Alberto Ibarra Mares
A continuación desarrollaremos con detalle algunos de los conceptos y problemas sobre los criterios que se siguen cuando se utiliza al fracaso empresarial como variable dependiente. También definiremos para efectos de este trabajo lo que consideraremos como una variable dependiente ideal, otra variable dependiente posible de establecer, y por último, la que se sugiere que se adopte dentro del contexto mexicano y del sector hotelero que cotiza en bolsa, tratando de evitar la ambigüedad que ha sido observada en otros trabajos.
El fracaso empresarial recibe varios nombres y definiciones que originan desacuerdos en cuanto al momento y a los indicadores para declarar dicho estado. Lo anterior se debe a que hasta la fecha se ha estudiado más las causas del éxito empresarial que las causas del fracaso. En repetidas ocasiones esto ha representado un grave error, pues un factor determinante para llegar precisamente al correcto criterio de éxito es cuando se logra definir con claridad el concepto del fracaso, el cual puede ser determinado principalmente por cuatro actores que son: los directivos de la empresa, los principales acreedores, las autoridades responsables de las auditorías y las legislaciones concursales.
Evitar la quiebra constituye en sí mismo una condición necesaria para el éxito empresarial, aunque esto sólo sea a corto plazo para cumplir con el principio contable de continuidad o período contable . Por otra parte, ciertos empresarios consideran que aunque una empresa no logre obtener rentabilidad, si continúa operando en cierto mercado durante determinado tiempo, eso ya representa un éxito empresarial de acuerdo a ciertos objetivos previamente establecidos, como por ejemplo: tratar de llegar a una fusión con otra empresa, introducir un producto vía “dumping”, conocer las posibilidades potenciales de un mercado nuevo, etc. Estos aspectos se presentan sobre todo en sectores muy específicos como el de las nuevas tecnologías.
Normalmente las empresas que se definen en crisis o fracasadas no suspenden sus actividades comerciales como podría pensarse, ya que tienden a seguir varios caminos alternativos voluntarios y negociados para tratar de reestablecer el éxito empresarial. Un caso típico es un arreglo directo con los principales acreedores a través de la reestructuración del calendario de pagos y el monto de sus créditos o quitas. Esto se presenta continuamente cuando las variables macroeconómicas son negativas o existe una variable anormal que origina la insolvencia temporal . Sin embargo, si la crisis es prolongada existen grandes posibilidades de un fracaso final y los accionistas tienden a buscar nuevas formas de organización como la fusión, el “reingenerin” o el “turnover” , por ejemplo.
En la práctica el procedimiento concursal no es el único camino a seguir por parte de la empresa en crisis, y hasta podríamos afirmar que actualmente es una de las opciones menos populares. Esto quizá se debe al peligro de entrar en un procedimiento que tiene como característica el ser lento en su desarrollo y tener un significativo coste de oportunidad a cargo del acreedor. Hasta aquí ya podríamos decir que el fracaso empresarial no obedece únicamente a un estado financiero determinado ya que intervienen otros criterios de tipo jurídico, político o estratégico
Por ejemplo, una empresa endeudada que tenga todos los síntomas de un fracaso empresarial definitivo, pero que a su vez tenga también menos presión por parte de sus acreedores, es más factible que acepte nuevos instrumentos o productos en su estructura financiera y con esto garantice no sólo su salvación del fracaso empresarial, sino también salvaguarde los intereses de terceros (como los acreedores o sindicatos). Won y Young (1995) han destacado como en Japón se mantiene un rol tradicional para apoyar a las empresas fracasadas a través del Ministerio de Finanzas al permitir que éstas presenten "activos artificialmente". Además, apuntan que esta misma situación se ha dado en Corea a través del Banco Central cuando sin considerar la quiebra técnica de ciertas empresas han apoyado su continuidad.
