Alberto Ibarra Mares
Por decirlo de una forma análoga: así como la rentabilidad contiene a la productividad, y ésta a su vez a la eficiencia; la solvencia contiene a la liquidez, y ésta a su vez a la tesorería. Por eso, la solvencia es uno de los términos más importantes para definir al éxito o al fracaso empresarial dentro de los estudios predictivos, e incluso se llega a considerar que la verdadera causa de que una empresa cese sus actividades, no se debe en muchas ocasiones a la falta de rentabilidad, sino a la de solvencia. Al respecto, Gabas (1990) explica que el factor de solvencia puede tener dos enfoques: a) como solvencia financiera, que es la solidez que tiene la empresa para cumplir sus obligaciones de pago; y b) como solvencia económica, que es la capacidad de generación de beneficios.
Ambos conceptos normalmente son los que definen y evalúan a una empresa como solvente. Sin embargo, Gabas también apunta que existe un predominio en la utilización del enfoque financiero cuando se llega a una situación de “insolvencia”. Es decir, se entiende regularmente que hay insolvencia cuando existe una incapacidad para realizar pagos, y no cuando se presenta la incapacidad para generar beneficios, pues en este último caso se interpreta más como un problema de rentabilidad; y por supuesto que la insolvencia y la falta de rentabilidad no son sinónimos, aunque estén ambos factores correlacionados.
Para Gabas (1990: p.17), el análisis de los conceptos de solvencia e insolvencia no se debe limitar únicamente al enfoque financiero, sino que también debe analizarse desde el enfoque económico, pues considera que “la expresión evaluación o medida de la solvencia se refiere a la cuantificación o expresión en términos cuantitativos del nivel de éxito o fracaso empresarial, incluyendo la posibilidad de realizar comparaciones entre la situación en varias fechas de una empresa y de distintas empresas entre sí”.
Por otra parte, este mismo autor considera que la expresión “evaluación del éxito empresarial”, o bien, “evaluación o clasificación de las empresas”, representan expresiones genéricas. En cambio, al referirse a la “evaluación del fracaso empresarial”, esta expresión tiene un carácter mas específico que se refiere sobre todo a estudios de empresas quebradas. Pero en cualquier caso, el análisis de la solvencia es considerado como sinónimo del análisis del éxito empresarial.
Ampliando las anteriores ideas sobre el factor de la solvencia, algunos analistas consideran que en realidad el fracaso se da cuando una empresa no cumple sus objetivos propuestos, y no necesariamente cuando desaparece en el momento del fracaso, pues generalmente ésta tiende a vivir un proceso denominado crisis, la cual se compone de dos importantes etapas que son: el fracaso económico y el fracaso financiero.
El fracaso económico consiste en obtener una rentabilidad inferior al coste de oportunidad. Si esta etapa se prolonga, entonces los ingresos tienden a ser inferiores a los gastos, y de no corregirse tal estado se llega a la insolvencia técnica, que es la primera etapa del fracaso financiero.
Por otra parte, el término de insolvencia técnica se presenta en el momento en que no se tiene liquidez para cumplir con los pasivos vencidos. Cuando la empresa se encuentra en esta situación, si no se supera dicho estado, los pasivos exigibles tienden a ser superiores a los activos totales, y por consecuencia el capital contable será negativo, poniendo en peligro la continuidad de la empresa. También la insolvencia técnica es considerada como el momento y la frontera entre el fracaso económico y el fracaso financiero. En esta fase es donde se produce la cesación de pagos y de no erradicarse se llega a la última etapa de la crisis denominada: “insolvencia definitiva”.
Para Altman (1993, p.4) el fracaso financiero viene determinado por el fracaso económico, y en ocasiones aunque se conozca su existencia durante años, por la falta de una jurisprudencia efectiva y oportuna no se declara la insolvencia técnica. En este caso las empresas continúan su actividad aunque sin ninguna posibilidad de éxito empresarial. Por ejemplo, en los trabajos de Argenti se expone el caso del Reino Unido. Según este estudio, aquí el número de empresas que se liquidan cada año es reducido, aunque una de cada diez de éstas se encuentran prácticamente en una situación de fracaso o insolvencia económica dada su baja rentabilidad, la cual posteriormente provoca insolvencias financieras en lapsos inferiores a 2.5 años.
El mismo Altman considera que la insolvencia técnica puede llegar a presentarse bajo dos condiciones que son: a) con deterioro económico previo (fracaso económico), y b) sin deterioro económico previo (éxito empresarial). Con respecto a esto, Bathory (1984) opina que el fracaso empresarial se presenta básicamente con la insolvencia que tiene tres momentos o etapas que son: a) la Insolvencia Aguda: que es la falta de liquidez a corto plazo para el pago de pasivos vencidos; b) la Insolvencia Crónica: que se refiere a la falta de liquidez para pagos de pasivos que comprenden dos o más ejercicios económicos; y c) la Insolvencia Terminal: que es la falta de capacidad para financiar cambios permanentes en el estado de situación financiera.