Samuel Immanuel Brugger Jakob
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La crisis que se desencaden� en la regi�n a principios de la d�cada de 1980 dio comienzo a un complejo periodo de desequilibrios y ajustes que, en la mayor�a de los casos, llev� a los pa�ses de Am�rica Latina a emprender reformas estructurales con el objetivo de configurar econom�as m�s estables y m�s integradas a la econom�a-mundo. Se promovieron reformas estructurales bajo un esquema te�rico conocido como el Consenso de Washington. En el primer subcap�tulo se hace un recuento del desempe�o econ�mico de las cuatro econom�as que comprende el estudio durante el proceso de implementaci�n de tales reformas. En el segundo subcap�tulo se describe c�mo desde la d�cada de los ochenta del siglo pasado hubo un crecimiento inusitado en los mercados financieros a escala global, principalmente en los mercados de valores.
4.1. Am�rica Latina antes del efecto contagio burs�til latinoamericano (1980-1994)
La crisis que se desencaden� en la regi�n a principios de la d�cada de 1980 dio comienzo a un complejo periodo de desequilibrios y ajustes que, en la mayor�a de los casos, llev� a los pa�ses de Am�rica Latina a emprender reformas estructurales para configurar econom�as m�s estables y m�s integradas a la econom�a-mundo. A partir de 1982, los pa�ses latinoamericanos enfrentaron la crisis econ�mica m�s profunda y prolongada de los �ltimos 50 a�os. Como resultado de la crisis de la deuda que comenz� en 1982 y de las reformas estructurales que le siguieron, la regi�n pasar�a por un proceso de mutaciones estructurales de gran profundidad (Cepal, 1996). En este subcap�tulo se hace una evaluaci�n del desempe�o de las principales econom�as �Argentina, Brasil, Chile y M�xico�, as� como de toda la regi�n durante la d�cada y media del estudio.
Desde la segunda mitad de los a�os setenta y hasta 1981, la regi�n se benefici� de una burbuja crediticia que provino de la banca privada internacional �en especial la estadounidense�, lo que dio como resultado que se fomentaran pol�ticas econ�micas expansivas (Cepal, 1996) que llevaron a que la mayor�a de los pa�ses crecieran a tasas mayores al 4% (v�ase el cuadro 3). El aumento de la tasa de inter�s real de -0.75% entre 1974 y 1975 a 1.76% en 1980 y a 8.57% en 1981 (v�ase el cuadro 4), debido a la famosa pol�tica estadounidense llamada Reaganomics (Ugarteche, 2007), y la s�bita ca�da de los precios de las materias primas -en especial el petr�leo-provocaron que en agosto de 1982 M�xico anunciara una moratoria de pagos.
Las naciones deudoras con una base de exportaci�n primaria entraron en cese de pagos casi simult�neamente tras la moratoria mexicana de 1982. El repentino salto en las tasas de inter�s, los precios de las materias primas que cayeron en picada y las transferencias netas de recursos pasaron a ser claramente negativos. Desde ese momento los deudores refinanciaron el capital impago y el inter�s vencido del a�o anterior y los hicieron reembolsables en los diez a�os siguientes. Esto aument� la relaci�n del servicio de la deuda en relaci�n a las exportaciones y en el presupuesto nacional, con un efecto escalera (Ugarteche, 2007) durante la d�cada de 1980. El FMI y el G7 estuvieron m�s preocupados por la estabilidad del sistema bancario estadounidense que por la estabilidad de las econom�as en desarrollo. En especial, el FMI sirvi� como instrumento de pol�tica exterior del Tesoro de los Estados Unidos, m�s que como estabilizador de la econom�a mundial. Culp� �nicamente a los pa�ses del Sur, a quienes impuso distintas reformas estructurales, pero no toc� a los banqueros irresponsables del Norte, en especial, los estadounidenses.
De esta manera, la d�cada y media que comprende el an�lisis se puede dividir en dos periodos: el primero abarca de 1982 a 1990, caracterizado por un promedio de transferencias netas de recursos negativas de 3.2% del PIB, y el segundo va de 1991 a 1994, el cual se define por la recuperaci�n de las transferencias promedio de 1.5% del PIB123 (Cepal, 1996). Durante el periodo 1982-1990 la cuenta corriente (v�ase el cuadro 2 y 6) adquiri� prioridad debido a la restricci�n de cr�ditos internacionales. Los pa�ses estaban obligados a lograr un super�vit comercial significativo para hacerle frente al d�ficit de la cuenta de servicios financieros debido a las grandes sumas de pagos de inter�s. En el segundo periodo, una vez reducida la brecha externa, se modific� la pol�tica por el financiamiento de la balanza de pagos, lo cual hac�a necesario captar capitales que permitieran financiar un d�ficit creciente en cuenta corriente. Esto provoc� que el tipo de cambio (v�ase el cuadro 13) �que durante el primer periodo exig�a tipos de cambio real elevados y superiores a los de largo plazo� dejara de tener relevancia en la pol�tica econ�mica y quedara determinado por la cuant�a de las corrientes de capital (Cepal, 1996).
