Juan Soto del Angel
Esta página muestra parte del texto pero sin formato.
Puede bajarse la tesis completa en PDF comprimido ZIP
(416 páginas, 752 kb) pulsando aquí
Algunos sistemas se ocupan de la comunicación de logros epistemológicos. Primero llevan a cabo reflexiones acerca de la forma de conocer y luego la exponen o enseñan. No es el caso de la ciencia en el ámbito de la observación de observaciones. Aquí, la operación observadora es previa a toda reflexión epistemológica. En otras palabras, en la observación de observaciones, la ciencia opera observando, no enseñando.
Un observador puede creer que observa lo mismo que otro observador al que observa. Ello es lo que funda la posibilidad de lo que podría llamarse, exagerando dice Luhmann (1996), la comunidad de la investigación. También la denomina comunicación no autoritaria o igualdad practicada. El asunto es que diversos observadores concuerdan en los resultados de sus observaciones, al menos es lo que creen.
Las publicaciones constituyen un buen criterio si se quieren ubicar prácticas igualitarias de observación. Se publica para cualquiera y a la coincidencia de resultados entre lectores observadores se le conoce como opinión pública. En el caso de la ciencia se ponen más límites. Los lectores están en condiciones de tomar el rol de autores; incluso, llegan a manifestarse con críticas oportunas. No hace falta más, con ello están dadas las condiciones de posibilidad de la autopoiesis.
El autor pone todo su empeño en la demostración de que sus conocimientos son verdaderos, novedosos y seguros. El lector no acepta cualquier cosa, somete todo conocimiento a crítica. Y cuando desea participar en la ciencia se ve obligado a publicar también. Se invierten entonces los papeles: el autor se vuelve lector; el lector, autor. Pero el juego continúa: hay que ofrecer verdades novedosas, críticas y seguras. No hay posiciones privilegiadas, ni fundamentos últimos. Todo es tierra de nadie. Ni siquiera las fuentes tienen que ser claras, basta que la verdad presente alguna estabilidad.
He ahí, en todo su esplendor, la autopoiesis de la ciencia. Produciendo sus elementos a través de sus elementos, o si se prefiere, sus verdades a través de sus verdades. Sin principio ni fin. Cada verdad es el final de una investigación, pero también el principio de otra. No hay más punto de apoyo que la recursividad, es decir, la repetición de sus operaciones y la aplicación de cada una al resultado de la operación anterior.
Con una óptica que haga énfasis en la formación del sistema de la ciencia y en la comunicación científica en calidad de su operación elemental, las cosas podrían explicarse del siguiente modo. Debe recordarse que la comunicación se produce con tres selecciones: información, participación y comprensión. La información estaría representada por el tema. Éste sería al menos una identidad de la ciencia, esto es, la selección de los caracteres que determinan la identidad, con su respectiva exclusión. Un autor seleccionaría una manera específica de participar dicha identidad. Esta manera de participarla constituiría su responsabilidad. Pondría todo su esfuerzo porque se sostuviera en calidad de verdad. El lector crítico la cuestionaría con denodados bríos y seleccionaría una diferencia entre la información y la manera de participarla, constituyendo así la comprensión.
Sea el universo. Tal es una información que selecciona entre lo que es y lo que no es universo. Newton elige una manera de participar sus consideraciones acerca del universo. Kant comprende las cosas fijando una diferencia entre universo y la manera de Newton de participar sus consideraciones.
Kant, en tanto lector de Newton, coincide con algunas observaciones de aquél. A partir de allí propone nuevas verdades. Los lectores críticos de Kant proponen a su vez las suyas. Más o menos así es que se presenta la crítica tras la crítica. Esta recursividad es lo que hace posible la autopoiesis de la ciencia y le da consistencia.
Sólo haría falta señalar que lectores y autores no son más que entorno de la ciencia. No son ellos quienes deciden si aceptan o rechazan las comunicaciones científicas, sino la ciencia misma. Newton, Kant, autores y lectores son recursos en que la ciencia registra temporalmente sus verdades. Pero ellos mismos, en tanto científicos, se rigen por la ciencia. No a la inversa.
No está de más poner de relieve el alto grado de selectividad que muestra la recursividad de la ciencia. Una operación designa algo como ese algo. Otra operación que la observe, actúa en consecuencia: acepta o rechaza. Está en condiciones de modificar, repetir, intercambiar, intentar conservar... pero no se conduce frente a ella sin tomar partido, a menos que prefiera ignorarla.
Si gracias a la recursividad el sistema ha logrado permanecer, son factibles las expectativas. Entendiendo por estas últimas aquellas condensaciones de conocimiento que alcanzan la sobrevivencia. Luhmann (1996) considera que tales condensaciones son fijadas por el sistema y las nombra estados característicos. A partir de allí, dice, el sistema adquiere una estabilidad dinámica.