Ledis Mesino Rivero
La pobreza ha sido definida de muchas maneras, una de ellas es la conceptualizada por Sen (ob. cit.), quien señala que la pobreza puede ser entendida como:
Aquella situación generalizada caracterizada por el infraconsumo, que tiene como consecuencia la desnutrición, precarias condiciones de vivienda, bajos niveles educacionales, malas condiciones sanitarias y de salud, y escasas condiciones de inserción en el aparato productivo, lo cual constituye una de las causas del infraconsumo (p. 43).
Igualmente, según el PNUD (2000), “Pobreza es la falta de ingreso necesario para satisfacer tanto las necesidades alimentarias básicas, como las necesidades no alimentarias, tales como vestido, energía y vivienda”. Esto es, es la privación material, medida mediante el ingreso o el consumo del individuo o la familia. Es allí cuando surgen las Líneas de Pobreza, el cual según el INE (ob. cit.), están clasificadas en pobreza extrema, la cual es definida como la falta de ingreso necesario para satisfacer las necesidades de alimentación básicas, y la pobreza crítica, conceptualizada como la falta de ingreso necesario para adquirir la canasta básica, la cual está compuesta por alimentos y servicios. Y esta situación va a depender, del grado de inserción que tenga el individuo en la sociedad económicamente activa (de acuerdo a sus capacidades y habilidades), a través de la educación, el trabajo, la productividad, y en la medida que estos niveles de integración sean bajos o nulos, el problema de la pobreza se agudiza.
Es por ello, que el tipo de participación en la actividad económica, la estabilidad, y el nivel de ingresos que se perciben, repercute de cierta manera, en una escasa participación en los mecanismos de integración social. Y por tal motivo, la definición de pobreza va a depender de la concepción asumida sobre las necesidades básicas y va a servir de norma para diferenciar, quiénes son considerados pobres.
En virtud de lo anteriormente señalado, las necesidades básicas insatisfechas, según el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) (2003), es un
método que consiste en seleccionar un conjunto de necesidades básicas y calificar como pobres aquellos hogares que no satisfagan una de ellas y como pobres extremos aquellos que no satisfagan más de una de ellas. En el Informe de Desarrollo Humano en Venezuela se determinaron seis carencias básicas: la carencia de una vivienda adecuada, la carencia de servicios básicos de agua potable y eliminación de excretas, el ausentismo escolar en menores entre 7 y 12 años, la vida en condiciones de hacinamiento crítico (más de tres personas por cuarto), una escolaridad muy baja del jefe del hogar (menos de tres grados de escolaridad) y una alta dependencia económica (más de tres personas por cada persona ocupada). De allí que los Indicadores más utilizados para medir la pobreza y el Bienestar Social, sean Nivel Educativo, Salud, Agua y Saneamiento, Nivel de Ingreso per cápita, entre otros.
Cabe destacar, según el planteamiento anterior, que en Venezuela se realizó una Encuesta Nacional por Hogares a través de la Oficina Central de Estadística e Informática (OCEI) con apoyo del PNUD y la Universidad Simón Bolívar (2000), y la misma fue diseñada con el objeto de caracterizar las condiciones de vida de los venezolanos, en particular, la condición de los pobres, y su acceso a servicios y programas sociales. Su muestra efectiva alcanzó 8.698 hogares, representativos de cuatro dominios socioespaciales del país: área metropolitana de Caracas, ciudades principales de 25.000 habitantes y poblados de menos de 25.000 habitantes. La expansión muestral mostró una estimación de 4.946.392 de hogares venezolanos, habitados por 23.101.417 personas, el cual arrojó los siguientes resultados:
1. Línea de Pobreza por Ingresos: 45% de hogares pobres, de los cuales:
18,69% no tenían suficientes ingresos para proveer adecuada alimentación a sus integrantes (canasta alimentaria),
26,31% no contaba con suficientes ingresos para que sus miembros pudieran pagar los gastos básicos (canasta básica),
2. Necesidades Básicas Insatisfechas: 60,49% de hogares pobres, de las cuales:
Dos o más necesidades insatisfechas: 26,82% de los hogares,
Una necesidad insatisfecha: 33,67% de los hogares.
