Tito Bonifacio Hernández Hernández
Las necesidades elementales del hombre; en lo individual: alimentarse, vestirse y resguardarse; y en lo colectivo: agruparse, organizarse y comunicarse, nacen con éste. Dichas necesidades se conjugarán y cubrirlas será el motivo principal de su existencia, razón por la cual buscarán como una constante, a lo largo de los siglos, el desarrollo de las fuerzas productivas que les faciliten el obtener los medios de vida necesarios. Partiendo de esta premisa explicaremos cómo desde el principio hay una relación muy estrecha entre las tareas económicas que realiza el ser humano y la comunicación entre los mismos para realizarlas.
Establecido lo anterior, en primer lugar abordaremos en este capítulo, con una visión histórica, el aspecto de la comunicación; en segundo, lo económico desde la perspectiva del desarrollo sustentable; y tercero, la difusión participativa de la sustentabilidad, razón por la que dividiremos el mismo en los epígrafes: 1.1. Comunicación, 1.2. Desarrollo sustentable, 1.3. Comunicación para el desarrollo y 1.4. La difusión participativa del desarrollo sustentable
1.1 La comunicación
La intención que se persigue aquí, no es abordar los diversos aspectos teóricos de la comunicación, sino meramente, ver a la misma, como un medio, con el que se relacionen los hombres para efectuar sus actividades económicas y como un instrumento indispensable para su desenvolvimiento (comunicación para el desarrollo).
Por tanto, el propósito de este trabajo es, por un lado, destacar de manera puntual, la importancia que tiene la comunicación en las actividades económicas del hombre y; por otro, proponer posibles aplicaciones concretas de una comunicación para el desarrollo sustentable, para tal efecto, abordaremos, en este primer apartado estos cuatro puntos: las raíces históricas de la relación comunicación/actividad económica; división social del trabajo/comunicación; desarrollo de las fuerzas productivas/comunicación—conocimiento--innovación--progreso; e intercambio de mercancías/comunicación. Esto, por considerar que, de origen, existe una unidad indisoluble, entre la comunicación y la actividad económica, por que esta juega un papel importante en la productividad del trabajo, mediante la división del mismo, división que solo es factible a través de la comunicación entre los hombres; así como, sólo con la comunicación-información, el ser humano puede perfeccionar sus medios de producción.
1.1.1. Las raíces históricas de la relación comunicación/actividad económica
Para encontrar las raíces históricas de la relación comunicación/actividad económica, forzosamente tenemos que partir del origen del hombre mismo, encontrando en la teoría de la evolución de Darwin (Engels 1970), la hipótesis más aceptada al respecto, en ella plantea el concepto de evolución de las especies a través de un lento proceso de selección natural y establece que el hombre proviene del mono, entre otras cosas.
Varios estudiosos del tema, retoman, a lo largo de los siglos, las premisas de Darwin y amplían los descubrimientos y fundamentos de la misma. Desde la perspectiva económica, enfoque que nos interesa para los propósitos de esta tesis, es Federico Engels quien continua fundamentando la conjetura darwinista del origen del hombre, introduciendo la variable “trabajo” para demostrarla, para el efecto, escribe la obra titulada: “El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre” (1970).
En resumen, el autor mencionado explica en esta obra que, el estudio del origen del hombre, no puede circunscribirse únicamente al desarrollo biológico, en la medida en que éste no explica por sí solo la esencia de la transición del animal al hombre primitivo. Lo que separa al hombre del mundo animal, es su actividad laboral, que tiene un carácter social y que efectúa con la ayuda de instrumentos de trabajo, inicialmente, elaborados artificialmente a partir de piedras y huesos, entre otros materiales.
Además, dice Engels, El hombre, para satisfacer sus necesidades, protegerse de las inclemencias de la naturaleza y defenderse de los grandes animales, tuvo que realizar actividades productivas, las que después de varios siglos de llevarlas a cabo, permitirán que este camine erguido y se le desarrollen las extremidades anteriores, lo cual lo hará más diestro en su trabajo.
El horizonte del ser humano, plantea Federico Engels, se fue ampliando con su trabajo, en la medida en que a través de éste, descubría constantemente en los objetos nuevos atributos hasta entonces desconocidos. Estos descubrimientos empujan mayores actividades y esfuerzos que hacen necesaria la ayuda mutua, la que a su vez demuestra las ventajas de ésta y congrega aún más a los miembros del grupo, ocasionando que los hombres tengan la necesidad “de decirse algo” los unos a los otros.
De acuerdo a lo anterior se puede concluir que, primero surgió “…el trabajo, luego y con él la palabra articulada…” (F Engels, 1970:378), es decir, “…del proceso del trabajo surge la necesidad de comunicarse entre sí…” (Afanasiev, V., 1980: 212).
La segunda conclusión a la que llega Federico Engels en la obra referida, es la que establece que el trabajo no sólo motiva la necesidad de que los hombres se comuniquen entre si, sino también contribuye a que se desarrolle el pensamiento, en razón de que la actividad laboral, en forma paulatina, se hacia menos intuitiva y más racional, pero para que el raciocinio del hombre evolucionara plenamente, era necesario que su cerebro se desarrollara físicamente, lo que fue posible, en el momento en que el ser humano, consume carne de manera regular, ello, tomando en cuenta, que la misma suministra substancias químicas que son indispensables para el desarrollo de éste y otros órganos del cuerpo humano.
Reflexionando lo expuesto por Engels, podemos rematar que la comunicación entre los hombres no surge de manera espontánea, sino estrechamente ligado a la satisfacción de las necesidades elementales de estos, mediante el trabajo, es decir, nace como producto de la actividad humana en sociedad.