Juan Soto del Angel
Esta página muestra parte del texto pero sin formato.
Puede bajarse la tesis completa en PDF comprimido ZIP
(416 páginas, 752 kb) pulsando aquí
Se interesa éste por “los factores socioculturales determinantes” de la “constitución del campo académico de la comunicación en México”. Todo ello, desde el sistema de la ciencia, se considera entorno. Se trataría, pues, de una heterorreferencia. Sin embargo, se verá, parte del supuesto de que entre los “factores socioculturales” y la “constitución del campo” media “la confluencia entre las configuraciones del conocimiento (saberes prácticos, instrumentales, formales) y las prácticas que ejercen los agentes ‘investigadores académicos’” (Cf. Fuentes, 1998: 16). De ese modo, la investigación apunta igualmente a las “configuraciones del conocimiento”, en donde no puede faltar el sistema de la ciencia, o al menos, sus unidades operativas. En esa medida, la investigación se constituiría en autorreferencial. Por tales razones, el texto de Fuentes se presenta en calidad de híbrido: autoheterorreferencial.
a) Las primeras condicionalizaciones y la paradoja.
La autopresentación es clara. Aquí se condensa. “Este libro es producto de una investigación realizada entre 1991 y 1995 en el programa de Doctorado en Ciencias Sociales (área de Sociología)”. El autor se sometió “a la continua interlocución crítica con puntos de vista tan diversos como calificados sobre la investigación sociocultural, y esa interlocución sin duda transformó la perspectiva propia”. El trabajo constituye, además, una etapa de un proyecto “centrado en buena medida en una búsqueda constante del sentido general del estudio universitario de la comunicación”. En el plano científico pretende “objetivar mediante operaciones y representaciones válidas una parte significativa del mundo que se vive subjetivamente”. Un “propósito más general”: contribuir “a la constitución del campo académico de la comunicación, mediante un análisis sociocultural sistemático, aunque necesariamente parcial, de su ‘estructuración-desestructuración-reestructuración (Sánchez, 1991: 17) en el entorno histórico concreto de México”. (Cf. Fuentes, 1998: 9-11)
Apenas queda enunciado el propósito. No aparecen todavía condicionalizaciones metódicas que den sostén al trabajo. Sin embargo, se vislumbran ya condicionalizaciones que se respetan y que podrían incorporarse a una posible teoría metódica.
La primera: una fase del método se instaura si se acepta que los diversos grupos llegan a formar parte “de procesos amplios de estructuración/desestructuración-reestructuración históricas” (Sánchez, 1991: 53). Ello hace viable admitir la estructuración-desestructuración-reestructuración del campo académico de la comunicación. “Además, no sólo podemos hacer diversas operaciones sobre la realidad, sino que también ella nos puede hacer cosas, puede afectarnos” (González, 1994: 334). Allí cabe la posibilidad de contribuir “a la constitución del campo académico de la comunicación” y la de transformar la “perspectiva propia” a partir de la “interlocución”. Esto último es factible derivarlo igualmente de una condicionalización explícita:
La unidad del proceso de investigación no está en la “teoría” ni en la “técnica” (ni siquiera en la articulación o intersección entre las dos): está en la persona del investigador, que a su vez está socialmente determinada por el sistema de las relaciones sociales. (Ibáñez, 1985: 218, citado en Fuentes, 1994: 15)
Más adelante, Fuentes (1994) expresa su agradecimiento “como parte integral del trabajo, como explicitación reflexiva de las redes intersubjetivas (y, por lo tanto, socioculturales) de sentido, de responsabilidad y de afecto en que vivo y desde las cuales emprendí y concluí esta tarea” (19). Allí se refiere a su familia, el ITESO, la Universidad de Guadalajara y a un sinnúmero de colegas.
El texto también tiene el “propósito de analizar y reconstruir el pasado y el presente de la investigación académica de la comunicación en México en una perspectiva de futuro” (Fuentes, 1998: 12). “El pasado del campo académico de la comunicación en México es tan breve que casi se confunde con el presente” (Fuentes, 1998: 12).
