Tesis doctorales de Ciencias Sociales

LA AUTORREPRODUCCIÓN DEL SISTEMA DE LA CIENCIA EN EL CAMPO ACADÉMICO DE LA COMUNICACIÓN EN MÉXICO. UNA REFLEXIÓN A PARTIR DE NIKLAS LUHMANN

Juan Soto del Angel



 

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Seducciones de la ciencia en el campo latinoamericano

Ferment in the Field (1983) y El futuro del campo (1993) constituyen para Fuentes un punto de partida en la reconstrucción del campo de la comunicación en Estados Unidos. Sin embargo, en algún momento se remonta a los cuarenta con una distinción introducida por Lazarsfeld: investigación administrativa e investigación crítica. Lazarsfeld mismo representando a la primera; y, Adorno, a la segunda (Fuentes en Galindo y Luna, 1995: 48). Además, si la investigación administrativa coincide con la positiva y la crítica con la Escuela de Frankfurt, como el propio Fuentes en alguna medida reconoce, habría de señalarse que no se trata sólo de Estados Unidos, sino del campo global de la comunicación, más aún si aparecen autores europeos en Ferment in the Field y El futuro del campo.

Véase otro debate más estadounidense. En 1959, Bernard Berelson (Citado en Fuentes en Galindo y Luna, 1995) publica “The State of Comunication Research” en el Public Opinion Quarterly. Allí afirma que el campo de la comunicación se estaba “marchitando” (p. 47). En el mismo número de la revista, Wilbur Schramm (Citado en Fuentes en Galindo y Luna, 1995) aseguraba que “el cadáver parecía extraordinariamente vivo” (p. 47). Al decir de Fuentes (en Galindo y Luna, 1995), Berelson estaba refiriéndose a la pobreza teórica del campo, en tanto que Schramm “a su creciente fortaleza como institución académica” (p. 48).

Pero si en 1959 se daba aquel debate en Estados Unidos, en América Latina también se gestaban cosas interesantes. Fuentes (1962, citado en Fuentes en Galindo y Luna, 1995) hace una revisión de trayectorias del estudio de la comunicación, precisamente a partir de 1960. El documento es Un campo cargado de futuro. El estudio de la comunicación en América Latina. El autor rescata algunas ideas de tales investigaciones, a partir de las cuales considera que se han desarrollado “los avances más productivos en esta última década del siglo XX en el subcontinente” (Fuentes en Galindo y Luna, 1995: 60). Estas ideas son las que se seguirán ahora.

Pero hay que recalcar aquí que para el estudio de la comunicación en los países dependientes como los latinoamericanos, los imperativos científico-epistemológicos y ético-políticos son dobles: no sólo es necesario entender lo proveniente de los países hegemónicos, sino también lo que, desde la base de nuestras propias identidades, media nuestra posición en el mundo. De ahí la importancia de afirmar y extender los criterios de pertinencia social del trabajo académico, que ha sido una constante entre las preocupaciones de los investigadores latinoamericanos desde los trabajos pioneros de Mattelart, Pasquali, Verón, Beltrán y Freire. Pero también de ahí la importancia de afinar y extender los criterios de rigor científico que impidan caer nuevamente en los extremos discursivos ultraideologizados de los años setenta o en las sofisticadas metáforas hoy de moda. (Fuentes en Galindo y Luna, 1995: 61)

¿Cómo se interpretan estas líneas bajo la perspectiva del presente trabajo? Los imperativos científico-epistemológicos no pueden ser otra cosa que el sistema de la ciencia imponiendo sus condiciones. Los imperativos ético-políticos, mientras tanto, constituyen las exigencias de una unidad que se compone de dos cosas: la ética (reflexión acerca de lo bueno y lo malo) y el sistema político. En uno y otro caso hay una doble exigencia: “entender lo proveniente de los países hegemónicos” y “lo que, desde la base de nuestras propias identidades, media nuestra posición en el mundo”.

Los países hegemónicos son tales con relación a las condiciones científico-epistemológicas, independientemente de otros dominios o dependencias. Si ello es así, lo que proviene de los países hegemónicos tendrán que ser dichas condiciones científico-epistemológicas, en este caso, las que impone la ciencia moderna o positivista. Entenderlas, es lo que propone Fuentes para estudiar la comunicación en los países latinoamericanos.

