Tito Bonifacio Hernández Hernández
Los nuevos enfoques de la comunicación para el desarrollo que actualmente se plantean, toman como referencia el fracaso del desarrollo a nivel mundial y la inconsistencia de las primeras propuestas de aquella.
Con respecto al fracaso del desarrollo, a más de medio siglo de que las diversas agencias internacionales correspondientes, vienen impulsando acciones, para que los países en subdesarrollo progresen, los resultados son altamente negativos. Los ejemplos de éxito que se nos presentan: Hong Kong (hasta antes de ser restituido a China), Corea del Sur, Taiwán, Singapur y Malasia, entre otros, son cuestionables; los tres primeros casos, son producto de la Guerra Fría, no existen otros ejemplos como éstos fuera del contexto señalado; los dos últimos, constituyen casos considerados como de “país maquilador” (capitalismo dependiente, subordinado), de los que por cierto son los únicos prototipos más acabados. La única nación que en el pasado fue atrasada y que, hoy es considerada altamente desarrollada, es China, quien logro tal objetivo de manera independiente, desacatando rotundamente los lineamientos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y organismos afines.
Asimismo, los conceptos de desarrollo relacionados con evolución, progreso, cambio, transición, industrialización y modernización, no han cumplido con las expectativas de altos niveles de ingreso para toda la población de las diferentes repúblicas del mundo; no contemplan el cuidado del medio ambiente; no está presente la equidad de género, y el establecimiento y goce, por parte de los ciudadanos, de absoluta democracia, entre otras.
Con relación a las inconsistencias de la comunicación para el desarrollo, está claro que mientras no se tome al receptor como un ente activo con capacidad para crear su propios mensajes, de acuerdo a sus necesidades y su cultura, así como se persista en no respetar los valores y las culturas autóctonas; en aplicar una comunicación vertical y persuasiva; y en sólo emplear los medios institucionales, no se podrá utilizar a la comunicación como instrumento para impulsar el desarrollo.
La situación antes descrita, obliga la formulación de nuevos enfoques de la comunicación para el desarrollo, los que tratarán de hacer factibles las tesis de Wilbur Schramm, siendo en la realidad misma, donde tienen origen tales propuestas: América Latina.
Durante las décadas de los 70 y los 80, varios estudiosos latinoamericanos de la comunicación, reflexionan sobre la problemática y el rumbo que deben seguir las acciones comunicativas en pro del desarrollo. Dichos estudiosos son: en Bolivia (Luís Ramiro Beltrán), en Brasil (Paulo Freire, Luis Gonzaga Motta y Regina Festa), en Uruguay (Juan Díaz Bordenave y Mario Kaplún), en Argentina (Daniel Prieto Castillo, Máximo Simpson y María Cristina Matta), en Perú (Rafael Roncagliolo, Juan Gargurevich, Luis Peirano y Rosa María Alfaro) y en Venezuela (Antonio Pascuali), entre otros.
En forma puntual y tomando en cuenta, únicamente sus aportaciones a la comunicación para el desarrollo, en el cuadro siguiente se observan las principales propuestas de algunos de los investigadores mencionados.
AUTOR PROPUESTAS PRINCIPALES
Luis Ramiro. Beltrán En el contexto de la comunicación para el desarrollo, define las Políticas Nacionales de Comunicación (PNC) para América Latina. Asimismo, asigna un papel determinante a los Estados en el proceso de aplicación y desarrollo, en un ambiente democrático, de las PNC.
Denuncia la situación de dominación externa y dependencia interna que Latinoamérica padecía en el campo de la comunicación.
Paulo Freire Critica los modelos autoritarios que se basan en la existencia de un sujeto dador de conocimiento y verdad a un objeto pasivo, dependiente y receptor.
Asimismo, cuestiona el modelo funcionalista de comunicación efectista basado en la verticalidad del emisor –mensaje/medio – receptor y el supuesto impacto que este genera en el receptor, logrando transformaciones en sus percepciones y su conducta.
Mario Kaplún Desde la práctica de la radio educación, cuestiona el modelo autoritario, que desconoce al receptor como un interlocutor activo con capacidad para generar su propios mensajes, según sus necesidades y su cultura.
Los receptores son personas concretas arraigadas en una cultura y en una vida cotidiana que genera sensibilidades, idiosincrasias, mentalidades y actitudes creativas y productivas.
