Tesis doctorales de Ciencias Sociales

LA AUTORREPRODUCCI�N DEL SISTEMA DE LA CIENCIA EN EL CAMPO ACAD�MICO DE LA COMUNICACI�N EN M�XICO. UNA REFLEXI�N A PARTIR DE NIKLAS LUHMANN

Juan Soto del Angel



 

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La codificaci�n binaria del medio verdad

Se habl� ya de la distinci�n medio/forma. Se recordar� en esta parte, con el prop�sito de introducir a una mayor profundidad en el concepto de verdad en tanto medio de comunicaci�n simb�licamente generalizado. La luz, en calidad de medio, es un entorno con diversas posibilidades de configuraci�n; las sombras son formas que se gestan por la disposici�n de luz. De modo similar, el lenguaje es un entorno con diversas posibilidades de ordenaci�n; los enunciados son formas que se logran a trav�s de los arreglos que se generan en el lenguaje. �ste es un medio, entonces, no porque sea portador de mensajes, sino porque abre la posibilidad de configuraciones ling��sticas, es decir, media las configuraciones ling��sticas.

An�logamente a la luz y al lenguaje, la verdad es un entorno con diversas posibilidades de configuraci�n; y, las aseveraciones cient�ficas constituyen las formas que resultan de los acomodos que se provocan en la verdad. No est� de m�s decir que, al igual que la luz y el lenguaje, la verdad tolera un n�mero infinito de configuraciones.

Entendidas las cosas as�, el problema del conocimiento ha sido sustituido �C�mo es la realidad? Ya no es la pregunta. Podr�a decirse que ahora es �sta �C�mo algo logra la calidad de medio y da lugar a la producci�n de formas? O reduciendo el asunto al medio que aqu� est� en cuesti�n �C�mo se acoplan y desacoplan las formas en el medio de la verdad? Luhmann (1996) responde la interrogante a partir del concepto de c�digo.

La verdad, igual que todo medio de comunicaci�n simb�licamente generalizado, est� codificado de manera binaria. Se trata, pues, de una forma con dos lados: uno interno y otro externo. �ste se refiere a la no verdad o entorno con diversas posibilidades de construcci�n (el medio); y, aqu�l, a las verdades o formas que se construyen en dicho entorno, es decir, a las aseveraciones cient�ficas. El lado interno, adem�s, admite dos formas: las verdades y las falsedades. Las primeras son verdaderamente verdades; las segundas, verdaderamente falsedades.

La codificaci�n binaria es redituable gracias a la exclusi�n exigida de todo tercero. No hay m�s, s�lo verdad y no verdad. Queda descartado cualquier otro valor: justo, injusto, bello, feo, legal, ilegal, bueno, malo, etc. Ello delimita con claridad el campo de operaci�n del medio. No ser�a as�, si se diera cabida a terceros. Podr�a decirse, pues, que un medio de comunicaci�n simb�licamente generalizado es tal, gracias a su codificaci�n binaria. Esta �ltima es precisamente la que garantiza ciertos �xitos comunicativos, imponiendo como condici�n que todo sea tratado bajo los dos valores impuestos por ella: verdad y no verdad, para el presente caso (la verdad).

En esta perspectiva, todo puede ser verdad o no verdad y todo est� desde siempre desacoplado. La forma verdad/no verdad permanece abierta, no indica qu� se acopla ni como; s�lo fija un l�mite que distingue dos posibilidades de combinaci�n: lo verdadero y lo no verdadero. Se trata, entonces, de buscar acoplamientos que admitan la construcci�n de expectativas que, a su vez, reduzcan la posibilidad de sorpresas.

Luhmann (1996) precisa en esta parte dos diferencias: verdad/no verdad y correcto/incorrecto. La primera, se ha venido sosteniendo, es la unidad del medio verdad. La segunda se refiere a las reglas que determinan la configuraci�n de los valores del c�digo, sea el positivo o el negativo. �Llamamos estas reglas programas (lo cual incluye, por ejemplo, inversiones empresariales, leyes jur�dicas, programas pol�ticos), y llamamos los programas del sistema cient�fico (programas de investigaci�n) teor�as o m�todos� (Luhmann, 1996: 145). As�, las teor�as o m�todos cient�ficos son programas de investigaci�n que configuran formas o acoplan elementos en el medio verdad con el fin de reducir la posibilidad de sorpresas.