Por otra parte ¿Cuál es la base de nuestras propias identidades? ¿Cuál es nuestra posición en el mundo? ¿Cómo la base de nuestras propias identidades media nuestra posición en el mundo? Los sistemas psíquicos, el sistema político, los demás sistemas funcionales, la ética u otras reflexiones, con la participación condicionante del entorno general y de los entornos particulares seguramente despliegan en Latinoamérica una identidad propia. Todo ello cae bajo el concepto de nuestras propias identidades ¿Cuál es su base? Sin duda, las condiciones de autorreproducción de sistemas y subsistemas en el entorno latinoamericano, así como su interpenetración y coevolución. Y, por supuesto, dichas condiciones son las que median nuestra posición en el mundo, o lo que es lo mismo, la posición de los sistemas en el entorno latinoamericano, y en esa medida, en el entorno global. Entender todo ello es lo que constituye la segunda exigencia que propone Fuentes para estudiar la comunicación en los países latinoamericanos.

En síntesis, “para el estudio de la comunicación en los países dependientes como los latinoamericanos”, el sistema de la ciencia, la ética (o reflexión acerca de lo bueno y lo malo) y el sistema político demandan entender dos cosas: la ciencia moderna o positivista y las condiciones de autorreproducción de los sistemas y subsistemas sociales en el entorno latinoamericano. Se harían aquí las siguientes precisiones. Primero, el sistema de la ciencia, la ética y el sistema político producirían observaciones diferentes. Además, puesto que los sistemas psíquicos son muchos millones, se sugeriría limitar la observación a los sistemas sociales.

A partir de lo anterior, Fuentes esboza “la importancia de afirmar y extender los criterios de pertinencia social del trabajo académico”, de lo cual se han ocupado y ocupan investigadores latinoamericanos. De igual modo prescribe “la importancia de afinar y extender los criterios de rigor científico”. Para la interpretación luhmanniana que se ha seguido en el presente trabajo, los criterios de pertinencia social serían aquéllos que derivan de la reflexión acerca de lo bueno y lo malo dentro del sistema político, así como de las propias condicionantes de éste y otros sistemas funcionales, y al lado de ellas, las dictadas por los sistemas psíquicos. Cada sistema propone lo pertinente desde su particular autorreproducción. Por otra parte, los criterios de rigor científico, por supuesto, son los criterios del sistema de la ciencia, esta vez, de la ciencia moderna o positiva. Así, en términos de este trabajo, las propuestas relativas a la pertinencia social y al rigor científico representan exigencias de la interrelación sistémica y de la coevolución por interpenetración entre el sistema de la ciencia y los sistemas psíquicos de su entorno en Latinoamérica.

En esta perspectiva, Mattelart, Pasquali, Verón, Beltrán y Freire encarnan en Latinoamérica sistemas psíquicos pioneros que han originado irritaciones en el sistema de la ciencia. Pero ha de tenerse presente que irritaciones similares se habían presentado inicialmente en la Escuela de Frankfurt. Una y otra cosa han originado variaciones, selecciones de variaciones y reestabilizaciones del sistema de la ciencia. Más adelante, con base en los Mattelart (1987) y en Barbero (1992), Fuentes (en Galindo y Luna, 1995) señala:

De esta manera, en medio de la llamada “crisis de los paradigmas” de las ciencias sociales hacia las que se abre el estudio de la comunicación, parece ser indispensable reestablecer la discusión teórica pero, quizá a diferencia del “primer mundo”, desde una perspectiva epistémica y referencial más amplia que el ámbito específico de la teoría. (p. 62)

“Crisis de paradigmas” se interpreta como autoirritaciones del sistema de la ciencia, o lo que es lo mismo, variaciones. Con sus respectivas selecciones de variaciones y reestabilizaciones. En esta crisis o autoirritaciones de la ciencia, Fuentes propone una discusión teórica que rebase el ámbito de la teoría ¿Paradoja? Indudablemente, como acontece con cualquier observación, incluida la presente. Una discusión teórica que rebase a la teoría no puede ser otra cosa que estructuras rebasándose a sí mismas, desde sí mismas. He aquí, según Fuentes (en Galindo y Luna, 1995), tres lecciones del pasado que podrían facilitar dicho logro: la teoría de la comunicación ha de generarse “desde el espacio conceptual de la sociocultura en términos de totalidad histórica” (p. 63), “las herencias epistémicas positivistas, deductivistas y funcionalistas han de desmontarse críticamente para dar paso a lógicas más complejas y pertinentes al objeto” (p. 63), “la producción de conocimiento y el conocimiento producido no pueden desarticularse” (p. 63).

