Ana Delia Barrera Jiménez
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El presente capítulo tiene como objetivo abordar los principales
referentes teóricos relacionados con el objeto de investigación, por lo
que se particulariza en tres núcleos fundamentales: antecedentes
históricos, caracterización del proceso de comprensión - construcción
textual y especificidad del proceso de comprensión - construcción
textual como agente motivador de aprendizaje, con énfasis en sus
particularidades en el 1er. año intensivo de las carreras de Formación
de Profesores para Preuniversitario.
I.1: Antecedentes históricos del proceso de comprensión- construcción
textual como agente motivador de aprendizaje
Los estudios acerca del lenguaje tienen su génesis anterior al siglo XIX,
donde ya existía preocupación por dar explicación al origen y desarrollo
del lenguaje, fundamentalmente en lo que concernía a cambios en la
evolución de las palabras y estructuras gramaticales. Es en esta etapa
donde comienzan a gestarse la gramática y la lingüística como ciencia.
Una respuesta mucho más profunda y abarcadora a las inquietudes
existentes en torno al fenómeno del lenguaje, desde el punto de vista
social, de su implicación en los procesos psíquicos, del papel en los
procesos cognitivos en la adquisición y uso de las lenguas, de la
trascendencia de la actividad lingüística y de la relación texto –
contexto caracterizó el surgimiento paulatino de otras ciencias como la
sociolingüística, la psicolingüística, la psicología cognitiva, la
semántica, la semiótica y la pragmática, lo cual permitió el
enriquecimiento no solo de la concepción acerca de la lengua, sino
además de su enseñanza en la escuela como un aspecto de indudable
importancia.
A partir de los criterios de la lingüística y las demás ciencias
encargadas del lenguaje, enriquecidas por la práctica social, la
didáctica de la lengua se ha ido desarrollando sistemáticamente, lo que
justifica el que se haya sustentado en diferentes enfoques a lo largo de
la historia, correspondientes como punto de partida con el enfoque
prescriptivo, el descriptivo y el productivo.
El enfoque prescriptivo, cuyo origen se remonta a la antigüedad clásica,
está asociado a la formación de patrones correctos, por lo que pretende
que estos sustituyan las formas incorrectas en el uso de la lengua. En
esta dirección enseña, en función de la comunicación, a seleccionar el
código adecuado entre las múltiples y variadas posibilidades que ofrece
la lengua, ventaja que respalda el que su utilización trascienda hasta
la actualidad. Sin embargo, se considera insuficiente el hecho de
focalizar en un solo elemento en la enseñanza de la lengua, limitante
que de acuerdo con Roméu (1987), exige su integración con otros enfoques
que fundamentan una visión mucho más acabada al respecto.
Así en la antigua práctica de la oratoria en la escuela de Grecia y
Roma, nace el enfoque productivo. En este enfoque resultaron claves
–cita Roméu- los criterios de Pestalozzi (1746 -1827), quien “destierra
de la escuela el método gramatical de carácter formal y centra su
atención en el desarrollo de habilidades, en el ejercicio de la
expresión oral, lo que le permite comprobar que es un buen instrumento
para la enseñanza de la lengua”. (Roméu, 1987: 12).
El interés por la enseñanza, centrada en el desarrollo de habilidades
para comprender y construir textos toma gran auge en la primera mitad
del siglo XX, para lo que se consideraba indispensable que para aprender
a hablar o a escribir, se logra precisamente hablando o escribiendo.
Ello presupuso, que se centrara la atención en el desarrollo de la
motivación por ambos procesos; a su favor actuarían entonces el
tratamiento de temas sugerentes para el alumno, como vía para despertar
su atención y espontaneidad.
Se destaca dentro del enfoque productivo, la enseñanza de la composición
libre, cuyo éxito se vincula a que el alumno quiera escribir, lo que
implica que esta concepción prepondera la existencia de lo motivacional
en la base del proceso lingüístico.