Daniel Prieto Es partidario de un desarrollo que combine el crecimiento económico con el desarrollo social y propicie la equidad. El cumplimiento de estos propósitos, señala, requiere de un proceso de planificación y gestión de las acciones comunicativas que influyan en la implementación de políticas nacionales y regionales de comunicación social.
Rosa María Alfaro Plantea una Comunicación para otro Desarrollo, donde dice que este es básicamente una apuesta cultural de cambio.
Parte del concepto de una comunicación popular, la que concibe como el conocimiento de la cultura comunicacional de los sectores a los que se tiene que atender, no es un problema de volver sencillo un mensaje, es un problema de buscar los medios, las mediaciones, los lugares de comunicación, y las interacciones de la población, así como conocer sus necesidades de información.
Se trata de promover desde la comunicación las identidades culturales y sociales y mejorar las condiciones de vida de los sectores populares.
Antonio
Pascuali Relaciona la propiedad de los medios audiovisuales y los intereses de los emisores con la producción de contenidos, los que, dado su carácter mercantil, se convierten en una fuerza paralizante de la innovación social y de la creatividad cultural. Para evitar esos efectos nocivos, propone el impulso de políticas de comunicación dinámicas que eviten que el contenido de los medios afecte los procesos de modernización y progreso social.
Fuente: Cuadro elaborado con información de las páginas:
http://www.devcomm.org/worldbank/vpr/pdf/Main_box/Recommendations_es.pdf, 2007.
http://www. comminit.com/la/pensamientoestrategico/lasth/lasld-754.html, 2007
Los planteamientos resumidos en el cuadro anterior, dan origen, hasta la fecha, a dos propuestas: por un lado la condición de la existencia, en cada país, de Políticas Nacionales de Comunicación (PNC), para hacer posible la comunicación para el desarrollo y, por otro lado, dado que el hombre es sujeto del desarrollo, debe ser, por lo tanto, protagonista activo del mismo, razón por la cual tiene que aplicarse una comunicación alternativa para el impulso de aquel; aunado a la adopción de un concepto de desarrollo que contemple: el pleno ejercicio de los derechos humanos, la protección del medio ambiente, el respeto a la diversidad étnica y cultural, la equidad de género, la justicia, la participación, la tolerancia y demás valores.
Sobre Políticas Nacionales de Comunicación (PNC) y Comunicación Alternativa, expondremos a continuación sus aspectos centrales.
Políticas Nacionales de Comunicación (PNC). Luis Ramiro Beltrán, investigador boliviano de los fenómenos comunicacionales, es pionero de la comunicación para el desarrollo y creador de las PNC, Beltrán fue contratado por la UNESCO, en 1973, como consultor en París para realizar dos tareas: asesorar y preparar una Reunión de Expertos en Políticas de Comunicación en América Latina a realizarse en Bogotá, en 1974. Y fundamentar teóricamente la naturaleza de las PNC que en ese tiempo no habían sido definidas claramente.
La reunión de Bogotá, a la que asistieron 17 especialistas de 14 países -provenientes de las universidades, los medios privados y los organismos estatales- tenía como propósito atraer la atención de los gobiernos sobre la imperiosa necesidad de entrelazar los distintos sistemas nacionales de información, de forma tal que éstos se convirtieran en mecanismos del desarrollo económico nacional y de integración regional.
En esta primera reunión sobre el particular, se logró formular un diagnóstico de la situación latinoamericana, quedando establecidos como aspectos negativos para el desarrollo, la concentración de la emisión y recepción de mensajes y la subordinación de los sistemas nacionales de información a los intereses del capital privado local e internacional
Ante este desequilibrio interno y externo de la información y la comunicación, se propone a las PNC como medida para democratizar el flujo informativo y como punto de partida, Luis Ramiro Beltrán da una primera definición de éstas;
Una Política Nacional de Comunicación es un conjunto integrado, explícito y duradero, de políticas parciales de comunicación; armonizadas en un cuerpo coherente de principios y normas dirigidas a guiar las conductas de las instituciones especializadas en el manejo del proceso general de la comunicación en un país (http://www.nuso.org/upload, 2007).
Asimismo, se establece como condición, para la aplicación de una política nacional de comunicación, la participación ineludible del gobierno y de las instituciones de cada nación, así como la creación de Consejos Nacionales de Comunicación, los que estarían integrados por representantes de todos los sectores públicos y privados involucrados en actividades de la comunicación.
