Alberto Ibarra Mares
La productividad se entiende como la relación entre la producción (output) y sus factores (inputs). El diccionario económico de Oxford define el concepto así: "la productividad en economía es la razón entre el producto y los factores para producirlo". Thiry y Tulkens (1988) la han definido como: "la capacidad desplegada por los factores de la producción para producir", y cuando se presentan variaciones en esta habilidad, se dice que se gana o pierde productividad. Prior (1992) cita la definición presentada en el IV Congreso Mundial de Productividad (1984) en el que se estableció que: la productividad es un concepto universal que aspira a proporcionar más y más bienes y servicios (outputs), para un mayor número de personas, con cada vez menor número de recursos reales (inputs); y para ello considera que es necesaria la aplicación integrada de habilidades y esfuerzos humanos, capital, tecnología, etc., para conseguir aumentos sostenidos y un mejor nivel de vida para todos, y a esto se le denomina: "productividad total".
Por su parte Pastor y Pérez (1992) explican que existen dos indicadores de productividad: los indicadores parciales (que únicamente consideran un input) y los indicadores globales (que utilizan todos los inputs para lo cual debe construirse un input agregado). Siguiendo con esta idea, Vicent (1968) dice que: la productividad es la razón entre la producción y los factores con que se realiza ésta, o bien, entre la producción y algunos factores que la originaron. Por eso si sólo uno de los factores es considerado, por ejemplo: el trabajo, el capital o cualquier otro input, la medición de la productividad será parcial. Con respecto a esto, Vergés (1997) opina que el problema que existe con la productividad es que ésta es una magnitud que no puede compararse entre empresas, pues las unidades de medida de los outputs e inputs acostumbran a ser diferentes de una empresa a otra. En cambio, las tasas de variación sí son comparables. Por eso para él, la productividad expresada en índices normalmente sirve como una referencia sólo para la propia empresa.
Volviendo con Thiry y Tulkens, ambos consideran que en el ámbito teórico la justificación para la medición del total de los factores de la producción es evidente, sin embargo una dificultad particular que se presenta es cuando el numerador o el denominador están compuestos por varios outputs y/o inputs respectivamente.
Este problema se ha intentado solucionar de forma específica a través del método del número índice. El objetivo de este método es medir las variaciones temporales que están continuamente actualizándose utilizando una colección de datos económicos en términos discretos. Los especialistas en productividad utilizan frecuentemente estos índices, siendo el índice de productividad de Tornquist uno de los más populares. Otra forma de considerar las variaciones de outputs e inputs, y que ha sido adoptada por varios autores especialmente franceses, es mediante el método de contabilización del Surplus (“Surplus Accounts Metod”). Este es un índice donde las variaciones del output y del input son promediados por los precios del año inicial. Así, el índice mide solamente los beneficios de la empresa que se obtendrían si los precios se mantienen sin cambio entre el año inicial (T0) y el año t + 1.
Algunos autores consideran que el concepto de productividad parcial o total no se puede distinguir en funciones no lineales. Por otra parte, la variación de un único ratio output / input solamente se observa en momentos separados y no revela todas las posibles modificaciones ocurridas dentro de los ratios considerados como un todo entre inputs y outputs. En esta etapa del análisis, Thiry y Tulkens consideran que es necesaria una valoración fundamental del concepto de “progreso tecnológico”, el cual han definido como: “el movimiento de una función definida dentro del espacio de inputs y outputs”. Esta definición realmente no describe el comportamiento real más haya de la idea de un incremento de los outputs obtenidos, dados varios niveles de inputs.
Para Elion (1985) la productividad se ha considerado como el concepto clave para determinar si una empresa o un sector industrial son capaces de competir en los mercados globalizados. De ahí que tratar primero de definir este concepto, y aún más, tratar de medirlo con más perfección, es actualmente uno de los intentos más intensos de los países para mejorar productividad. Eilon indica que en la práctica la productividad es interpretada comúnmente como la "producción por hora-hombre".
Al analizar el factor productividad se ha considerado importante distinguir bien entre el significado que adquieren dentro del campo de la economía de la empresa: la rentabilidad, la productividad, la eficiencia, la eficacia y la efectividad, con el objetivo de saber exactamente lo que queremos medir.
