Maria Elza Eugenia Carrasco Lozano
La participación de las mujeres ha estado presente en las agendas de los gobiernos desde la década de los setenta, en la Declaración de México sobre la Igualdad de Acción de las Mujeres en 1975, y en el marco de la aprobación de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer en 1979, se inició todo un proceso a través del establecimiento de una maquinaria interdisciplinaria y multisectorial dentro del gobierno para integrar a las mujeres a condiciones de igualdad de oportunidades y su total integración en la vida nacional. (Lara y Ramírez, 2002).
En Dublín en 1992 se estableció la guía para las recomendaciones de acción a nivel local, nacional e internacional. En el tercer principio se refiere al papel que cumplen las mujeres en la provisión, administración y conservación del agua, así como a la necesidad de que estos roles se reflejen en los arreglos institucionales para el desarrollo del sector. (Santos y Valdomir, 2006)
En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (UNCED) en Río de Janeiro en 1992, se destacó la importante labor de las mujeres en el uso y adecuado aprovechamiento de los recursos naturales; el Principio 20 de la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, en 1992, dice que Las mujeres desempeñan un papel fundamental en la ordenación del medio ambiente y en el desarrollo. Es, por tanto, imprescindible contar con su plena participación para lograr el desarrollo sostenible.
La Plataforma de Acción de Beijing en 1995, señala la importancia del acceso equitativo de las mujeres al agua para asegurar su salud (pár. 92), lograr que sus prioridades se incluyan en los programas de inversión pública para la infraestructura en agua y saneamiento (pár. 167.d), y promover los roles de las mujeres indígenas y campesinas en el riego y la ordenación de cuencas hidrográficas (pár. 256.f), entre otros objetivos. (Rico (1998).
En septiembre de 2000, La Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas acordó combatir la discriminación contra las mujeres y fomentar su capacidad para acceder y gestionar con mayor facilidad a los servicios básicos e identificar y aprovechar nuevas oportunidades, ganar confianza en sí mismas y lograr un mayor sentido de dignidad personal. En este mismo evento se acordó reducir el número de personas sin acceso al agua potable para el año 2015. (GWA, 2006).
La Asamblea General de las Naciones Unidas, en el documento denominado 58/217. Decenio Internacional para la Acción, “El agua, fuente de vida”, 2005-2015, decide que el Decenio tenga como objetivos ocuparse más a fondo en todos los niveles de la ejecución de los programas y proyectos relativos a ella, el documento busca asegurar la participación e intervención de la mujer en las medidas de desarrollo relacionadas con el tema y promover la cooperación en todos los niveles, para ayudar a alcanzar los objetivos relativos al recurso convenidos internacionalmente y contenidos en el Programa 21 y el Plan para su ulterior ejecución, la Declaración del Milenio y el Plan de Aplicación de Johannesburgo, según proceda, los objetivos determinados durante los períodos de sesiones 12° y 13° de la Comisión de Desarrollo Sostenible. .
Además de las reuniones y acuerdos para conferir a las mujeres un papel fundamental en las acciones encaminadas al cuidado de los recursos hídricos, la Red de Genero y medio ambiente (RGEMA), en la “Agenda azul de las mujeres” (GWA, 2006), propuso; la inclusión del concepto de género en los temas ambientales, y el derecho al agua segura, suficiente, limpia y accesible para el uso personal, doméstico y productivo; por ser reconocido como uno de los derechos humanos básicos de todas las personas. Sin embargo, el ejercicio de este derecho se ve obstaculizado por las desigualdades sociales existentes derivadas de la clase social, el sexo, la etnia, y otras, que se deben erradicar a través procesos de participación.
Kauffer y García (2003), señalan que en las conferencias internacionales y reuniones llevadas a cabo en las dos últimas décadas del siglo XX sobre el tema del agua, el enfoque participativo es reconocido como fundamental en el marco de la descentralización de los servicios, además de ser considerado como imprescindible para alcanzar la sustentabilidad y mejorar la eficiencia del sector de agua potable y saneamiento.