Juan Soto del Angel
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Galindo dejaba ver que campo académico de la comunicación no es únicamente una abstracción, sino una realidad: las escuelas, mejor, las licenciaturas en comunicación. Allí, además, hacia distinciones: maestros, estudiantes, nichos. En la perspectiva luhmanniana, esa realidad o campo académico de la comunicación se considera un entorno general. También con distinciones, en este caso, sistemas autopoiéticos operativamente cerrados: psíquicos y sociales. Véase otra reflexión:
Y es que lo que intentamos enfatizar es el análisis del desarrollo sociocultural, no tanto el del crecimiento cuantitativo, ni tampoco el de la evolución estrictamente epistemológica. Por “campo académico” entendemos, entonces, a bastante más –de hecho otra cosa- que el conjunto de instituciones en que se estudia la comunicación a nivel superior. Incluimos en él a la teoría, la investigación, la formación universitaria y la profesión, y centramos el concepto en las prácticas que realizan actores o agentes sociales concretos –sujetos individuales y colectivos como nosotros- con el fin de impulsar proyectos sociales específicos: en este caso, estructuras de conocimiento y pautas de intervención, sobre la comunicación social en nuestro país. (Fuentes en Galindo y Luna, 1995: 70)
He aquí algunas coincidencias entre Galindo y Fuentes. La teoría, la investigación, la formación universitaria y la profesión serían buenos ejemplos de abstracciones con relación al campo académico. Los sujetos individuales estarían representados por alumnos y profesores de licenciatura, en tanto que los colectivos por los nichos institucionales.
En la perspectiva luhmanniana, se encontrarían de nuevo dos sentidos del concepto de campo: uno relativo al observador; otro, a lo observado. En el primero aparecen sistemas psíquicos (sujetos individuales o profesores y alumnos) y sistemas sociales (sujetos colectivos o nichos institucionales). En el segundo, resultados de observaciones (la teoría, la investigación, la formación universitaria y la profesión, en una palabra, abstracciones).
También resulta interesante el propósito de los sujetos concretos del campo indicado por Fuentes: “impulsar proyectos sociales específicos: en este caso, estructuras de conocimiento y pautas de intervención sobre la comunicación social en nuestro país”. De acuerdo a la perspectiva del presente trabajo, los sujetos concretos desarrollan su autorreproducción en tanto sistemas psíquicos y su complejidad queda expuesta al sistema de la ciencia. El sistema de la ciencia encontraría allí motivos de seducción. Llegando, en su interior, a producir irritaciones ante las cuales se vería obligado a reaccionar: evolucionando, reestructurándose. Acogiendo o rechazando las “estructuras de conocimiento y pautas de intervención” propuestas. Circunstancia que se podría explicar bajo los mecanismos de variación, selección de variaciones y estabilización.
Finalmente, el párrafo de Fuentes que se ha citado deja clara la intención del concepto de campo entre los investigadores mexicanos: “es que lo que intentamos enfatizar es el análisis del desarrollo sociocultural, no tanto el del crecimiento cuantitativo, ni tampoco el de la evolución estrictamente epistemológica” ¿Hay ventajas del concepto de campo frente al de sistema?
Evidentemente, hay enormes “brechas” y fuertes divergencias entre los actores, que hacen engañosas y arriesgadas las generalizaciones, pero esa es otra razón para elaborar un análisis más riguroso y para basar la discusión sobre el concepto de “campo”, en vez de, por ejemplo, el de “sistema”. (Fuentes en Galindo y Luna, 1995: 70)
Y más adelante:
El concepto de campo (cultural, intelectual, académico, educativo), que debemos a Pierre Bourdieu y a quienes lo han difundido, explicado y desarrollado entre nosotros, nos permite reconocer las tensiones y los desfases entre los actores que lo constituyen con sus prácticas, más que los ingredientes y articulaciones relativamente estables y homogéneos o las autorregulaciones con que un sistema preserva su identidad, esto es, su estructura. (Fuentes en Galindo y Luna, 1995: 70)
Según Fuentes, pues, la intención de los investigadores mexicanos es “enfatizar el análisis del desarrollo sociocultural”. Ello los ha llevado a preferir el concepto de campo de Bourdieu, frente a la posibilidad de usar el de sistema. Dicho concepto les “permite reconocer las tensiones y los desfases entre los actores”. Y en efecto:
Eso es lo que pretendo transmitir cuando describo el espacio social global como un campo es decir a la vez como un campo de fuerzas, cuya necesidad se impone a los agentes que se han adentrado en él, y como un campo de luchas dentro del cual los agentes se enfrentan, con medios y fines diferenciados según su posición en la estructura del campo de fuerzas, contribuyendo de ese modo a conservar o a transformar la estructura. (Bourdieu, 1997: 49)
Cierto, el concepto de campo puede resultar ventajoso en el reconocimiento de tensiones y desfases. No es el caso de la presente investigación. Aquí interesa precisamente un sistema, el sistema de la ciencia. Luego, resulta más adecuado el concepto de sistema. Y en vez de partir del supuesto de que la sociedad es un campo de fuerzas y de luchas (Bourdieu), se arranca de este otro: la realidad está compuesta por sistemas biológicos, psíquicos y sociales, todos autopoiéticos operativamente cerrados y acoplados a un entorno determinado (Luhmann).
No obstante, algunas reconstrucciones producidas bajo el concepto de campo por investigadores mexicanos con relación al sistema de la ciencia, es posible reconstruirlas a partir de la propuesta luhmanniana. Con énfasis en la evolución, es lo que aquí se pretende. Sea, pues.