José Ignacio Reyes González
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Dentro de la historia social ha despertado interés la historia de lo cotidiano, que centra su atención en la vida familiar, las personas comunes, los sectores populares generalmente marginados por la historia tradicional y que pueden aportar mucho al conocimiento integral de la historia.
En general los estudios sobre la familia han recibido un fuerte impulso en la segunda mitad de este siglo favorecida por el desarrollo y experiencia de ciencias como la etnografía y la antropología las que al centrar sus análisis en la sociedad, la actividad del hombre y sus relaciones se han apoyado en los estudios de familias, por otra parte, en las últimas tres décadas se ha producido una creciente especialización en los estudios históricos (historia económica, historia estructural, historia de las mentalidades, de la vida cotidiana, de la cultura popular, etc) en las que al abrirse paso a lo que hasta ahora era privado, entró en la esfera de lo familiar delimitando nuevas fuentes para el estudio de la historia en general, poniendo más en crisis el modelo positivista aferrado solo al documento histórico. Finalmente favorece el apogeo de los estudios familiares la agudización de los conflictos socioeconómicos y políticos que pone en crisis los valores prevalecientes durante varias décadas. P. Pagés (1983), A Vera (1997).
La historia familiar se ocupa del estudio de la familia, las relaciones sociales entre sus miembros, sus costumbres, cultura material, nivel de conciencia, integración interna y relaciones con la comunidad en un contexto histórico nacional e internacional.
El avance de la historia social familiar ha estado muy vinculado con los estudios de historia local o regional, al percatarse este tipo de investigadores de la necesidad de buscar información en fuentes privadas familiares que empezaron a dar la clave a las interrogantes relacionadas con una comunidad o región que se estudiaba. Si se quiere realizar un estudio de la historia local donde el resultado no caiga en el plano positivista, no puede abstraerse de las fuentes familiares que aportarán a la caracterización sociocultural, económica, política e ideológica de una determinada región. “Es la rutina de la vida cotidiana, la monótona sucesión de los días iguales, sin acontecimientos notables - cuando la gente trabaja, corre, se distrae un poco y descansa - la que permite que hábitos y costumbres se asienten; son ellos precisamente los que contribuyen a caracterizar la cultura de una sociedad” A. Vera (1997 : 10)
Las fuentes para el estudio de la historia familiar pueden ser variadas:
1.- Orales (abuelos, padre, otros familiares y personas conocedoras de la vida de la familia).
2.- Escritas (documentos familiares: cartas, diarios, registros de contabilidad económica o de otras anotaciones sobre gastos familiares, testamentos, notificaciones judiciales, pasaportes, identificaciones de asociaciones y/o partidos políticos, biografías, libros, recortes de la prensa y otras.
3.- Icónicas (objetos de la familia: muebles, adornos, ropas, fotografías, tarjetas postales).
También la historia comunitaria en estrecha relación con la familia ha aportado fuentes para el estudio de la historia, sobre todo al revitalizar las fuentes orales. Protagonistas y testimoniantes de la historia social comunitaria rescatan la memoria colectiva, donde se entrelazan las historias familiares encontrando lo común y lo diferente de acuerdo a las condiciones históricas en que se desenvuelven, el lugar social que les correspondió y las normas propias de cada región.
Entre las fuentes también se encuentran: las viviendas, instituciones sociales comunitarias (sociedades fraternales, religiosas, culturales, etc), la documentación de parroquias e iglesias, actas de la alcaldía, publicaciones sociales (revistas y periódicos), literatura, música, artes plásticas, danzas que son practicadas en esa comunidad, escritos sobre la vida cultural y material de sus integrantes, fotos y películas que reflejan la actividad social, entre otras.
En Cuba después de 1959 se intensificaron los estudios e investigaciones sobre la familia, con enfoques filosóficos, sociológicos, psicológicos y pedagógicos, pero es menor la tradición de estudios desde una perspectiva histórica – social. Aunque hay trabajos sobre familiares de personajes históricos destacados (con un enfoque que prioriza lo político) no sucede lo mismo con familias comunes que ayudan a tipificar una determinada zona del país. Para llegar a tener las características de la familia cubana, su modo de vivir, costumbres y normas, se necesita incursionar en el legado que la misma ofrece a los estudios histórico-sociales.
Tal y como afirma Ana Vera Estrada en una compilación reciente,“ los estudios sociales cubanos sobre la familia no cuenta con una experiencia anterior que se haya propuesto estudiar el modo típicamente cubano en la historia, para conocer en detalles lo que lo identifica y lo diferencia del de otros pueblos con historia común “ A. Vera (1997 : 14).
Hay trabajos anteriores de H. Venegas (1988) y de la propia A. Vera (1996) que se ocupan de seguir la historia de una familia, en el primer caso los Valle Iznaga, representantes de la oligarquía esclavista cubana del siglo XIX, y la segunda sobre una familia tradicional cubana residente en Santiago de las Vegas. El camino está abierto para los historiadores y otros especialistas afines interesados.
El estudio de la historia familiar y comunitaria nos ha provocado el deseo de saber si estos importantes temas de la historia social forman parte del estudio de la historia en secundaria básica, lo que pasamos a indagar.