El desarrollo de habilidades para la producción oral y escrita como
esencia de este enfoque, respalda su significación asociada al énfasis
en la comprensión-construcción textual. Mas, constituye una limitante en
él, el hecho de puntualizar solo en la habilidad, lo que ofrece una
visión fragmentada e incompleta del acto comunicativo; lo cual “conspira
contra la necesidad de integrar el conocer, el saber, el saber hacer y
el saber ser”. (Roméu, 2007:44).
El siglo XX en sus inicios fue testigo del nacimiento de la lingüística
moderna, en la que un lugar privilegiado corresponde a Ferdinand de
Saussure, quien se ocupó fundamentalmente del estudio de la lengua en sí
misma y quien aportó: la definición de lengua como sistema, el concepto
de signo lingüístico, la diferencia entre lengua y habla, diacronía y
sincronía.
Con la posición saussuriana, se relaciona el enfoque sistémico,
encargado del conocimiento sincrónico del sistema de la lengua con una
finalidad en sí misma, el cual reconoce la influencia de diferentes
factores en la producción del lenguaje, entre ellos el psíquico, lo que
implica indirectamente al aspecto motivacional dentro de este factor.
En su momento, los estudios realizados por este investigador resultaron
de gran importancia para el desarrollo de la ciencia del lenguaje; sin
embargo, es notable su limitación de no tener en consideración los usos
y necesidades comunicativas, que imprescindiblemente se vinculan al acto
de intercambio y producción de significados.
Los seguidores del lingüista ginebrino redujeron lo sistémico a la
forma. Mientras el llamado Círculo Lingüístico de Praga, en el que se
destaca entre otros Jakobson (1988), abre el camino hacia el estudio de
la lengua como unidad de contenido y forma.
En detrimento del estructuralismo, se desarrolla a partir de los años 50
del siglo anterior la gramática generativa o transformacional, como
representante del enfoque descriptivo de la lengua, liderado
fundamentalmente por Noam Chomsky, lingüista norteamericano que
identificó la lengua como un sistema de reglas que de manera explícita y
bien definida asigna descripciones estructurales a las oraciones. De
esta manera el investigador, identifica la gramática generativa, de
acuerdo con Lomas (1993), al conocimiento del sistema de reglas de una
lengua y las divide en componentes y aún cuando se reconoce muy ligado a
estos los componentes interpretativos, hay una tendencia a destacar lo
sintáctico como lo esencial. Aboga Chomsky por la independencia del
lenguaje refiriéndose a su especificidad y al carácter innato que de
alguna manera condiciona su desarrollo en el niño. En este sentido, es
válido señalar que ciertamente lo innato es importante, pero tiene que
verse en relación con lo socialmente adquirido, a partir de la
interacción con el medio, que es lo que condiciona en el psiquismo
humano, el principio de la unidad entre lo innato y lo adquirido.
Chomsky (1975) no niega la necesaria convergencia de aspectos
lingüísticos y aspectos cognoscitivos durante ciertos estadios del
desarrollo, pero tampoco presupone una relación determinante, aunque en
algunos casos sea difícil disociarlos. El innatismo, representado por
este, sostiene que, independientemente de los factores ambientales -
necesarios pero no determinantes- el ser humano viene “equipado” para
ejercer el lenguaje articulado. Bajo la noción de “competencia” aparece
incluida la competencia lingüística como saber intuitivo del sistema de
la propia lengua.
No obstante sus aportaciones en términos de competencia, Chomsky no
logra resolver el problema entre la lengua y la actuación, pues al
referirse solo a la competencia lingüística, limita la eficiencia de la
comunicación. El paradigma chomskyano, afirma Roméu (2007), “ha sido
refutado por considerar la lengua como un sistema axiomático, que niega
su carácter de producto de la actividad práctica y cognoscitiva y
contradice su carácter social, lo que lo lleva a admitir que la
influencia de los factores externos solo afecta la actuación, pero no la
competencia”. (Roméu, 2007:14).
Resulta innegable la importancia de las anteriores concepciones para la
enseñanza de la lengua en cuanto carácter descriptivo, pero ha de
señalarse que constituye una limitante común la exclusión del habla de
los análisis efectuados, por tanto se atiende la caracterización de las
estructuras lingüísticas desvinculadas de lo comunicativo propiamente
dicho y por consiguiente desvinculadas además de lo afectivo -
motivacional.
