LAS MUJERES BAUTISTAS EN MIAHUATLÁN DE PORFIRIO DÍAZ, OAXACA.

Ángel Christian Luna Alfaro

II. Introducción

La perspectiva de género es uno de los pocos caminos de creación cultural que en la historia humana ha alcanzado el dinamismo y la adhesión democrática en la construcción teórica-política. Hoy la perspectiva de género es parte inseparable de uno de los procesos socioculturales más valiosos por su capacidad de movilizar mujeres y hombres, instituciones y organismos de diversas clases, y por los frutos que ha producido. Forma parte del bagaje de la cultura feminista que dio igualmente origen a las búsquedas masculinas para eliminar la opresión genérica y constituye sin lugar a dudas la mayor aportación de las mujeres a la cultura (Cazés, 2005: 45-46).

Daniel Cazés (2005: 46), nos recuerda que desde la perspectiva de género se diseñan una infinidad de propuestas programas y acciones alternativas, oficiales y civiles para afrontar los problemas sociales generados en la opresión de género, la disparidad entre los géneros, la inequidad y la injusticia resultantes. Hoy millones de seres humanos, sobre todo mujeres abren caminos inéditos en la perspectiva de género para construir alternativas a su estrechez y sus carencias, a la injusticia y la violencia a la pobreza la ignorancia y la insalubridad. Aunque con resultados desiguales resalta, en esa senda la realización de opciones ideadas por las mujeres mismas. En medio de incomprensión y hostilidad e incluso de acciones con antiperspectiva de género, las acciones publicas y civiles y la participación social y política que ellas impulsan, les han permitido ser destinatarias, beneficiarias y protagonistas de procesos políticos particularmente importantes por sus alcances, y por los cambios de mentalidad y actitud de los que son producto, al tiempo que inciden en ellos (Ibidem).

Pese a que el panorama descrito puede ser alentador e inspirador, ¿qué pasa con aquellas mujeres que no se encuentran enteradas o beneficiadas por los triunfos y aportes de las luchas feministas? ¿Aquellas que viven más de una opresión (familiar, social, o de gobierno) que agudiza generalmente la religión?

El análisis de la historia y cultura del género humano, así como su relación entre las variantes que se derivan, construyen y expresan del mismo, han sido, unas de las tantas líneas de investigación que actualmente se recurren para comprender a las sociedades a través del tiempo y las regiones en que habitamos las mujeres y los hombres.

Margared Mead (1950) para la primera mitad del siglo pasado, desde la antropología cultural, nos mostró, que los roles e identidades genéricas, así como sexuales que se creían "naturales", no eran de tal manera. Ella nos subrayó que a partir de la interpretación histórica y cultural (antropológica), podemos indagar y comprobar que hombres y mujeres, somos construidos y moldeados por la cultura y espacio en el cual nacemos. Desde luego que los aportes de Mead, se convierten en una propuesta que altera la visión monofocal de la ciencia positivista, el Estado y la misma religión, instituciones y pensamientos imperantes de las culturas occidentales del siglo XIX y todavía del XX, quienes ya habían resuelto e impuesto los roles tanto de varones, como de mujeres en el mundo, considerando, entre otras cosas, el sometimiento de las segundas, a los primeros.

Para el caso de la religión, en la Europa Occidental, se absorbe (e impone) muy bien la propuesta monoteísta del cristianismo desde la última época del imperio romano, siendo un instrumento útil de los españoles o portugueses del siglo XVI (más adelante otras naciones) para sus fines de orden, progreso y expansión de colonialismos e imperialismos. Cristianizar, se convirtió en sinónimo de civilizar, pero también de regir el pensamiento, el tiempo histórico, cultura y actitudes tanto de hombres como de las mujeres. La implantación del nuevo orden espiritual y religioso en regiones donde se experimentaba un culto y respeto por la naturaleza, así como la deidificación de varios seres identificados con las fuentes o fuerzas emanadas de la misma, aspecto también denominado como politeísmo, dio como resultado posturas de resistencia y otras de asimilación, generalmente mediante un proceso violento, situación que inevitablemente legó una lucha y reconfiguración entre las estructuras religiosas y espirituales oriundas en contra parte de las extranjeras, dando paso a la configuración de un campo religioso con amplias diferencias, donde el orden impuesto, cristiano por excelencia, resultó el hegemónico y avalado por los gobiernos oficiales.

En esta línea, se planteó a la religión cristiana/católica con características "absolutas", considerándoles como una estructura que gestiona e impone un orden a las sociedades, generalmente comandado por hombres bajo una lógica patriarcal , situación que coloca en desventaja a las mujeres, quienes escasamente, tienen la posibilidad de tener acceso a los espacios de toma de decisiones, influencia, liderazgo o participación, sometiéndose en todo momento a una estructura vertical cuyo punto de partida es masculino.

