Juan Soto del Angel
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No obstante la falta de coincidencia entre los itinerarios de las reducciones científicas de la realidad y la realidad, la técnica funciona. Las verdades científicas son hipotéticas, pueden cambiar en cualquier momento. Circunstancia que no ha sido obstáculo para que el hombre pise la luna, ponga satélites en órbita, genere armas de destrucción masiva y ventas también de carácter masivo, entre muchas otras cosas. Los clones, al parecer, están a la vuelta de la esquina. En fin, la técnica funciona ¿Habría que concluir de aquí que las reducciones científicas de la realidad y la realidad coinciden? Se ha experimentado que la organización técnica de las acciones y el éxito de la producción humana se mueven generalmente de manera paralela. Pero eso sólo prueba eso: que hay un paralelismo entre una y otra cosa. Más aún, el paralelismo se ha roto una y otra vez. Las técnicas llegan a fallar, al grado de producir accidentes fatales. Las verdades científicas no cesan de corregirse, y no porque cambie la realidad sometida a reducción, sino porque se acepta que hay errores en el conocimiento ¿Cómo explicar, entonces, que la técnica funcione... cuando funciona? Esta pregunta debe replantearse. No se sabe con seguridad que la técnica funcione. Tan sólo se tiene conocimiento de un paralelismo entre la técnica y la producción. Luego, la pregunta es la siguiente ¿Cómo explicar el paralelismo entre la técnica y la producción?
Sospechamos que la causa de la relación con la productividad esté en la apertura al futuro, ya que bajo la condición de que el futuro no está suficientemente determinado por el pasado, se le puede utilizar para probar la posibilidad de variaciones. Si el futuro comprueba la construcción, si ofrece una respuesta determinada a preguntas abiertas, la probabilidad de no haberse equivocado es grande; porque podría haber resultado de manera distinta. (Luhmann, 1996: 186)
Y más adelante:
Se establece una expectativa que se cumple o se frustra. Se proyecta una contingencia. Si la expectativa se cumple y no se frustra, la causa no está en la expectativa misma. Se ha retado a la naturaleza, y ésta ha dado una respuesta. (Luhmann, 1996: 186)
Frente a la posibilidad de inferir que las reducciones científicas de la realidad y la realidad coinciden a partir del paralelismo entre técnica y productividad, Luhmann opta por el supuesto de que el futuro no está suficientemente determinado por el pasado. Siendo así, vale la pena proyectar variaciones. Ahora bien, si se considera que el número potencial de desenlaces del futuro es infinito y se acierta en la variación proyectada, la posibilidad de no haberse equivocado es grande. El proyecto de variaciones no es otra cosa que una expectativa, un reto a la naturaleza. Por otra parte, que la expectativa se cumpla, no indica que sea la causa de aquello que se cumple. Se retó a la naturaleza y ésta respondió. El sistema científico, desde luego, sólo sabrá si la expectativa se cumple o no. Y con el propósito de ampliar este saber ha desarrollado la experimentación, un proceso innovador que somete a prueba las expectativas, acrecentando con los resultados el conocimiento disponible.
Otro asunto es el relativo a la utilización de la tecnología ¿Ha de ponerse ésta al servicio de toda la sociedad? Se trata de una pregunta que no atañe al sistema de la ciencia. En efecto, las tecnologías han derivado en gran medida de la ciencia, pero aquellas no son el propósito de ésta. Gracias al éxito de las tecnologías, la ciencia es financiada, censurada o apreciada, pero dichas circunstancias no llegan a influir en la manera de operar de la ciencia: designará verdades o falsedades atendiendo a sus operaciones internas, independientemente de financiamientos, censuras o aprecios.
Finalmente, las tecnologías han dejado de ser un simple producto secundario de la ciencia. Ésta se hace cada vez más dependiente de los procesadores de datos. La sociedad ya no pregunta únicamente por las mejores técnicas para conseguir fines. La cantidad aceptable de técnica que funcione constituye otra de sus preocupaciones. De allí proceden muchas manifestaciones de los ecologistas.
Resumen
“La comunicación hoy está en tránsito, de ser un objeto de un inventario, a ser el criterio de organización y composición de la posibilidad de un inventario” (Galindo, 2004, marzo 20). He allí el propósito al que la presente investigación pretende contribuir. Más allá de las ciencias positivas y las hermenéuticas, Habermas propone las críticas. Más allá de las ciencias positivas, Gadamer propone las del espíritu, a las que aporta su hermenéutica filosófica. Aquí, tanto en Habermas como en Gadamer, el tema central es la comunicación y polemizan al respecto. Ricoeur plantea la unificación de ambas propuestas. No obstante, Luhmann está más cerca de la comunicación en tanto criterio de organización, puesto que define a la sociedad y a la ciencia en su interior desde la comunicación. En este sentido adquiere relevancia la comunicación científica. De allí que se finalice este capítulo con una breve descripción de la misma, transformada ya en subsistema de la sociedad global encargado de producir conocimiento. Se muestra la diferencia mediante la cual observa observaciones: verdad/no verdad. La improbabilidad de que sus resultados sean aceptados, ya que suelen presentarse en textos y, por tanto, hay tiempo para reflexionar. La probabilidad de éxito comunicativo que se genera a través del código binario del medio verdad (verdad/no verdad), como consecuencia de que ha de elegirse una u otra alternativa. En fin, para tal éxito contribuyen también los programas (teorías y métodos), la novedad, el crédito y la reputación. Pero si la verdad es sólo un medio, queda una pregunta ¿Por qué la técnica, que se funda en verdades científicas, funciona? “Se establece una expectativa que se cumple o se frustra”, “Se ha retado a la naturaleza, y ésta ha dado una respuesta” (Luhmann, 1996: 186).