LA CONCEPCIÓN DEL DESARROLLO EN EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DE JULIO LE RIVEREND BRUSONE
Yazmín Bárbara Vázquez Ortiz
La experiencia del caso de Cuba le había permitido comprender a Le Riverend con mayor profundidad, que la base de la solución general al problema del subdesarrollo presuponía la revolución agraria antiimperialista. En este sentido señaló: “Para rectificar éstos defectos básicos de la estructura económica no había más que un camino: una revolución que en el orden económico, social y político liberara las fuerzas productivas detenidas o encadenadas y, sobre todo, liberara las energías creadoras del pueblo cubano agrupándolas en torno a un programa vigoroso de transformación del país.” La revolución debía ser la base para la superación de las deformaciones estructurales y del subdesarrollo, para luego continuar el camino hacia el desarrollo, a través de la construcción de la sociedad socialista como modelo en el cual se podía lograr el desarrollo de los países que habían sustentado la condición de neocolonias. En la realización de la misma destaca las particularidades de los caminos a seguir en las luchas por la liberación en la región donde al socialismo se podía llegar con la contribución de la pequeña burguesía si se atendían sus peculiaridades como clase de países neocoloniales, coincidiendo con lo aspectos señalados por Lenin, Martí y Carlos Rafael Rodríguez.
En aras de lograr solucionar los problema del desarrollo, era necesario según el autor, que el proceso transformador incluyera el cambio de la economía y la sociedad en sus bases y objetivos y por tanto, la transformación de las relaciones de producción y de propiedad para fomentar el desarrollo necesario de las estructuras socioeconómicas que debían garantizar el desarrollo nacional. Proceso que se hacía necesario realizar conscientemente, lo cual implicaba la necesidad de desarrollo de una cultura superior ya que dependía no solo de las condiciones objetivas sino sobre todo de la intensidad y coherencia del movimiento ideológico de las masas.
Le Riverend plantea que en este proceso “la fuerza configuradora de la libertad” la constituían la formación de una clase obrera que se iría constituyendo con una conciencia de sí y para sí en unión con las demás capas y sectores de la población. Desplegando las ideas sobre la importancia del desarrollo de las capacidades intelectuales de esta clase como base del enriquecimiento de su potencial transformador. Ideas que seguían la tradición de pensamiento cubano y latinoamericano sobre el tema constituyéndose en antecedentes de las concepciones sobre el capital humano presentes hoy en el pensamiento de Fidel Castro. De un pensamiento que identifica en el desarrollo de estas capacidades, tanto desde el punto de vista cognoscitivo como valorativo, las bases fundamentales de la lucha contra el orden cultural hegemónico sustentador de la concepción sobre la inserción competitiva en el entramado capitalista como vía de desarrollo y que constituye, por tanto, el elemento de claridad imprescindible para construir un nuevo proyecto social en este contexto.
Influenciado por las concepciones desarrollistas que de hecho constituyeron las bases de la primera estrategia de desarrollo integral de la economía revolucionaria, Le Riverend precisa la necesidad creciente de la creación de una nueva estructura que permitiera romper el círculo vicioso del subdesarrollo, a partir de la necesaria rectificación de la estructura económica básica mediante la realización de un plan que organizara, sobre bases científicas, la intervención del Estado y la actividad transformadora de las masas. Destacando en este sentido el cambio en la estructura agraria mediante la reforma agraria y en la estructura industrial y financiera mediante la socialización de los medios de producción y de capital comprendidos en las diferentes industrias, empresas y bancos.
Desde el punto de vista subjetivo Le Riverend destaca, además, coincidiendo con los postulados del pensamiento económico cubano del periodo, la necesidad de la formación del “hombre nuevo”, o sea de la formación de la conciencia de los hombres que participarían en el proceso para que estuvieran en mejor capacidad de realizar el proyecto, tanto desde el punto de vista técnico como científico.
En sentido general la creación de las condiciones objetivas y subjetivas para la superación del subdesarrollo, partían - según Le Riverend- de que el camino del socialismo tenía que realizarse sobre la base de la experiencia diaria, cuya aplicación inmediata era precisamente una poderosa fuerza constructiva. Sobre ésta base entiende la necesidad de que el proceso de desarrollo se produzca por etapas con niveles de complejidad creciente, pero que a la vez fuera un proceso radical capaz de generar un verdadero cambio que permitiera rescatar nuestro ser como verdadero Estado nacional.
La concepción estratégica de Le Riverend se concentraba en las siguientes variables:
• La instauración de un Estado que represente los intereses de la nación y guíe el proceso de construcción del socialismo.
