para la ejecución de la tarea, que en sus elementos fundamentales. Cuando lo anterior ocurre, el coordinador debe tomar partido y lograr que el grupo exteriorice las causas de las limitaciones que se están produciendo y cómo estas forman parte del desarrollo grupal, de manera que el grupo pueda pasar de la pretarea a la tarea.
Se produce así la incorporación de nuevos contenidos que cada uno de los miembros va concientizando y dominando con mayor profundidad, lo que propicia que este grupo pase a un nuevo e importante momento; el grupo en proyecto. Significa que alcanza un nivel superior de desarrollo.
En función de la mejor comprensión de la dinámica grupal, es necesario tener en cuenta lo manifiesto y lo latente. El primero significa lo observable directamente en el grupo, mientras que lo segundo está referido a lo que ocurre en el interior del grupo, pero que no se puede apreciar fácilmente. Lo latente está implícito en lo manifiesto. De ahí el papel del actor social que se implica como decisor para dinamizar un aprendizaje social con una axiología que fomente la participación en la solución de problemas desde la propia comunidad, desde una postura dialogada y coordinativa.
La tarea grupal está siempre en estrecha relación con la temática que se está observando y trabajando. Se puede hablar de una temática grupal y de una particular pero siempre en función de los comunitarios.
La técnica hace referencia a la forma en que se ejecuta el trabajo grupal, de qué manera enfrenta el grupo el tema relacionado y cómo se organiza para trabajarlo; qué procedimientos, medios y vías se emplean para lograr las metas propuestas.
Lo expuesto resulta de gran valor para la educación comunitaria y el éxito de la misma dependerá en gran medida del encuadre que se logre. Se entiende el encuadre como la “… delimitación clara y definida de las principales características, tanto de fondo como de forma de un contrato, ya que deberá ser establecido sobre la base de un acuerdo grupal, es decir, se trata de que el grupo tenga clara las especificaciones establecidas y se comprometa responsablemente con ello” (Carlos Zarzar, 1988: 8).
Desde estas perspectivas, las características de la comunidad, las materiales o las espirituales y especialmente de los grupos, instituciones, organizaciones, familias que la integran, influyen en la educación de los comunitarios, viéndose reflejado en su desarrollo cultural, emocional, intelectual, motivacional, ideológico y político, todo lo cual se sintetiza en su personalidad y sus cualidades. Al respecto Marx planteó “La esencia humana es algo abstracto inherente a cada individuo. Es en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales” (Citado por R. Pupo, 1990: 34).
Los comunitarios configuran y construyen conscientemente su sistema de valores en estrecha interacción con los elementos socio-histórico-culturales de su contexto, en el ámbito familiar y comunitario con las influencias integradas de actores sociales endógenos y exógenos y lo incorporan a su personalidad para identificarse potencialmente con la sociedad en que viven. A este proceso se le denomina socialización y es, “largo, difícil y escalonado” (Blanco, A., 1997:28) porque se trata del propio proceso de formación del hombre que es un ser eminentemente social, cuyo crecimiento como personalidad se produce en el contexto del sistema de relaciones sociales.
Para la comprensión de lo que significa la categoría sociedad en este proceso, se debe tener en cuenta el análisis realizado por Artur Meier (1984: 44) basado en las ideas de Carlos Marx y Federico Engels, de no entender la sociedad como una abstracción frente al individuo, sino como el resultado de “la dialéctica de la personalidad y la sociedad”.
El hombre como personalidad del proceso de socialización asimila y objetiva los contenidos sociales, entre los que se encuentran, la cultura, la identidad y las características propias del contexto donde este se desenvuelve; por tanto, el proceso de educación comunitaria como una parte constitutiva de la formación humana, constituye un aspecto importante en los estudios de varias ciencias como la Sociología General y en particular la Sociología de la Educación. Esta última no se limita al estudio de las relaciones e influencias recíprocas sociedad-educación en el proceso de socialización de los comunitarios, sino que abarca también lo que constituye su contrapartida, la individualización del sujeto, de tan necesaria atención en la formación comunitaria.
Por esta razón la Sociología de la Educación debe atender al estudio de los mecanismos de control social, de la identificación de valores a nivel social e individual, desde la diversidad social y las relaciones que se establecen en todo el tejido comunitario. La vida cotidiana es fuente para el conocimiento de fenómenos de la subjetividad social que permanecen ocultos en sus diferentes formas institucionalizadas.
Lo cotidiano en el espacio comunitario tiene una significación muy particular, expresa cómo realmente las personas se integran en el nivel más íntimo de su vida social: el lugar donde viven. María de los Ángeles Tovar señala “la subjetividad social que en la comunidad se configura en torno a lo cotidiano de sus miembros, posee una parte más estable integrada por valores, normas, creencias, entre otros elementos y otra mucho más dinámica y cambiante, configuradas en torno a las necesidades de ese cotidiano, en cómo la comunidad las valora, percibe, se las representa y las vivencia.” La sociología educativa en la comunidad promueve a nivel social una interacción entre los diferentes grupos y actores sociales el cual se desarrolla permanentemente por las propias necesidades y formas de organización donde lo individual y social se interpenetran recíprocamente en sus complejos procesos simultáneos educativos.