Tito Bonifacio Hernández Hernández
El desarrollo rural es un proceso que enfrenta problemas muy complejos, razón por la cual, las alternativas de solución, tienen que pasar por una cadena de toma de decisiones, siendo los eslabones principales: los planes, los programas y los proyectos. Los planes, como el inicio de la cadena, establecen los propósitos del desarrollo y las estrategias a seguir para cumplirlos. Los programas señalan las líneas de acción y la canalización de recursos que son necesarios para efectuar tales intenciones. El proyecto (eslabón final), que es una acción concreta y sistemática, materializa los propósitos y los programas.
Los proyectos, en la medida que son acciones concretas para atender un problema concreto, resultan de vital importancia, por ello su formulación debe ser rigurosa y contemplar todos los ángulos posibles, como son: aspectos técnicos, comerciales, sociales, institucionales, financieros y económicos. Dadas estas cuestiones, para formular e implementar un proyecto, se tiene que contar con una guía de formulación y con el apoyo de especialistas y técnicos para cubrir todos los aspectos señalados, garantizando de esta manera buenos resultados.
Con respecto a la formulación de proyectos, existe una guía, universalmente aceptada, la cual fue elaborada por el Instituto Latinoamericano de planificación Económica y Social (ILPES), organismo autónomo creado por el Fondo Especial de las Naciones Unidas y dependiente de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL). Dicha guía, cuya primera edición en México fue en 1973, sigue vigente y puede tomarse como base para desarrollar cualquier proyecto, el problema es quién o quienes deciden y formulan los proyectos, los sujetos del desarrollo (con asesoría de expertos) o las instancias gubernamentales o personas ajenas a las comunidades.
En el caso concreto de nuestro país, la formulación de proyectos para el desarrollo rural, tiene las características siguientes:
a) La población a beneficiar con un proyecto, es considerada como objeto y no como sujeto del desarrollo.
b) Los proyectos que se llegan a implementar en alguna comunidad, son impuestos cupular y externamente, la población no participa en la toma de decisiones, resultando por tanto ajenos a su realidad.
c) Por lo regular, las diferentes instancias de gobierno, impulsan proyectos productivos de gran envergadura. Estos macro proyectos son técnica y rentablemente inviables para la inmensa mayoría de las pequeñas comunidades y los micros productores de nuestro país. Sin embargo, terminan realizándose para beneficio de ciertos grupos de poder económico y político.
d) En muchos casos, los proyectos para el desarrollo comunitario, son elaborados de manera irresponsable, en la medida en que no se investiga, ni se realiza estudio o diagnóstico alguno para sustentarlos y cuando se parte de alguna información, ésta es obsoleta e incompleta, además, quienes los formulan, con sus excepciones, no tienen la suficiente experiencia y la especialización correspondiente.
e) Varias dependencias gubernamentales, como parte de su programación anual, promueven y ejecutan proyectos de desarrollo en las comunidades rurales de su jurisdicción y como no existe coordinación entre ellas, ni afán de hacer bien las cosas, terminan disputándose a la población mediante dádivas (despensas, dinero y otros) que le otorgan a ésta. De tal forma, los miembros de las comunidades ya no participan conscientemente en estas acciones y cuando se trata de proyectos, promovidos por alguna asociación civil, que no ofrecen ningún regalo, las personas no participan o se muestran reacias a hacerlo.
f) Otra característica de las acciones gubernamentales descritas en el inciso anterior, es el hecho de que, éstas se concentran en las poblaciones cercanas a las cabeceras o agencias municipales. En los sitios más lejanos y de difícil acceso, son casi nulas dichas acciones.
g) En 1970 (gobierno de Luis Echeverría) fue creado el Programa de Inversión para el Desarrollo Rural (PIDER), el que como su nombre lo indica, impulsaba el desarrollo en comunidades rurales, mediante la asignación, a éstas, de recursos. Para que dicha asignación de recursos, la población no la viera como paternalismo, éstos le eran suministrados a través de un crédito disfrazado, disfrazado porque a las comunidades se les hacía creer que lo tenían que pagar, pero en realidad eran recursos federales etiquetados como “fondo perdido”. Sin
h) embargo, el engañador resultaba engañado, en la medida en que, los campesinos, conscientes de su incapacidad de pago, no aceptaban el compromiso por temor a perder lo poco que tenían, esto impedía el avance del programa, razón por la cual, los encargados de promoverlo terminaban revelándole a los productores el artificio. La política de “fondo perdido”, aun vigente, hizo poco por el desarrollo rural y terminó corrompiendo a varias comunidades.
Para superar la situación explicada en los siete incisos anteriores, es necesario, al igual que la planificación, promover proyectos participativos, los que, se recomienda, se orienten por los lineamientos siguientes:
Integrar comités promotores del desarrollo rural, formados por miembros de cada comunidad y subordinados a las decisiones de la mayoría de la misma. Esta acción debe respetar las formas de organización social existentes en cada lugar.
Contar con el apoyo de especialistas y técnicos, para que asesoren a los comités de desarrollo y a la comunidad, en la discusión de las medidas que se tengan que tomar.
Utilizar la comunicación y la información, para impulsar, al interior de las comunidades, el desarrollo sustentable. La puesta en práctica de esta medida debe tomar como base la cultura comunicacional de cada localidad.
Realizar un diagnóstico de los recursos naturales, materiales y humanos con los que cuenta cada comunidad. Ello, para aportar elementos de juicio para la toma de decisiones y para que sirva de fuente de información para la formulación de proyectos productivos.
Formular proyectos de desarrollo que aprovechen los recursos y la experiencia productiva con que cuenta cada pueblo y que el tamaño de éstos, sea acorde a las necesidades y características del lugar de que se trate.
Crear sistemas de conocimiento e información, para enterar a la población, sobre las nuevas tecnologías, avances científicos aplicados a la producción, prácticas comerciales avanzadas y modelos organizativos complejos, entre otros.
Considerar la producción artesanal y los oficios tradicionales de cada lugar, para a partir de ellos, generar innovaciones y crear micro industrias sustentables que sirvan de eje del desarrollo local. Esto sin descuidar la comercialización de los productos que se generen, ya que muchos proyectos fracasan por descuidar este aspecto.
Aplicar la comunicación para capacitar a la población en el desempeño de las actividades productivas y para transmitir los oficios tradicionales a más miembros de la comunidad.
Identificar, canalizar y concentrar los esfuerzos de las diversas instituciones y organizaciones no gubernamentales hacia el logro de objetivos de largo plazo, definidos por las propias comunidades en el proceso participativo.
Los lineamientos antes propuestos se ponen en práctica en lo que se presenta como un ejemplo de aplicación en el capitulo 3.