Juan Soto del Angel
Esta página muestra parte del texto pero sin formato.
Puede bajarse la tesis completa en PDF comprimido ZIP
(416 páginas, 752 kb) pulsando aquí
Como ejemplo y por constituir el tema del presente trabajo, se prestará mayor atención a un subsistema de la sociedad global: la ciencia. Desde luego, representa un orden social que no puede componerse más que de comunicaciones científicas. Determinadas informaciones resultan participadas por alter y comprendidas por ego. A partir de allí, el sistema de la ciencia selecciona y combina operaciones con el fin de orientar la selección de siguientes operaciones. Llega, por ese camino, a instituir estructuras. Las cuales logran identidad y permanecen mientras orienten operaciones en contextos distintos, de no se así, se olvidan o se remplazan. La teoría geocéntrica se mantuvo mientras condujo operaciones, cuando no, se sustituyó por la teoría heliocéntrica.
La función del sistema de la ciencia radica en la producción de conocimiento y, para ello, se vale del código verdad/no verdad y de dos tipos de programas: las teorías y los métodos.
La observación de segundo grado que aquí se pretende no puede pasar por alto la paradoja ¿Cuál es la verdadera diferencia entre la verdad y la no verdad? He allí la paradoja del sistema de la ciencia. Para llegar a saber lo que no sabe (la diferencia entre verdad y no verdad), requiere saber con anticipación eso que no sabe (la diferencia entre verdad y no verdad, con el propósito de distinguir la verdadera diferencia entre verdad y no verdad). En este sentido, no hay verdades científicas verdaderamente verdaderas. Cosa que no debe causar desánimo. Al contrario, se había dicho antes, la paradoja castiga todo fundamento último: tendrá que ser siempre un fundamento no fundamentado. De tal manera garantiza la permanente construcción de complejidad. Ahora bien, que se opere con técnica (ciencia aplicada) y se alcance productividad, no autoriza a inferir coincidencia entre realidad y reducciones científicas de la realidad. Los potenciales desenlaces del futuro son infinitos en número. Luego, si se proyecta una variación y se consigue, la posibilidad de no haberse equivocado es grande. Pero hasta ahí. Se retó a la naturaleza y ésta respondió. Se tendrá seguridad, entonces, si lo esperado se cumplió o no. No, más. Con el fin de ampliar este saber se ha desarrollado la experimentación, un proceso innovador que somete a prueba las expectativas, acrecentando con los resultados el conocimiento disponible (Luhmann, 1996). Todavía queda una pregunta ¿De qué manera opera el sistema de la ciencia? ¿Cómo hace productiva su paradoja?
Cuando las cosas interrumpen el paso de la luz, generan sombras. En este sentido es viable decir que un medio (la luz) hace posible la construcción de diversas formas (las sombras). De modo análogo, el sistema de la ciencia produce un medio que, a fin de tener presente la paradoja, no está de más llamar verdad. Consta de dos partes: un ámbito de no verdad (el propio medio, equivalente a la luz) y las verdades que allí es factible instituir (las formas, equivalentes a las sombras). Estas últimas presentan, además, dos modalidades: las verdades verdaderamente verdaderas y las falsedades verdaderamente falsas. El código verdad/no verdad del sistema de la ciencia distingue a las comunicaciones científicas de cualquier otra comunicación, pero no indica la manera de tomar decisiones. Señala que toda comunicación científica es verdadera o falsa, mas deja en suspenso el procedimiento que ha de seguirse para otorgar uno u otro atributo.
Construir verdades y distinguir si son verdaderamente verdades o verdaderamente falsedades corresponde a los programas: las teorías y los métodos. Unas y otros admiten evaluarse recíprocamente, y a partir de allí, corregirse las veces que sea necesario. Se incorporan en cualquier momento, el único requisito es que ambos permanezcan conectados. La ventaja es grande: imponen límites ilimitadamente. Logran su cometido bajo condicionalizaciones (Luhmann, 1996): preparan las cosas de tal modo que una operación se produce sólo si al mismo tiempo algo más ocurre.