Esta situación de pobreza en Venezuela, se ve asociada a la presencia de cuatro variables significativas, las cuales son: 1) Tasa de dependencia del hogar: en un hogar de cinco miembros, con la entrada de cada miembro al mercado laboral (esta situación también va a depender de la cantidad de niños que conformen ese hogar), implica una disminución en la situación de pobreza), 2) Tasa de escolaridad del hogar: Por cada año de escolaridad ganado por el hogar, disminuye la probabilidad de no estar en situación de pobreza (algunas veces, el grado de instrucción del jefe del hogar pobre, no pasa de 6to grado) 3) La tasa parental del hogar: A menor presencia de miembros del hogar en rol parental, mayor probabilidad de que el hogar sea pobre, es decir, la figura paterna no siempre se encuentra en el hogar, y 4) Los estratos o dominios socio espaciales: A menor urbanización, se encuentran peores condiciones de vida, esto es, debido al débil acceso a servicios básicos.
Es por ello, que al explicar cada uno de estos Indicadores a nivel mundial, se puede señalar, que según cifras del Informe de Desarrollo Humano (ob.cit.), por ejemplo, en el sector educación, durante la década de los noventa, en los países en desarrollo, de los 680 millones de niños en edad de escolarización primaria, 115 millones no asistían a la escuela, tres quintas partes de los cuales eran niñas. El porcentaje de niños matriculados en escuela primaria, no llegaba al 60%. En la India, 40 millones de niños, más de un tercio del total mundial, no reciben enseñanza primaria. Aparte de eso, menos de la mitad de los niños que comienzan el ciclo escolar, no lo terminan. A causa de estas deficiencias, la cuarta parte de los adultos de los países en desarrollo no saben leer ni escribir (es decir, uno de cada seis personas en el mundo, es analfabeta), y dos terceras partes de los 879 millones de adultos analfabetos que hay en el mundo, son mujeres. Es por ello, que la falta de educación priva a las personas de una vida plena. También priva a la sociedad de la base necesaria para un desarrollo sostenible, puesto que la educación es fundamental para mejorar la salud, la nutrición y la productividad.
En virtud de ello, se puede hacer este planteamiento: ¿Qué pueden hacer los países en desarrollo para incrementar el gasto en educación y en especial, la educación básica? Una de las alternativas sería, recortar el gasto en otras prioridades, como la defensa. Cuando las prioridades del gasto público no son la educación, ni la salud, el gasto social se ve perjudicado. De igual manera, los gobiernos desempeñan un papel más importante en los países donde el desarrollo humano es elevado, que en aquellos en donde es medio o bajo. En 1999, la mediana del gasto público en países con alto desarrollo humano ascendió al 35% del PIB, mientras que en países con desarrollo humano medio fue del 25% y en los de desarrollo humano bajo, el 21%. En muchos países de desarrollo humano bajo, el servicio de la deuda es un importante componente no discrecional del gasto público, sin embargo, el gasto en defensa, también puede provocar recortes en los gastos de educación. De allí, que en los países pobres muy endeudados, el gasto en educación es particularmente bajo, porque un alto porcentaje se va al servicio de la deuda.
Según la FAO (2000), lograr la matriculación universal en primaria para el año 2015 (que no es lo mismo que completar el ciclo) en los países en desarrollo y en transición, costaría alrededor de 9.000 millones de $ más anuales. No obstante, la realidad que se observa, es que en la mayoría de los países, el 20% más pobre de la población se beneficia de menos del 20% de las ayudas públicas para educación. Entretanto, el 20% más rico se apropia generalmente de un porcentaje muy superior al 20%. Sin embargo, hay países que constituyen una excepción, como Colombia, Costa Rica y especialmente Chile, donde una parte importante del gasto público destinado a la educación, llega al 20% más pobre de la población. Por tal motivo, estos países han realizado importantes avances en las tasas de matriculación universal en primaria.
Con relación a la alimentación, en 1996, la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, se impuso una meta: rebajar a 400 millones el número de personas que padecen hambre en los países en desarrollo, puesto que cada día las personas que pasan hambre en estos países son 799 millones de personas (aproximadamente el 18% de la población mundial).