Nuevas concepciones superaron los estudios lingüísticos y su enseñanza
en la escuela a partir de la segunda mitad del siglo XX, donde se
destaca que en la comunicación, además de lo informacional y
cognoscitivo, un lugar especial le corresponde a lo emocional. Esta
tesis denota un paso de avance en relación con lo personológico, pero no
supera la linealidad del análisis, en tanto no lo tiene en cuenta en el
proceso interactivo. El aspecto motivacional por ende, continúa solapado
como posible inferencia del lector.
La profundización en torno al concepto de competencia lingüística antes
referido, condujo a nuevas reformulaciones a favor de la lengua y su
uso, lo que devino en la consideración de la competencia comunicativa
defendida por Hymes (1972), quien se opone a la concepción de Chomsky de
un hablante - oyente ideal en una comunidad lingüística homogénea que
desconoce los factores socioculturales que implica el lenguaje. De este
modo, en la enseñanza de la lengua comienza a usarse un enfoque
funcional, que condiciona el desarrollo de la competencia comunicativa
como eje central.
A pesar de las reformulaciones de Hymes y otros, sus análisis resultan
incompletos, en la medida que no consideran la naturaleza sociocultural
del lenguaje no obstante, hay que admitir que estas apuntan hacia una
concepción superior desde el punto de vista teórico y didáctico para la
enseñanza de la producción textual, en el que está implicado el alumno
en las diferentes situaciones de comunicación en las que participa.
A partir de los años 70 y como consecuencia de los estudios e
investigaciones de la psicología cognitiva, se pone especial énfasis en
los procesos cognitivos en los que el lenguaje está implicado: el
proceso de comprensión y las estrategias mediante las cuales las
personas atribuyen significados a los textos. En esta dirección, el
enfoque cognitivo de la comprensión de textos pone el énfasis en los
procesos mentales que se dan en el sujeto cuando interacciona con el
texto. Al respecto opina Elosúa (2000), que “se supone que las
representaciones mentales, que se derivan de la lectura del texto en
interacción con el conocimiento y experiencia del sujeto, no son una
mera copia de significado del texto, sino que más bien los procesos
mentales que lleva a cabo el sujeto son resultado de procesos
estratégicos de construcción”. (Elosúa, 2000:14).
Nuevas posiciones centradas en el texto, en las aportaciones de la
pragmática, la sintaxis y la semántica vinculadas al discurso están
representadas en el enfoque comunicativo, que condiciona la enseñanza de
la lengua con más efectividad, al partir del propio acto discursivo del
hablante, de sus intenciones comunicativas y su uso en situaciones
concretas. Lo motivacional en este sentido, subyace en el contexto de
comunicación, en el que un papel esencial corresponde al sujeto y sus
respectivas necesidades, mas, constituye un aspecto al que se tiene en
cuenta como parte de la base del aprendizaje, pero que no conduce a
preocupaciones mayores al concebir la enseñanza de los procesos de
significación.
La segunda mitad de siglo XX, según sistematización realizada al
respecto por Lomas y otros (2000), se caracterizó por una gran riqueza
investigativa en relación con el fenómeno del lenguaje, en los que
sobresalen desde diferentes posiciones los siguientes: constructivistas
(Piaget, 1969; Col, 1996); racionalistas (Chomsky, 1957, 1975);
cognitivistas (Bruner, 1972; Ausubel, 1983), y las concepciones
psicolingüísticas que enfatizan en el origen sociocultural de los
procesos psíquicos superiores. (Vigotski, 1966, 1979; Luria, 1982).
En todos los casos se reconoce, a partir del análisis de la relación
entre lenguaje y pensamiento que estos no constituyen una identidad,
pero sí están indisolublemente vinculados, por lo que entre ellos existe
una estrecha unidad. En esta dirección sobresalen los puntos de vista de
Vigotski.
