3.6 ¿Y Oaxaca?
Las disciplinas sociales, se han dado a la tarea de intentar comprender aspectos religiosos o sagrados desde diversas ópticas. En este sentido, lo descrito a continuación, tiene la pretensión de exponernos unas facetas al respecto de las visiones que se han utilizado para comprender los complicados laberintos de la espiritualidad humana en tierras oaxaqueñas.
Por mi parte coincido con lo dicho por Masferrer en su libro Es del César o es de Dios, Un modelo antropológico del campo religioso quien nos comenta que la globalización fortalece los procesos de multiculturalidad, situación que como bien señala, contribuye a la pluralidad religiosa, tanto al interior de las iglesias, como el surgimiento de nuevos movimientos y grupos religiosos (2004: 18-19). Para efectos prácticos en torno a la revisión que se pretende mostrar, he decidido presentar este apartado, en tres divisiones: el primero tiene que ver con una revisión somera, tomando datos de INEGI para el años 2000, sobre el campo religioso oaxaqueño, acto seguido, los trabajos perfilados al estudio de lo sagrado y en segundo termino, los de religión, todo esto con la finalidad de mostrar, describiendo, la abundancia de lo escrito (o descrito), situación que hará proceder a una discusión de las y los ausentes en pesquisas con temáticas referentes a los no católicos. Dicho sea de paso, este trabajo no concluye, sólo pone unos primeros pasos para fomentar la discusión sobre la situación actual del campo religioso del Estado de Oaxaca, sus actores y actrices, así como las problemáticas o retos a los cuales se enfrentan en nuestros días.
3.6.1 Reflexiones sobre las configuraciones del campo religioso y sus formas de relacionarse con el Estado oaxaqueño a través del tiempo
En el presente escrito se disertarán aspectos referentes a las formas de relacionarse de las sociedades religiosas con el Estado oaxaqueño en perspectiva histórica, procurando tocar la configuración del campo religioso contemporáneo, como resultado del pasado.
En este sentido, nos apoyaremos en dos conceptos que servirán como eje o brújula en esta reflexión. El primero tiene que ver con el Estado, pensado para fines de este ensayo, como un concepto político, que se refiere a una forma de organización soberana y coercitiva, formada por un conjunto de instituciones involuntarias, mismo que cuenta con el poder de regular la vida sobre un territorio determinado. Para el caso del concepto del campo religioso, lo pensaré como la red de relaciones sociales, políticas y económicas entre sociedades religiosas, de una manera exógena y endógena. Esto quiere decir, que no sólo lo concibo como las relaciones que se dan entre sociedades religiosas in situ, si no también, cómo se relacionan las mismas, con otras estructuras sociales e instituciones tales como el Estado. Estas relaciones, no las pienso como desiguales, si no diversas, con lógicas producto de una historia particular y culturalmente propia, sin negar los factores ajenos a la misma, que sugieren hibridaciones, como resultado de la necesidad de mantenerse vigentes.
Cabe señalar, que esta reflexión se sugiere en medio de una perspectiva de carácter macro estructural, dejando de lado, muchas particularidades, se procuró al respecto, hablar de actores sociales encarnados desde las instituciones mencionadas, sin hacer mención de las microhistorias, cumpliéndose para este caso, un primer acercamiento a un tema que bien podría abordarse desde diversas ópticas y necesidades, esta desde luego, es una de tantas. Para el caso espacial, sugerimos la entidad oaxaqueña, los tiempos: diversos, la idea es llegar a nuestros días y sugerir un balance de la situación que experimentan las relaciones Iglesias/Estado en Oaxaca, anexando al panorama, las otras Iglesias o sociedades religiosas, conocidas también como evangélicas y/o protestantes, interrogándonos si los tipos de relaciones de las instituciones mencionadas, son resultado de aspectos que suceden en la escena internacional o simplemente responden a las propias dinámicas de la región.
Esta historia la vamos a ubicar desde antes que podamos localizar un Estado oaxaqueño, me refiero a los tiempos del virreinato. Los mismos los acotamos en tres siglos aproximadamente: del XVI al XVIII. Para estos tiempos, sería un error plantear un Estado en Oaxaca. El mismo, si existió, tenía su sede en la península ibérica, contando con una especie de reflejo o representación en su modalidad de Virreinato, estando centralizado en la zona occidental de lo que hoy conocemos como la República mexicana. El resto del virreinato, fue considerado (aun en nuestros días) como provincias, espacios alejados, importantes, pero no necesarios para algo o alguien en específico, a menos que iniciaran una gran producción significativa de algún producto que enriqueciera a la Corona española. El virreinato de la Nueva España, nunca fue uniforme, pese a tener una supuesta idea y ejercicio del Estado. Esto como resultado de las variables geográficas y culturales. Este caso se agudiza para la provincia de Antequera, ahora conocida como el Municipio de Oaxaca de Juárez . La gran cantidad de grupos etnolingüísticos, la anexión de población africana (en la costa) y la incursión de europeos, aunada a la geografía accidentada de la región, complejizan los panoramas culturales y políticos, haciendo el acceso de cada una, un reto difícil de concretar.
