José Ignacio Reyes González
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Al referirnos a métodos y formas de organización significativas que conecten al estudiante con la realidad social, estamos potenciando el desarrollo de rasgos del pensamiento histórico del escolar, como son los siguientes:
Un enfoque científico: materialista histórico.
La descripción y el análisis de los hechos, fenómenos y procesos históricos ubicados en espacio y tiempo.
La capacidad para descifrar las contradicciones, revelar las causas y consecuencias en una amalgama de elementos económicos, políticos, sociales y culturales, pero que se conectan entre sí e interactúan, reflejo de una historia total.
La consideración del papel creciente de las masas en el análisis histórico y la influencia de lo individual.
La capacidad de percibir el carácter objetivo de la historia, y a su vez la necesaria subjetividad de su interpretación por parte de los hombres.
Una concepción de historia en constante reconstrucción que se mueve en una relación dialéctica pasado-presente-futuro, con una tendencia al progreso social pero con momentos de retroceso.
La capacidad para aplicar los métodos de investigación histórica, lo que posibilita un pensamiento reflexivo y analítico, a la vez que preparado para comprender y respetar criterios contrapuestos que tiendan al progreso social.
No es posible desarrollar el pensamiento histórico si se continúa hiperbolizando la información histórica y menospreciando los saberes procedimentales y actitudinales, cuando todo debe integrarse en el curriculum histórico. La discusión sobre qué enseñar en Historia y en particular, si debe llevarse al curriculum escolar los métodos de investigación de esta ciencia ha sido siempre intensa como en ninguna otra asignatura. J. Ulloa (1988), J. F. Gallego (1988), J. Valdeón (1989), R. M. Álvarez (1993), A. M. Orrade y J. H. Svarzman (1994) y C. Aranguren (1997).
La historia tiene un sistema categorial, conocimientos resultados de su indagación en este campo de estudio, que se erigen sobre un andamiaje de hechos y fenómenos históricos, pero también tienen una metodología de obtención de sus conocimientos, muy implicada con lo anterior; sin embargo “... la historia es, tal vez, la que oculta con mayor encono su propia metodología y se presenta como una saber inalterable y acumulativo... Al ocultar su metodología oculta la historicidad de la ciencia, y la Historia se convierte en dogma”. G. Zaragoza (1989: 168).
El desarrollo del pensamiento histórico no puede planificarse ni mucho menos concretarse alejándose de las vías que utiliza la historia para desentrañar la verdad sobre los hechos, sus nexos y relaciones, tendencias y leyes. El problema no es pensar que cuando se aprende la metodología histórica se está formando un historiador, pues nunca al utilizar las prácticas de laboratorio se ha discutido que la enseñanza de la Química quiere formar químicos y a todo el mundo le parece claro que no hay aprendizaje de esta asignatura sin sus laboratorios. Por eso debe ser algo natural, porque proviene de una parte importante de la ciencia que son sus métodos, que el alumno utilice la metodología de la investigación histórica con los arreglos didácticos que supone para formar parte del curriculum histórico.
Un sistema de métodos que favorezca lo investigativo incidirá cualitativamente en el desarrollo del pensamiento del escolar, pues coadyuva a la capacidad de indagar, el desarrollo de la exploración y la curiosidad propia de los escolares y que generalmente no potenciamos desde la metodología de la enseñanza que utilizamos. Los métodos investigativos son marco propicio para desarrollar la autonomía, la independencia y la creatividad del alumno; contribuyen a que maneje fuentes diversas, a que se vea obligado a localizarlas, a procesarlas con un sentido crítico, lo que le permite develar la propia complejidad de la vida social, en interacción con sus compañeros de aula, el profesor, la familia y personas de la comunidad.
La investigación le posibilita al alumno disfrutar del protagonismo de su propio aprendizaje para llegar a un acercamiento a la verdad histórica, de hallar argumentos sobre un tema que ha indagado, y del cual percibe su utilidad cognoscitiva y práctico social. “Un modelo metodológico que se fundamente en la idea de la investigación, del profesor y del alumno, puede garantizar el mantenimiento de esta especie de tensión en relación con la problemática de la enseñanza de la Historia”. F. J. Merchán y F. F. García (1994: 186).
