Juan Soto del Angel
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De Pierre Bourdieu a Niklas Luhmann o de “campo” a “sistema”
a) Jesús Galindo: el campo, punto de partida y de llegada
¿Campo académico de la comunicación? ¿A qué se hace referencia con tal expresión en México? Hay un texto que puede dar alguna luz: Campo académico de la comunicación: hacia una reconstrucción reflexiva. Se trata de una compilación de trabajos derivados de un coloquio efectuado en 1993, coordinada por Jesús Galindo y Carlos Luna.
El coloquio se realizó en noviembre de 1993 y hoy es octubre del año siguiente. El momento es peculiar, permite una reconstrucción reflexiva de lo que sucedió en el trayecto del coloquio y después del libro, a la vez que se puede presentar un intento de reconstrucción reflexiva de una docena de compañeros de campo sobre la historia de poco más de 30 años de comunicación académica en México. (Galindo en Galindo y Luna, 1995: 10)
Qué se quiera decir con historia de poco más de 30 años de comunicación académica en México, es algo que se abordará más adelante. En esta parte lo que interesa es otra cosa. Habla el autor de compañeros de campo. Esto hace pensar el campo como un espacio compartido por compañeros.
Desde un principio nos aparecieron dos áreas programáticas para la discusión coloquial, una apuntada en la base de toda configuración posible explicitable del campo académico de la comunicación, las escuelas y su vida institucional y organizativa en un sentido amplio. La otra parecía apuntar hacia la parte más reflexiva del campo, la investigación. Así que en el principio eran la docencia y la investigación los dos objetos claros de tematización. (Galindo en Galindo y Luna, 1995: 10)
De acuerdo con Galindo, pues, cualquier configuración explicitable del campo académico está constituida por las escuelas y su vida institucional y organizativa en un sentido amplio. Además, en la investigación reside la parte más reflexiva del campo. En primer lugar, por tanto, la docencia y la investigación representan el espacio al que se hace referencia con el concepto de campo académico de la comunicación. De allí que hayan sido los temas iniciales de la discusión coloquial.
Más adelante Galindo cita como protagonistas del campo a los profesores, a los alumnos, a los investigadores y a las autoridades. También habla de la vida corporativa y gremial del campo. No falta “la comunicación en el movimiento general de la vida académica”. De igual modo señala que el coloquio se proponía “ejercer una mirada atenta sobre todo lo dicho sobre la vida del campo”. No obstante, el desinterés a veces se hizo presente. Lo que sugiere, entre otras cosas, “la debilidad reflexiva, así como el desinterés propios de todo el campo” (Cf. Galindo y Luna, 1995: 10-12). He allí el concepto de campo con dos sentidos diferentes: en tanto vida que se mira y en calidad de algo que reflexiona con debilidad y desinterés. Estos dos sentidos podrían quedar delimitados en las siguientes palabras:
El campo académico es una abstracción, lo que se vive a diario es el medio escolar de la comunicación, y eso está altamente institucionalizado. Las escuelas forman parte de universidades, de institutos, de tecnológicos, todas ellas sobreviven gracias a la inercia institucional. Hoy se habla de más de cien escuelas en el país, es decir más de cien nichos institucionales que permiten y promueven lo que su propia estructura y autoridades hacen pertinente. El campo existe institucionalizado en esa base. (Galindo en Galindo y Luna, 1995: 13)
“El campo es una abstracción”, es decir, una construcción derivada de la observación. Pero “lo que se vive a diario es el medio escolar”, o lo que es lo mismo, los “nichos institucionales que permiten y promueven...” Aquí se agregaría: los nichos institucionales que permiten y promueven las observaciones que dan lugar a las abstracciones, incluidas en gran medida las que se refieren al campo. Lo dicho: el concepto de campo señala al observador y lo observado.
Sí, la mayor parte de los miembros del campo son maestros y estudiantes de licenciatura. Desde ahí parte todo, ahí es el lugar privilegiado de debate, hacia ahí regresa toda meditación sutil o profunda sobre lo que sucede académicamente en comunicación. Hoy por hoy hablar de campo académico de la comunicación es referirse de todas todas a la licenciatura en todas esas escuelas y sus curricula. (Galindo en Galindo y Luna, 1995: 1314)
El campo, pues, constituido por las escuelas de comunicación, es el lugar desde el que se medita y respecto al cual se medita. Bajo responsabilidad propia, es el momento de armonizar la propuesta de Galindo con la de corte luhmanniano que aquí se ha desarrollado. De esa manera será posible una fructífera reconstrucción de su reconstrucción.