Tal parece que dentro de la cultura patriarcal y en específico, el pertinente al de los mundos religiosos, el nacimiento y la vida en general de las mujeres, ha sido considerado como una especie de "inconveniente". Muchas religiones han resuelto dicho "inconveniente", callándolas y sometiéndolas (con todo tipo de violencia) al yugo masculino. Siendo las mismas interpretaciones de hombres y también mujeres, sobre sus textos sagrados, uno de los tantos elementos que condenan a las mismas, al anonimato, sumisión, violencia, así como a las más de una jornada laboral al día.

Las historias de las mujeres al interior de las sociedades religiosas, pero en específico, del cristianismo, son un tanto complicadas de hallar. De hecho, las diversas historias que podemos analizar y contar sobre mujeres, en cualquier ámbito, no dejan de ser, para nuestros días, una especie de exotismo. Algunas son las historias de mujeres vinculadas a una sociedad religiosa, aunque estas, han sido contadas, principalmente, con una postura sumamente oficial. Los textos en esta línea, así como los rituales y demás prácticas socio-religiosas, suelen resaltar e imponer ciertos distintivos identitarios, que construyen la noción de mujer ideal, misma que asigna y requiere una institución religiosa. Por otro lado, las mujeres, mediante un proceso de educación religiosa, van digiriendo los cánones y los adaptan a su circunstancia de vida, historia personal, economía, pensamiento político, nivel de estudios, tradiciones, sexo, raza, nación, etc., provocando en esta mezcla, el surgimiento de particularidades muy específicas, que se engarzan con las macro historias y culturas del género humano.

En tiempos pasados, podemos inferir que los retos de renovación social, no sólo se presentaron al exterior, si no también al interior de la misma estructura religiosa católica. Para el siglo XVI, Lutero y su reforma protestante, polariza a las sociedades de aquellos tiempos. Martín Lutero añade al cristianismo hasta ahora conocido, la novedad de que el sacerdocio podía estar acompañado por una mujer, en el sentido estricto de su rol de esposa. Sin ofrecerle de entrada otras posibilidades de trascender en el ámbito eclesial, las mujeres, comienzan a ser visualizadas en un mundo religioso, masculino por excelencia. Lutero, efectuó una acotación, en torno a la participación de mujeres en los rituales cristianos (protestantes), argumentado que, en casos extremos (inusuales), de ausencia de los hombres, ellas, podían predicar.

Al mismo tiempo, Martín Lutero enfatiza en su prédica , la subordinación de la mujer al hombre, tomando como referencia el papel que Eva desempeñó, al introducir el pecado al mundo, considerando que esta acción, hizo que surgiera y legitimara el liderazgo masculino. El pasaje bíblico planteado en el génesis nos pude dar la impresión de mostrarnos a un varón pasivo u obediente (Adán), a quien le resulta sencillo culpar y/o responsabilizar a una mujer (Eva) sobre una decisión donde se omitió la razón y el escrutinio, acomodándose en un rol que raya en el de un infante, quien dramáticamente cae en los brazos seductores de la maldad y seducción femenina. Robert Clouse (2005) arguye que otro grupo de reformadores, en ocasiones llamados anabautistas, reformadores radicales o la tercera fuerza de la Reforma, tenían opiniones distintas a Lutero y Calvino, en cuanto al Bautismo, la relación Iglesia-Estado y el papel del Espíritu Santo en la Iglesia, considerando que Dios podía inspirar a cualquier laico para efectuar la predicación, saliéndose de los cánones institucionales, que hasta esos tiempo, se habían delimitado. Dos de estos grupos radicales dieron una oportunidad especial a las mujeres dentro del ministerio : los bautistas del siglo XVII y los cuáqueros.

Había mujeres predicando entre los bautistas en Holanda, en Inglaterra y en Massachussets. Una congregación de Londres tenía cultos especiales en los que las mujeres podían predicar, y estos cultos llegaron a congregar en ocasiones a más de 1000 personas. La actividad de las mujeres entres los grupos sectarios del siglo XVII propició la publicación del primer libro en inglés que defendía la participación de la mujer en el ministerio cristiano. Margaret Fell, fue la autora de esa obra, en la misma afirmaba que las mujeres tenían derecho a participar en todos los aspectos de la vida cristiana porque el Espíritu Santo daba poder tanto a los hombres como a las mujeres (Clouse, 2005: 20).