En los trabajos de Argenti (op. cit. por Lizarraga) se expone el caso del Reino Unido en donde el número de empresas que se liquidan cada año es reducido, aunque una de cada diez de éstas se encuentren prácticamente en una situación de fracaso dada su baja rentabilidad, la cual provoca posteriormente insolvencias en lapsos inferiores a 2.5 años. Esto indica que en la práctica estas empresas han optado por cualquiera de las otras alternativas competidoras del procedimiento concursal.
En el caso de los acreedores, se ha popularizado el uso de los “warrants” que son obligaciones que tienen la alternativa de capitalizarse y formar parte del capital social a través de la emisión de nuevas acciones. Este camino es común que lo adopten gran número de acreedores que en lugar de perder los créditos pendientes de cobro, prefieren asumir un riesgo como futuros accionistas de la empresa en proceso de quiebra.
Un gran número de analistas considera que el fracaso se da en realidad cuando una empresa no cumple sus objetivos propuestos, y no necesariamente cuando desaparece en el momento del fracaso, pues generalmente tiende a vivir un proceso denominado crisis que se compone de dos importantes etapas que son: el fracaso económico y el fracaso financiero.
El fracaso económico consiste en obtener una rentabilidad inferior al coste de oportunidad. Si esta etapa es prolongada los ingresos tienden a ser inferiores a los gastos y de no corregirse tal estado se llega a la insolvencia técnica que es la primera etapa del fracaso financiero.
Por otra parte, el término de insolvencia técnica se presenta en el momento en que no se tiene liquidez para cumplir con los pasivos vencidos. Si no se supera este estado, los pasivos exigibles tienden a ser superiores a los activos totales, y por consecuencia el capital contable será negativo poniendo en peligro la continuidad de la empresa. Este es el principal criterio que actualmente sigue la Bolsa Mexicana de Valores para suspender las operaciones de estas empresas ante el público inversionista. También la insolvencia técnica es considerada como el momento y la frontera entre el fracaso económico y el fracaso financiero. En esta fase es donde se produce la cesación de pagos y de no erradicarse se llega a la última etapa de la crisis denominada insolvencia definitiva.
Para Altman (1993, p.4) el fracaso financiero viene determinado por el fracaso económico y en ocasiones aunque se conozca su existencia durante años, por la falta de jurisprudencia efectiva y oportuna no se determina la insolvencia técnica, entonces las empresas continúan su actividad aunque sin ninguna posibilidad de éxito empresarial.
La insolvencia técnica puede llegar a presentarse bajo dos condiciones que son: a) con deterioro económico previo (fracaso económico), o bien, b) sin deterioro económico previo (éxito empresarial). El segundo caso se da cuando existe una dificultad transitoria, por ejemplo, un acelerado crecimiento no contemplado, el cual aunque logre la maximización de los beneficios, puede también presentar simultáneamente un problema de liquidez por el crédito otorgado a los clientes cuyo vencimiento es menos dinámico con respecto a los cash outflows. Esto impide completar un ciclo sano de explotación y entonces afecta directamente a los ratios de rotación (cuentas por cobrar, inventarios, liquidez, etc.) que son mediciones importantes que definen al éxito empresarial.
Es importante señalar que no siempre la disminución de la rentabilidad necesariamente implica una perdida neta del ejercicio o un ratio de liquidez negativo. Sin embargo, también es cierto que no siempre mayores ventas son indicadores de un mayor éxito empresarial pues puede haber un overtrading.
Actualmente el overtrading es considerado como una de las principales causas internas del fracaso empresarial y se da cuando la empresa tiene un volumen de ventas en exceso que impide que su capital propio pueda cubrir el capital financiero necesario. Esto origina un déficit de tesorería que obliga a buscar la captación de capital ajeno.
Con respecto a la obtención del financiamiento ajeno, éste puede ser sano en algunos casos, siempre y cuando se planee bien dentro del ciclo de explotación, o bien, se estructure un buen plan de financiación cuyo coste sea apropiado a través de obligaciones o bonos que impidan perder el control de la empresa o puedan ser capitalizables en un momento determinado, como es el caso de los “warrants”.