Por ello puede ser doblemente útil pensar como McHale: “el futuro del presente está en el pasado”. Pero también: “el futuro del futuro está en el presente”, y la reconfiguración posible del pasado en el presente puede ensanchar y solidificar lo que habrá de ser el campo en el futuro. (Fuentes, 1998: 13)
Así, el pasado condicionaliza al presente y éste al futuro. Luego, la reconfiguración del pasado en el presente puede condicionalizar el futuro del campo.
Hay otras condicionalizaciones iniciales. Se han mencionado únicamente las más visibles. El texto reproduce una investigación bajo un método cibernético, esto es, a partir de la forma problema/solución. He aquí la pregunta:
El proyecto pretendió, en suma, responder una pregunta central: ¿cuáles son y cómo operan los factores socioculturales determinantes de la confluencia entre las configuraciones del conocimiento (saberes prácticos, instrumentales, formales) y las prácticas que ejercen los agentes “investigadores académicos” en la constitución del campo académico de la comunicación en México?
La paradoja, desde luego, está presente ¿Cuáles son y cómo operan los factores socioculturales determinantes...? Tal interrogante demanda saber que hay factores socioculturales determinantes y no saber cuáles son ni cómo operan. Sin embargo, sólo puede llegar a saberse que hay factores determinantes, si se sabe cuáles están siendo determinantes y cómo están operando ¿Cómo estar al tanto de que se instituye algo determinante sin verlo, es decir, sin saber qué o cuál ni cómo es determinante?
Por supuesto, tal cosa no bloquea la investigación. Un método cibernético se ha echado a andar: un problema o pregunta espera solución o respuesta. La interrogante se plantea dentro de las condicionalizaciones que se han venido respetando. Si se acepta que se forman procesos de estructuración-desestructuración-reestructuración, que “podemos hacer diversas operaciones sobre la realidad” y “que también ella nos puede hacer cosas”, es lógico admitir respectivamente que hay una constitución (estructuración) del campo académico de la comunicación en México, que los “investigadores académicos” intervienen en ella (a través de la confluencia entre configuraciones del conocimiento y prácticas) y que factores socioculturales operan en estos agentes (en la confluencia mencionada). La pregunta presupone también que hay confluencia entre conocimiento y prácticas de los investigadores. “Éstos supuestos se basan tanto en mi experiencia práctica dentro de ese campo como en trabajos anteriores de investigación” (Fuentes, 1998: 16). Tal cosa recuerda “que la investigación que se orienta metódicamente requiere de la experiencia del empírico; y que a esta especie de empírico experimentado que se concentra sobre problemas metodológicos no se le ocurra investigar tal experiencia empíricamente” (Luhmann, 1996: 297). “Por lo menos una vez el sistema debe aceptar una mentira, por lo menos una vez debe aceptar la no verdad como si fuera una verdad, entonces, todo funciona” (Luhmann, 1996:298).
A reserva de especificar con detalle en el capítulo correspondiente las fuentes y los procedimientos utilizados en la construcción del objeto de estudio y el diseño de la investigación, cabe adelantar que parto de una postura epistemológica constructivista, racionalista y dialéctica, para poder plantear históricamente la mutua determinación entre sujetos y estructuras a diversas escalas, desde macrosociales hasta individuales (Sánchez, 1991: 16-17) y explicar desde una perspectiva sociocultural las relaciones multidimensionales entre actores, estructuras y sentido (González, 1993:211) que constituye el campo académico de la comunicación en México. (Fuentes, 1998: 16-17)
No se puede pasar por alto la recurrencia de estructuras científicas en las publicaciones analizadas. Al menos en los textos de Sánchez, González y Fuentes está muy clara. El último, es posible apreciar, se somete a determinadas propuestas de los primeros. Además, Sánchez y Fuentes coinciden en una postura epistemológica constructivista, racionalista y dialéctica. El primero señala que ha sido del uso de teóricos de la talla de Marx, Saussure, Chomsky, Vilar. El segundo considera que es producción de Piaget. Así, “la perpetua relación dialéctica del sujeto y el objeto, cuyo análisis nos libera simultáneamente del idealismo y del empirismo en beneficio de un constructivismo a la vez objetivante y reflexivo” (Piaget, 1977, citado al pie de página en Fuentes, 1998: 17). No está de más recordar que Sánchez se desligó del relativismo y del idealismo también.