Primeramente, y ya definido el concepto de productividad, Thiry y Tulkens indican que ésta tiene dos componentes que son la eficiencia técnica y el progreso o cambio tecnológico. Aunque la productividad es un indicador sintético muy importante, no es sinónimo de rentabilidad, sino es una magnitud previa que en todo caso se le podía equiparar con la magnitud de rentabilidad bruta. En cambio la rentabilidad, que es la relación que existe entre el beneficio y el capital invertido, representa una tasa que nos indica el grado de eficiencia en la utilización de los recursos que hace una empresa en un período de tiempo determinado (Vergés:1991).
Con respecto al término de la eficiencia, se dice que se da en una empresa cuando tecnológicamente es imposible aumentar outputs sin aumentar inputs, o bien, disminuir inputs sin disminuir outputs. Prior (1984) entiende que la "eficiencia global" es la competitividad, que a su vez define como: "la posición relativa de la empresa frente a la concurrencia". En general, la eficiencia busca lograr el mínimo de costes y aquí no se plantea si los objetivos son o no correctos. En cuanto a la eficacia, ésta tiende al cumplimiento de los objetivos sin importar, al igual que en la eficiencia, si éstos fueron los más adecuados. Por último, en la efectividad sí se pretende plantear los objetivos correctos para asegurar la supervivencia de la empresa. Con base en lo anterior, podemos decir que la rentabilidad es un concepto más amplio y que contiene a las magnitudes de la productividad, la que a su vez tiene dos componentes que son la eficiencia técnica y el progreso tecnológico . La maximización de todas estas “variables–indicadores” resultan necesarias para obtener resultados o "performances" hacia el éxito empresarial.
Como hemos dicho anteriormente, si la productividad se intenta medir a través de ratios se utiliza la relación producción / factores de la producción. Para Eilon (1985) a partir del ratio output / input sí es posible establecer una variedad de ratios para medir en términos físicos y financieros los resultados de una empresa con el objetivo de poder llegar a definir cuatro medidas de producción eficiente que son:
1) La eficiencia técnica: Que relaciona cantidades físicas.
2) La eficiencia de los costes: Que toma en cuenta el factor: “precio del input utilizado en la producción”. Dicho factor es considerado como la solución para llegar a la medición de la eficiencia técnica, pero no necesariamente a la inversa (es decir, sería erróneo considerar una eficiencia técnica como una eficiencia en el coste).
3) La eficiencia en los ingresos, también conocida como ingresos o utilidad eficiente. Proporciona una estructura útil para analizar el rendimiento desde un enfoque de productividad, pues según Elion, orienta sobre procedimientos que buscan las comparaciones que son necesarias efectuarse y dan también bases para observar los cambios en el rendimiento de la empresa a través del tiempo.
4) La eficiencia de uso de la capacidad instalada. También conocida como capacidad de utilización. La idea de la eficiencia del coste con respecto a la eficiencia técnica, es similar en el caso de la capacidad de utilización con respecto a la eficiencia técnica.
También, si consideramos en su sentido básico a la productividad (relación output obtenido/ inputs utilizados), entonces podemos definir la eficiencia productiva como la relación que hace que se produzca un nivel de output máximo con el mínimo consumo de input posible.
Según Thiry y Tulkens, si interpretamos la productividad ganada o perdida, considerando para el análisis el concepto de “función de producción” con su curva respectiva, esto tiende a mejorar el razonamiento. Para ellos la función de producción usualmente se define como la relación que existe entre las cantidades de inputs utilizados y la de outputs que pueden ser obtenidos como resultado final de la producción. El concepto anterior puede ser ilustrado por la función: y = f º ( x ).
Aquí un único output (y) es producido con un único input (x). Esta función que muestra las posibilidades técnicas de la función (f º) de una empresa dentro del espacio de outputs e inputs, establece que: el concepto de progreso tecnológico aparece cuando se considera la curva de la función, la cual se puede ver de dos formas:
a) Como un incremento en el output que puede ser obtenido con diversas cantidades de inputs.
b) Como una reducción de la cantidad mínima de input que se requiere para asegurar cualquier cantidad de outputs.
Con base en esto, los resultados pueden indicar que habrá regresión tecnológica cuando el sentido de la curva de la función se reduzca dentro del output obtenido, dadas varias cantidades de inputs, o bien, habrá un incremento en los inputs que se requieren para cualquier cantidad de outputs. El progreso tecnológico es comúnmente asociado con la implementación de nuevos métodos de producción (como los cambios en el estilo de dirección) o nuevos factores de producción (tales como nuevas maquinarias).