Para Vigotski, una frase puede expresar diferentes pensamientos y un
pensamiento puede ser expresado por diferentes oraciones (enunciado)
(ello constituye la base de diferencia entre la estructura profunda y la
superficial que Chomsky propugna mucho más adelante, en 1983); Vigotski
establece el significado como la unidad del pensamiento verbal, parte de
la esencia generalizadora de la palabra como elemento mediatizador entre
el hombre y la realidad en el acto comunicativo (acto de habla), la
palabra asume un sentido condicionado por la intención y el contexto;
desarrolla la teoría de la formación de conceptos, dándole un papel muy
destacado a la palabra. (De aquí es obvio, llegar a la importancia del
idioma como macro eje transversal del currículo); establece que todas
las funciones psíquicas superiores son procesos mediatizados y los
signos son los medios básicos para dominarlos y dirigirlos; investiga
además los procesos en la adolescencia, donde comienzan a formarse los
conceptos verdaderos.
Los estudios vigotskianos, desde su enfoque histórico cultural,
constituyen sin lugar a dudas, un referente esencial para la comprensión
y tratamiento de la lengua y su uso, los cuales permitieron que la
visión y actuación al respecto continuaran enriqueciéndose.
Con los avances de la psicología cognitiva ve la luz el enfoque
cognitivo, ampliado a su vez por las concepciones sobre la lingüística
del texto, por lo que se trasciende a un enfoque cognitivo-
comunicativo. (Roméu, 1996) y que superado por el desarrollo de las
teorías del discurso deviene en el enfoque cognitivo, comunicativo y
sociocultural, el cual se asume en el marco de la presente tesis como
referente didáctico fundamental para el desarrollo del proceso de CCTAMA.
El mismo tiene como objetivo esencial contribuir al desarrollo de la
competencia cognitiva-comunicativa y sociocultural del alumno, o sea,
competencia lingüística (habilidad para emplear los medios o recursos
lingüísticos); competencia sociolingüística (habilidad para adecuar los
medios lingüísticos a las características de la situación y el
contexto); competencia discursiva (habilidad para relacionar
coherentemente las partes del discurso como un todo) y competencia
estratégica (habilidad para iniciar, desarrollar y concluir la
comunicación).
Este enfoque se sustenta en la concepción dialéctico-materialista acerca
del lenguaje, como capacidad humana que se forma en el proceso de
socialización del individuo, en correspondencia con los postulados de la
escuela histórico-cultural de Vigotski, que considera el lenguaje como
un fenómeno social e histórico, que revela la unidad de lo afectivo y lo
cognitivo, lo interno y lo externo, el carácter activo de la conciencia
y la relación de la enseñanza y el desarrollo. Asimismo “asume las
concepciones acerca de la lengua como ideología (Bakhtín, 1979), que
reconoce el carácter dialógico y polifónico de la comunicación y que
contempla la relación con el otro, así como los componentes afectivos,
motivacionales, creativos y axiológicos que se revelan a través de
ella”. (Roméu, 2007: 9). En relación con esta última idea, la autora de
la tesis opina que es necesario considerar lo motivacional más allá de
un componente que se revela en la comunicación al verse reflejado en
ella; es preciso entender la comunicación como un proceso que contiene
en el interior de cada enunciado, al sujeto que se comunica, y por
tanto, a su motivación. La comunicación en este sentido, convertida en
el sujeto, a través de su propia voz, actuará a favor o no de lo
motivacional específicamente, si equipara al alumno en este caso, de las
herramientas (habilidades comunicativas) suficientes para ser
protagonista de la construcción de sus propios conocimientos, si conduce
a que en él se den nuevas necesidades, que lo conduzcan a la obtención
de nuevos motivos como satisfacción a estas en relación con el
aprendizaje que exige su propia formación. Por tanto, el profesor no
puede conformarse con “ver” lo motivacional en el resultado lingüístico
de cada alumno, o simplemente como una premisa para que este se efectúe,
sino que tiene que potenciarlo como un elemento que además se genera
desde lo comunicativo en sí.
