Juan Soto del Angel
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Antes de continuar con el presente, se hace indispensable delimitar las condicionalizaciones que guiaron las decisiones pasadas. Con tal orientación se recorrerá de nuevo lo que se ha narrado. Se inició admitiendo la participación en los siguientes hechos: estudiar manifestaciones culturales en ámbitos campesinos y mantener un diálogo con una concepción de la cultura. Allí aparece la primera condicionalización metódica: el desplazamiento hacia preguntas por formas de elaboración del consenso se hace depender de interrogantes preliminares y de experiencias concretas de investigación de campo.
Una segunda condicionalización metódica opera de manera paralela a la primera. El carácter “museográfico” de la concepción de lo popular y de la relación de la comunicación con las sociedades y las culturas reclama “dinamismo”. Se halla puntal en Gramsci, Satriani, Cirese y Bourdieu. Este paso se refuerza citando insuficiencias del funcionalismo y de la semiótica, convergentes en la “momificación” de las realidades culturales que coexisten en México. En síntesis, la complejidad de la cultura les quedaba grande.
Una tercera condicionalización metódica opera de manera paralela a las anteriores. Puesto que había hegemonía, tenía que denunciarse y se denunciaba, pero no bastaba; además, era indispensable volver visible la manera en que logró forjarse.
El método deductivo que se echó a andar, así, amarró tres pasos: el desplazamiento a las preguntas por el consenso, la concepción dinámica (de lo popular y de la relación de la comunicación con las sociedades y las culturas) y la necesidad de volver visible una hegemonía.
La serie anterior de condicionalizaciones metódicas sugirió un cambio teórico. Propuso sustituir la pareja “oficial-popular” por una tríada: hegemonía-subalternidad-alteridad. Allí se forjó un ancla para más condicionalizaciones metódicas. El análisis del modo de construcción de la subalternidad y de la alteridad se hace depender de la nueva estructura conceptual. Circunstancia que llevó a organizar relacionalmente los diversos sentidos de la vida en México y a considerar que la producción de los mismos derivaba de las posiciones que van ocupando los actores sociales. De otro modo: la reelaboración teórica del concepto de hegemonía se hizo depender de suponer el surgimiento de elementos que no eran patrimonio exclusivo de una sola clase.
Hasta allí, el pasado. El cual se constituye en soporte de la primera condicionalización metódica en presente. Ésta: la fase de reconstrucción de los procesos de lucha por definir el sentido se hace depender de que clases distintas comparten significaciones.
Hacia el final de la introducción también hay una condicionalización de una posible teoría metódica: la consistencia del método se logra si al mismo tiempo se desarrolla “un esfuerzo paralelo y sostenido de reflexión sobre las propias preguntas, los objetos, los instrumentos, los tratamientos, las informaciones y los resultados” (González, 1994: 17). Ésta se acompaña de otra que deriva de las condicionalizaciones anteriores: el método opera si se hace “desde el punto de vista de la construcción, de/construcción y reconstrucción de los sentidos de la vida y del mundo” (González: 17). Una condicionalización más de la posible teoría metódica hace acto de presencia: el método se sostiene si se constituye en “una verdadera polifonía metodológica”. Esto último, por medio de “la imagen multidimensional, compleja, móvil, multitemporal, dúctil y maleable que nos pretende proporcionar la categoría de los frentes culturales” (González: 17).
El primer capítulo o trabajo se ocupa de “hacer una esquemática y a veces ‘epidémica’ presentación de distintas perspectivas que con el tiempo han surgido para hablar acerca de un vasto y heteróclito conjunto de objetos, fenómenos y realidades culturales llamadas genéricamente ‘populares’” (González, 1994: 21). Se trata, entonces, de una reconstrucción a partir principalmente de la dimensión temporal del sentido. Una historia, pues. Abarca ésta un poco más que la del texto de Sánchez, cuyos límites resultan suficientes para la presente investigación. Luego, aquélla no se verá.
El segundo capítulo desarrolla una de las fundamentales categorías del texto: frentes culturales. Se construye, desde luego, con una serie de condicionalizaciones teóricas, de las cuales sólo se citarán algunas. El primer concepto interesante es el de cultura: “modo de organizar el movimiento constante de la vida concreta, mundana y cotidianamente”, “mediante ella ordenamos y ‘estructuramos’ nuestro presente a partir del sitio que ocupamos en las redes de las relaciones sociales”, “es también constitutivamente sueño y fantasía que transgrede los cercos del sentido práctico”, “es escape, evasión y eversión de la ‘cruda realidad”, “fábrica de todos nuestros sueños y el principio de todas nuestras esperanzas”, “aunada al presente y al futuro, la cultura es simultáneamente raíz y ligadura con lo que hemos sido, hecho, gozado, deseado”, “recuerdo –siempre selectivo y reconstruido desde las construcciones particulares de un ahora volátil- de los pasos anteriores”. “Es la herramienta privilegiada para conferirle un sentido a la realidad ‘real’” “arenas de lucha por conferirle a lo que a todos nos une un determinado sentido y orientación” (Cf. González, 1994: 57-58).
El análisis de las culturas contemporáneas debería, entonces, darnos algunas pistas y aportaciones al conocimiento de diversos procesos sociales de construcción de sentido mediante luchas por mostrar quién de los contendientes es capaz de sostener y elaborar las definiciones y “visiones” más plausibles de la realidad, de la vida y del mundo social. (González, 1994: 63)
En términos de condicionalización para una teoría metódica: la cultura se constituye ya que al mismo tiempo los hombres organizan su pasado, presente y futuro, o lo que es lo mismo, confieren sentido a la realidad; puesto que todos (grupos y clases distintas) confieren sentido a la realidad, hay luchas por elaborar las “visiones” más plausibles; luego, el análisis de la cultura ofrece “pistas y aportaciones al conocimiento de diversos procesos sociales de construcción de sentido mediante luchas...”
Si debemos hablar de objetivos de este ensayo, diremos que básicamente se busca presentar la discusión teórica sobre la categoría de los frentes culturales como herramienta para interpretar algunos procesos de lucha, por la más legítima definición del sentido de ciertas áreas destacadas de la cotidianidad. (González, 1994: 63)
El tema se aborda bajo nuevas distinciones: la construcción social del sentido, la construcción social de la hegemonía y del poder cultural, la lucha por la legitimidad cultural y, finalmente, los elementos culturales transclasistas y la vida cotidiana. Ello rebasa los límites del presente trabajo.