Tesis doctorales de Ciencias Sociales

LA AUTORREPRODUCCIÓN DEL SISTEMA DE LA CIENCIA EN EL CAMPO ACADÉMICO DE LA COMUNICACIÓN EN MÉXICO. UNA REFLEXIÓN A PARTIR DE NIKLAS LUHMANN

Juan Soto del Angel



 

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La autonomía o dependencias e independencias de la ciencia

El sistema de la ciencia logra su diferenciación asignando los valores del medio verdad: verdad o falsedad. Desde luego, el tema de la verdad puede aparecer en otros contextos (el arte, la religión, la política). Pero el sistema de la ciencia es el único que la somete a una observación de segundo orden, exigiéndole condiciones rigurosas a partir del código binario del medio mencionado. En este sentido, la ciencia logra, junto a la diferenciación, autonomía (Luhmann, 1996).

El financiamiento, los intereses políticos o particulares, las instituciones, los medios de comunicación o cualquier otra cosa parecida están en posibilidades de afectar el curso de la ciencia. Pero mantendrá en todo momento autonomía en sus operaciones, de tal modo que sólo ella determinará lo que es verdadero y lo que es falso. Es factible que se quiera usurpar esta función, circunstancia que llevaría muy probablemente al ridículo. Nadie creerá en la verdad de los políticos, lo religiosos, los empresarios, los publicistas, etc., si la ostentan en contra de la ciencia.

Es dable afectar el grado de diferenciación del sistema de la ciencia, mas no su autonomía. Si la falta de recursos o las disposiciones legales impiden experimentos específicos, el asunto se mantendrá en la indecisión. Y las indecisiones no son más que perturbaciones en el camino. Por otra parte, que se trate de una materia no decidida, será una comunicación autónoma del sistema de la ciencia.

La selección de temas y métodos también ha de llevarse a cabo con autonomía, circunstancia que únicamente logra explicarse de manera circular. En principio, puesto que la pretensión es introducir conocimientos nuevos, se presenta un alto grado de improbabilidad. En efecto, el conocimiento científico se tiene por fiable. Más aún: se vierte en la escritura con el fin de preservarlo. Por si fuera poco, surge una pregunta de difícil respuesta ¿Cómo partir del conocimiento, si el propósito es variar el conocimiento? Y no obstante, tal improbabilidad es la que sugiere tomar algunas precauciones si se quiere ir más lejos. Se trata, en primer lugar, de una sobreproducción de conocimiento, lo que implica una selección; además, a fin de organizar lo seleccionado frente a lo no seleccionado, se requiere también la formación de un sistema.

Gracias a la imprenta es posible la sobreproducción de conocimiento y la distinción entre el conocimiento viejo y el nuevo. Antes de la publicación de textos era inviable distinguir entre uno y otro. No había modo de fijar la fecha de aparición de una idea, y por tanto, cualquiera podía ostentarse vieja o nueva. Ahora existe un criterio: un conocimiento es viejo o nuevo, según sea vieja o nueva su fecha de edición, independientemente de los alegatos de cualquiera.

Las publicaciones, pues, exhiben la oferta de conocimientos. Los más viejos y los más nuevos. Y de lo que se trata es de ir más allá de ellos, esto es, de sobreproducir. Así, en los textos publicados, podría comenzarse por citar y discutir otras publicaciones a fin de fijar límites entre los conocimientos viejos y los nuevos. Sin embargo, tal cosa no basta, tampoco son suficientes las selecciones de las teorías ya publicadas. Si se quiere ir más lejos, hacen falta nuevas selecciones, y con ello, nuevos sistemas que las organicen. La física cuántica constituye una sobreproducción de conocimiento con respecto a la física clásica, con nuevas selecciones y un nuevo sistema de organización.

Así, la creciente diferenciación del sistema de la ciencia, su autopoiesis, su clausura operativa y su autonomía, se ponen de manifiesto en el marco de las publicaciones. Es allí donde puede constatarse que los temas y métodos de la ciencia son selecciones de la ciencia. Ningún tema científico responde a intereses particulares, políticos, religiosos o de cualquier otro sistema. Si hay algún interés, éste es científico. Se dijo más arriba: otros sistemas están en condiciones de afectar la diferenciación de la ciencia, pero no su autonomía. Es factible que se impongan a la ciencia, desde el exterior, programas de investigación. En tales circunstancias, sin embargo, aumenta la probabilidad de que la ciencia, con sus operaciones autónomas, concluya con la asignación de valores falsos.

La función del sistema de la ciencia, producir nuevos conocimientos, es dable cuando se reconoce lo novedoso. Es decir, algo que va más allá de lo viejo, se vislumbra motivador y recompensable. Todo ello sin tomar en cuenta las curiosidades personales, ni los probables daños o perjuicios sociales de lo novedoso.

Independientemente de otros usos que pueda tener la comunicación científica de lo viejo, brinda certidumbre de solidaridad a los científicos. Con un respeto casi tribal, diría Luhmann (1996). Respeto al que se confronta la pretensión de novedad. Cuya oferta, si resulta suficiente, justifica las reformas del conocimiento: encontrar lo nuevo en lo viejo, lo familiar en lo no familiar.

No debe perderse de vista que la diferenciación viejo/nuevo también es una construcción del sistema de la ciencia. Por tanto, la distinción entre lo nuevo y lo viejo podría prestarse a polémica entre los científicos, pero no en el caso de la observación de segundo orden. Ésta interrogaría por las condiciones bajo las cuales la ciencia, tomando como base el esquema temporal viejo/nuevo, se observa a sí misma.

Finalmente debe decirse que la diferenciación funcional de la sociedad contemporánea es la que ha hecho posible este grado de autonomía del sistema de la ciencia y de los otros sistemas funcionales. Sin que dejen de interferirse unos con otros, aparte de la ciencia, son sistemas funcionales el político, el jurídico, el económico, el educativo y el religioso, entre otros. Cada uno con autonomía en sus operaciones. Lo que le brinda independencia, pero al mismo tiempo, dependencia. Ninguno tiene injerencia en las operaciones del otro, sin embargo, todos suelen depender de todos. Sin dinero, la ciencia se frena. También pueden aquietarla los políticos, los legisladores, los profesores, los religiosos. Sin investigación científica, verían mermada su actividad los políticos, los legisladores, los economistas, incluso los religiosos ¿Qué sería de los demás sistemas, sin legislación? ¿Qué pasaría si desapareciera la religión? En fin, los sistemas son independientes y dependientes.


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