Ahora bien, si la verdad es una forma que se configura en un entorno (el medio verdad), potencialmente cualquier verdad est� en condiciones de instituirse como no verdad, y a la inversa, cualquier no verdad podr�a erigirse en verdad. Se imponen otras preguntas �Hay predilecci�n por la verdad frente a la no verdad? �Se prefiere la verdad antes que la falsedad? Luhmann (1996) responde comenzando por se�alar que el valor positivo (verdad) encarna la capacidad de enlace de las operaciones del sistema y el negativo (no verdad) sirve de valor reflexivo.

Capacidad de enlace significa posibilidad de �xito comunicativo, o lo que es lo mismo, de aceptaci�n. Conseguir tal cosa es el prop�sito del valor positivo del medio verdad en cualquiera de sus dos formas: las verdades o las falsedades. La teor�a geoc�ntrica primero y la helioc�ntrica despu�s, pero las dos logran aceptaci�n gracias a que se participan en el medio verdad. Por otra parte, la capacidad de enlace no s�lo se refiere a la posibilidad del �xito comunicativo. Expresa tambi�n el incremento de comunicaciones exitosas y la preferencia por reformulaciones que agranden la esfera del conocimiento enlazado. Habiendo logrado el �xito comunicativo, la teor�a helioc�ntrica trajo consigo la aceptaci�n de muchas otras comunicaciones derivadas de ella y, a su vez, ofreci� un mundo de conocimiento enlazado de mayor amplitud con relaci�n al que propon�a la geoc�ntrica. Un mundo que sigui� y sigue delimit�ndose.

La preferencia no es entonces por el valor positivo, sino por la comparaci�n; y despu�s de �sta, cronol�gicamente hablando, por lo sistem�tico y la conservaci�n de las ventajas de esto �ltimo. La teor�a helioc�ntrica se somete a comparaci�n con la geoc�ntrica y la mayor capacidad sistem�tica de la primera hace que se prefiera sobre la segunda.

�En qu� medida el valor negativo o no verdad es un valor reflexivo? El valor positivo facilita el enlace sistem�tico de un n�mero infinito de verdades. No sucede as� con el negativo. Las no verdades no est�n dispuestas en una especie de antimundo (Luhmann, 1996). Se refieren s�lo a la negaci�n de las relaciones formuladas bajo la verdad. �El sentido inmediato de la determinaci�n como no verdad se encuentra en la designaci�n de un error, es decir, en la disoluci�n de un error, ya que un error reconocido ya no es tal� (Luhmann, 1996: 148).

Reconocido el error, queda bloqueada cualquier investigaci�n que quisiera tomarlo como base. Al mismo tiempo se hacen viables otras formas de verdad; adem�s, el error permanece registrado en calidad de conocimiento posible al que se puede volver en cualquier momento. Aceptado el yerro con relaci�n a la indivisibilidad del �tomo, se cancel� toda investigaci�n que la supusiera. De igual modo, distintas verdades asociadas con la divisibilidad tuvieron cabida. Y, finalmente, al error manifiesto se ha tornado una y otra vez: la divisi�n del �tomo no culmin� en protones y electrones, han aparecido neutrones y otras part�culas.

As�, la no verdad se deja ver en cuanto el error es puesto al descubierto. S�lo entonces se hace necesario distinguir entre verdad y no verdad. He all� la raz�n por la que Luhmann llama reflexivo al valor negativo del medio verdad. Mientras el �tomo se consider� indivisible, no hubo problema: era la verdad. Pero cuando la no verdad sali� a flote, la reflexi�n se hizo indispensable.

