Miguel Ángel Vega Campos
En palabras de Kepner y Tregoe (1997) los AD dentro de la toma de decisiones utilizan inconscientemente y de manera individualista, cuatro patrones de pensamiento, los que se reflejan en las siguientes preguntas: a) ¿Por qué está ocurriendo? b) ¿Por qué ocurrió esto? c) ¿Qué curso de acción deberíamos adoptar? d) ¿Qué nos espera más adelante?
Kepner y Tregoe (1997) declaran que los cuatro patrones básicos del pensamiento no han cambiado notablemente desde la aparición de la raza humana, son universales y aplicables a cualquier situación. A través de millones de años, mediante la selección natural, estas estructuras neurológicas (los patrones de pensamiento, de respuesta y de conducta que contribuyeron a la supervivencia) tendieron a conservarse y a heredarse, los patrones de poco valor para la supervivencia se descartaron.
Los AD se adaptaron (resolvieron problemas) para sobrevivir. Los elementos que posibilitaron esos patrones de pensamiento se convirtieron en parte de la naturaleza humana. La capacidad de usar estos patrones para pensar con claridad y para comunicarse entre sí con un propósito común garantizaron la supervivencia (Kepner y Tregoe, 1997).
Para la mayoría de los AD “supervivencia” implica tambalearse al borde de la muerte, con la posibilidad de caer hacia uno u otro lado y la intervención de algo que determina la dirección de la caída. En el remoto pasado del hombre, cuando la supervivencia dependía del individuo solo, quizá fuera cierto, pero en la mayor parte de los casos, la supervivencia dependía de un conjunto de personas que trabajaban juntas: un grupo de cazadores o uno de recolectores de alimentos (Kepner y Tregoe, 1997).
No obstante que el concepto de supervivencia que utilizan estos autores se refiere a la conservación natural de la especie humana, el autor considera que el AD dentro de las OP utiliza dichos patrones de supervivencia para permanecer en su misma posición laboral o si es posible, mejorarla.
Kepner y Tregoe (1997) hablan de cuatro patrones de supervivencia que los AD utilizan:
1. En relación con el primero, identificado como “evaluación y aclaración”, exponen Kepner y Tregoe (1997) que para los primeros ancestros, el más importante de los cuatro patrones básicos de pensamiento era el que les permitía evaluar, aclarar, seleccionar e imponer orden en una institución confusa. Los seres humanos separaban una situación compleja en sus componentes, decidían qué debía hacerse y determinaban cuándo, cómo y quién lo haría.
Establecían prioridades y delegaban tareas. Esto resultó parte integral de la adaptabilidad humana, condición que permite cambiar con base en una evaluación de lo que está ocurriendo. Los animales se adaptan y cambian en respuesta a las alteraciones externas, pero la adaptación humana es una conducta elegida que resulta de dicha evaluación.
Hace veinte mil años, las respuestas a “¿Qué está ocurriendo?” señalarían una fuente de alimento que desaparecía lentamente, una inundación recurrente o un influjo de plagas. En respuesta, los hombres tomaban las medidas necesarias para la supervivencia: se iban a otro lugar, cambiaban sus hábitos de alimentación, adoptaban mejores métodos para cazar. En pocas palabras, este patrón fundamental de pensamiento permitió a los hombres prevalecer en una variedad de medios y contra una serie de condiciones sumamente adversas (Kepner y Tregoe, 1997).
2. Por lo que hace al segundo patrón de supervivencia, llamado “causa y efecto” este permite relacionar un suceso con su resultado, una causa con su efecto; dio al hombre primitivo capacidad para darle significado a lo que observaba. Los primeros hombres no entendían conceptos tan naturales como el nacimiento, la enfermedad y la muerte, o la salida y puesta del sol. Lo entendieron mucho tiempo después desde la acumulación, contemplación y comunicación de observaciones sobre su mundo. La abstracción mental de causa y efecto permitió a los hombres pasar de una mera reacción al medio, a la utilización de ese medio sin estar eternamente a su merced (Kepner y Tregoe, 1997).