En la reunión de referencia también se logra un consenso en torno a los puntos siguientes:
CONSENSO DE BOGOTÁ
1. Percibir la situación interna de las comunicaciones en Latinoamérica como caracterizada por una concentración aguda de las oportunidades para emisión y recepción de mensajes en manos de intereses privados minoritarios, por lo general desfavorables a los cambios sociales necesarios para obtener un amplio desarrollo nacional.
2. Percibir la situación externa de la comunicación como indebidamente sometida a la influencia dominante de intereses económicos y políticos extra-regionales, mayoritariamente de los Estados Unidos de América.
3. Tener la convicción de que las políticas nacionales de comunicación van a ser un instrumento capital que ayude a superar dicha situación injusta para la mayoría de las gentes y no conducente a la participación democrática en la tarea del desarrollo.
4. Tener la convicción de que dichas políticas deberían ser democrática y pluralistamente formuladas con la plena participación de todos los sectores interesados; por ejemplo, los propietarios de los medios, los profesionales de la comunicación y los funcionarios oficiales, representados probablemente en Consejos Nacionales de Política de Comunicación.
5. Tener la convicción de que, cada Estado debe jugar, como un derecho y un deber, el papel de conductor en el establecimiento de las Políticas Nacionales de Comunicación, procurando conciliar los intereses de todos los sectores de la sociedad y ser útil a los propósitos comunales del desarrollo nacional, según las características y posibilidades de cada país.
6. Tener la convicción de que todos los países latinoamericanos también deben tener políticas conjuntas relativas al comportamiento de las fuerzas internacionales de comunicación que influyen en sus territorios.
Fuente: Cuadro elaborado con información de la página: http://www. nuso.org/upload/2007
Como continuación de la iniciativa de Bogotá, en 1975 se realizó otra reunión en San José, Costa Rica. En esta ocasión el responsable de la organización fue el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (CIESPAL)
En este encuentro se insistió, en el establecimiento de controles, por parte de los gobiernos, con respecto a la participación de capitales extranjeros en los medios de comunicación y en la importación de productos comunicacionales, a la vez que se recomendaba estimular la producción interna de éstos. Asimismo, se sugería:
- Formular y establecer sus políticas al servicio de programas y planes de desarrollo que buscaran el cambio social.
- Incluir entre los objetivos específicos de sus políticas el contribuir a eliminar las relaciones de dependencia que afectan la vida en la mayoría de los países de la región.
- Ejercer una acción estatal dirigida hacia la eliminación de la concentración de los medios de comunicación masiva, en lo que se refiere a la propiedad privada y la ubicación geográfica.
- Dirigir la acción del Estado hacia el logro de un reajuste de las funciones de los medios de comunicación masiva para que se acomoden a los objetivos del desarrollo integral. (http://www.nuso.org/upload/2007)
Aunado a lo anterior, en la Reunión de San José, se sugiere a los asistentes que en sus países de origen se procure lo siguiente:
Fuente: Cuadro elaborado con información de la página:
Fuente: Cuadro elaborado con información de la página: http://www. nuso.org/upload/2007
Los acuerdos y sugerencias de las reuniones antes referidas, sentaron las bases para el diseño de Políticas Nacionales de Comunicación, las cuales no se han concretado plenamente en ningún país atrasado, porque desde su origen, vienen siendo obstaculizadas por las oligarquías mediáticas de las diferentes latitudes, con el argumento de que son estatizantes y atentatorias de la libertad de expresión.
Sin embargo, está claro que sin PNC no hay comunicación para el desarrollo, en la medida, en que únicamente a través de las primeras, es posible hacer operativa la segunda y no solo eso, para que la política de comunicación sea una realidad, tiene que formar parte del Plan Nacional de Desarrollo de cada nación, la siguiente cita de Egan Bahr, Ex Ministro de Cooperación Económica de Alemania Occidental, es muy ilustrativa al respecto.
“Para el desarrollo del Tercer Mundo, la política de medios es una tarea que está inmediatamente después de la de garantizar la alimentación y que tiene, a lo menos, la misma importancia que la política económica, monetaria y demográfica” (Bahr, Egan/1976, p20-21).