Ahora bien, se ha dicho que el medio verdad se constituye por dos lados: la verdad y la no verdad. Adem�s, que la no verdad encarna el valor reflexivo. Por tanto, aunque de manera indirecta, el medio verdad tambi�n resulta reflexivo. Sin embargo, es de notarse que aqu� la reflexividad se refiere tan s�lo al medio. El sistema exige, adem�s, que la verdad sea �nica. De all� que la ciencia se preocupe por la coherencia, la generalizaci�n y la constante observaci�n de las observaciones y de la verdad. V�anse m�s de cerca las razones:

Cuando el c�digo para la designaci�n positiva s�lo dispone de un valor, significa al mismo tiempo que s�lo vale para un mundo y que todo el conocimiento tiene que integrarse en esta causalidad universal. En el valor de la verdad, las cogniciones se condensan en cuanto tienen que ser integradas en una causalidad universal que a su vez las afirma, dificultando su revocaci�n o bien carg�ndolas con deseos sustitutos. La verdad sigue siendo la misma: de comprensi�n en comprensi�n, de caso en caso, de enunciado en enunciado. En este sentido, se le puede designar como valor de condensaci�n (Luhmann, 1996: 150).

Por otra parte, la no verdad hace un reclamo: aceptar �nicamente verdades cuyas negaciones hayan sido sometidas a prueba y rechazadas. La teor�a helioc�ntrica brind� experiencias que rechazaron su no verdad. Luego la verdad, para ser tal, ha de ser probada (Luhmann, 1996). No est� de m�s decir que las no verdades tambi�n exigen la prueba y el rechazo de sus afirmaciones: la no verdad de la teor�a geoc�ntrica se admite despu�s de rechazar mediante pruebas su verdad.

De igual manera, las no verdades son tema de reflexi�n bajo las condiciones de los programas de la ciencia o teor�as. En este sentido, las no verdades a que apunta la ciencia tienen que ser interesantes (Luhmann, 1996), y en caso de resultar ciertas, han de generar teor�as significativas.

En tanto, la condensaci�n de las cogniciones que desarrolla el valor verdad recopila formas de teor�as que determinan las reglas de su autotransformaci�n, la cual siempre tendr� que ser explicada. De otro modo: el conocimiento estar� en todo momento en condiciones de cambiar; pero siempre har� falta, en su caso, se�alar las razones que determinan el fracaso del conocimiento puesto a prueba. De aqu� se infiere tambi�n que el conocimiento se autotransforma casi a fuerza, ya que ello depende de sus propias estructuras.

Tambi�n se hace importante se�alar que la designaci�n de la verdad y la no verdad permanece en la indecisi�n. Y esta indecisi�n no es otra cosa que la unidad del c�digo; la cual, adem�s, funge como un catalizador. Desde luego, mientras haya indecisi�n, habr� inter�s por someter a prueba el conocimiento y determinar su verdad o no verdad. As�, la naturaleza de un sistema codificado es inquieta, irritable, atenta, reaccionando siempre a est�mulos no producidos ni previstos por �l. No obstante, bajo las teor�as prescribe informaciones relevantes con el prop�sito de poder trabajarlas m�s tarde.

En el c�digo, verdad y no verdad tienen que tratarse estrictamente igual en cuanto a su probabilidad, si se pretende obtener mediante este c�digo un mundo en el cual lo improbable debe de ser probable, es decir, donde el orden debe ser posible y hasta se le puede esperar. Vista en cuanto a su funci�n, la codificaci�n sirve para el rompimiento de su propia aceptaci�n de entrop�a y, a continuaci�n, para la posibilitaci�n de la informaci�n y la morfog�nesis de los condicionamientos estructurales. Sin tomar en cuenta c�mo est� �all� afuera�, el sistema codificado genera un mundo propio donde existen orden y desarrollos enlazados. Este mundo propio no se debe pensar isomorfo en relaci�n con otro mundo que un observador superior (�pero qui�n?) podr�a ver e interpretar como real. Pero tiene que funcionar en tanto no debe impedir una continuaci�n de la comunicaci�n sist�mica y una continuaci�n de sus estructuras (transformadas o sin transformar). (Luhmann, 1996: 151)

La codificaci�n binaria, pues, permite al sistema producir un mundo en que lo improbable se hace probable: lo no ordenado se ordena. Gracias a lo cual el sistema se autorreproduce y las estructuras se contin�an, ya sea transformadas o sin transformar. Y todo ello independientemente de un mundo externo que pudiera ser garantizado por un observador superior �Pero qui�n? Pregunta Luhmann.

Que la codificaci�n binaria transforme lo improbable en probable es un indicio de que la verdad, en tanto medio de comunicaci�n simb�licamente generalizado, facilita el �xito comunicativo. Sin embargo, la codificaci�n es s�lo uno de los requerimientos, hacen falta otras condiciones.


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