Para Thiry y Tulkens los términos: “progreso tecnológico” y “regresión tecnológica” utilizados en otros campos de estudio han resultado inadecuados dentro de la teoría de la productividad, pues consideran que se vuelven más complejos sobre todo a la hora de su medición. Ante esto indican que actualmente existen tres métodos para medir el progreso tecnológico y son:
a) La estimación econométrica de producción o funciones de coste.
b) Una aproximación discreta de los índices de productividad “Divisa”.
c) El cálculo con números índices exactos.
Con respecto a la relación de la productividad con la eficiencia, y considerando que el análisis económico da una representación del fenómeno de progreso tecnológico a partir del concepto de función de producción, se puede partir de la idea de que la producción eficiente también proviene del concepto de la función de producción, pero ahora sobre la base de una muy particular interpretación de dicha función.
La producción eficiente antes de poder ser considerada una simple relación entre inputs y outputs, también es posible considerarla como una “frontera”, estableciendo los límites que una empresa puede alcanzar. Así, la función de producción específica las máximas cantidades de outputs obtenidos dado un nivel de inputs, y para cualquier nivel de output se establece la cantidad mínima de inputs requeridos para producirlos. En ocasiones las fronteras se construyen con las observaciones que, dado el actual estado de conocimiento tecnológico, permite producir el máximo nivel de outputs con el mínimo consumo de inputs.
Al respecto Prior (1992: p.121) apunta que para establecer la frontera, las empresas serán sólo eficientes si mantienen unos coeficientes inmejorables (“que no exista evidencia de que ninguna otra empresa alcance un coeficiente de consumo de un factor inferior, sin a su vez, presentar otro coeficiente de valor superior”). Es decir, ninguna empresa puede pasar las fronteras, pues éstas son mediciones inmejorables de entre todas aquellas de que se dispone.
El concepto frontera se origina cuando se evalúa una muestra de empresas de cierto sector y similares dimensiones, de manera que, del total de mediciones obtenidas, se identifican las que son inmejorables o aquellas que tienen un valor límite. Pero teóricamente, una vez conocidos los valores de esas “empresas frontera”, es posible cuantificar la distancia que separa una empresa ineficiente de su frontera correspondiente.
Farell (1957) abrió esta línea de investigación sobre el análisis de la eficiencia que se basaba en determinar la distancia entre las diferentes mediciones realizadas y la frontera eficiente de producción. En los últimos años se han desarrollado otras dos vías diferentes para la medición de la eficiencia que son:
1. No se define a priori una función de producción. Ésta es una medición no paramétrica de eficiencia y se define a partir de dos tipos de indicadores: a) los indicadores de eficiencia técnica que se componen de inputs y de outputs en unidades físicas; y b) los indicadores de la eficiencia asignativa, en donde se consideran los precios de los inputs para evaluar la capacidad de la minimización de los costes totales.
2. En la otra vía se define una determinada función de producción.
Continuando con los límites o fronteras, éstos se pueden definir mediante tres tipos de funciones que son:
a) Fronteras de producción: aquí nos referimos a las empresas que producen el output máximo para un conjunto dado de inputs, o bien, las empresas que con un nivel de output determinado utilizan el mínimo de input.
b) Fronteras de costes: en este tipo se tratará de establecer empresas que tienen el nivel mínimo de costes y en el que es posible producir ciertos niveles de outputs dados los precios de los inputs.
c) Fronteras de Beneficios: en este caso si queremos establecer la frontera del beneficio, se tiene que determinar las empresas que consiguen el máximo beneficio alcanzable, al igual que los precios de los outputs y los precios de los inputs.
Si la función f º es considerada como una frontera, todos los puntos a lo largo de la frontera o por debajo de ésta deben ser considerados más o menos realizables, mientras los puntos que estén sobre la frontera no pueden ser ni realizables ni observables. Con base en esto, dentro del campo de la productividad se han derivado dos importantes consecuencias: a) Una es el nivel conceptual; y b) la otra es el nivel empírico.
En el nivel conceptual: cuando surge una “nueva frontera-función de la producción ” (f1), origina que los investigadores den un significado preciso al concepto de “ineficiencia en la producción”. Esto quiere decir que cualquier situación productiva es considerada ineficiente si los outputs e inputs están por debajo de la frontera. En caso contrario, la eficiencia se dará en aquellos puntos que se encuentren sobre la misma frontera de la producción.
