LA CONCEPCIÓN DEL DESARROLLO EN EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DE JULIO LE RIVEREND BRUSONE
Yazmín Bárbara Vázquez Ortiz
Muchos teóricos de los países periféricos abordaron la cuestión del crecimiento y el desarrollo desde una perspectiva más nacionalista, a pesar de las necesarias influencias teóricas provenientes de los Centros, y precisamente en relación con las reflexiones sobre la eficacia de los paradigmas existentes para analizar las particularidades de estos procesos en los países subdesarrollados. En este sentido se destacan la corriente Desarrollista o Estructuralista, que evoluciona posteriormente en el llamado Neo-estructuralismo , y la Dependentista.
El pensamiento que se genera desde estas posiciones le imprime nuevas perspectivas al análisis sobre el subdesarrollo en las que se manifiesta gran autoctonía y originalidad. Estos méritos se basan, sobre todo, en la distinción que establecen entre las estructuras de los países centros y periféricos de la que parten sus estudios. Distinción que les permite revelar las diferencias fundamentales que existen entre ambos grupos de países a partir de la conformación estructural de sus economías y la relación de esta asimetría con el lugar que cada una de ellas ocupa en la división del trabajo a escala internacional. Enfatizando de este modo en la conexión entre desarrollo y subdesarrollo, como procesos relacionados entre sí en el sistema de economía mundial, a partir de la función de cada economía en la división internacional del trabajo.
Las bases de este entendimiento se erigen por los autores de la teoría Desarrollista que, representando los intereses ideológicos de las llamadas burguesías nacionales, parten de los criterios anteriores y resaltan las diferencias estructurales mediante la caracterización de las estructuras productivas de los centros, como homogéneas y diversificadas, así como de las periféricas, como heterogéneas y especializadas, enfatizando en la necesidad de la superación de la deformación estructural para poder acceder al desarrollo a través de la eliminación de los “puntos de estrangulamiento internos y externos” que lo obstaculizan, particularizando el proceso de acumulación en la región.
Autores que incluso, llegan a identificar en las relaciones históricas entre los que denominan países “centros” y “periféricos” las condicionantes externas de esta situación, dado sobre todo por la falta de propagación del progreso técnico hacia la periferia y la apropiación de sus frutos por los centros, constituyendo el análisis de la brecha tecnológica entre ambos grupos de economías una contrapartida necesaria a aquellos postulados que plantean la justificación del carácter natural del subdesarrollo a partir de las ventajas ofrecidas por la división internacional capitalista del trabajo para los países del sistema y que se explicita en la teoría de las ventajas comparativas de David Ricardo.
En este sentido esgrimen la tesis de que las relaciones entre centro y periferia en el marco de esta división internacional capitalista del trabajo son asimétricas puesto que reproducen la disparidad entre sus estructuras productivas, reforzando el subdesarrollo en las periferias y aumentando su distancia respecto del centro. De esta manera, se manifiesta la reflexión crítica de estos teóricos respecto a la teoría ortodoxa y dogmática neoclásica que consideraron inadecuada para analizar la dinámica del desarrollo en el tercer mundo.
Es un enfoque que, por demás, no se limita al análisis de los elementos técnico económicos que inciden en el proceso de acumulación, sino que, atendiendo a las especificidades estructurales de estas economías y a las necesidades de su transformación reconocen la necesidad de tener en cuenta los aspectos institucionales y sociales a la hora de proyectar las medidas para lograr el desarrollo.
En sentido general, coincidimos con el análisis que realiza Rafael Sorhegui al plantear que la CEPAL intentó reformular la teoría convencional del desarrollo económico y del comercio internacional, reconociendo así el falso universalismo de la ciencia económica, lo que significó una cambio en los presupuestos epistemológicos del análisis del desarrollo entre los que operan en el marco teórico neoclásico y los que colocan en primer plano las especificidades estructurales del subdesarrollo. Sin embargo, a pesar de sugerir que no existe una única senda de desarrollo para todos los países y de plantear la diferencia de la dinámica a la que estaban sometidos los países subdesarrollados, como fundamento de la necesidad de una estrategia particular para lograrlo, esta concepción comparte el enfoque que identifica los procesos de desarrollo y crecimiento económico a lograr mediante la gestión de una mayor capacidad de acumulación y de la necesidad de la elevación de la tasa de ahorro e inversión, el incremento del progreso técnico, así como el consiguiente aumento de la productividad y del ingreso per cápita.
En función de ello se propuso, con una gran influencia de los presupuestos keynesianos, la necesidad de estimular el crecimiento con la ayuda de los impulsos monetarios y la ampliación de la demanda, creando por este medio las ramas básicas de la industria y construyendo una economía nacional independiente. Acciones constitutivas de un modelo de desarrollo que promovía crecimiento económico por la vía de la industrialización apoyada por el financiamiento externo y que por tanto, en lugar de eliminar las causas de los problemas estructurales, contribuía a la acentuación de los mismos.