En el Asia Meridional, el hambre afecta a una de cada cuatro personas, mientras que en el África Subsahariana, esta proporción es aún mayor, llegando a una de cada tres. India es el país que registra mayor número de personas afectadas por el hambre con 233 millones, seguido del África Subsahariana con 183 millones, China con 119 millones, el resto de Asia Oriental y el Pacífico con 74 millones, América Latina con 55 millones y los Estados Árabes con 32 millones. Por tal motivo, se considera, que el acceso a los alimentos, podría mejorar considerablemente, si los gobiernos implementaran políticas económicas efectivas, que conlleven al incremento en los ingresos de los grupos más vulnerables.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), calcula que alimentar a los 214 millones de personas que pasan más hambre en el mundo, costaría 5.200 millones de dólares anuales. Cifra que no es inalcanzable, cuando se destina más de esa cantidad a gastos de defensa en el mundo. Por ello, para disminuir esas hambrunas en el mundo, es necesario mejorar la distribución de los alimentos e incrementar la producción. Para ello resulta prioritario emprender las siguientes acciones:
Concentrarse en tecnologías que incrementen la producción agrícola: de esta manera, aumentarán los ingresos de las personas, que poseen pocos bienes aparte de las tierras.
Dedicar más recursos a la agricultura: Tanto en los países pobres como en los ricos, la agricultura está desatendida y es necesario invertir esta tendencia.
Distribución más equitativa de los recursos: Se debe disponer de un acceso más seguro a la tierra, igual que las personas que carecen de las mismas.
Prevenir la degradación ambiental: Las personas pobres son las más perjudicadas por la degradación ambiental y al mismo tiempo, la pobreza provoca degradación ambiental. En los países en desarrollo, la baja productividad suele ser la causante de dicho deterioro, mientras que en Europa y América del Norte, la responsable es la elevada productividad.
Con respecto al agua y saneamiento, es necesario destacar, que el acceso a agua potable y saneamiento adecuado es esencial para sobrevivir. El agua es fundamental para el medio ambiente, la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible. En virtud de ello, cabe destacar, que según el Informe Mundial de la Salud (2003), señala que en el año 2000, al menos 1.100 millones de personas a nivel mundial carecían de acceso a agua potable y alrededor del doble, 2.400 millones de personas, carecían de acceso a saneamiento mejorado.
De igual manera, el mismo Informe señala, que en los años 90 el número de niños muertos por diarrea (causada por la falta de agua y saneamiento seguros), superó a las víctimas de conflictos armados registrados desde la Segunda Guerra Mundial. Además, la mitad de las camas hospitalarias del mundo, están ocupadas por pacientes con enfermedades transmitidas por el agua, lo que significa que se están utilizando servicios de hospitalización caros, para tratar enfermedades que podrían prevenirse fácilmente. En el Asia Meridional, sólo el 37% de la población tiene acceso a saneamiento adecuado, cerca de 1.400 millones de personas no tienen alcantarillados.
En el África Subsahariana el problema más apremiante es el agua potable, también implica abordar las desigualdades entre los géneros. Las mujeres y las niñas africanas dedican tres horas al día a buscar agua, gastando en esa labor más de la tercera parte de las calorías que consumen. Estas tareas domésticas alejan a muchas niñas de la escuela, y si acuden, la energía que dedican a realizarlas deteriora seriamente su rendimiento escolar. Además, en caso de enfermedad de algún familiar, generalmente relacionada por la falta de agua o saneamiento, las niñas suelen ser las encargadas de su cuidado. Y cuando se necesita agua en las escuelas, son también las niñas las que deben traerla, reduciendo así el tiempo de juego y estudio del que disponen.
Para garantizar el suministro de agua y saneamiento en el mundo, según el PNUD (ob. cit.), se requiere:
El incremento de los recursos: Existen tecnologías de bajo costo para aumentar el acceso de los hogares y la comunidad al agua potable y al saneamiento. Sin embargo, para los gobiernos con pocos recursos económicos, la instalación y el mantenimiento de infraestructuras para el tratamiento de aguas residuales, resulta muy costoso.