La investigación facilita la formación del pensamiento histórico capaz de accionar con una variada riqueza de operaciones lógicas, que parten desde el análisis y la síntesis, pasando por la inducción y la deducción, la comparación, la abstracción hasta llegar a procesos tan complejos como la generalización y la demostración, entre otros. Todo eso condiciona la aparición de un pensamiento reflexivo y crítico (J. Pagés, 1997), capaz de contextualizar los hechos históricos y en general las problemáticas histórico-sociales.
Si queremos que el estudiante se represente una historia que se reconstruye, que no es acabada, que es científica, y tiene una gran utilidad en la preparación del hombre para la vida social, hay que asumir que “la investigación es la piedra de toque de la Didáctica de la Historia, que tiende entre el pasado desconocido y el adolescente el puente de la acción científica”. G. Zaragoza (1989: 173).
No es la decisión del método por el método, sino asumir que es un método que emana de la ciencia histórica, lo que se traduce en que el método de la didáctica de la historia contiene el método de la ciencia. Otros métodos llegan a la didáctica de la historia emanado desde lo psicopedagógico, pero este le llega desde la ciencia histórica.
Sin la investigación histórico-social es difícil que el estudiante avance más allá del nivel explicativo-repetitivo, es casi imposible que llegue a considerar el conocimiento histórico como un método científico y válido de la investigación, lo que implica situarlo frente a la historia y no frente a los libros escritos sobre ella. La investigación como aprendizaje posibilita partir de su propia experiencia indagativa y poder representarse la complejidad de la vida social tal y como es, y no valerse solamente de las conclusiones que le dan otras personas.
Con esta concepción no abogamos por formar un historiador, sino un futuro protagonista de las decisiones de la sociedad; que aprende, a partir de utilizar las herramientas de los profesionales de la historia, la capacidad de analizar, de reflexionar, de construir su propio conocimiento y quedar mejor preparado para su actividad práctico-social. Este es el reto que tiene esta asignatura en la preparación de los ciudadanos.
La selección por sí sola de la investigación como método de aprendizaje de los escolares no puede dar los frutos de dicho proceso. Otros elementos psicodidácticos que aportan positivamente a dicho proceso son:
La comunicación que se establece en el aprendizaje:
El aprendizaje es un proceso de comunicación, donde interactúan: el maestro, la familia, la comunidad y en general, la sociedad. Por ello es necesario enseñarle al alumno a localizar y procesar información proveniente de esa gama de fuentes sociales.
El alumno es capaz de aprender a decodificar las diferentes fuentes con las que trabaja utilizando variadas operaciones lógicas, actuando con su pensamiento y expresando su nivel de apropiación de conocimientos a través de diferentes vías de comunicación: oral, escrita y gráfica. El acercamiento a otras personas, portadoras a su vez de información, de una cultura histórico-social aprehendida, facilita el desarrollo personológico del alumno, a la par que le ayuda a buscar el mejor lugar en la sociedad en que se desenvuelve.
La hiperbolización que se le ha dado a la enseñanza frontal donde el aprendizaje es individual ha tenido serias limitaciones, por eso abogamos por la combinación del trabajo individual del alumno, que implica su esfuerzo personal, sus decisiones y regulaciones con el aprendizaje grupal, visto como trabajo en pequeños equipos que permite la comunicación entre los alumnos durante la realización de las tareas.
El aprendizaje grupal se erige sobre la base de la cooperación del grupo de alumnos, a partir de las necesidades e intereses de sus integrantes, creando sus propias redes internas, facilitando su funcionamiento y estableciendo relaciones con el exterior, proceso que facilita la propia comunicación. Esta estructuración del aprendizaje no se interesa solo en lo que el alumno aprende, sino cómo se aprende; no es la meta o solución inmediata su propósito, sino cómo el alumno transcurre para llegar al resultado y el nivel que alcanza para resolver las próximas situaciones de aprendizaje. O. González (1996), D. Castellanos (1997), R. M Álvarez (1997) y J. Parra (1998).
Cuando el alumno trabaja formando parte de un grupo se enriquecen sus cualidades personológicas, se contribuye a su educación y autoeducación, lo que da un alto valor en el desarrollo no solo de su área cognitiva, sino la volitiva y la afectiva.
El grupo investiga la historia familiar y a personas de la comunidad, prepara informes de lo recopilado, discute la información en talleres y seminarios, prepara exposiciones en la escuela y la comunidad, desarrolla actividad de intercambio entre los alumnos, la familia y la comunidad, tanto en la escuela como fuera de ella.
