Alberto Ibarra Mares
Este ratio está considerado como la mejor medida de la eficiencia operativa, pues mide la rentabilidad generada sobre todos los activos que tiene la empresa y que son administrados por la alta dirección. Su cálculo permite evaluar o proyectar los resultados de la operación, y ésta relación cuando se factoriza con variables más detalladas como las ventas, más que una medida de rentabilidad, corresponde realmente a una medida de eficiencia. Sin embargo, si optamos por expresar el ratio de forma global y clasificarlo como un ratio de rentabilidad, es posible que esto permita contrastar su comportamiento empírico a través del análisis factorial con respecto a los ratios de productividad y eficiencia, además de determinar el grado de multicolinealidad con otros criterios de la rentabilidad.
En el cálculo global de este ratio se omite el efecto del método utilizado en la financiación de los activos, pues no se considera si los activos fueron financiados con capital ajeno o capital propio. Esta idea parte de que la dirección, independientemente de cómo se financie, tiene que pagar en ambos tipos de capital unos costes que están representados por los intereses (pago al capital ajeno que se representan por deuda) y dividendos (pago al capital propio que se representa por acciones).
Aquí se considera que el apalancamiento financiero no es una variable que afecte al ratio del rendimiento sobre los activos totales, pues su principal propósito es medir los resultados de operación y no de financiación. Para este ratio hemos encontrado inicialmente dos versiones propuestas por Bernstein (1993), que son: a) los beneficios netos antes amortización / activo total bruto; y b) los beneficios netos después de intereses e impuestos s / activo total neto.
a) Beneficios Netos antes de Amortización / Activos Totales Brutos. Aquí el concepto de activos totales brutos (como denominador) comprende a los activos amortizables a su coste histórico, sin deducirles el efecto de la amortización del ejercicio y la acumulada. Este criterio es precisamente el que sigue el modelo E.I Du Pont de Nemours para evaluar los resultados de explotación.
Según el Modelo Du Pont, la inversión bruta de explotación o activos totales brutos está compuesta del capital circulante más el activo fijo, sin hacer deducciones para reservas de amortización, pasivos circulantes u otros pasivos que sirvan para cubrir la obsolescencia o depreciación de la capacidad de producción que se considera debe mantenerse a su máxima capacidad de explotación. Esto indica que el activo total bruto comprende al capital circulante y al activo fijo material e inmaterial.
Cuando se considera el activo total bruto, los importes más altos del denominador sirven para compensar los efectos de la inflación y la devaluación de la unidad monetaria que se expresan a su coste histórico. Sin embargo, en ocasiones es recomendable no tomar en cuenta esta ventaja del denominador y sí considerar en cambio el criterio del activo total neto, optando al mismo tiempo por una actualización o reexpresión integral de todas las cifras como lo propone el boletín B-10 para el caso de México. Con respecto a su numerador, este ratio tiene como base al beneficio neto de amortización (beneficio neto antes de intereses e impuestos) menos gastos de amortización correspondientes al ejercicio.
b) Beneficio Neto después de Intereses e Impuestos / Activo Total Neto. En este criterio del rendimiento sobre la inversión, los activos invertidos están representados por aquellos importes netos de las provisiones acumuladas para su amortización. Por eso algunos de sus cálculos no están basados en los activos totales, sino en un importe ajustado en donde se excluyen los activos improductivos como son: el excedente de existencias y tesorería, el total de los activos diferidos, el porcentaje de la capacidad de producción no utilizada en las fábricas, las instalaciones en proceso de construcción y otros activos que aún no se pueden clasificar como financieros o productivos.
c) El objetivo principal para considerar todos los anteriores elementos dentro del ratio del criterio “b”, es con el fin de realizar un análisis por áreas de responsabilidad, y por tanto, se busca no distorsionar el ratio con variables que no son responsabilidad de determinado departamento o centro de producción. Sin embargo, para un análisis general donde se utilice el ratio como herramienta de control interno y evaluación de la dirección, no está justificado excluir el excedente de los inventarios y la tesorería, pues ambos conceptos son responsabilidad directa de la alta dirección. Con respecto a los cargos diferidos, para estas partidas se debe considerar el importe de su amortización que sí se lleva a resultados durante el ejercicio que comprende el ratio. Para la capacidad instalada y las instalaciones en proceso de construcción, algunos consideran que está justificada su exclusión, siempre y cuando las razones obedezcan a cuestiones externas, como la demanda o el mantenimiento de los márgenes óptimos de productividad. Lo anterior obedece a que los activos amortizables se consideran en el denominador a su valor amortizado neto, es decir, activos fijos menos depreciación y /o amortización.
En cuanto al numerador, los beneficios anuales se dividen entre una inversión en constante descenso (aunque dichos beneficios sean idénticos y constantes cada año). Esto hace que el rendimiento sobre la inversión vaya aumentando al igual que sus ratios comparativos. Dicho fenómeno provoca que también la evaluación de la dirección sea más difícil. Pero si el beneficio neto obtenido incluye las amortizaciones y depreciaciones en sus gastos de administración y venta, entonces el efecto negativo se anula y la base del denominador que se considera para el cálculo, y que se denomina “activo total neto amortizado”, representará una medida más válida sobre la que se determina la tasa de rentabilidad.
Aunque es bien conocido que la tasa de rendimiento aumenta a medida que se amortizan los activos, también se sabe que dicha tasa se compensa contablemente por la retención del capital o inversión recuperada en años anteriores a través de la cuenta de depreciación del ejercicio (cuenta de resultados con saldo deudor), cuya contrapartida es la cuenta complementaria de los activos inmovilizados que recibe el nombre de depreciación acumulada (cuenta de balance).