Kepner y Tregoe (1997) expresan que el patrón de pensamiento que se usa para relacionar la causa con el efecto es tan esencial y natural como el que se usa para evaluar y aclarar situaciones complejas. Ambos permiten sobrevivir, florecer y conservar una verdadera medida de control sobre el medio.
3. En cuanto al tercer patrón de supervivencia: “elección de opciones” posibilita las elecciones razonadas. Permitía al hombre primitivo decidir, continuar la cacería toda la noche o esperar hasta el amanecer, ocultarse en esta cueva o en aquel árbol, acampar a uno u otro lado del río. La acción productiva y coherente (en oposición a una simple reacción ante un hecho del momento) depende de una base razonada que permita la elección. La complejidad de elegir unida al establecimiento de metas y a la consideración de las consecuencias de una u otra acción, significó que el ser humano a veces se comiera a los tigres en lugar de que ocurriera lo contrario (Kepner y Tregoe, 1997).
El patrón de “elección de opciones” converge en tres actividades de primer orden: a) Determinación del propósito (con qué finalidad se escoge tal opción). b) Consideración de las opciones disponibles (cómo alcanzar mejor ese propósito). c) Evaluación de los riesgos resultantes de las opciones disponibles (qué opción sería la más segura y productiva [Kepner y Tregoe, 1997]).
Cuando el hombre se enfrenta a una elección tiende a dedicar tiempo y pensamiento a una sola de esas tres actividades pero independientemente el equilibrio escogido o lo complejo de la elección, esos tres factores determinan los tipos de elecciones que los seres humanos siempre han hecho y continuarán haciendo (Kepner y Tregoe, 1997).
4. Finalmente, el cuarto patrón de supervivencia: “anticipación del futuro” permite mirar en dirección al futuro para proyectar lo bueno y lo malo que depara. Esta capacidad de imaginar e interpretar el futuro, aún en el corto plazo y con imperfecciones, dio a los primeros hombres una tremenda ventaja. Previeron la tormenta y la serpiente, la hambruna del invierno o la sed del verano.
El pensamiento futurista fue posible en gran medida, por el excelente desarrollo del pensamiento causa-efecto. Los hombres aplicaron sus conocimientos en las relaciones causa-efecto. De lo que ya ocurrió y por qué, a lo que ocurriría según lo que el futuro podría deparar. Aprendieron a actuar en el presente en previsión de posibles y probables sucesos negativos del futuro (Kepner y Tregoe, 1997).
Aunque las medidas preventivas son tan antiguas como la humanidad, el patrón de razonamiento que las produce es menos eficaz que los demás. Por desgracia el futuro representa menos urgencia que el presente. El hombre primitivo aprendió a guardar ciertos alimentos del verano en prevención de los estragos del invierno, pero tal abastecimiento rara vez fue suficiente. El tigre de mañana, el posible incendio o la probable hambruna tenían poca importancia comparados con la cercanía del tigre que estaba a unos cuantos metros, la amenaza de un incendio que llegaba o la realidad de una hambruna inminente. Aún hoy se enfrenta el potencial insatisfecho de ese cuarto patrón básico de pensamiento: la capacidad de planear el futuro, actuar ahora contra los sucesos negativos del mañana (Kepner y Tregoe, 1997).
Los autores de referencia desarrollaron cuatro procesos racionales básicos para emplear y compartir información. Dichos procesos son procedimientos sistemáticos para el mejor provecho del uso de los cuatro patrones de pensamiento. En la Tabla 27 se muestra su modelo.
Kepner y Tregoe (1997) afirman que la manera de razonar de un AD sólo se deduce observando su conducta y prestando mucha atención a sus conclusiones o decisiones. El nivel real de la habilidad para pensar (acerca de problemas, decisiones y todo lo referente a la OP) debe ser tan alto como sea posible. El nivel de habilidad aumenta cuando los AD captaron las técnicas de los procesos racionales y aprendieron a aplicar sus patrones básicos de razonamiento en las situaciones de dirección.