La crisis de los ochenta se caracteriz� por el deterioro de los indicadores econ�micos, financieros y sociales. No s�lo se produjo una baja de la producci�n o una dr�stica reducci�n de su ritmo de crecimiento; tambi�n empeor� la situaci�n ocupacional y disminuyeron las remuneraciones reales, as� como se acentuaron y generalizaron los procesos inflacionarios (v�ase el cuadro 5), y se agravaron los problemas del sector externo. Al deterioro macroecon�mico se sumaron severas crisis en el sistema financiero latinoamericano, que a su vez provocaron incrementos a la tasa de inter�s y devaluaciones continuas a las monedas (Cepal, 1996).
En lo que se refiere a la inversi�n, hubo una disminuci�n progresiva hasta llegar a su m�nimo en 1987, y a partir de este a�o se comenz� a recuperar hasta llegar a 22% del PIB en 1994. Sin embargo, s�lo Chile, Costa Rica y El Salvador registraron coeficientes de inversi�n similares a los del periodo 1978-1981 (Cepal, 1996). Las reformas estructurales propiciaron que desde 1991 se incrementara la afluencia de capital, con lo que se busc� financiar la reactivaci�n de la econom�a. Aunque se redujo considerablemente la inflaci�n y desde 1992 hubo una mejora en las variables econ�micas y financieras �reducci�n en el servicio de la deuda, reducci�n de la tasa de inter�s externa, mejora en la relaci�n de los precios de intercambio, etc.�, se plante� el desaf�o de prevenir cualquier crisis futura. Se impulsaron reformas financieras para incrementar los flujos de capital extranjero, poniendo fin a las restricciones externas y generando fondos. Los excedentes de fondos que flu�an a Am�rica Latina apreciaron el tipo de cambio, redujeron o eliminaron los super�vit comerciales y acentuaron el d�ficit en cuenta corriente. Por �ltimo, la crisis y posteriormente las reformas provocaron que el sector p�blico registrara super�vit o bien un d�ficit reducido (v�ase el cuadro 7) que se consideraba manejable. Se plante� que los gobiernos hab�an recuperado la capacidad de manejar la econom�a y generar crecimiento, con una mayor estabilidad y una moderaci�n de las restricciones externas.
Comparando la d�cada de los ochenta y la primera mitad de los noventa, se observa un patr�n en las variables macroecon�micas y financieras: una moderada expansi�n del nivel de actividad, una menor tendencia al d�ficit p�blico, un crecimiento muy moderado de la oferta monetaria, un incremento de la la inversi�n extranjera (v�ase el cuadro 8), una revaluaci�n del tipo de cambio y una baja del desempleo (Cepal, 1996). Esto origin� que los pa�ses con un solo d�gito de inflaci�n incrementaran �sta desde dos hasta seis d�gitos (1985-1990). Con excepci�n del caso de Argentina, donde las privatizaciones fueron muy relevantes durante este periodo, para los pa�ses latinoamericanos las dos principales entradas de inversi�n fueron la IED y la conversi�n de la deuda (v�ase el cuadro 8).
La IED y la inversi�n en portafolio aumentaron de forma directa a la emisi�n de bonos y acciones e indirecta mediante ARDs y GDRs, tanto para el financiamiento p�blico como privado (v�ase el cuadro 9). Los flujos netos representaban en promedio un 5% del PIB para el periodo 1992 1994. Fueron once los pa�ses que obten�an m�s de un 5% de su PIB en entradas de capital, aunque la gran tajada se la llevaron los cuatro grandes Argentina, Brasil, Chile y M�xico, adem�s de Per�.
Aunque hubo entradas en cantidades inimaginables, la tasa de crecimiento a�n era modesta en el mejor de los casos. Esto se debi� principalmente a que los recursos financieros disponibles no se canalizaron a la inversi�n real, pero tambi�n porque provocaban una revaluaci�n del tipo de cambio haciendo menos atractivas las exportaciones del subcontinente. El caso m�s radical de revaluaci�n lo sufri� Brasil en 1994, cuando la moneda gan� 21%.
En 1992 el d�ficit comercial reapareci�, cuando el incremento de las importaciones duplic� al de las exportaciones. Para la mayor�a de los pa�ses la afluencia de capitales tuvo efectos no deseados con relaci�n al tipo de cambio y la oferta monetaria, acentuando la vulnerabilidad de la econom�a ante cambios externos. Los intentos por neutralizar el efecto de la absorci�n de divisas en el �mbito monetario obligaron a incrementar las tasas de inter�s, que hac�an imposible la inversi�n en el sector productivo (v�ase el cuadro 10). Todo ello inhibi� la capacidad competitiva de la exportaci�n, as� como a los sectores que compet�an con productos de importaci�n.