La aplicación de este enfoque en los estudios sobre el problema estructural, a pesar de la originalidad con que se asumen, limitó la visión histórica real del proceso y simplificó los análisis del mismo a los aspectos técnico-económicos lo cual unido a la visión del capitalismo como único camino posible a estos problemas, les imposibilitó a los desarrollistas llegar a las causas esenciales de la deformación estructural de los países de la región, la inserción de las estructuras latinoamericanas en el proceso de desarrollo desigual de las relaciones de producción capitalistas a escala internacional, a partir de lo cual, las propuestas de cambio para eliminar las trabas del desarrollo, no constituyeron medidas radicales para los problemas señalados, sino que se limitaron a la acción sobre este tipo de elementos con el objetivo de avanzar en el desarrollo capitalista.
Las bases para el tratamiento del problema estructural desarrolladas por el marxismo, son asumidas en general por aquellas concepciones que desde la “periferia” intentan explicar el problema estructural que obstaculiza los procesos de acumulación de los países de América Latina desde posiciones revolucionarias. En este sentido se destacan las teorías de la Dependencia que, desde una perspectiva de posiciones muy diversas pero muy próxima al marxismo, se caracteriza por el predominio de la utilización de categorías marxistas para tratar de explicar el problema de la deformación estructural a partir de la relación de dependencia que expresa los resultados de la dialéctica del desarrollo capitalista y sobre la base de esta relación, trata de formular leyes de desarrollo para estas formaciones económico sociales. Se manifiesta como el intento por comprender la especificidad histórica de América Latina y de las relaciones entre la dominación imperialista y las peculiaridades de las estructuras económicas, políticas y sociales de la región mediante dos enfoques principales: el llamado enfoque estructuralista y el de izquierda, que abordan cuestiones como las particularidades de la formación económico-social subdesarrollada, las leyes económicas de la misma, las clases sociales, el poder político, la marginalidad y las causas de la dependencia.
La vertiente estructuralista, representada fundamentalmente por Osvaldo Sunkel y Pedro Paz, trata de reformular desde una óptica crítica, la corriente cepalista, pero sin desprenderse definitivamente del método histórico estructuralista cepalino. Mientras que el Dependentismo llamado de izquierda, desarrolla sus posiciones teóricas, ideológicas y metodológicas, bajo la influencia del triunfo de la Revolución Cubana y del desarrollo de su proceso de construcción de la nueva sociedad, así como en el marco del auge de los movimientos revolucionarios en la década del sesenta. Representado entre otros por Vania Bambirra, Ruy Mauri Marini y Pablo González Casanova; esta última vertiente asume el análisis del subdesarrollo latinoamericano desde una perspectiva marxista, utilizando el método del materialismo histórico. La misma se propone la creación de una teoría del llamado capitalismo dependiente latinoamericano, a través de la aplicación creadora de esta perspectiva a la comprensión de las especificidades que asumen las leyes del movimiento del modo de producción capitalista en países como los de América Latina y de la redefinición de conceptos universales en condiciones de situaciones específicas para derivar la creación de nuevos conceptos en función de ello .
Especificidades que en síntesis plantean la existencia de un proceso de acumulación externo en la región, por ser dependiente y dominado, a partir de lo cual se produce la deformación y mixturación de sus estructuras en relación con de las formas específicas que asumen las leyes que expresan el movimiento de la reproducción del capital en las condiciones de las formaciones sociales latinoamericanas .
Esta teoría en sentido general se presenta como una de las propuestas más creativas en los análisis de los problemas estructurales y de la crisis de la región, al intentar definir la peculiaridad de las estructuras latinoamericanas, siguiendo fundamentalmente los presupuestos leninistas en la explicación de los mismos como resultado de la dialéctica del desarrollo del sistema, para en función de ello, establecer sus proyecciones de solución; aún cuando al plantear que en América Latina existen leyes económicas de carácter sui géneris, como la de la explotación permanente de la fuerza de trabajo, no toman en cuenta que las leyes económicas son consustanciales al sistema capitalista en su totalidad, independientemente de las formas específicas que estas asuman en cada país que forme parte del mismo.
En resumen, la perspectiva estructural del análisis del desarrollo que se erige desde América Latina se caracteriza, a partir de los problemas particulares que estudian, por enfatizar en la dimensión estructural en los análisis sobre el desarrollo, por la utilización del método histórico estructural en el análisis de las determinaciones del problema, por incorporar al estudio factores de carácter institucional y por el uso no pasivo de los preceptos sobre el desarrollo presentes en la teoría económica universal.