El enfoque al que se hace referencia se sustenta en los siguientes
principios: La concepción del lenguaje como medio esencial de cognición
y comunicación humana y de desarrollo personológico (lo cual revela la
relación entre el pensamiento y el lenguaje), la relación entre el
discurso, la cognición y la sociedad, el carácter contextualizado del
estudio del lenguaje, el estudio del lenguaje como práctica social y el
carácter interdisciplinario, multidisciplinario y transdisciplinario y a
la vez autónomo del estudio del lenguaje.
Este enfoque, según Eco (1988) “permite analizar los procesos culturales
como procesos de comunicación, los que trascienden todos los espacios y
contextos de comunicación social humana”. (Eco, 1988:24). A su vez, está
indisolublemente vinculado a una concepción interdisciplinaria en los
estudios del lenguaje, que tiene su origen en la propia naturaleza
interdisciplinaria del conocimiento humano y que asume los postulados de
la lingüística discursiva y el análisis del discurso, que ponen de
relieve, plantea Van Dijk (2000), la relación entre el discurso, la
cognición y la sociedad.
El enfoque en cuestión opera con un sistema de categorías que se revelan
en el proceso de comprensión, análisis y construcción textual: actividad
comunicativa, texto, significado, contexto, función/uso, situación
comunicativa, intención comunicativa, finalidad comunicativa,
procedimientos comunicativos, medios comunicativos funcionales (fónicos,
léxicos, morfológicos y sintácticos.
La aplicación consecuente de este enfoque presupone el logro de la
competencia cognitiva, comunicativa y sociocultural del alumno, es
decir, que posea conocimientos para usar el lenguaje a fin de comunicar
lo que desea expresar en todas y cada una de las situaciones, pues, de
acuerdo con Montaño (2005), en todas las áreas curriculares se
desarrollan procesos de comprensión y producción de significados y esos
procesos son claves en la conformación de un pensamiento original,
propio, valorativo y crítico acerca de la realidad, lo cual convierte la
clase de cualquier asignatura en una interacción lingüística; al decir
de Parra (1989), permanente y recíproca entre el maestro y el alumno, a
través del lenguaje como dimensión de lo humano estrechamente ligado a
la vida y a la acción social.
En la actualidad resulta ser este el enfoque consensuado que rectora la
enseñanza de la lengua en Cuba y que prueba sus ventajas en términos de
integración de lo cognitivo, lo comunicativo y lo sociocultural, como
resultado de la reconceptuación efectuada y que revela, a partir de los
principios en los que se sustenta, la unidad del pensamiento y el
lenguaje en el proceso de significación, lo cual “pone de relieve las
funciones noética y semiótica que este realiza, al participar en la
construcción del pensamiento (noesis) y transmisión de sus significados
(semiosis) mediante diferentes códigos, de los cuales el código verbal
(Vigotski, Luria y Van Dijk) resulta esencial”. (Roméu, 2003: 4). Se
destaca por tanto, la importancia del lenguaje en la formación integral
de la personalidad del individuo, desde los puntos de vista cognitivo,
metacognitivo, afectivo- emocional, axiológico y creativo, como
resultado de su interacción con el contexto sociocultural.
Desde el punto de vista didáctico, es alentador reconocer que a pesar de
las limitaciones, ha habido un progreso de una enseñanza estructural
estrictamente normada, hacia una clase interactiva donde la situación
predominante, al menos intencionalmente, es de intercambio, de
desarrollo de competencias comunicativas. Los nuevos enfoques, de
acuerdo con Fernández (1994), no buscan solo enseñar en situación el
sistema de la lengua, sino enseñar a comunicar también las reglas
sociales y culturales que rigen el intercambio verbal. La escuela ha
renunciado por tanto, alega el autor, “a seguir viendo el acto
lingüístico como simple empleo de estructuras, pues se ha tomado
conciencia de que se trata de la aplicación de modelos de interacción
altamente elaborados”. (Fernández, 1994: 11).