Comunicación Alternativa
La comunicación alternativa es un cuestionamiento -autores latinoamericanos fueron los primeros en hacerlo- al modelo comunicacional predominante (modelo clásico), pero sobre todo es la antítesis de éste. Dicho modelo se deriva del pensamiento unilineal aristotélico que prevaleció, sin modificaciones, en todo el mundo, hasta fines de la década de los 60, planteamiento plenamente plasmado en el modelo de Laswell (¿Quién dice qué?, ¿Por qué canal?, ¿A quién?, ¿Con qué efecto?), autor que establece como funciones de la comunicación: la de vigilancia y control del entorno, la transmisión de los valores de identidad de una cultura y la cohesión social, entre otras. Asimismo, señala que mediante la persuasión informativa y la propaganda de ideas favorables a la modernidad, los dirigentes de una sociedad pueden conducir a sus ciudadanos hacia mejores niveles de progreso y libertad.
El paradigma de Laswell, predominante en amplias latitudes, es criticado por percibir a la comunicación como un proceso de una sola dirección (monológico), por su flujo vertical (impositivo), por no ser participativa (transmisión de mensajes de fuentes activas a receptores pasivos), por persuasiva (ejerce presión sobre la conducta de los receptores) y por manipuladora (busca efectos impositivos).
Manuel Calvelo define al paradigma referido como, una de las estructuras más verticales, que envía mensajes del que tiene poder al que obedece, del que manda al que acata, del superior al inferior, del dominante al dominado, del que sabe al ignorante, de la cúspide a la base la pirámide. (calvelo@filo.unt.edu.ar)
A la forma de percibir la comunicación de Laswell y sus seguidores, había que agregar la situación que prevalecía, en la década de los 70, en los medios de comunicación de los diferentes Estados en subdesarrollo del mundo, principalmente en América Latina, al respecto, éstos se caracterizaban por:
a) La concentración de su propiedad (monopolios mediáticos) en manos de las oligarquías internacionales y locales.
b) Utilizar la propiedad de los medios de información colectiva, para ejercer el poder económico y político, así como para mantener el control ideológico sobre las mayorías desprotegidas, para de esta manera salvaguardar los privilegios de los poderosos.
c) Ser unos medios, caracterizados por prácticas de comunicación dominadora, personificada por el monólogo, el verticalismo, los flujos unidireccionales y por la exclusión de las mayorías.
Dadas las características negativas, antes señaladas, de la comunicación tradicional y de los medios, ambas cosas resultaban inadecuadas para impulsar el desarrollo, razón por la cual era imprescindible otro tipo de comunicación y medios. En palabras de Paulo Freire, había que “devolver la palabra a quienes les fue negado el derecho de expresión”; y de Armand Mattelart, era necesario, “devolver el habla al pueblo”.
Será precisamente en América Latina, donde irá tomando forma, a través de la comunicación alternativa, la legítima aspiración, de devolver la palabra a quienes les fue negado el derecho de expresión, aquí, durante las últimas décadas, se acumularan vastas experiencias que no tienen comparación en otras regiones del mundo. Dichas experiencias se inician; primeramente, en la práctica; y posteriormente, en el terreno teórico.
Dos son los ejemplos históricos que se toman como referencia obligada, de la puesta en práctica de la comunicación alternativa: Las Radio escuelas de Colombia y Las Radios Mineras de Bolivia. El primer caso, en 1948, tuvo lugar en Sutatenza, remota aldea de los andes colombianos, por la iniciativa del párroco Joaquín Salcedo, quien se valió de la radio para proporcionarle orientación a los campesinos y para fomentar el desarrollo rural. Para ello diseño la estrategia de las “radioescuelas”. Éstas consistían en organizar pequeños grupos de vecinos, en torno a un receptor de batería, a través del cual se les transmitían programas producidos ex profeso para ellos. La sesión era conducida con el auxilio de facilitadores, quienes motivaban a los asistentes a que aplicaran lo aprendido y participaran en la toma de decisiones de la comunidad, principalmente para mejorar la producción agropecuaria, cuidar la salud y fomentar la educación.
A lo largo de diez años, esta iniciativa fue creciendo gradualmente, llegando a constituirse en la agrupación católica Acción Cultural Popular, la que, al cabo de poco más de una década, tenía asociados en todo el país y lograba resonancia mundial, llegando a formar parte de la misma: una red nacional de ocho emisoras, el primer periódico campesino de Colombia, dos institutos de campo para la formación de líderes y un centro de producción de materiales didácticos.
