Alicia María García Díaz Mirón
7. 0. Introducción.
Posterior a una búsqueda en fuentes oficiales de datos estadísticos que reportaran el estado de la variable ingreso del hogar en los Municipios de Boca del Río y Veracruz en los dos períodos en estudio; 1996-97 y 2003, se recurrió a utilizar aquéllos datos localizados, y a inferir otros, de los datos reportados por la entidad federativa en cuestión, y de algunos otros a nivel federación. Tal manejo de los datos se justifica por la autenticidad de las fuentes todas oficiales, y los documentos anexos que responden por ello.
A partir del escenario anterior; ambiente que acota por supuesto algún análisis más puntual, pero que nos permite deducirlo con muy poco margen de error y en consecuencia tener elementos confiables para descartar o no, la intervención de la variable citada en la mejoría institucional (evento cambio), se presentarán a continuación una serie de datos estadísticos que reportan circunstancias particulares en las series de tiempo en cuestión, que apropiadamente describen el ambiente económico que imperaba en el país, recreando eventos que dieron origen y conformaron a los años noventa y posteriores.
7.1. Panorama Económico Nacional
Algunos estudios de largo plazo han manifestado que la distribución del ingreso en México a partir de 1963, registró una tendencia paulatina pero sistemática, a la reducción de la desigualdad en el país, proceso que continuó hasta 1984. (M.Székely, 2003) (Hernández Laos, y J. Velásquez, 2003).
Ambos estudios señalan además, que a partir de ese último año y hasta el año 2000, la tendencia decreciente de la desigualdad en México se interrumpió y fue revertida hacia estándares de mayor desigualdad relativa en la distribución del ingreso, aunque con fluctuaciones al largo plazo.
La incidencia de la pobreza por otra parte, de acuerdo a los mismos estudios, mostró una tendencia similar, es decir, una reducción hasta 1977; año a partir del cual tendió a mantenerse un acrecentamiento notable en 1996, como resultado de la crisis del año previo, y a reducirse a estándares similares hacia los años finales del siglo pasado, reduciéndose ligeramente a principios del actual.
En el siglo XIX, Alejandro Von Humbold describió a México como el país de la desigualdad. Al parecer, la situación y por ende la calificación no ha cambiado hoy día.
De acuerdo con el reporte del año 2002, emitido por el Programa para el desarrollo de la Organización de las Naciones Unidas, México ocupa el lugar número 54 de un grupo de 173 países, de acuerdo a su desarrollo interno.
Si sólo se consideran los países de América Latina y el Caribe, México muestra la peor distribución de la riqueza (medida esta por la diferencia entre los más ricos (20%), y los más pobres (20%).
En México, el 20% de los más ricos controla el 57% del ingreso nacional, y el 20% de los más pobres, sólo el 3.5%. (Barriga y Vázquez, 2003)
La información disponible de la última década del siglo pasado, permite cuantificar ambos fenómenos (distribución del ingreso y pobreza) dada la metodología propuesta por el Comité Técnico para la Medición de la Pobreza. (SEDESOL, 2000)
El cuadro siguiente, muestra las tendencias distributivas, e incluye la cuantificación de algunos índices de desigualdad, incluido el coeficiente de Gini, que a pesar de registrar fluctuaciones de corto plazo, se mantuvo elevado (>0.5) a lo largo de los últimos diez años, con una tendencia decreciente muy leve a partir de 1998, para alcanzar un valor de 0.525 en el 2002.
Se destaca; por su utilidad en este trabajo de investigación, el hecho de que en 1996 el coeficiente de Gini reportaba un valor de 0.524, y en el año 2002 registraba un valor de 0.525.
Así, este índice de desigualdad establece en ambos períodos de tiempo, no sólo altos niveles de desigualdad en la distribución del ingreso, también que de 1996 al 2002 se mantuvieron estables.
Este otro cuadro que se presenta a continuación por otra parte, contempla algunos indicadores de la incidencia de la pobreza en nuestro país, y de acuerdo con éstos, tal incidencia se mantuvo relativamente constante en los primeros cuatro años del decenio pasado, para incrementarse en 1996 por efectos de la crisis ya comentada del año previo, y decrecer en los siguientes hasta alcanzar en el año 2002, estándares ligeramente inferiores que los registrados diez años antes; así 20.3 por ciento de la población nacional se encuentra en condiciones de pobreza alimentaria; 25.6 por ciento en pobreza de capacidades; y 51.7 por ciento en pobreza de patrimonio.
Otros datos útiles que el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) reporta en los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, es el Ingreso promedio mensual de los miembros del hogar, por sexo del jefe del mismo y rangos de salarios mínimos equivalentes, de 1992 al 2004.