La recuperación de la cartera de clientes también juega un papel determinante, pues en muchos casos cuando la cartera vencida excede ciertos porcentajes con relación a las ventas totales, se presenta primero una descapitalización a corto plazo y posteriormente aparece el “overtrading”.
Aunque al principio el fenómeno del “overtrading” se comporta como el apalancamiento financiero, posteriormente este fenómeno se torna diferente y su anomalía se ve reflejada sobre todo en el ratio ventas netas / capital contable. La dimensión del “overtrading” se caracteriza por una estructura irracional si se compara con otras empresas de tamaño y actividad económica similar. Esta deformación financiera obedece sobre todo a la búsqueda errónea de mayor cuota de mercado que lleva a la empresa a un riesgo crediticio excesivo y a una falta de liquidez peligrosa que origina la cesación de pagos a proveedores y hace insostenible la dimensión de expansión.
El siguiente cuadro nos da una idea más completa de lo difícil que es determinar el fracaso empresarial, pues como se menciono anteriormente no existe un único indicador que sea sinónimo exacto del éxito o fracaso empresarial.
1. Puede haber beneficio y óptima liquidez. • Éxito empresarial
2. Puede haber beneficio y falta de liquidez • Puede ser éxito o fracaso empresarial
3. Puede haber pérdidas sin cesación de pagos. • Fracaso empresarial temporal
4. Puede haber pérdidas con cesación de pagos
• Fracaso empresarial temporal o definitivo
Bathory (1984) considera que el fracaso empresarial se presenta básicamente con la insolvencia que tiene tres momentos o etapas que son:
1. La Insolvencia Aguda: Es la falta de liquidez a corto plazo para pasivos vencidos.
2. La Insolvencia Crónica: Es la falta de liquidez para pagos de pasivos que comprenden dos o más ejercicios económicos.
3. La Insolvencia Terminal: Es la falta de capacidad para financiar cambios permanentes en el estado de situación financiera.
Otro enfoque que resulta muy interesante es el de Argenti (1976) que propone la diferenciación entre “causas” y “síntomas” del fracaso empresarial. Para él, esto es una cuestión fundamental, pues dice que las causas se detectan únicamente a través del descubrimiento de los síntomas. Según este autor las causas se pueden clasificar en dos grandes grupos que son: a) las de tipo macroeconómico o externas; y b) las de tipo microeconómico o internas.
Ambos tipos de causas provocan síntomas internos en la empresa. Sin embargo, las causas de tipo microeconómico son consideradas como las principales causantes del fracaso empresarial, pues se entiende que las causas externas afectan por igual a todas las empresas. Por otro lado, existe una corriente que afirma que no todos los sectores resienten similares impactos ante ciertas crisis macroeconómicas, aunque las empresas pertenezcan al mismo sector industrial y tengan las mismas dimensiones en cuanto a tamaño o activos.
Para analizar una empresa compleja basándonos en una estructura administrativa por áreas de responsabilidad, consideramos que la mayoría de las causas las podríamos clasificar dentro de grupos que pueden ser evaluados a través de la auditorías bajo los procedimientos y sistemas de control interno. Este tipo de administración por objetivos nos permitiría dividir las causas básicamente en los grupos que se presentan en el siguiente cuadro:
Platt (1985, p.25) por su parte opina que existen tres fuentes muy importantes para detectar los síntomas del fracaso empresarial y son: el sentido común que únicamente lo da la experiencia; el análisis de estados financieros; y las herramientas estadísticas (ver cuadro No. 5.4.). Además de los anteriores conceptos también existen otros que normalmente se usan como sinónimo de fracaso empresarial como por ejemplo: la cesación de pagos, la insolvencia económica, la insolvencia financiera, la suspensión de pagos y la quiebra. Todos estos aspectos los comentamos a continuación en el contexto del sistema concursal mexicano.