Las teorías se presentan en forma de enunciados: las afirmaciones de un sujeto y las de un predicado se implican mutuamente y dejan fuera otras posibilidades del primero. El calor dilata los cuerpos constituye un enunciado teórico que dispone la dilatación de un cuerpo, si al mismo tiempo se aumenta su temperatura. O si se prefiere: afirmaciones contenidas en el sujeto calor se involucran entre las afirmaciones contenidas en el predicado dilatación de los cuerpos y viceversa, al tiempo que se dejan excluidas otras posibilidades del sujeto calor. Las condicionalizaciones de las teorías son asimétricas. Significa ello que no se refieren a sí mismas. El calor dilata los cuerpos es un enunciado que no tienen que ver consigo mismo, sino con una implicación entre calor y cuerpos. Todo enunciado teórico es asimétrico, describa el sistema o el entorno, puesto que instaura afirmaciones. Cada una de las cuales consta de dos elementos en un vínculo irreversible: el despliegue de la afirmación y su referencia. Un enunciado teórico de la ciencia envuelve aseveraciones acerca del sistema de la ciencia, pero tal enunciado siempre será una cosa y lo que reseña (en este caso la ciencia) otra. La asimetría, se mantiene.
Las teorías garantizan la unidad de las cosas, no a la inversa. Los polígonos no dieron lugar a la geometría, las moléculas no hicieron posible a la química, las acciones no permitieron el surgimiento de la sociología. Los polígonos, las moléculas y las acciones adquieren unidad gracias a las teorías del sistema de la ciencia. Estas unidades se refieren al exterior, “pero no son ninguna cualidad inherente al mundo exterior” (Luhmann, 1996: 292). El sistema de la ciencia no puede conocer el entorno más que con sus operaciones, en este caso, las teorías. No consigue saber con certeza si fuera de ella hay polígonos, moléculas o acciones. Pero la construcción de estas unidades orienta con relación al entorno.
Las teorías constituyen descripciones complejas, pero no necesariamente apelan al código verdadero/falso. Cuya resolución es tarea de los métodos. Los cuales no pueden operar de otra manera que circularmente, del sistema al sistema: cuando indica la verdad o falsedad de las afirmaciones, la ciencia elige uno de los dos valores puestos por ella misma. En tal sentido, sus condicionalizaciones son simétricas. Allí, además, funda la diferencia entre observaciones de primer y segundo orden. Por tal motivo, en la producción de conocimiento, suele considerarse indispensable la investigación empírica. Ésta supone los dos niveles: la observación directa (primer orden) y la observación metódica o control de la observación directa (segundo orden). Esta combinación de observaciones de primer y segundo orden, mediante la cual se diferencian las comunicaciones verdaderas de las falsas, se rige por la lógica expresada con frecuencia en tres principios: de identidad, de no contradicción y de tercero excluido. Sin ser recetas y sin que sus operaciones se deduzcan unas de otras, los métodos están obligados a justificar su intervención en el desarrollo de tareas específicas. De allí que constantemente se requiera de la experiencia del experto “y que a esta especie de empírico experimentado que se concentra sobre problemas metodológicos no se le ocurra investigar tal experiencia empíricamente” (Luhmann, 1996: 297) ¿Cómo garantizar la experiencia del experto con la experiencia del experto? La paradoja, para no variar. Habría que dar por válido aquello que justamente quiere validarse.
Los métodos hacen uso del tiempo: establecen una secuencia de pasos, cada uno de los cuales resulta rechazado o aceptado a partir de la pregunta por la verdad. Esto no quiere decir necesariamente que una sola secuencia sea la indicada. Afirma “que los resultados de las operaciones anteriores deben mantenerse como válidos cuando se utilizan como premisas de las operaciones subsecuentes” (Luhmann, 1996: 299). En términos de condicionalización: un paso vale porque también vale otro.
Bajo este orden de ideas, la metodología o teoría de los métodos es la encargada de construir formas o secuencias de autorreproducción del sistema de la ciencia. Hay allí enunciados que permiten la comparación teórica, y a la postre, las reformulaciones teóricas con relación a los métodos.
