LA CONCEPCIÓN DEL DESARROLLO EN EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DE JULIO LE RIVEREND BRUSONE
Yazmín Bárbara Vázquez Ortiz
La maduración del entendimiento del problema estructural como obstáculo al desarrollo en el pensamiento económico cubano se produce básicamente en el contexto de la acentuación de la crisis del subdesarrollo cubano, a partir del reforzamiento y la consolidación del poder de las exportaciones norteamericanas en el mercado del país en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Como parte de las exigencias que imponía la situación imperante y a partir del reflejo del desarrollo alcanzado en este periodo por el Capitalismo Monopolista de Estado en los países imperialistas, se instrumenta en Cuba por la burguesía nacional un modelo de intervención estatal de tipo keynesiano como intento por salir de la crisis. La creación de organismos como la Junta Nacional de Economía, el Banco Nacional de Cuba, el BANFAIC, el BANDES, BANCEX, entre otros, estuvo teóricamente encaminada a viabilizar estos propósitos.
En esta situación la problemática del camino hacia el desarrollo ocupa el lugar central en el debate teórico del momento. Debate que se produce a la par que en América Latina se realizan, como alternativas para el desarrollo, la instrumentación de las políticas desarrollistas basadas en cómo alcanzar el desarrollo de manera acelerada atendiendo a las teorías de Prebisch, y en los países desarrollados se aplican políticas de regulación estatal basadas en las teorías sobre el crecimiento económico. Circunstancias en las que la maduración del entendimiento de los problemas estructurales que afectaban el desarrollo del país por las dos proyecciones de pensamiento existentes, no pudo sustraerse de la influencia de estas concepciones en sus reflexiones propias.
La interpretación de esta cuestión por el pensamiento económico burgués se desarrolla a partir de la influencia de los preceptos sobre el desarrollo presentes, fundamentalmente, en la teoría económica burguesa de corte keynesiano. Se comienzan a valorar los estados y niveles de desarrollo en relación con su medición a través de los indicadores macroeconómicos y se analiza la incidencia del problema estructural en la elevación de los mismos a nivel sectorial. Estas bases cimentan la noción del desarrollo como crecimiento económico y derivan en la identificación de los factores causales de la crisis en los problemas estructurales manifiestos en la monoproducción y el monomercado que determinan la inestabilidad de la economía y su carácter cíclico, sobre todo en tiempos de crisis internacional o de altibajos en el mercado específico del producto del que se depende. Dicha concepción determina la proyección de medidas dirigidas a eliminar el problema mediante la diversificación de la economía y de los mercados, pero solo a través de la acción sobre los aspectos técnico económico que inciden en el mismo.
La presencia de estos presupuestos en el pensamiento burgués se observa especialmente a partir del desarrollo de tres vertientes de interpretación: la influida por los presupuestos keynesianos de tendencia predominante, la desarrollista y la neoclásica. Las mismas tienen sus figuras más representativas en las obras de Julián Alienes Urosa, Felipe Pazos y Gustavo Gutiérrez, respectivamente. En ellas se expresaron las inquietudes y necesidades económicas de la llamada burguesía nacional , cuyos intereses se imbricaron cada vez más directamente a los del capital extranjero en la etapa del fuerte proceso inversionista del mismo que se produce Cuba en los años comprendidos entre 1898 y 1924. Burguesía que a partir de la crisis que se manifiesta en la economía cubana, especialmente desde 1929, trata de buscar nuevas vías para solidificar su alianza con el objetivo de defender sus intereses de clase en estrecha relación con la defensa de los intereses del capital extranjero, a través de la aplicación de políticas económicas, que no propiciarían realmente el desarrollo cubano, ni eliminarían la crisis estructural que Alienes identifica en la economía, pero alentaría la obtención de beneficios, tanto por el capital nacional como por el extranjero, a través de la implementación de políticas de corte neoliberal y keynesiana en Cuba.
En relación con éstos se destaca Felipe Pazos, representante del pensamiento económico cepalino ó desarrollista, por entender el desarrollo considerando otros factores más allá de los técnico-productivos, de carácter social, político, ético y cultural. Es por ello que plantea que la política de desarrollo debe ser integral, tomar en cuenta esos complejos factores para combinarlos y movilizarlos adecuadamente. Sin embargo, a pesar de ser portador de estas ideas en la concepción de Pazos prevalece el criterio de valorar el desarrollo económico como el aumento de la capacidad productiva y la producción de un país en magnitud superior al crecimiento de la población. Es por ello que propugna que el crecimiento económico dependía, fundamentalmente, de una política inversionista asociada al capital extranjero y de la asignación al Estado de un doble papel: la utilización de los instrumentos monetarios, fiscales y crediticios y la creación de un ambiente propicio para la inversión del sector privado empresarial.
Evidentemente el pensamiento económico burgués cubano sobre el desarrollo, al asumir los postulados de la teoría burguesa sobre el tema, tanto los elaborados desde los “centros” como desde la “periferia”, a pesar de ser capaz de identificar el problema estructural como el obstáculo al desarrollo de Cuba, no puede llegar a sus causas esenciales, y mucho menos proponer las soluciones acertadas para el problema en cuestión, sobre todo a partir del “historicismo parcial” de sus análisis.