En el nivel empírico, el anterior enfoque significa que la (in)eficiencia puede ser únicamente medida después de determinar la frontera de la producción. Las subsecuentes mediciones obviamente variaran de acuerdo a las especificaciones seleccionadas. Siguiendo con el interesante trabajo de Thiry y Tulkens, la idea de considerar la función de producción como una frontera, puede ser también ampliada a una función de coste. Así, la eficiencia puede ser definida también sobre la base de una función de coste mínimo (en este caso la ineficiencia se localizará en aquellos puntos que están sobre la gráfica de la función de coste total).
Con base en lo anterior y para mantener la claridad de la terminología dentro del complejo factor de la productividad, Schmidt y Lovell (1979: p.345) han sugerido denominar a este caso como la “eficiencia de coste”, aunque sin dejar de implicar siempre la “eficiencia técnica” que significa producir el máximo de outputs dado un mínimo de inputs. Es decir, la eficiencia técnica puede ser medida utilizando las funciones de producción y/o las funciones de costes. Además, Schmidt y Lovell han propuesto un tercer término denominado “eficiencia asignativa”, que se refiere a la utilización de inputs en las proporciones correctas dando un precio optimo al input. Su cálculo es una tarea más especializada con respecto al tema de este trabajo y requiere un previo conocimiento de la “función del coste mínimo”.
Al igual que en el progreso tecnológico, la eficiencia y su medición se pueden discutir con base a la función del coste mínimo y a la función de producción. De cualquier forma, estos autores consideran que la empresa que es eficiente en términos de costes es también eficiente tecnológicamente.
Ampliando sólo un poco más la complejidad del factor eficiencia, Prior (1992: p.117), indica que los modelos frontera se han ido desarrollando bajo el concepto de la producción múltiple con el objetivo de obtener una factorización más amplia de las causas que provocan la ineficiencia técnica. Para ello considera que es factible la descomposición de la “eficiencia global” en tres niveles que son: a) la eficiencia técnica pura, b) la eficiencia a escala, y c) la eficiencia asignativa.
Primeramente, la eficiencia global la define a través del un ratio como: “el cociente entre el mínimo coste posible de los inputs, dado el nivel de producción que se obtiene, los precios competitivos de los inputs y la tecnología de referencia, y el coste total de los inputs que tiene la empresa analizada. Es decir: Eficiencia Global = Coste Mínimo “C (u,p)” / Coste Total “Px”
Para explicar los tres niveles de la eficiencia global, este mismo autor nos indica que, por ejemplo, en el caso de una empresa no frontera, es muy posible que el coeficiente de eficiencia técnica presente dos tipos de ineficiencia derivados de causas sumamente diferentes entre sí, que son: a) Que una empresa sea ineficiente si la comparamos con otras de dimensiones similares. A esto lo denomina: “eficiencia técnica pura”; y b) Que la empresa en su escala de producción se haya comprobado como ineficiente con respecto a otra que registra mejores ratios entre outputs / inputs. A esto le denomina: “eficiencia de escala”.
Además, agrega que la ineficiencia técnica se puede descomponer en dos subniveles que son: a) la ineficiencia técnica pura; y b) la ineficiencia a escala. Es decir, se pueden presentar los siguientes supuestos:
Eficiencia Técnica = (Eficiencia Técnica Pura) x (Eficiencia a Escala)
Eficiencia Técnica
>
= Eficiencia Técnica Pura
Eficiencia a Escala = Eficiencia Técnica / Eficiencia Técnica Pura
Como se puede ver hasta lo ahora expuesto, la naturaleza de las relaciones entre las nociones del factor de productividad y la de eficiencia técnica, debe ser clara si se quiere realmente medir a ambas variables, pues como se puede ver, la simple técnica de ratios no proporciona una base sólida para llevar a cabo dicha tarea pues estas variables son muy complejas. Además, hay que considerar que la relación entre la productividad y el progreso tecnológico es ambigua, ya que la primera incorpora al progreso tecnológico cuando éste ocurre y no es posible identificar su presencia. Sin embargo, Schmidt y Lovell afirman que si se aplica el concepto de la función de producción es posible su identificación. Por otra parte, estos autores consideran que un tipo similar de ambigüedad caracteriza también la relación entre la productividad y la eficiencia, ya que no es posible distinguir entre las variaciones de la productividad suponiendo o considerando las variaciones de la eficiencia
Para Thiry y Tulkens, entre los factores de productividad y eficiencia existe una diferencia formal que es de vital importancia como se ha visto a un nivel introductorio. Para ellos es importante tener presente que estos conceptos no son fundamentalmente antagónicos, sino que se consideran complementarios, y tan es así, que llegan a confundirse o tomarse como análogos.