De acuerdo con Luhmann (1996), los métodos operan con dos formas diferentes. La que corresponde a los deductivos y la de los cibernéticos. Los primeros fijan un ancla y de allí se hace depender la verdad de los pasos siguientes. Con el principio de tercero excluido, la lógica establece un punto de partida que da seguridad a operaciones subsecuentes. Los segundos, que suelen manifestarse a través de la distinción problema/solución del problema, proceden a la inversa. Puesto que rechazan la existencia de una validez que pudiera venir del exterior, arrancan sin seguridad inicial. Consiguen su fortaleza gracias a una constante revisión de todas y cada una de las fases. Establecen puntos de apoyo con permanencia relativa y se mantienen atentos con la intención de sortear errores. La confianza, pues, se obtiene del proceso mismo. “Porque se prosigue, y sólo porque se prosigue, se habla entonces de la validación de los supuestos de los que se ha partido –sean estos axiomas o datos” (Luhmann, 1996: 300).
Teorías y métodos operan por medio de condicionalizaciones, pero la descondicionalización no se descarta. También es posible condicionalizar la selección de las condicionalizaciones. La geometría condicionaliza los momentos en que han de seleccionarse las condicionalizaciones de la geometría plana, la del espacio u otra. Asimismo, se admite rechazar la condicionalidad de lo condicionado. Por ejemplo, se impugna la condicionalidad de la condicionalización teórica con el método o la condicionalidad de la condicionalización metódica con la teoría.
Finalmente, hace falta citar el postulado de la comprobabilidad, que “define la enlazabilidad entre teorías y métodos, por tanto la unidad del sistema en el plano de la dualidad de sus tipos de programas” (Luhmann, 1996: 308). Lo que equivale a decir que todos los enunciados de la ciencia demandan ser comprobables teórica y metódicamente.
Por ahora se ha puesto atención a la producción controlada y metódica del conocimiento. Pero, con el propósito de que sus comunicaciones tengan éxito, el sistema de la ciencia se ocupa también de una exposición específica del conocimiento. Hace tal cosa bajo los términos de la argumentación. Luhmann (1996) rechaza que la misma coincida con ofrecer fundamentos de la razón, porque habría que guardar silencio si se preguntara por los fundamentos de esos fundamentos. Prefiere considerarla como diferencia entre redundancia y variedad. La primera es una estrategia de seguridad o de reducción de sorpresas; la segunda, la diversidad de acontecimientos que se decide procesar. En este sentido, el fin de la argumentación o exposición científica del conocimiento es producir comunicaciones que ofrezcan la mayor seguridad posible o la menor aparición de sorpresas en la más amplia diversidad de acontecimientos.
El sistema de la ciencia elabora reducciones en relación con el entorno. La redundancia equivale al grado de coincidencia que acepta entre aquéllas y éste. Establecer un nivel elevado, por tanto, equivale a esperar menos sorpresas. La variedad corresponde a la cantidad de acontecimientos del entorno que se resolvió abordar. Mientras más grande, mayor él ámbito de exclusión de las sorpresas. Se ha notado que cuando se opta por atender nuevos temas (aumento de variedad), las grandes teorías se debilitan; igualmente, si el refuerzo de la seguridad (incremento de redundancia) se logra con cuerpos altamente sistemáticos, la variedad decrece. “Este curso opuesto empírico no descarta que puedan encontrarse soluciones teóricas que en comparación con otras permitan más variedad y al mismo tiempo más redundancia” (Luhmann, 1996: 314). Equilibrar, pues, variedad y redundancia es el propósito de la argumentación o exposición científica del conocimiento. “En tal medida las analogías y las inducciones no son remisiones al ser ni llaves lógicas, sino formas de argumentación” (Luhmann: 315).
He ahí a la ciencia en calidad de sistema autopoiético operativamente cerrado que, al interior de la sociedad global, cumple con la función de producir conocimiento. A fin de hacer productiva su paradoja, instituye asimetrías. Funda un código binario, la diferencia verdadero/no verdadero. Para decidir entre un valor y otro se vale de programas: las teorías y los métodos. Bajo tales recursos, reta a la naturaleza y ésta responde. Entonces, se sabe que la probabilidad de no haberse equivocado es amplia. Lo improbable se ha vuelto probable: el conocimiento paradójico funciona. Además, con el castigo de la paradoja a todo fundamento que se ostente último, garantiza la posibilidad continua de incrementar su complejidad. Finalmente, no sólo atiende una producción controlada y metódica del conocimiento. Con el fin de lograr comunicaciones exitosas, vigila la exposición del conocimiento: argumenta o guarda el equilibrio entre variedad y redundancia.