Las Radios Mineras de Bolivia. Este caso registrado en 1952 en territorio boliviano, es ilustrativo y representativo, no de un acto de “devolver el habla al pueblo”, sino más bien, de toma de la palabra por el pueblo, en la medida en que en los hechos así sucedió. Resulta que en ese año, trabajadores mineros de origen indígena, dispuestos a denunciar ante la sociedad, la brutal explotación de que eran víctimas y a ponerse en contacto con sus demás compañeros y con todo el pueblo marginado, para luchar en contra de esta situación, deciden establecer con sus escasos recursos y sin ninguna experiencia en producción radiofónica, pequeñas y rudimentarias radioemisoras autogestionarias de corto alcance.
La “cabina de radio” era cualquier rincón de un socavón minero, una sede sindical, una escuela, una iglesia, un mercado, una cancha deportiva o una plaza, así como algún hogar que estaba previsto visitar.
La “producción radiofónica” se realizaba con el equipo más rudimentario y eran los propios mineros, quienes producían y transmitían la programación.
La “barra programática” era el micrófono abierto a todas las denuncias y demandas populares, poniendo mayor énfasis en la información y comentarios sobre sus luchas sindicales contra la explotación y la opresión, dadas estas características, la sociedad oprimida la identificaba como la “radio del pueblo”.
A fines de la década de los 50, esta iniciativa popular, había logrado conformar una red nacional de alrededor de 33 emisoras. Sin embargo, su posición política de clase, contraria a los intereses de los regímenes militares que padeció Bolivia durante esa época, ocasionó que éstos las reprimieran violentamente hasta terminar con ellas.
En la parte teórica de la comunicación alternativa, son aceptadas como fundacionales, para el caso latinoamericano, las aportaciones de Paulo Freire, quien a finales de la década de los 60 inicia sus trabajos al respecto, siendo su Pedagogía del Oprimido y la Pedagogía de la Esperanza, las que sirvieron de base para pensar en otra comunicación, una participativa, la que ira tomando cuerpo a lo largo de los años. De manera sintética, el método y el ideal de Paulo Freire son:
[El método] La observación participante de los educadores, "sintonizándose" con el universo verbal del pueblo, la búsqueda de "palabras generadoras" indagando en su sentido vivencial, la codificación de las palabras en imágenes visuales que estimulen el tránsito de la cultura del silencio a la conciencia cultural, la problematización del escenario cultural concreto y de las palabras generadoras a través de un diálogo del "círculo de cultura" y, por último, la recodificación crítica y creativa para que los participantes se asuman como sujetos de su propio destino. (http://www.vivalaradio.org/2007)
[El ideal] Sueño con una sociedad reinventándose de abajo hacia arriba donde las masas populares tengan de verdad el derecho a tener voz, y no apenas el deber de escuchar. Es un sueño que me parece realizable, pero que demanda un esfuerzo fantástico de crearlo…” (Citado en http://www.wacc.org/2005).
A partir de estos planteamientos, bajo la denominación de comunicación alternativa aparecerán aportaciones de diversos investigadores que titularán sus trabajos con esta y otras nomenclaturas, tales como: comunicación “otra”, horizontal, democrática, liberadora y comunicación popular, entre otras. Todas ellas, sin ser exactamente lo mismo, tienen puntos de convergencia y divergencia. Sin embargo, su objetivo es el mismo, devolver la palabra a quienes les fue negado el derecho de expresión.
Reducir, desde mi perspectiva, a un mero concepto a la comunicación alternativa, es una tarea muy compleja, por lo forzado de tratar de simplificar en unas cuantas palabras su origen, razón de ser, los múltiples elementos que la integran y los medios de los que se vale. Reconocidos estudiosos de la materia conciben a la misma de la siguiente manera.
