Alberto Ibarra Mares
En los modelos predictivos, normalmente cuando no existen bases de datos fiables no es posible obtener resultados fiables. Sin embargo, este error se pasa por alto cuando no se toma en cuenta que en la contabilidad de las empresas se presentan diversos grados de distorsión, tanto en los conceptos como en las cifras, lo cual provoca que la información financiera pierda parte de su utilidad.
Desde un enfoque normativo, la contabilidad es una técnica que sirve para registrar todas las transacciones identificables y cuantificables que lleva a cabo una empresa expresada en unidades monetarias de forma sistemática, cronológica y estructurada, con la finalidad de producir informes financieros que nos indiquen los resultados económicos en un período de tiempo y el estado de la situación financiera a una fecha determinada para la posterior toma de decisiones sobre la financiación, inversión, riesgo y política de dividendos de la empresa.
También desde un enfoque macroeconómico, la contabilidad sirve para trasmitir información económica y financiera a otras entidades, y junto con el sistema de precios, compone un sistema de información integral empresarial dirigido a usuarios internos y externos. En cuanto al sistema de precios, cuya base es la teoría microeconómica, éste se desarrolla en una entidad para cumplir tres funciones fundamentales que, según Friedman (1980), son:
* La transmisión de la información.
* La aportación de estímulos para adoptar los métodos menos costosos, y
* La determinación sobre quién obtiene las distintas cantidades del producto o distribución de la renta.
Con base en lo anterior y para una correcta toma de decisiones, es necesario desarrollar un sistema de información integral empresarial basado principalmente en el sistema contable. Sin embargo, desde el enfoque de la contabilidad positiva, en el contexto interno y externo de la empresa existen variables que constantemente distorsionan la utilidad y confiabilidad de la información contable y del sistema de precios. En el caso particular del sistema contable, el efecto window dressing o contabilidad creativa, que consiste en una serie de técnicas para manipular la contabilidad, éste se ha convertido en uno de los principales y más complejos problemas internos de distorsión del sistema integral de información. Además, su efecto negativo aumenta al interactuar con las variables más importantes del contexto externo: la inflación, la devaluación de la moneda y la variación en las tasas de interés, entre otras.
También otros problemas muy importantes, y que son independientes del contexto interno de la empresa, son originados por la excesiva heterogeneidad de la terminología y el desacuerdo en las cuantificaciones contables. Ambos elementos constituyen una clara muestra de la todavía deficiente estructura básica de la teoría contable, que impide que a su vez se le utilice como una base de datos fiable en muchos de los modelos predictivos.
Dentro de la práctica contable, es sabido que muchas de las transacciones comerciales y financieras varían en su complejidad, dependiendo del grado de dificultad para obtener la información cualitativa y cuantitativa. En el caso de la empresa moderna, la observación inmediata del fenómeno medido no es tan fácil en muchas de sus operaciones y entonces la información cuantitativa resulta compleja . Por desgracia, al revisar innumerables trabajos sobre el fracaso empresarial se ha observado la escasa atención que se presta a este tema a la hora de contrastar la fiabilidad de las bases de datos contables.
Según Stevens (1982), esto se debe a que los principales usuarios del sistema contable, aunque perciben su subjetividad, erróneamente se han convencido de que la contabilidad refleja con exactitud la situación real de un negocio al utilizar números detallados y formatos ordenados de clasificación e interpretación basados en principios y normas . En cambio el experto contable al ir desarrollando su trabajo, se encuentra en repetidas ocasiones con serias limitaciones, ambigüedades y contradicciones en sus métodos e instrumentos de trabajo que le impiden certificar la utilidad y fiabilidad de los estados financieros, y por lo tanto, sólo suele dar una opinión (positiva, negativa o incluso llegar hasta la abstención de ésta) a través de los dictámenes o informes de la auditoría interna y externa.
Con respecto a la producción de la información contable, ésta es total responsabilidad de la empresa para llevar a cabo la elaboración de estados o informes financieros de carácter general (contabilidad financiera) y de carácter analítico (contabilidad de gestión o costes). Ambas contabilidades deben orientarse con base a los Principios de Contabilidad Generalmente Aceptados (PCGA) y a sus reglas particulares bajo un criterio prudencial para garantizar las características más importantes que exigen al sistema contable las normas y procedimientos de auditoría generalmente aceptados.
Sin embargo, en la práctica la opinión limitada del auditor únicamente tiene alcance en cuanto a la razonabilidad de las cifras y algunas clasificaciones de los estados financieros y económicos de la empresa. Esta limitación en gran parte se debe a la utilización cada vez más frecuente del efecto window dressing, que como se apuntó anteriormente, ha venido a agravar aún más el conocimiento financiero y económico real de la empresa moderna .
Un método para tratar de dar solución al anterior problema surge a partir del estudio y comparación entre las categorías que forman la estructura ideal y básica sobre las que se fundamenta la teoría contable, y que se ha denominado “contabilidad normativa”. Por otra parte, es importante considerar otro criterio, que se refiere a los conceptos y técnicas más populares sobre las que se desarrolla la técnica contable, y es el enfoque de la “contabilidad positiva”, y en particular el efecto window dressing que impide obtener información útil, confiable y veraz. Ambos elementos se comentan en los siguientes incisos.