Es un hecho que las políticas multiculturales que hoy día, se asoman en los discursos políticos, no estaban presentes para aquellas épocas, siendo de suma importancia la labor que efectuaban las órdenes religiosas en los espacios que albergaban gran población indígena y afromestiza.
El trabajo de reconocimiento lingüístico, así como de las interpretaciones de las culturas aborígenes para el caso de la Antequera, y otras regiones de las tierras hoy reconocidas como oaxaqueñas, estuvo a cargo de la orden religiosa dominica. Esta misma, al igual que muchas otras que se ocuparon de expandir el evangelio católico , asumen el papel de una especie de "representantes de los desamparados, desvalidos o salvajes", es decir, las y los indígenas.
Este rol autoasumido de parte de las órdenes religiosas, ya que no lo reciben por parte directa de la población indígena, da como resultado una alianza que se convierte en costumbre entre dos instituciones, concebidas como una sola entidad: Iglesia/Estado. Desde luego que esta costumbre no es novedosa ni para las nuevas tierras ni para el viejo continente. Las tierras mesoamericanas, ya estaban familiarizadas con la teocracia, y los iberos intentaban salir de una edad media, caracterizada por la fuerte influencia de la iglesia católica en el Estado. Tres sinuosos siglos de virreinato, estuvieron acompañados de esta mancuerna indisoluble y altamente efectiva, cambiando la práctica en una costumbre, hasta llegar a un establishment, heredado de manera casi automática aun en tiempos independentistas. No es casualidad que Antequera defendiera a capa y espada a la monarquía española, siendo de las principales fortalezas virreinales que se erigen ante la oleada independentista. Vale la pena aclarar que el concepto de establishment, será entendido para este apartado, como un conjunto de personas unidas con el fin de ejercer y perpetuar el poder, representados en diversas instituciones avaladas o dentro del mismo Estado
3.6.2 Iglesia y Estado en el siglo XIX, cambios y persistencias
Los sentimientos de la nación, redactados por el Cura Morelos, durante la primera década del siglo XIX, reafirman el establishment dual catolicismo/Estado, en la joven nación mexicana. Resulta necesario recordar, que aunque semánticamente utilizamos a las palabras iglesia católica como un todo, al interior de la misma, existen varias corrientes, pensamientos o posturas ideológicas y/o doctrinales, que suelen variar en cada tiempo y espacio.
Pese al dilema citado, pensaremos a la Iglesia católica como una entidad única e indivisible, poseedora de una dirigencia y estructura vertical, al menos para los fines del presente escrito. La construcción del Estado mexicano, tiene su punto de partida en 1813, siendo los Sentimientos de la Nación, el documento que da paso a un largo y sinuoso recorrido por los intentos de crear elementos unificadores de identificación, así como simbolismos que puedan aspirar a la cohesión de una incipiente ciudadanía. Es el punto número dos de los Sentimientos de la Nación, que nos sugiere un primer semblante de la construcción de un elemento que funcionaria como cemento sociocultural, en una nación tan diversa. Que la religión católica sea la única sin tolerancia de otra, versaba el segundo aspecto enlistado en el documento citado. Esto nos hace recordar el último intento que tuvo la misma Roma, a finales de su imperio, para unificar su desmantelado Imperio. La religión cristiana, en su versión católica, para el caso de México, se convierte en el pilar más importante del Estado. Un pilar más que simbólico, real, palpable de todo lugar e influencia del jovial Estado mexicano.
Este aspecto, desde luego deja de lado al resto de sociedades religiosas, creando sentimientos de intolerancia y persecución a las y los creyentes y seguidores de otros credos. Para la década de los años sesenta del mismo siglo decimonónico, el presidente Juárez, envuelto por los pensamientos liberales de aquellos años, impulsa la apertura de aquellas leyes consensuadas por Morelos, otros líderes y sectores del país. Abrir a la inversión extranjera a México, implicaba restarle influencia sociopolítica y económica a la Iglesia católica y permitir el acceso a inversionistas de otras denominaciones religiosas y naciones de países con un mejor desarrollo económico.