En Cuba, se ha ido consolidando el proceso de enseñanza de la lengua,
con particular énfasis en los procesos de atribución y producción de
significados textuales en situaciones específicas de comunicación, a lo
que se ha prestado gran atención en la formación de profesores. Dicha
consolidación condujo a la validación del enfoque comunicativo (Roméu,
1992), cognitivo, comunicativo (Roméu, 1996), hasta llegar a partir de
la profundización de este último, al enfoque cognitivo, comunicativo y
sociocultural. La evolución en los términos abordados se evidencia en la
amplia gama de investigaciones realizadas en relación con el proceso de
comprensión y producción textual, no solo en relación con su pertinencia
dentro de la lengua materna, sino como parte de la enseñanza de lenguas
extranjeras, así como en relación con su incidencia en el desarrollo de
un buen aprendizaje.
En este sentido, la sistematización efectuada al respecto, permiten a la
autora plantear que ha habido una tendencia a tratar estos procesos de
forma independiente, a pesar de reconocer la estrecha relación que entre
ellos existe y su tratamiento ha sido enfocado fundamentalmente como
potenciador de aprendizajes, no así, al menos de forma explícita, como
potenciador de motivación. La preocupación en esta dirección ha estado
relacionada con la motivación por el propio proceso de comprensión y
construcción textual, pero no explícitamente se ha declarado, a favor de
la motivación hacia el aprendizaje de forma general.
Autores como García Alzola (1972), Mañalich (2003), Roméu (1994, 1996,
2003), Florín (2003), Sales (2000), Domínguez (2007), Secades (2007) y
Castellanos (2002), entre otros, reconocen la trascendencia de lo
motivacional para que se dé con efectividad el proceso que se aborda. En
este sentido, se destaca la importancia y necesidad de garantizar como
punto de partida, el hecho de que el estudiante esté motivado por la
comprensión y construcción textual, incluso durante toda la actividad,
lo cual garantizaría la dinámica del proceso en cuestión, por lo que es
necesario - defienden dichos autores - que se conciba una clase de
lengua donde prime la creatividad durante el desarrollo de la actividad
cognoscitiva, algo no logrado aún; al respecto afirma Florín “ (…) poco
espacio se ha dedicado a los mecanismos de estimulación y a lo que
denominamos motivos creativos”. (Florín, 2003:1001).
En algunos casos, (Alzola, 1987; Roméu, 1994, 2003; Domínguez, 2007)
consideran la motivación como la primera etapa por la que transita la
construcción textual, por lo que se asocia a la fase de orientación de
la actividad de escritura. Otros, como Schmidt (1980), López (2003),
Sales (2003), sugieren en la etapa de pre lectura, la activación de
esquemas previos que estimulen el tratamiento en clases de estos dos
componentes de la lengua, lo que reitera el énfasis en lo motivacional,
intrínsecamente ligado al desarrollo de habilidades inherentes al
proceso lingüístico, como finalidad de la clase de lengua
fundamentalmente.
Sobre las limitaciones más importantes existentes en contra de la
efectividad del proceso que se trata, Mijares (2003) considera el hecho
de que la lectura no genera motivos y necesidades en los niños que los
hagan amar el acto de la lectura, “no sienten gozo por dicha actividad y
ello hace muy rara la presencia del hábito de lectura”. (Mijares, 2003:
2).
En esta dirección, se ha declarado (Roméu, 1994; Martínez,1990; Mijares,
2003), que la lectura de textos en todas las asignaturas, relacionados
con el contenido que se va a tratar, estimula al alumno hacia dichos
contenidos; sin embargo, la utilización del texto, según los resultados
investigativos de la autora, no trasciende el momento inicial de la
clase.
La intención de potenciar la creatividad y asegurar un nivel
motivacional de partida efectivos, condujo a que se centrara la atención
en la elaboración de tareas de aprendizaje que así lo propicien. En
efecto, por parte de los lingüistas, se ha reconocido que es
imprescindible que se desarrolle el proceso de significación para que se
produzca el aprendizaje de forma general, y específicamente de las
lenguas, constatándose que el énfasis se ha puesto en la relación
procesos de significación – aprendizaje y no precisamente, en la
relación procesos de significación (comprensión –construcción textual) –
motivación.
La importancia de la tarea para el aprendizaje de lenguas ha sido
destacada por lingüistas como Nunan (1989), refiriéndose exactamente a
las tareas comunicativas y su rol en el PEA de las lenguas extranjeras.