Mayor equidad: En numerosas ocasiones las personas pobres no pueden permitirse los costos de agua y saneamiento, porque los usuarios más ricos no pagan lo suficiente.
Mayor y mejor mantenimiento: Con mucha frecuencia los gobiernos realizan un mantenimiento insuficiente de los sistemas de suministro de agua y saneamiento.
Reducción de los daños al medio ambiente: Para garantizar un suministro sostenible del agua, es necesario hacer un uso racional de la misma, especialmente en la agricultura.
En virtud de lo anteriormente señalado, se presentan algunas políticas, para subsanar las limitaciones estructurales que existen en los países del mundo en desarrollo:
Invertir lo antes posible y de manera ambiciosa en educación básica y en salud, fomentando simultáneamente la equidad de género. Estas son condiciones previas al crecimiento económico sostenido. El crecimiento a su vez, puede generar empleo y aumentar los ingresos, repercutiendo así en mayores beneficios para la educación y la salud. Incrementar el nivel, la eficiencia y la equidad de las inversiones en servicios sanitarios básicos, entre ellos, abastecimiento de agua potable y saneamiento.
Aumentar la productividad de los pequeños agricultores en entornos desfavorables, es decir, de la mayoría de las personas que pasan hambre en el mundo. Según cifras del PNUD (2000), estima que el 70% de las personas más pobres del mundo viven en zonas rurales y dependen de la agricultura. Mejorar la infraestructura básica: Como puertos, carreteras, energía y comunicaciones, para reducir el costo de hacer negocios y vencer las barreras geográficas.
Desarrollar una política de desarrollo industrial, que fomente las actividades emprendedoras y ayude a la diversificación de la economía, eliminando la dependencia de exportaciones de productos básicos, con un papel activo para la pequeña y mediana empresa. Fomentar la gobernabilidad democrática y los derechos humanos para acabar con la discriminación, asegurar la justicia social y promover el bienestar de todas las personas.
Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y una gestión urbanística sensata, de forma que las mejoras en el desarrollo, sean duraderas.
Dentro del contexto anterior, a continuación se presentará la Tabla No. 5, en la cual se analizan dos variables PNB per cápita y bienestar, y se comparan dos países: Brasil y Costa Rica.
Nótese la desigualdad entre el PNB per cápita y los Indicadores analizados (esperanza de vida y analfabetismo) entre Costa Rica con relación a Venezuela y Brasil. Tal como lo ha señalado Sen (2001), donde plantea, que existen varios casos en los que países pobres con una distribución del ingresos relativamente equitativa, muestran indicadores de bienestar social superiores a los de países ricos con una distribución más desigual. Es decir, Costa Rica con un ingreso per cápita de 2.740 $ en 1999 en relación a Brasil con un ingreso per cápita de 4.420 $ y Venezuela con un ingreso per cápita de 4.357 $, en el mismo año. Se observa, que Costa Rica, sin embargo, tiene una distribución menos desigual que Brasil y Venezuela, lo que se debe en parte a que posee un sistema de bienestar social de cobertura más extensa. El resultado es que, a pesar de ser más pobre, Costa Rica evidencia mayores niveles de alfabetización y de esperanza de vida y un consumo calórico similar al de Brasil y Venezuela. A raíz de estas consideraciones, las Naciones Unidas utiliza como indicador de Bienestar, el Indice de Desarrollo Humano (IDH), el cual es una medición por país, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Se basa en un indicador social estadístico, compuesto por tres parámetros: 1) vida larga y saludable (medida según la esperanza de vida al nacer), 2) educación (medida por la tasa de alfabetización de adultos y la tasa bruta combinada de matriculación en educación (primaria, secundaria y terciaria) y, 3) nivel de vida digno (medido por el PIB per cápita en $).
Según Larraín y Sachs (2002), el Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD), ha creado un Índice de Desarrollo Humano (IDH) que combina el PIB per cápita, con indicadores de logros educacionales (tanto de alfabetización como de matrícula escolar) y de esperanza de vida, en un intento por ampliar la medición del bienestar humano. Estos indicadores se combinan para producir un índice único. Luego se clasifican los países por Índice de Desarrollo Humano y por PIB per cápita (p. 40).