Todo principia en el propio mundo, en la evidencia de lo mirado desde el sentido común y su posibilidad. El proceso del conocimiento también parte de ahí, el propio mundo es todo un principio, nuestro formador, el cáliz de nuestra savia, el continente de nuestro contenido. Del propio mundo iniciamos el camino del conocimiento, hacia él regresamos de vez en vez; en ocasiones nos alejamos en forma permanente. El propio mundo siempre está ahí, se mueve con lógicas que no nos incluyen todo el tiempo como un componente fundamental. Nosotros también nos movemos, cuando parece que nos hemos marchado de un mundo propio aparece otro; siempre habitamos en alguno, no podemos existir fuera de él. (Galindo, 1998: 31)
El mundo es “nuestro formador” y “se mueve con lógicas que no nos incluyen todo el tiempo como un componente fundamental”, siempre habitamos algún mundo, “no podemos existir fuera de él”. En estas cosas es en las que hace hincapié la perspectiva luhmanniana. Con base en ello considera que, más allá de los sujetos, también hay sistemas que tienen “vida”. Una “vida” con cierta lógica, condicionante de los propios sujetos, al grado de llegar a formarlos.
Según Galindo: desde el campo parte y hacia el campo regresa toda meditación. Esto es, el campo académico de la comunicación se observa a sí mismo. En términos luhmannianos, se trata de una autorreferencia. Visto así, el campo académico de la comunicación sería un sistema, es decir, una realidad observante y observable. Más a la Luhmann: varias realidades observantes y observables: profesores, alumnos, investigadores, autoridades, corporaciones, gremios, escuelas, universidades, institutos, tecnológicos, nichos institucionales. En la óptica luhmanniana habría que distinguir entre los sistemas psíquicos y los sociales. Los primeros, representados por las conciencias; los segundos, por sistemas de interacción, organizaciones o sociedades.
En otras palabras, no sólo los sistemas psíquicos producen observaciones. También los sistemas sociales (mundos con lógicas propias, diría Galindo) están en condiciones de hacerlas. Y es que el observador no es un sujeto, sino un sistema estructurado que traza límites y funda diferencias. Observan los sistemas psíquicos de profesores, alumnos, investigadores o cualquier otro individuo. De igual manera, observan otros sistemas: interacciones, organizaciones (“nichos institucionales”), sociedades; y, en el caso de la sociedad contemporánea, los subsistemas funcionales (economía, política, educación, ciencia).
Para Galindo, pues, el campo académico de la comunicación medita acerca de sí mismo. Esto se interpreta del siguiente modo. El campo académico de la comunicación, en tanto meditador, está constituido por sistemas psíquicos y sociales, es decir, sistemas estructurados que trazan límites, fundan diferencias y, de esa manera, observan. En calidad de tema de la meditación, el campo académico está constituido por las reconstrucciones que resultan de las observaciones de los sistemas y se manifiestan en dos formas: la autorreferencia y la heterorreferencia. Con la primera, el sistema se describe a sí mismo; con la segunda, representa al entorno, en el que suelen hallarse otros sistemas.
En el campo académico de la comunicación, entonces, se manifiestan infinidad de sistemas psíquicos y sociales. Dentro de los últimos aparece, entre otros, un sistema funcional de la sociedad: el de la ciencia ¿Cómo se autorreproduce este sistema en el entrono académico de la comunicación en México? Tal es la pregunta que aquí se plantea. Ahora bien, desde el interior de la ciencia, todo exterior se considera entorno. Allí aparecen otros sistemas, entre los cuales merecen especial mención los psíquicos, puesto que integran su entorno indispensable. Los sistemas psíquicos hacen posible la vida de los sistemas sociales, sin ellos perecen. La ciencia, en tanto sistema funcional de la sociedad, no es la excepción: sin sistemas psíquicos, fallece.
Bajo los supuestos de este apartado, el concepto de campo académico de la comunicación, en la versión de Galindo, entra en contacto con la hipótesis luhmanniana de que el sistema de la ciencia se autorreproduce en un entorno.