Maria Elza Eugenia Carrasco Lozano
El feminismo cultural o radical plantea que el aspecto más importante de esta corriente es determinar y analizar en qué consiste el “resentimiento que está detrás de la dominación masculina” por lo tanto es obligado estudiar no sólo los orígenes y el desarrollo del patriarcado sino los mecanismos que ha utilizado este sistema para mantener las relaciones de dominación subordinación que se establecen entre el hombre y la mujer. (Gomáriz, 1992:96).
Desde la perspectiva ecológica Shiva (1996:56) comenta que “la mejor forma en que las mujeres pueden enfrentar la dominación y violencia patriarcal y lograr su liberación es ocupando los espacios públicos que tradicionalmente éstas tendrían que haber tenido”, Agrega que si bien esto es necesario, no es suficiente por cuanto habría que enfrentar, además, denuncia que los modelos de desarrollo patriarcales son altamente destructivos del ambiente. (Santana, s/f).
El ecofeminismo cultural se sustenta en la creencia de que existe una naturaleza o esencia femenina, de la que se apropian las mismas feministas para tratar de revalorizar los atributos femeninos depreciados. Las iniciativas del feminismo cultural se centran en la creación y el mantenimiento de un entorno saludable libre de valores que favorezcan lo masculino y de todos sus derivados, de igual manera el ecofeminismo cultural, se centra en las diferencias biológicas entre hombres y mujeres y establece un vínculo idealista entre la mujer y la naturaleza debido a la posibilidad de las mujeres de dar a luz (Rico 1998).
Finalmente a pesar que esta línea de pensamiento ha tenido gran impacto sobre la importancia de considerar la interrelación entre las mujeres y el medio aún no termina de consolidarse, Ress (1998:5) explica que la “ecología profunda examina los patrones simbólicos, sicológicos y éticos de las relaciones destructivas entre las especies humanas y la naturaleza”, especialmente dentro de la cultura occidental y, en consecuencia busca formas diferentes de construir una nueva conciencia y una cultura que establezca relaciones de armonía entre los ecosistemas de la tierra, donde el ser humano no se conciba separado del resto de la naturaleza. (Santana, s/f).
2.4.2.2 El Ecofeminismo Social.
Las feministas socialistas “han enfocado su trabajo sobre la incorporación de género en la economía política, usando los conceptos de producción y reproducción para delinear los roles de mujeres y hombres en sistemas económicos. Identifican tanto a las mujeres como al ambiente con roles reproductivos en economías de desarrollo desigual y levantan una crítica contra el ecofeminismo biológico que representa a las mujeres solo como madres” y no como agentes de cambios. (Alban Susan et. al. 2002).
El Ecofeminismo social relaciona la opresión que sufren las mujeres con el deterioro de la naturaleza, entiende que la crisis ambiental puede solucionarse si se introduce una perspectiva de género y se resaltan las importantes contribuciones de las mujeres a la sostenibilidad social y ecológica. En el fondo propone “poner en femenino” los discursos, valores y prácticas sociales (Herrero, 2007).
Con el ecofeminismo social se intenta incorporar una nueva visión de cara al aumento de los impactos ambientales y su relación con la desigualdad social y de género, esto con el fin de construir una nueva relación entre hombres y mujeres y una relación más armónica con la naturaleza, lejos de la dominación que hace el capitalismo y más cerca de la colaboración que garantice una buena calidad de vida para todos y todas (Rico, 1998).
Para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) la equidad entre los géneros es prerrequisito del desarrollo y un asunto fundamental de derechos humanos y de justicia social; considera que la inversión en la promoción de la equidad de género y el empoderamiento de las mujeres es vital para mejorar las condiciones económicas, sociales y políticas de la sociedad en su conjunto (PNUD, 2006).
Las ecofeministas socialistas proponen la construcción de una sociedad socialista que construya una nueva relación entre los géneros y una relación distinta con la naturaleza, lejos de la dominación que hace el capitalismo y que garantice una buena calidad de vida para todos y todas, considera que los problemas medioambientales son intrínsecos al patriarcado y al capitalismo que justifica la explotación de la naturaleza mediante la técnica para facilitar el progreso, entendido principalmente como crecimiento económico.
Las mujeres, entonces, tienen derecho a tener voz en los cambios, son una fuente indispensable de conocimientos en el tema; más aún, son participantes esenciales en cualquier intento exitoso de lograr una innovación constructiva. El progreso en el conocimiento en estos entornos debe reflejar los detalles de los papeles diferenciales de los géneros en cada comunidad (Velásquez, 1996) .