Aunque en el presente trabajo incluiremos algunos ratios de productividad y eficiencia, su fin únicamente se limita para observar su comportamiento con relación al factor de rentabilidad dentro del análisis factorial, pues creemos que es importante no descartar estas variables dentro de las estimaciones, aunque teniendo en cuenta que tienen un seria limitación en cuanto a la medición correcta de sus magnitudes.
Comúnmente el ratio de productividad asume forma de porcentaje y en principio cualquier input puede ser utilizado en el denominador, aunque como ya se mencionó, la mano de obra es el factor más común que se tiene en cuenta, pues existe la convicción de que la productividad laboral constituye el elemento determinante para competir y obtener beneficios. Por eso en diversos países se ha establecido como sistema los incentivos a los sueldos y salarios con base al incremento de la productividad.
Según Elion (1985), los ratios de productividad pueden relacionarse de la siguiente forma:
a) Outputs Actuales / Inputs Actuales.
b) Outputs Actuales / Máximo posible Outputs para un conjunto dado de inputs.
c) Inputs Actuales / El mínimo posible de inputs para un nivel dado de Outputs.
En su trabajo este autor presenta una interesante serie de ratios de productividad incluidos en una “red” o matriz que los relaciona entre sí con el fin de demostrar como un ratio de productividad puede mejorarse a expensas de otro. Para él, el efecto de los ratios de productividad sobre el coste unitario puede ser analizado, y posteriormente, el efecto del precio en el input (como los sueldos) puede ser comprobado.
Con respecto a los outputs, considera que pueden ser medidos de diferentes formas, siendo las variables más típicas para la medición de la productividad las siguientes: los ingresos, los beneficios, el volumen físico y el valor añadido. En cuanto a los inputs, las variables más representativas son: la mano de obra, los materiales directos, los materiales indirectos, la maquinaria, la planta y el capital.
Como ya se apuntó al principio de este inciso, los inputs pueden ser medidos de tres formas: a) en términos físicos (número de empleados, toneladas de materiales, numero de máquinas, etc.); b) en términos financieros o costes (sueldos de los empleados, costo de materiales, valor de los activos fijos, etc.); y c) se pueden medir a través de considerar los recursos combinados, que no es otra cosa que el coste total.
La numerosa gama de ratios para medir la actuación de la empresa con respecto a su productividad depende sobre todo de que inputs y outputs sean seleccionados para el análisis. Por ejemplo, Eilon (1985: p.32) ha propuesto la siguiente matriz con 24 ratios que están clasificados en cuatro grupos de acuerdo a su numerador (output) y tratan de medir lo siguiente:
Grupo 1: Los ratios de este grupo especifican que el output en el numerador es físico. Dichos ratios sirven como mediciones de eficiencia de la producción, aunque normalmente se les ha considerado como ratios de productividad. Generalmente sus recíprocos son utilizados para medir las cantidades de un determinado input en términos físicos o en términos de costes dada una unidad de output. Con respecto al ratio de volumen físico / coste total, éste es más conocido por su recíproco: coste total / volumen físico, y se utiliza cuando se quiere medir el coste total por unidad.
Grupo 2: Estos ratios relacionan los ingresos con los inputs. El ratio de ingresos / inversión total y el ratio ingresos / número de trabajadores, son muy populares en los reportes de resultados. Los inversos de los ratios ingresos / número de trabajadores, e ingresos / materiales directos, representan las proporciones que se toman de los ingresos para los salarios y los materiales. Por otra parte, el inverso coste total / ingresos, indica la proporción de los ingresos que se tienen para cubrir el coste total.
Grupo 3: Este grupo de ratios se enfoca en los beneficios. El ratio benéficos / inversión total es generalmente citado en las evaluaciones financieras dentro del factor de rentabilidad. Para Eilon, este ratio es considerado como un indicador del retorno del capital desde un enfoque de la productividad.