Haciendo un comparativo entre los índices anteriormente señalados en los mismos períodos de tiempo, de las condiciones imperantes de pobreza versus los ingresos promedio mensuales de los hogares mexicanos, y la distribución de los ingresos por deciles, podemos conjeturar que a pesar de los incrementos que cada período de tiempo reporta, estos no son suficientes para acceder a niveles de vida dignos, y más aún, en la mayoría de los casos; dados los porcentajes de población mayoritarios ubicados en esos rangos, sólo alcanzan para liberar la capacidad alimentaria. Lo anterior, confirma las enormes y graves desigualdades en la distribución de los ingresos, cuestión que ya se comentó a partir de la lectura previa del coeficiente de Gini.
Durante los años noventa, especialmente con la firma del Acuerdo de Libre Comercio de México, Canadá y Estados Unidos en 1994, pese a la crisis ya comentada de 1995 y las recesiones provocadas en los siguientes años por la crisis asiática, el crecimiento continuó de manera relativamente sostenida hasta el año 2000, para sufrir un severo estancamiento en los siguientes años, conforme se profundizaba la depresión en la economía estadounidense. (Graham, y Wada. 2000)
Pretendiendo seguir abundando en datos en torno a las desigualdades en el país, el Banco Mundial emitió; al cumplirse en Enero del 2004, 10 años de la firma del Tratado de Libre Comercio, un documento denominado Las Lecciones del TLCAN para los países de América Latina y el Caribe: un resumen de hallazgos de investigación.
Aún cuando los investigadores tuvieron dificultades para separar los efectos del tratado en México; dados los impactos de la crisis sufrida por el peso en el año 1994-1995, fueron capaces de identificar los efectos específicos del acuerdo. Y así, establecen que las esperanzas de que México, daría pasos agigantados para alcanzar a Estados Unidos, se vieron reducidas por la insuficiente inversión en educación, innovación e infraestructura, así como la baja calidad institucional, un adjetivo que se refiere a la rendición de cuentas, la eficacia regulatoria, el control de la corrupción, y temas afines.
Más aún, señalan que los resultados del TLCAN, en general, han sido desiguales entre regiones y sectores; específicamente:
El aumento de los salarios de los trabajadores con niveles más altos de educación, en relación con aquéllos de niveles más bajos, se mantuvo con el TLCAN.
Los estados del norte y del centro crecieron con más rapidez en los años noventa, reduciendo modestamente la brecha de ingresos con los del Distrito Federal, pero los estados más pobres del sur (Veracruz, entre otros) crecieron menos debido a los bajos niveles de educación, infraestructura y calidad de las instituciones locales.
Las grandes empresas mexicanas, aumentaron su acceso a los mercados de capital, mientras que el crédito se mantuvo restringido para las pequeñas y medianas empresas.
Relativo a los trabajadores, salarios y empleos; a pesar de que existen pocas pruebas de que la creciente liberación comercial, haya provocado mayores riesgos para los trabajadores o un aumento en el tamaño en el sector informal, William Maloney, coautor del informe y economista principal de la Oficina del Economista Jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, comenta que en términos generales, el libre comercio ha aumentado la demanda de una mano de obra mexicana más calificada, un desafío ante el cual el sistema educativo debe estar preparado.
En otro orden de ideas, y en comunión con la intención inicial, se considera importante manejar datos que refieran al Producto Interno Bruto por entidad federativa, ya que estos nos permiten inferir cercanamente otros que sean útiles para describir circunstancias y condiciones imperantes, en las series de tiempo en análisis.
Así, las tasas medias de crecimiento anual por entidad federativa, en un período que abarca del año 1993 al año 2003, establecen y reportan las desigualdades a las que nos hemos estado refiriendo.
Las desigualdades se pueden identificar claramente si comparamos las diferentes tasas en estados localizados en la zona norte, centro y sur de la Federación: Estados del Norte como Coahuila, reportó una tasa de crecimiento anual de su Producto Interno Bruto de 4.37, Chihuahua 4.01, Tamaulipas 4.07. Estados del Centro; Querétaro 5.00, Aguascalientes 5.19. Estados del Sur; Oaxaca 1.40, Tabasco 1.57, Veracruz 1.63, Guerrero 1.21 y Chiapas 2.71. (INEGI. 2005)
Las desigualdades en el país, lo dividen en dos zonas muy marcadas por valores estadísticamente significativos: una zona en franco crecimiento; los estados del centro y del norte, que aun cuando entre ellas sus tasas se diferencian, si se comparan las dos con las de la otra zona, esta pareciera; por la distancia establecida por la lectura de tasas previa, no pertenecer al mismo territorio nacional. Por tanto, el Estado de Veracruz; y la zona en la que esta localizado, lo ubican entre las entidades con más bajas tasas de crecimiento, en comparación con los estados ubicados en las zonas centro y norte del país.
Otro dato conveniente para nuestros intereses, por la información que puede ser inferida de el, es el relativo al Ingreso Per Cápita por Entidad Federativa.
En el cuadro siguiente se muestra, en miles de pesos corrientes.