Al respecto del México colonial, la lucha por el nuevo orden religioso, a la llegada de españoles, se dualiza. Los tres siglos de virreinato) se caracterizan por un proceso donde la cultura dominada (la mesoamérica politeísta) se ve obligada a fusionarse con la dominante, dando paso a expresiones religiosas llamadas sincréticas, hibridas y/o populares . Para el siglo XIX, gracias a las leyes de reforma juaristas, incursionan a tierras mexicanas, con más impacto (sin negar su presencia en siglos anteriores), los protestantismos históricos , quienes a pesar de considerarse cristianos, traen consigo, ideas y posturas que difieren de los esquemas tradicionales del catolicismo, ofertándose como una antiestructura (Masferrer, 2004) que difería (y en ciertos aspectos lo sigue siendo) de la hegemónica, interesándole aspectos sobre el desarrollo económico y social de su feligresía. La lucha en el campo religioso, se traduce en dos alternativas antagónicas. Por una parte la tradicional, representada por la iglesia católica y sus variantes enriquecidas por las culturas mesoamericanas, por otro lado, los protestantes/evangélicos, poseedores de un discurso y estilo de vida liberal, moderno y progresista. Esta situación resulta una amenaza para el orden construido por tres siglos, recibiendo, los cristianos protestantes, una declaración de guerra por parte de la iglesia católica, que desencadena una serie de persecuciones, intolerancia, entre otros aspectos que procuran la reducción de influencia de ellos a las sociedades mexicanas (contrarreforma).

Las iglesias protestantes traen consigo ciertas innovaciones a las originarias, así como a las ya implantadas e impuestas. Una de las más significativas resulta ser la implantación de uniones femeniles misioneras que operan con la finalidad de anexar al trabajo misionero y de evangelización a mujeres, labor que tradicionalmente estaba reservada para los hombres (tanto en el catolicismo, como en los protestantismos). Estas uniones cuentan con una ideología e historia en común, pero al mismo tiempo individual o local. Para el caso de las iglesias bautistas, resulta interesante señalar que cada una cuenta con cierta autonomía, situación que le da posibilidades de disponer, según sus necesidades, las características y requerimientos necesarios, según la situación, lugar y personas con las que colabora.

En el escenario del campo religioso y político del México contemporáneo, son contadas las liderezas femeninas visibles. En el contexto de ambos campos citados, podemos resaltar el caso de la Senadora mexicana, María de los Ángeles Moreno Uriegas. Perteneciente al PRI, con estudios de Economía y Relaciones Internaciones, Moreno ha ocupado cargos de suma importancia al interior de su partido político, tales como ser Presidenta del partido y Secretaria de Pesca. Ella tiene una adscripción religiosa bautista, aspecto de suma importancia para muchas/os feligreses de esta asociación religiosa, quienes siguen creyendo, en palabras del Pastor Carlos Morales : "el PRI es el único partido portador de los ideales de la Revolución Mexicana".

Las iglesias bautistas en México, han acumulado una historia de participación política bastante significativa, ya registrada por Scott (1994), contando con una postura extra-iglesia, yendo más allá de la prédica, comprometiéndose con diversos movimientos sociales surgidos en la segunda mitad del siglo XX.

Aun más notoria es la trascendencia de una mujer, como el caso de la Senadora Moreno Uriegas, en ambientes machistas como el de la política mexicana, difiriendo en cuanto a la noción de mujer cristiana, desinteresada del mundo "público". María de los Ángeles, bien puede representar un caso paradigmático dentro de un mundo escasamente estudiado . Los prejuicios e ignorancia al respecto de la temática, bien podrían expresar interrogantes tales como: ¿Qué hizo posible que una mujer evangélica mexicana, formara parte de la historia política del México de las últimas tres décadas?

La respuesta se ha ido gestando a lo largo de la misma historia de la sociedad religiosa ya citada, siendo relativamente común encontrar casos de mujeres pastoras o con puestos de visibilidad e importancia pública, tanto al interior de su iglesia, como en las sociedades donde les toca asentarse. Algunas han adquirido los puestos y reconocimientos sin la compañía de pareja (esposo), e incluso sin figurar en el rol de madres. Mas bien se les ha podido detectar una "aparente asexualidad", que adquiere algunas facetas de masculinización, tales como la incursión a puestos identificados tradicionalmente con los varones, situación que las hace notar una actitud disidente, a la que el mundo evangélico y en especial, el bautista, se encuentra relativamente acostumbrado.

A la problemática descrita, se le ha denominado "techo de cristal" y el mismo es concebido en términos simbólicos, ya que suele ser invisible; impide a las mujeres alcanzar las metas profesionales, sociales, educativas, entre otras, para las que están preparadas, pero las estadísticas demuestran que existe; es decir, es un término enigmático, secreto, indetectable, pero cuyo resultado es cuantificable, y real: la no existencia de mujeres en los vértices jerárquicos de las instituciones o espacios extra-domésticos (fuera del hogar).

Precisamente este es el caso que da paso a esta investigación. Aunque no tomo el ejemplo de María de los Ángeles Moreno, si me llama la atención las historias de las "otras". Aquellas que todavía, por diversas circunstancias que serán expuestas a lo largo de este escrito, permanecen marginadas en las narraciones, crónicas e historias patrias, aunque activas y trascendentes en sus entornos socio-religiosos inmediatos.

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