Para Kaplún la comunicación alternativa es igual a la comunicación democrática, la cual se opone a la comunicación dominadora. La comunicación democrática se caracteriza por el diálogo, comunidad, horizontalidad, participación, flujos bidireccionales y está al servicio de la mayoría de la sociedad. La comunicación dominadora se caracteriza por el monólogo, el poder, el verticalismo, flujos unidireccionales, monopolios y está al servicio de minorías: (Citado por Beltrán, L. en http://www.nuso.org/uploa/2007)
Para Luis Ramiro Beltrán
La comunicación alternativa para el desarrollo democrático es la expansión y el equilibro en el acceso de la gente al proceso de comunicación y en su participación en el mismo empleando los medios –masivos, interpersonales y mixtos – para asegurar, además del avance tecnológico y del bienestar material, la justicia social, la libertad para todos y el gobierno de la mayoría (http://www.nuso.org/uploa/2007)
Ramiro Beltrán agrega a lo anterior
La comunicación alternativa busca ante todo sacar a los receptores de su pasividad y manipulación. El usuario debe pasar de consumidor pasivo a receptor crítico y creativo. Para ello se deben crear redes alternativas, no sólo de producción y diseminación de información, sino que esas nuevas redes deben implicar procesos de intercambio y participación. Evidentemente, estas posibles exigencias de la verdadera comunicación alternativa parecen ser ajenas a la estructura misma de los medios de información colectiva. (http://www.nuso.org/uploa/2007)
Máximo Simpson estipuló como características de la “comunicación alternativa” – también llamada “dialógica”, “popular” y “participatoria” – a las siguientes: acceso amplio de los sectores sociales a los sistemas; de propiedad social de los medios; contenidos favorables a la transformación social; flujos horizontales y multidireccionales de comunicación; y producción artesanal de los mensajes. (Citado por Beltrán, L. en http://www.nuso.org/uploa/2007)
Durante las décadas de los 70 y 80, evoluciona y alcanza cierta consolidación la otra comunicación y se extiende su práctica a varias naciones de América Latina, donde se registran manifestaciones como las siguientes:
En Uruguay, Mario Kaplun, diseñó y puso a prueba un foro por casete, método sencillo y de bajo costo, consistente en un diálogo a distancia entre los miembros de cooperativas campesinas.
En Brasil, dominado por las dictaduras militares durante esa época, el derecho a tener voz por parte de los oprimidos era una utopía, por lo que la única forma que tenía el pueblo para expresar su descontento en contra de las injusticias era creando sus propias alternativas, siendo una de ellas decenas de periódicos (semiclandestinos) pequeños y rústicos que llegaron a constituir lo que se conoce como "prensa nanica" (prensa enana o en miniatura).
Asimismo, en periodos de distensión, Brasil fue el primer país en establecer un canal obrero de televisión y una asociación nacional para el uso de video por parte de organizaciones de base.
En Bolivia, durante las décadas de los 70 y 80, se organizaron grupos de campesinos, para comprar tiempo en varias radiodifusoras comerciales de la capital Boliviana, éstas les alquilaban las primeras horas de transmisión matutina, para que fueran difundidos sus programas producidos en idioma Aymara. Por precios muy bajos, ofrecían a sus compañeros, junto con noticias y entretenimiento acorde a su cultura, servicios similares al correo, el telégrafo y el teléfono, el acceso a estos medios les estaba negado. Esta iniciativa culmino en la creación de una asociación de comunicadores en idiomas nativos, integrada por muchos de estos radialistas, los que persuadieron a la Universidad Católica de Bolivia para que perfeccionara sus conocimientos mediante un curso de dos años de duración. También se capacitó a campesinos voluntarios como "reporteros populares”.
Cuba, en años posteriores, retomó y afinó esta estrategia boliviana. Dicho afinamiento, consistió en agregarle a las transmisiones radiales, la participación de millares de voluntarios organizados en "brigadas" de capacitación, las que movilizaban a la comunidad, para llevar a cabo campañas de en pro de la educación y la salud.
En Ecuador, un sacerdote católico, organizó a varias comunidades indígenas, pequeñas y aisladas, para que grabaran de manera artesanal, en sus propias aldeas, mensajes noticiosos y programas en su idioma. Estos productos radiofónicos eran enviados a una estación central para su transmisión.
En Perú, Michel Azcueta y otros, establecieron en Villa El Salvador, barrio limeño poblado por campesinos indígenas migrantes, un sistema integral de comunicación popular, basado, inicialmente, en la utilización de periódicos murales y boletines en mimeógrafo y posteriormente altoparlantes, proyección de películas en sitios públicos, la radio y llegando a contar hasta con su canal de televisión. Esto conjugado con una organización comunitaria activa.
La radio, desde la perspectiva alternativa, en forma tal vez, menos impactante, fue un medio utilizado en todo el territorio latinoamericano. Era lógico que los sin voz recurrieran a éste, por ser el de menor costo de equipamiento y de mayor facilidad de operación, así como el de mayor cobertura.