En medio de todos estos cambios en la escena nacional, Oaxaca, se queda para mi gusto, estática. Son mínimos los intereses para los inversionistas extranjeros en la región. En este sentido, la iglesia católica, monopoliza su radio de influencia con la fuerza del Estado, creando barricadas ideológicas que argumentadas con las supuestas tradiciones oriundas, cierran posibilidades de acceso para diversificar a las sociedades que residen en este punto del país. No es casualidad, que Oaxaca en nuestros días sea uno de los lugares con más casos registrados de intolerancia y persecución religiosa del país.
Pese a los intentos de Juárez, así como de otros liberales, la Iglesia católica, se convirtió, al igual que en muchos Estados, en la mejor posibilidad de refugio para los caciques, comerciantes, políticos entre otros grupos de poder, quienes acaban desgastando y tensando las relaciones de ambas instituciones con el pueblo.
3.6.3 El siglo XX, nuevas posibilidades, viejas mañas
Los gobiernos del inicio del siglo XIX, hasta inicios del XX, en la república mexicana, acumulan demasiados puntos negativos a su favor, provocando el estallido de diversos movimientos sociales, apadrinados por el pensamiento socialista, así como las ideologías derivadas del cristianismo liberal, protestante y reformado. Los hermanos Magon (de origen religioso evangélico) hacen frente desde la prensa al tambaleante gobierno de Díaz, que sucumbe ante el avasallante paso de los revolucionarios.
Para la segunda década del siglo XX, el Estado mexicano se nota interesado por el pensamiento protestante. Siendo desde décadas previas, importante la incursión de los mismos para reformar la educación, la salud y una serie de trabajos comunitarios que se emparejan en la noción progresista del Estado mexicano.
Pese al supuesto interés, podemos notar, una vez más, la incapacidad de capitalizar la incursión de los nuevos grupos cristianos a la escena estatal. Son diversos los casos que se hacen públicos sobre persecución religiosa en el Estado oaxaqueño, es un hecho que dicha actitud, ha sido en gran medida, alentada por este último.
Los errores y la carencia de sensibilidad para efectuar negociaciones incluyentes, no sólo de parte del gobierno de la república mexicana, si no también de diversos Estados, donde incluimos a Oaxaca, provocan entre otras cosas, la proliferación de diversas iglesias no identificadas con el catolicismo. Convirtiéndose por antonomasia, en enemigos o no simpatizantes de los gobiernos en turno. Focos latentes, dispuestos a manifestaciones sociales.
3.6.4 Una mirada al siglo XXI
El estado oaxaqueño del siglo XXI, sigue apostando a la iglesia católica, ya gastada y retrograda, en un mundo cambiante e inestable. Aunque resulta interesante resaltar, la astucia del gobernador en turno, Ulises Ruiz, autoproclamándose "evangélico", en medio de la revuelta de 2006, cuando la iglesia católica se convierte en mediadora de los conflictos sociales, simpatizando más con la misma APPO . Ruiz utiliza las radios de corte evangélico para transmitir su cruzada contra los sublevados.
Considero que el binomio Iglesia/Estado, debe pluralizarse, urgiendo que a la primera se le anexe la idea de concebirla como "iglesias", siendo importante rescatar la alta proliferación de seguidores con los que ahora cuentan las iglesias cristianas no católicas.
El liderazgo evangélico histórico , maneja la noción de una "teodemocracia", dando la noción de pequeñas ciudades Estado, dentro de un macro Estado. Las mismas tienen la capacidad de ser autónomas, tanto económicamente, como espiritual y políticamente.
Como hemos notado, la tendencia para este Estado, referente a la multiplicación de iglesias cristianas no católicas, arrasa la tradición, pero sobre todo el pensamiento y posturas políticas de la región. Los cambios son vertiginosos, pobremente capitalizados para el bien de los grupos de poder.
El panorama se dibuja en el Estado, como una pinta imposible de borrar o revertir. Las soluciones bien podrían ser muchas, pero ¿Se encontrarán interesados los miembros del gabinete actual en efectuar los concilios? ¿Resulta tan amenazadora para el status quo la postura antiestructural que los grupos evangélicos representan? ¿Serán a caso estas nuevas comunidades religiosas, los futuros dolores de cabeza del Estado oaxaqueño?
