Tesis doctorales de Ciencias Sociales

APROXIMACIÓN A LA MEDICIÓN DE LA CALIDAD DE VIDA SOCIAL E INDIVIDUAL EN LA EUROPA COMUNITARIA

Mª Noelia Somarriba Arechavala



 


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2.3.2. Enfoque pigouviano

La economía del bienestar como rama del análisis económico surge básicamente con Arthur Cecil Pigou (1877-1959), sus principales aportaciones al estudio del bienestar se encuentra en su obra “Wealth and Welfare” (1912) y en una nueva versión de la misma titulada “The Economics of Welfare” (1920).

La definición de Pigou sobre el bienestar era utilitarista, establece que los elementos del bienestar son estados de conciencia y el bienestar puede reducirse a categorías de mayor qué y menor qué.

El estudio del bienestar de este autor tiene dos vertientes. En primer lugar, plantea cómo se deben asignar los recursos existentes de la forma más eficiente posible, es decir, de la forma que se obtenga el mayor bienestar posible. Mientras la segunda de las vertientes entronca con el concepto de equidad, una vez que los recursos están asignados de forma eficiente se plantea si es posible incrementar el bienestar por medio de redistribuciones de riqueza entre los distintos individuos.

El primero de los enfoques entroncaría con la idea del excedente de Dupuit y Marshall , aunque Pigou no alude directamente al concepto de excedente. Estos autores definen el excedente social como la ganancia total que la sociedad obtiene de cualquier industria. Esta idea, tal como la usaron estos autores, puede servir de base para la definición de la eficiencia asignativa. Pigou abandona la idea del excedente propuesta por estos autores en favor de un enfoque más marginal, estudiando las diferencias entre los productos privados marginales y los productos sociales marginales. Establece que la asignación de recursos que hace máximo el bienestar social es aquella que consigue igualar los valores del producto marginal social de cada recurso en todos sus usos. En concreto para este autor la política económica tenía por objeto eliminar estas diferencias.

En cuanto al concepto de equidad, Pigou establece en su obra una serie de supuestos como son que la función de utilidad marginal de la renta es la misma para todos los individuos y que la utilidad social es la suma de las utilidades individuales.

Este pensamiento de Pigou originó una larguísima polémica sobre las comparaciones interpersonales de utilidad, tal y como veremos a continuación.

2.3.3. Comparaciones interpersonales y criterio de Pareto

La obra de Arthur Cecil Pigou (1877-1959) sucesor de Marshall en Cambridge es posterior a la de Pareto.

A principios de los años 30, Robbins, en su obra “An essay on the nature and significance of economic sciencie” (1932), afirmaba que no hay manera de contrastar el nivel de satisfacción de un sujeto en comparación con el de otro.

Las comparaciones interpersonales de utilidad deberían ser consideradas como juicios de valor, que pueden formar parte de la esfera normativa de la economía pero no del análisis positivo. A partir de Robbins queda claro que hay que buscar otros criterios y el criterio por el que se optó fue por el de Pareto.

Antes de introducir un breve comentario al criterio de Optimalidad de Pareto, realizaremos una breve alusión a Walras (1830-1910). Este autor aunque emplea el concepto de utilidad no realiza comparaciones interpersonales, basa la economía del bienestar en los conceptos de justicia distributiva y conmutativa. Sus teorías sirvieron de base para la elaboración de una economía del bienestar no utilitarista. El economista que fue capaz de desarrollar en este sentido las ideas de Walras fue Pareto.

Pareto contribuyó poco a la economía del bienestar; sin embargo, propone un criterio que 30 años después se convertiría en uno de sus pilares básicos, el criterio de Optimalidad de Pareto. Este criterio nos afirma que una asignación es más eficiente que otra si alguien mejora su utilidad y nadie empeora, y peor si alguien empeora y nadie mejora, y no se podrá comparar si algunos empeoran y otros mejoran. Este criterio presenta falta de completitud cuando hay varios óptimos de Pareto; el razonamiento no proporciona ningún medio para ordenarlos.

El criterio de Optimalidad de Pareto fue propuesto antes de los desarrollos de Pigou y Robbins y fue introducido por Abba Lerner (1903-1982) en los años 30, y su denominación como óptimo de Pareto es todavía posterior y se debe a Little (1918-).

Las principales aportaciones de Lerner fueron la demostración de que un gobierno socialista debería comportarse como un subastador walrasiano para lograr la asignación de recursos más eficiente. Además este autor en 1934 propone que una asignación de recursos es mejor que otra si algunos sujetos mejoran sin que otros empeoren; esta idea había sido introducida anteriormente en el criterio de Pareto, con Lerner el tratamiento del bienestar pasa a un marco de equilibrio general.

A partir de los años 30 y 40, a la economía del bienestar con las notas de rechazo a las comparaciones interpersonales de utilidad, la adopción del criterio de Pareto y el enfoque del equilibrio general se le denomina “Nueva Economía del Bienestar”.

El criterio de Pareto, al margen de sus virtudes teóricas, presenta dificultades a la hora de ser aplicado en situaciones reales. Para tratar de paliar este problema surgen dos nuevas líneas de investigación: los criterios de compensación y las funciones de bienestar social.


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