El modelo curricular:
Se asume el criterio de R. M. Álvarez (1997) sobre un curriculum integral y contextualizado, el que sirve de base a la concepción del modelo que se propone de Historia-Social-Integral, cuyas ideas esenciales son:
- Que se parta de las posiciones de las ciencias (tanto en contenidos teóricos como en métodos, lo cual fundamentamos en este capítulo).
- La participación del alumno bajo la guía del docente sin perder de vista las necesidades y peculiaridades de la personalidad del primero.
- La combinación de aprendizajes teóricos y prácticos, que promueva que la escuela se articule con el contexto social y que se centre en la educación de valores del alumno conducentes a su identidad personal y social.
Si se toma la realidad social en que se mueve cotidianamente el alumno, como planteamos en el modelo Historia Social Integral, la enseñanza de la historia deja de ser reproductiva y poco atrayente. En este caso es la propia sociedad fuente que ofrece información a los alumnos; y la interactuación facilita el proceso de aprender a aprender, lo que exige que el alumno modele y ejecute acciones que en el futuro necesitará en su práctica social.
El docente no es tan solo el que tiene que enseñar en ese proceso de aprendizaje, sino que enseña y aprende mientras que sus alumnos están aprendiendo a aprender, moviéndose sobre la base de sus condiciones personales y sociales. Esa experiencia en contenidos y métodos la transmite y comparte en múltiples actividades docentes y extradocentes que contribuyen al aprendizaje del profesor. El curriculum no es un esquema estrecho, predeterminado de una sola y única vez, sino que tiene la flexibilidad de ajustarse a las peculiaridades del alumnado en cada curso escolar, a partir de algunos principios psicopedagógicos que posibilitan el desarrollo personológico de cada estudiante.
Todo lo expresado hasta aquí perdería su connotación en la práctica escolar si al evaluar su impacto analizamos únicamente los resultados que alcanza el alumno en materia de los conocimientos conceptuales, obviando la apropiación de los métodos de aprendizaje y el desarrollo afectivo, de sentimientos, valores y normas con que se enriquecieron. Si se desea que el alumno logre realmente aprender a aprender tiene que conducirse el proceso de aprendizaje de tal manera que logre concientizar la necesidad de su autoevaluación y no centrarla en el saber informativo solamente sino, además, en los métodos de trabajo para aplicar a nuevas situaciones y en las transformaciones actitudinales que se han operado en su personalidad.
En resumen, se ha llegado a un modelo didáctico, que integra lo historiográfico, lo sociológico y lo psicopedagógico, donde el curriculum de Historia es un proyecto para el desarrollo integral del alumno.
Esto ha implicado arribar a la definición de “Historia Social Integral”:
Es una concepción didáctica que refleja la diversidad de elementos de la vida social marcada por la dialéctica pasado-presente-futuro que se manifiesta en todos sus niveles: personal, familiar, comunitario, nacional y universal; que a partir de los conocimientos históricos, los intereses del alumno y las potencialidades del medio social, posibilita el desarrollo integral en el escolar expresado en el aprendizaje de saberes conceptuales, procedimentales y actitudinales, que forman su pensamiento histórico y la capacidad para actuar en el contexto social.
Aspectos de la Metodología de la Investigación:
A la par que se ha estado conformando el modelo didáctico, el equipo de investigadores ha revelado que el CAMPO DE LA INVESTIGACION es La metodología del aprendizaje histórico social familiar comunitaria en su vínculo con la historia nacional en el curriculum de secundaria básica.
En correspondencia con la finalidad de la investigación y con su campo de acción los OBJETIVOS se concretan de la manera siguiente:
1- Introducir el concepto “Historia Social Integral” en un modelo didáctico alternativo, después de analizarlo desde las perspectivas historiográfica, sociológica y psicopedagógica.
2- Incorporar el modelo didáctico “Historia Social Integral” a dos unidades del programa de Historia de Cuba de secundaria básica.
3- Fundamentar la transformación que experimenta el alumno al aplicarse el modelo didáctico “Historia Social Integral”, en un grupo de 9o grado de una secundaria básica de Las Tunas, desde los puntos de vista:
. del desarrollo del pensamiento del alumno
. de la incorporación al contexto social