3.6.5 El Panorama religioso en Oaxaca por sexos
En 1970, sólo dos años después de la sangrienta masacre en Tlatelolco, Oaxaca contaba con dos millones de habitantes, la mitad de éstos eran mujeres. Veinte años después, la población ascendía a tres millones, 1.5 para los hombres y la misma cantidad para el lado femenino, presentándose una diferencia de 65 mil a favor de ellas.
El Conteo de Población a cargo de INEGI reportó 3.2 millones de habitantes para el año de 1995; de éstos, 1.6 millones eran varones, al comparar con la población femenina, existe una diferencia de 64 mil mujeres más. El último recuento censal realizado en febrero del año 2000, muestra que la población residente en la entidad donde nació el General Díaz, asciende a 3.4 millones, 1.7 millones de hombres y 1.8 millones de mujeres; con lo cual, la diferencia entre los volúmenes por sexo se siguen ampliando hasta tener 124 mil mujeres más.
En términos porcentuales las cantidades son de 48.2 y 51.8%, respectivamente. Como se señala, a través de los años el volumen de mujeres es cada vez mayor respecto a los hombres; así, hace tres décadas la cifra de las mujeres era un millón, actualmente son 1.8 millones; en cambio, los hombres pasaron de un millón a 1.7 millones. Estas diferenciaciones por sexo pueden ser por la incidencia de algunas variables, como la migración y mortalidad que intervienen en la dinámica demográfica. La población para 2005 y sus similares a nivel nacional, se representan en los siguientes cuadros:
El siguiente cuadro, muestra la circunstancia planteada en el cuadro anterior, siendo importante observar las barras y proporciones porcentuales, entre el Estado de Oaxaca y la república en general.
Cuadro 2. Población por sexo Nacional/Oaxaca 2005 (graficado con barras)
Fuente: www.inegi.gob.mx. II Conteo de Población y Vivienda 2005
3.6.6 Mujeres, hombres y religión en Oaxaca
La década de los setentas del siglo pasado en Oaxaca, se caracterizó en el aspecto demográfico, por contar con una población masculina de 5 y más años de 998 mil, de ellos, 98.6% practicaban alguna religión; y del total de mujeres (1 017 382), el 98.7% tenían alguna creencia religiosa. Para esta época no se registraron diferencias de practicantes de alguna religión por sexo, en las siguientes décadas se mantiene esta tendencia. Una década antes de concluir el siglo XX, la población de 5 y más años fue de 1 267 206 hombres y 1 335 273 mujeres, que significa 94.3 y 95.4% de creyentes, respectivamente. En el periodo 1970 a 1990, el porcentaje de población practicante tanto femenina como masculina decreció en alrededor de 4 puntos; pero en el 2000, el porcentaje se mantiene en 95.8% en mujeres y 94.5% en hombres.
De acuerdo con las cifras del INEGI, para el año 2000, el Estado de Oaxaca los católicos representan casi un 85% de la población de 5 y más años, los que profesan una religión distinta 10.3% y los que no tienen religión 4 por ciento. Los antecedentes censales, efectuados por el mismo instituto, muestran casi 99% de población católica hasta 1950; en la segunda mitad del siglo anterior hay una disminución que se intensifica en los últimos 20 años.
En este sentido, se pudieron registrar 1.6 millones de mujeres de 5 y más años; de las cuales, 85.1% son católicas, 10.4% están congregadas en alguna iglesia de tipo protestante o evangélica, y 3.4% no tiene ninguna adscripción religiosa. En torno a la población protestante o evangélica, la corriente que tiene más adeptos tanto de mujeres (37.2%) como de hombres (37.9%) es la de corte pentecostal y neopentecostal, le sigue otras evangélicas, con 31.3% de mujeres y 31.5% de hombres; en tercer sitio se ubican las bíblicas no evangélicas, con 23.5 y 22.3%, respectivamente; por último, las históricas, con 8% de mujeres y 8.3% de hombres; como se observa, la diferencia entre sexo es poco significativa.
Al respecto de la población católica que se encuentra distribuida a la largo de los 30 distritos que conforman el Estado de Oaxaca, podemos notar que resulta ser bastante heterogénea. Siendo el caso de Ocotlán, con más de un 95% de católicos y en el extremo Juchitán, contando con un promedio aproximado de 75%. Las diferencias al respecto del sexo, son poco significativas.
Es evidente que las últimas tres décadas del siglo pasado, presentan un significativo decrecimiento referente a la feligresía católica. Pudiendo notar de esta manera, la proliferación de nuevos movimientos religiosos así como el engrosamiento de las filas de creyentes en sociedades religiosas de antaño (bautistas y presbiterianos principalmente).
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