Al respecto metafóricamente plantea:“(...) la elaboración de programas
se encarga de elegir nuestro destino de viaje, mientras que la
metodología se encarga de determinar la ruta que tomaremos para
alcanzarlo...” y agrega que “(...) la resolución de tareas desempeña un
papel tan importante en la adquisición de lenguas que el camino se ha
vuelto más importante que su destino”. (Nunan, 1989: 10).
Sobre este particular Benítez plantea: “La tarea es la célula básica de
la organización del proceso docente-educativo de lenguas extranjeras,
que posee un objetivo, estructura y secuencia bien determinados, sus
dimensiones se corresponden con las cuatro áreas de competencia”.
(Benítez, 2003: 39). Esta autora destaca en la primera fase (de
preparación) la necesidad de crear motivación para la ejecución de la
tarea. Nunan y Arenaza (1993), consideran que quien elabora el programa,
debe ante todo evaluar las necesidades e intereses que llevan a los
alumnos a aprender una lengua.
Arroyo (1999), la define como la unidad de la organización de la
actividad docente, que propicia el desarrollo de una serie de acciones
cognitivas y de comunicación, las cuales posibilitan la solución de
problemas reales en relación con una segunda lengua.
Son los psicólogos, los que en defensa del aprendizaje autorregulado han
argumentado el papel de la tarea a favor de lo motivacional, a partir de
los valores que deben distinguirla:
Valor de la realización: es la importancia de hacer bien la tarea; cómo
el éxito de la tarea satisface las necesidades personales.
Valor intrínseco o de interés: se refiere al placer que se encuentra en
la realización de una tarea.
Valor de utilidad: alude a la contribución de una tarea para satisfacer
las metas propias. (Woolfolk, 1996:372).
Al respecto, reconoce Woolfolk, la importancia de las tareas auténticas,
vistas como aquellas que tienen alguna relación con problemas de la vida
real que los estudiantes enfrentarán afuera del aula, ahora y en el
futuro, pues estas le conceden un valor genuino al trabajo, una
significación especial.
Para Carlos Álvarez de Zayas (1999), la tarea es célula básica del PEA
porque en ella se presentan todos los componentes y leyes del proceso.
En cada tarea hay un conocimiento a asimilar, una habilidad a
desarrollar y un valor a formar. Para el éxito de la tarea, asegura
González Collera (2004), es imprescindible la garantía de un mecanismo
que impulse al alumno a su resolución: motivación.
En consecuencia, lingüísticas, psicólogos y pedagogos explícita e
implícitamente, destacan las funciones didácticas de la tarea:
Aseguramiento del nivel de partida, motivación, orientación hacia el
objetivo, tratamiento de la nueva materia y control. En todos los casos,
se destaca las potencialidades de la tarea de aprendizaje para
desencadenar lo motivacional en el alumno. Mas, se insiste
fundamentalmente en la necesidad de crear motivación para favorecer la
ejecución de la tarea, por lo que se corrobora el hecho de fijar la
atención en el aspecto motivacional, esencialmente como punto de partida
que asegura el éxito de la actividad de aprendizaje.
El análisis suscitado permite plantear que, aún cuando implícitamente se
haya coincidido en la influencia del proceso de comprensión –
construcción textual sobre lo motivacional, no se han encontrado
evidencias de que se haya teorizado al respecto, lo cual exige de una
respuesta desde el punto de vista científico, que contribuya a
enriquecer la visión con la que se trata el proceso objeto de
investigación.
A modo de síntesis, se comprueba que los estudios en torno al lenguaje y
su enseñanza han transitado por varias posiciones y enfoques, los que
van desde el enfoque prescriptivo, descriptivo, productivo,
comunicativo, cognitivo, cognitivo-comunicativo, hasta el actual y
predominante en Cuba, enfoque cognitivo, comunicativo y sociocultural.
Este recorrido avala el tránsito favorable de una lingüística y
didáctica de la lengua a una lingüística y didáctica del habla; camino
que revela puntos de contacto, aunque no lo suficientemente, entre el
proceso de significación y el motivacional.