Otros medios alternativos empleados en varios países de la región sudamericana, para difundir lo que los masivos no hacían, fueron los festivales de música y bailes populares, las ferias, las pancartas, el teatro callejero y las funciones de títeres, entre otros.
En México, durante la década de los 60 y hasta principios de los 70 (años de gran represión política en el país), Eduardo del Río (Rius) publica dos historietas o cómics (del inglés comic); primero, una de nombre Los Supermachos, la cual por la sátira que hacia del sistema político mexicano, la iglesia y otras instituciones fue censurada, perseguida, reprimida y finalmente cerrada por el gobierno en turno; años después, continuando con la tradición, aparece otro cómic con el nombre de los Agachados, el que después de algunos años de estar en circulación corre la misma suerte que el anterior.
Durante las décadas referidas y hasta la fecha, Rius, utiliza la técnica del cómic, para editar más de 120 libros que tratan diversos temas relacionados con: la política, la historia, el naturalismo, la sexualidad, la filosofía y la religión, entre otros. Algunos títulos de la lista mencionada son los siguientes:
Cuba para principiantes, Marx para principiantes, Economía al alcance de todos, Filosofía para principiantes, Cristo de carne y hueso, La panza es primero, Jesús alias el Cristo, El católico preguntón, La Iglesia y otros cuentos, Puré de papas, Cada quien su Dios, La biblia esa linda tontería, La interminable conquista de México y La basura que comemos.
El texto más reciente (publicado en noviembre de 2006) es uno relacionado con las elecciones presidenciales mexicanas del 2 de julio de 2006, cuyo titulo es. Votas y te vas.
Estos medios impresos alternativos politizaron a miles de los jóvenes que participaron en el movimiento estudiantil de 1968, muchos de los cuales posteriormente se incorporan a la vida política nacional y desde diferentes trincheras y después de varios años de lucha, colaboran para crear las condiciones propicias, para lograr los mínimos avances democráticos que se registran de finales de los 80 hasta nuestro días.
Con su obra Rius no sólo politiza, educa también a miles de mexicanos, en la medida en que trata mediante el cómic, temas que en las décadas citadas eran un tabú, como era el caso del sistema político mexicano, los mitos de la historia oficial mexicana, el marxismo, la sexualidad y la religión, por citar algunos.
Un caso que merece mención aparte, por lo exitoso del mismo y porque todavía está vigente, es el de Calandria de Lima, Perú, experiencia que se inicia en 1984.
“La Asociación de Comunicadores Sociales, Calandria, es una institución de la sociedad civil, que desde la comunicación, busca incidir en el desarrollo del país y en la consolidación de la democracia…” (http://www.comminit.com/la/pensamientoestrategico,2005)
Calandria es una organización que
Promueve experiencias de periodismo cívico, basadas en poner los problemas del desarrollo en la discusión pública, con periodistas que se comprometen e invitan a la ciudadanía a dar su opinión. Los reporteros salen de las salas de redacción e interactúan con la gente, fortaleciendo así el espacio público y la responsabilidad social. (http://www.periodismo.uchile.cl/noticias,2004)
Además, realiza “…consultas ciudadanas, con el fin de conocer los temas de interés del ciudadano común, para luego posicionar dichos tópicos en los medios”. (http://www.periodismo.uchile.cl/noticias,2004)
La Asociación de Comunicadores Sociales aplica la comunicación participativa, en la medida en que mediante caravanas ciudadanas recopila (reportea) “… información…se dedican a generar debate y espacios de opinión, además de papelógrafos donde la gente escribe lo que piensa y le preocupa. (http://www.periodismo.uchile.cl/noticias,2004)
Aunado a lo anterior, Calandria brinda servicios de información, asesoría y capacitación en el uso de medios locales, a diversos grupos sociales e instituciones, así como también, realiza diagnósticos y estrategias comunicativas, a la vez que produce programas para medios electrónicos, spots radiales, videos y material gráfico.
La fundadora y principal dirigente de la Asociación de Comunicadores Sociales Calandria, Rosa María Alfaro, es impulsora y defensora de la comunicación alternativa porque piensa que
“La libertad de expresión sigue siendo un derecho de los medios y no de los ciudadanos: es un disfraz de la libertad de empresa. El periodismo no escribe para el ciudadano sino para vender, para competir, para los gobernantes, para los colegas, para cuestionar a los empresarios". (http://www.periodismo.uchile.cl/noticias/2004)