Según los estudios realizados por el profesor Rafael Sorhegui, la influencia de las bases teóricas y metodológicas presentes en estas teorías, determinó que el pensamiento que se generó desde esta posición en Cuba en esta etapa, se caracterizara por centrar su atención en la interpretación del proceso en mantener la corriente de formación de capitales, como base del desarrollo económico, al valorar el desarrollo económico en relación con el incremento de indicadores cuantitativos, o sea, identificarlo con el proceso de crecimiento económico, como crecimiento mecánico de algunos sectores de la economía nacional. A partir de lo cual las soluciones que proyectó se limitaron a reformas secundarias de la estructura económica que perseguían resolver el problema en sentido general mediante una persistente corriente de inversiones, la aplicación de tecnología moderna, el desarrollo programado y el acrecentamiento de la actividad económica a ritmo acelerado.
Desde otras perspectivas, la maduración del entendimiento del proceso de desarrollo de Cuba y de la incidencia del problema estructural en el mismo, por la tendencia revolucionaria, se aprecia con mayor claridad en el pensamiento económico de Jacinto Torras, Carlos Rafael Rodríguez, Raúl Cepero Bonilla y Fidel Castro, entre otros.
Este pensamiento, se desarrolla en el marco de la crítica de aquellas concepciones que desde la tendencia reformista burguesa intentaban resolver los problemas estructurales que obstaculizaban el desarrollo del país aplicando políticas para incrementar los niveles de la actividad económica surgidas del análisis de los modelos de acumulación de países capitalistas desarrollados. Crítica a partir de la cual se hizo patente la necesidad de profundizar en el estudio de las peculiaridades del proceso de desarrollo del país y en el de sus problemas particulares para esclarecer su naturaleza y fundamentar proyectos de solución radicales a los mismos.
Persiguiendo este objetivo, al asumir los principios presentes en la tradición de pensamiento cubano, enriquecidos con la concepción marxista, la tendencia de pensamiento revolucionaria continúa esgrimiendo el argumento de que el problema del desarrollo se presentaba como el resultado histórico de las relaciones de dependencia entre Cuba y sus metrópolis. Pero las interpretaciones presentes en sus obras van en este sentido más allá de la crítica a los mecanismos a través de los cuales se produce esta dependencia. El estudio de los problemas particulares del país en este momento no puede soslayar los resultados concretos de la misma, los problemas estructurales que presentaba la economía cubana y que se encontraban en la base de la crisis que limitaba su desarrollo. Por lo que urgía profundizar en las peculiaridades que habían impreso los mecanismos de dominación a la estructura económica nacional y a su modelo de acumulación.
El método dialéctico materialista presente en los análisis que se realizan por parte de esta tendencia de pensamiento y su concepción de base, la concepción materialista de la historia, les permite a estos autores no solo describir estos problemas sino llegar a sus causas primarias. La relación “dependencia-deformación-desarrollo”, como la relación esencial que se deriva de la dialéctica desarrollo-subdesarrollo, particularizando el proceso de reproducción material del país.
Se concibe el proceso de desarrollo como un proceso de transformación estructural con un carácter integral, en cuyas proyecciones se aprecia la influencia de los presupuestos martianos y de las concepciones más progresistas presentes en el estructuralismo cepalino. En la definición de este entendimiento se destaca la obra de Carlos Rafael Rodríguez, el primero en señalar que el desarrollo no es un mero aumentar de lo que hoy existe, sino un proceso de intensos cambios estructurales.
Debe señalarse que los postulados sobre el problema, presentes en la tendencia de pensamiento económico revolucionario, muestran cierto acercamiento a las concepciones de la CEPAL, quizás atendiendo a que esta concepción que interpretaba el problema desde el subdesarrollo, era capaz de reflejar las particularidades del mismo en este tipo de países en relación con su posición de dependencia, a pesar de no llegar a las causas esenciales del mismo; mientras que la tendencia de desarrollo del llamado “marxismo soviético ortodoxo dogmático” absolutizaba en este momento la vía del desarrollo y los caminos de la misma, con independencia de los niveles de desarrollo de las distintas naciones, y como muestra de la cristalización de la teoría en aras de la apología, que por un tiempo prima, del modelo soviético de construcción del socialismo.
Coincidimos con Rafael Sorhegui en que el pensamiento revolucionario de esta etapa se caracterizó por proyectar, a partir de la asimilación de lo mejor del pensamiento marxista y no marxista en Cuba, así como del pensamiento latinoamericano la necesidad de la transformación de la naturaleza del Estado que guiara los destinos del país, de liquidar las estructuras deformadas como única vía de lograr el desarrollo mediante la transformación económica para garantizar crecimiento equilibrado y autosostenido de la estructura económica, con la maximización de la producción, la elevación de la productividad del trabajo, la búsqueda de eficiencia en el empleo de los recursos materiales y financieros, pero también con la redistribución del ingreso, la reorientación de las inversiones para crear la infraestructura necesaria en función de desarrollar material y espiritualmente a la sociedad. Todo ello a través de la industrialización de la economía en términos de promoción de exportaciones y sustitución de importaciones, de desarrollo de bienes de capital y en el replanteo de las relaciones del comercio exterior.
En relación con las ideas sobre el desarrollo que se emiten en estos años, no debe dejar de desatacarse que en las mismas se refleja la preocupación no solo por los problemas de Cuba, sino que el tema de América Latina también está presente. En relación con el mismo Carlos Rafael comienza ya a analizar los factores que afectan el desarrollo de los países de América Latina. Particularmente cuando se pronuncia sobre las consecuencias del llamado Plan Clayton para la región y denuncia sus verdaderas intenciones de controlar su comercio y de eliminar los intentos de diversificación industrial realizados hasta entonces; concluyendo con la tesis de la necesidad del imperialismo de actuar contra el desarrollo independiente de los pueblos coloniales y semi-coloniales y de la necesidad de desarrollo independiente de América Latina para eliminar la causa de sus males.