Grupo 4: Este grupo de ratios consideran al valor añadido como el output. Son también muy populares para la medición de la productividad. El inverso de sueldos de los trabajadores / valor añadido, mide principalmente la proporción del valor añadido que se gasta en salarios.
Todos los anteriores ratios generalmente se refieren a inputs y outputs actuales. Sin embargo, estas medidas no son válidas por sí solas, pues aunque se estimen de forma correcta, sus resultados no indican definitivamente si la empresa es productiva o no. Una alternativa que es común que se lleve a la práctica, es comparar estos resultados con “un fundamento relevante", como por ejemplo: con el valor de otro ratio en un período de tiempo previo, o bien, con una tendencia del rendimiento que pueda ser verificada. Otra alternativa de comprobación puede realizarse con otra empresa de similar sector y magnitud. Aunque como ya apuntamos, existen autores como Vergés (1997) que consideran que normalmente lo que se hace es calcular las tasas de variación de la productividad de un período a otro, pues dichas tasas sí son comparables.
En cuanto a los ratios de eficiencia, éstos miden principalmente dos aspectos que son: a) evalúan cómo está funcionando la empresa con respecto a las políticas preestablecidas; y b) evalúan con qué efectividad la empresa maneja sus recursos. Entre los ratios más citados en la literatura contable y financiera para medir la eficiencia, y que incluimos para obtener evidencia empírica a través del análisis factorial están los siguientes:
Ratio de ventas netas / tesorería (R19 del modelo). Este ratio indica el nivel de tesorería que es necesario mantener, así como, el estado de la reserva que sirve para prevenir las situaciones de escasez, las cuales pueden generar un desequilibrio entre los inflows y outflows. Una tasa de rotación excesivamente alta indica escasez de tesorería y problemas de liquidez. De no contarse con orígenes de fondos alternativos se presentaran problemas en el ciclo de explotación. En cambio, si la tasa de rotación es excesivamente baja, indicará que se tienen saldos de tesorería en exceso o improductivos. Es importante considerar que en algunas ocasiones se mantienen saldos acumulados en la tesorería cuando se va a llevar a cabo alguna operación extraordinaria y esto provoca una disminución de la tasa de rotación temporal. Para este ratio se recomienda establecer algún parámetro o estándar del sector para alcanzar una liquidez adecuada, utilizando los excedentes en inversiones temporales o inmovilizado.
Ratio de ventas netas /cuentas por cobrar (R20 del modelo). Las cuentas por cobrar representan cobros diferidos a futuro que están siempre en función de las ventas. Esto provoca que una tasa de rotación excesivamente baja de las cuentas por cobrar indique una excesiva concesión de crédito, que si lo sumamos a porcentajes importantes de clientes con incapacidad de pago y a una deficiente recuperación de cartera, provoca problemas en el ciclo de explotación. En cambio, una tasa de rotación excesivamente alta indica una pérdida de clientes potenciales vía crédito. Por eso, la tasa de rotación de este ratio se debe establecer con base a un equilibrio entre las ventas y la inmovilización temporal de fondos en cuentas por cobrar.
Ventas netas / activo fijo (R23 del modelo). Mide la eficiencia de las ventas con relación a los activos permanentes. Diversos autores lo clasifican indistintamente como un ratio de rentabilidad, productividad o eficiencia. Aunque esta magnitud es a largo plazo, se puede estimar a corto plazo para observar ciertos factores temporales que afectan a la relación, como por ejemplo: el exceso en la capacidad de producción, o bien, los activos productivos ineficaces u obsoletos. Sin embrago, dado que los aumentos en la capacidad de fabricación no son graduales, se debe buscar una medida adecuada entre la inversión de activos fijos y la capacidad productiva y potencial de las ventas, pues estos elementos son parte de la eficiencia.
Ratio de ventas netas / activo diferido (R24 del modelo). En realidad esta relación es difícil de determinar su contribución a las ventas y al beneficio, pues el potencial de los activos diferidos abarca varios ejercicios y por lo tanto mide sólo parcialmente la eficiencia.
Ratio de ventas netas / pasivo circulante (R26 del modelo). Este ratio es de carácter predecible ya que los créditos contratados dependen directamente de las necesidades de producción de los bienes o servicios destinados a las ventas. Al ser un ratio que mide al capital ajeno indica en cierta medida el grado de apalancamiento financiero y el nivel de reducción de la inversión propia en el capital circulante.