Juan Soto del Angel
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Con el propósito de observarlas más tarde, ahora se describirán las operaciones observadoras de la ciencia. En primer lugar, bajo la diferenciación operaciones/estructuras, se habla del interior de tal sistema. En seguida, el plexo conceptual del mismo queda distinguido de un exterior al que se asemeja: las palabras o uso ordinario del lenguaje. Junto a esta distinción se introduce la noción del principio de limitacionalidad, aquél que rige las ordenanzas conceptuales. A continuación se abordan dos casos en el ejercicio de la limitacionalidad: medio/forma y teorías/métodos. Aquí se anexa el postulado de la comprobabilidad como interconexión entre teorías y métodos. Se finaliza con un apartado que se refiere a la producción de la exposición del conocimiento, específicamente, a la argumentación.
Las operaciones y las estructuras.
El sistema de la ciencia se compone de operaciones científicas. Las operaciones científicas son comunicaciones científicas. Las comunicaciones científicas se integran al menos con una información, la participación de una información y una comprensión. Produciendo comunicaciones científicas, el sistema de la ciencia se autorreproduce. No obstante, cada comunicación científica es eventual, pasajera. Descartes, alguna vez, a partir de ciertas informaciones que de algún modo le son participadas, comprende la geometría analítica. Esta vez es única, nunca fue antes y nunca será después. Se trata de una vez que como llegó se fue. Sin embargo, comunicaciones como ésta llegan a constituir estructuras científicas, esto es, operaciones que el sistema de la ciencia selecciona y combina con el fin de orientar la selección de siguientes operaciones o comunicaciones, y de ese modo, autorreproducirse (Luhmann, 1996). Tal cosa es la geometría analítica: una selección de la ciencia que combina operaciones y, a partir de allí, orienta operaciones subsiguientes. La estructura logra identidad si orienta operaciones en contextos distintos, de otro modo se olvida; más aún, permanece mientras continúe guiando operaciones en contextos distintos, de no ser así, se reemplaza. La teoría geocéntrica se mantuvo mientras condujo operaciones, cuando no pudo, se le sustituyó por la teoría heliocéntrica.
En síntesis, las operaciones científicas dan lugar a la selección de estructuras que seleccionan operaciones científicas; las estructuras permanecen si son capaces de guiar operaciones, si no, se cambian. He allí la manera en que se autorreproduce el sistema de la ciencia.
Los conceptos y el principio de limitacionalidad.
Para distinguirse de la comunicación cotidiana, la ciencia se vale de conceptos. “Los conceptos son, con otras palabras, condensaciones y condensadores de expectativas que confieren estructura a la comunicación científica en su permanente proceso de autopoiesis” (Luhmann, 1996: 277). De manera más amplia:
El sistema de la ciencia puede observar sólo lo que se pueda conceptualizar. No tiene, como ya se ha dicho muchas veces, ninguna posibilidad de ponerse en contacto con el entorno. La ciencia estructura la continuidad de la propia comunicación bajo las delimitaciones que le impone el entorno. Para ello el concepto es la forma con la cual el sistema construye cada especie de unidad con la que se reproduce –la unidad de cosas, la unidad de los procesos, la unidad del sistema, así como en el concepto del concepto, la unidad del concepto. No existe ninguna otra forma de afianzamiento y el reempleo de unidades. Cierto que existe el uso ordinario del lenguaje; pero en tanto se utilice sólo eso, el sistema no realiza su propia autopoiesis, sino sólo opera como sociedad. (Luhmann, 1996: 278)
En efecto, la ciencia dejaría de ser sistema si se conformara con el uso ordinario del lenguaje, es decir, con las palabras. Dicho sistema se autorreproduce en y por los conceptos ¿Cómo acontece esto? En primera instancia ha de señalarse que se procede bajo el principio de la limitacionalidad (Luhmann, 1996). Éste radica en trazar límites, cada uno de los cuales divide al mundo en dos: lo que se niega y lo que se acepta como posible. La teoría geocéntrica niega toda noción que contradiga esta otra: “los cielos son esféricos y se mueven circularmente en torno a un eje fijo”; al mismo tiempo reconoce como posible cualquier cosa que concuerde con ella, por ejemplo que la tierra no se mueve y encarna el centro de esos cielos. Los conceptos bajo el principio de limitacionalidad, pues, fijan límites entre lo que niegan y lo que aceptan en calidad de posible ¿Qué condiciona la ubicación de estos límites? Luhmann (1996) presta atención a dos casos: la distinción entre el medio y la forma, y, la distinción entre teorías y métodos.
El medio y la forma.
En la primera parte se habló ya del esquema medio/forma. Sus aplicaciones son múltiples y aquí se citarán dos por las que ha tenido inclinaciones el sistema de la ciencia. Una se dirige al exterior; otra, al interior.
En la primera, el medio es una suerte de materia que acepta la construcción de unidades; la forma, precisamente la construcción de unidades en esa materia atribuyéndoles, además, indivisibilidad. Véanse los siguientes ejemplos. Imagínese una materia que pasa por alto la unidad de los cuerpos; allí se puede construir el concepto de átomo. En cambio, el concepto de molécula se organiza sobre una materia que respeta dicha unidad. La conducta humana es un tipo de materia diferente que permite a la sociología instituir acciones. Y, pese a que los átomos, las moléculas y las acciones se estructuran en materias distintas, conservan la misma forma de producción: unos y otras mantienen identidad gracias a que son consideradas unidades indivisas... separarlas en partes implicaría desvanecerlas.
La segunda aplicación del esquema medio/forma es la cantidad. En este caso, la cuantificación es el medio; la forma, el cálculo. Los números naturales, por ejemplo, constituyen un medio que acepta diversas formas de combinación, basta con que sigan las condiciones de las matemáticas en que se desarrollan. Así, los números negativos se rigen por una forma de combinación diferente a la de los quebrados.
He allí dos formas de aplicación del esquema medio/forma por las cuales el sistema de la ciencia ha mostrado preferencias, pero que no precisan todavía la distinción entre palabras y conceptos o, con mayor exactitud, entre comunicaciones cotidianas y comunicaciones científicas. El sistema de la ciencia da sentido al exterior por medio de la construcción de unidades indivisas sobre materias indistintas; y, procura un sentido interno a través del cálculo en la cantidad. Pero en ninguno de los dos casos se agota la limitacionalidad. Una de cuyas funciones estriba en hacer posible la marcación de las verdades y las falsedades.