Totalidad histórica, desarticulación crítica del positivismo y vínculos entre producción de conocimiento y conocimiento producido son ideas latentes en la Escuela de Frankfurt. Aparecen, incluso, un poco más atrás, en sus bases. En los autores que Ricoeur (1973) reúne bajo el título de maestros de la sospecha: Marx, Freud y Nietzsche.

Marx, Freud, Nietzsche, Adorno, Mattelart, Pasquali, Verón, Beltrán, Freire, Galindo, Sánchez y el propio Fuentes, entre muchísimos otros, encarnan sistemas psíquicos que forman parte del entorno del sistema de la ciencia. Algunos de los primeros han logrado llamar la atención del segundo. A partir de allí, se han producido las variaciones, las selecciones de variaciones y las reestabilizaciones pertinentes. Con relación a movimientos que desechan supuestos de la filosofía de la ciencia:

Podría decirse que, por caminos más relacionados con la necesidad histórica que con la reflexión epistemológica, las ciencias sociales latinoamericanas se han adelantado a esos movimientos y que, en ese contexto, la difícil y nunca consolidada constitución disciplinaria del estudio de la comunicación, que tantas desventajas nos ha acarreado, es precisamente la condición de posibilidad de su nuevo desarrollo dentro del proceso de establecimiento de una nueva síntesis para las ciencias sociales. (Fuentes en Galindo y Luna, 1995: 64)

En términos de la perspectiva que aquí se ha seguido: la necesidad histórica coincidiría con la interdependencia sistémica y los intereses de autorreproducción de los sistemas psíquicos; por otra parte, la reflexión epistemológica se identificaría con autorreferencias del sistema de la ciencia. De este modo, podría decirse, la interdependencia sistémica y los intereses de autorreproducción de los sistemas psíquicos, en Latinoamérica, han obstaculizado la consolidación disciplinaria del estudio de la comunicación. Lo cual significa, acá, que los cambios del entorno latinoamericano han ocasionado variaciones en la ciencia, y por ende, selecciones de variaciones y reestabilizaciones. En palabras de Fuentes: “una nueva síntesis para las ciencias sociales”.

Fuentes finaliza este apartado exponiendo una visión general de la situación del campo académico de la comunicación en América Latina. Pero fija su atención más en los movimientos del entorno del sistema de la ciencia y menos en la autorreproducción de este último. Sin embargo, vale la pena citar la conclusión:

De ese nudo de contradicciones aparentes y reales, de insuficiencias y obsesiones, se desprenden las consideraciones sobre la viabilidad concreta de la rearticulación esperada, una de cuyas claves esenciales está en la comprensión, y consecuente modificación, de los patrones de institucionalización, tanto cognitiva como social, del estudio de la comunicación en nuestras realidades (Fuentes en Galindo y Luna, 1995: 67).

Igual que Galindo, Fuentes propone la reorganización. Aquél, por vía de la metodología y de la lógica; éste, a través de cambios en la institucionalización, tanto cognitiva como social. Desde luego, la institucionalización cognitiva con seguridad exige condiciones metodológicas y lógicas. Así, en uno y otro caso se trata de la seducción recíproca entre los sistemas psíquicos y el sistema de la ciencia.

A manera de conclusión y tan sólo a partir de las reconstrucciones reconstruidas: si en el entorno global, el sistema de la ciencia contemporánea ha seleccionado la propuesta constructivista, estabilizándose cada vez más en ella; en Latinoamérica, ha seleccionado sobre todo la propuesta crítica, también con un alto grado de estabilización. Por supuesto, esto no constituye más que la reducción de un observador que ha observado a otro observador. O, mejor, una autorreferencia del sistema de la ciencia. Esta reducción no refleja la realidad de las cosas y ninguna reducción puede hacerlo. Todo sistema se autorreproduce obedeciendo a su propia realidad y de acuerdo a las circunstancias de cada evento, independientemente de cualquier reducción. El sistema de la ciencia operará según las condiciones de su autorreproducción, ignorando motes, sea positivismo, constructivismo, crítica o el que quiera ponérsele.


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