• La coordinación y el impulso de estas transformaciones con la aplicación de un plan de desarrollo.
• La transformación de las relaciones de propiedad mediante la reforma agraria y la socialización de la propiedad financiera e industrial.
• El desarrollo de las fuerzas productivas a través de la capacitación y del empleo de la ciencia y la técnica.
• El mejoramiento de las condiciones de vida de la nación a través de la redistribución del ingreso.
• El desarrollo de una conciencia popular y de su participación directa y activa en el proceso de transformación revolucionario.
En primer lugar Le Riverend considera que era necesario la instauración de un gobierno que permitiera llevar a cabo las transformaciones necesarias para realizar la transición hacia el socialismo, coincidiendo con los señalamientos presentes en el pensamiento económico del periodo como continuidad de los postulados expresados desde la década del cuarenta por los integrantes de la tendencia revolucionaria, fundamentalmente los de formación marxista que concordaban con Lenin en relación al papel del Estado como representante de los intereses de la nación cuando señaló en El Estado y la Revolución que: “Las clases explotadas necesitan la dominación política para suprimir completamente toda explotación, es decir, en provecho de la inmensa mayoría del pueblo contra una insignificante minoría de los esclavistas modernos,”
Le Riverend argumenta esta necesidad al plantear que la decisión de cómo debían iniciarse las transformaciones en aras de lograr este objetivo, era de naturaleza esencialmente política, con la aplicación de medidas cada vez más extensas y profundas, que en orden progresivo se complementaran en un proceso indetenible y con la conciencia creciente de que: “... la lucha contra el subdesarrollo no es una lucha que en el orden de la decisión política pudiera detenerse a mitad del camino.” Manifestando así la comprensión de la unidad entre política y economía y las particularidades que debía asumir en el proceso de transición al socialismo.
Plantea la necesidad de que las decisiones políticas coincidan con las formulaciones prácticas para la solución del subdesarrollo en Cuba. Por tanto al Estado debía corresponder la misión de guiar el cumplimiento de las transformaciones necesarias tanto prácticas como subjetivas. Especial atención presta a todo lo relacionado con la liberación de las fuerzas productivas y por tanto con la eliminación de la dependencia, así como la creación de las bases del desarrollo integral que combinara el crecimiento económico con la elevación del bienestar popular. En éste sentido afirma: “El estado puede actualmente, y así lo hace, distribuir el ingreso nacional entre el consumo y los servicios de un lado, y la inversión de otro, de modo que se garantice un ritmo de crecimiento que permita un desarrollo acelerado y un aumento progresivo del bienestar.” Señalando que este proceso se haría posible a medida que el Estado fuera dominando más y más a la agricultura y a la industria, en cuyo caso cada peso de inversión debía representar cada vez más un bien de producción o un producto terminado, coincidiendo con los principios planteados por Marx en El Manifiesto Comunista que Lenin cita en El Estado y al Revolución: “El proletariado se valdrá de su dominación política para ir arrancando gradualmente a la burguesía todo el capital, para centralizar todos los instrumentos de producción en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase dominante, y para aumentar con la mayor rapidez posible la suma de las fuerzas productivas.” Principios que en Cuba se habían puesto en práctica por el gobierno revolucionario.
Partiendo de los elementos anteriores, Le Riverend considera que el proceso de transformación de la estructura económica básica sentaría las bases para la superación del subdesarrollo mediante la transformación de la propiedad como forma socializatoria de obtener los recursos necesarios mediante la realización de un plan de desarrollo integrador, que permitiera una mejor redistribución del ingreso para elevar los niveles de vida de la nación. Plantea la necesidad de transformación de la propiedad agraria, industrial y del sector financiero en sentido general a través de su socialización, para comenzar la transformación de las relaciones de producción imperantes a partir de lo planteado al respecto por Fidel Castro en mayo de 1959.
En la argumentación de ésta tesis Le Riverend partió de que por su naturaleza, la empresa capitalista sólo perseguía aumentar la obtención de ganancias sobre la base del aumento de la explotación y la miseria del pueblo y del país, por tanto para nada se correspondían sus líneas de acción con los objetivos básicos planteados para el logro del desarrollo. Al respecto plantea: “Tradicionalmente, Cuba había pasado por etapas en que los altos beneficios empresariales se habían basado en salarios realmente ínfimos y, sin embargo, los capitales amasados entonces no se destinaron más que un una proporción muy pequeña a la creación de nuevas industrias o a la ampliación y mejoramiento de las industrias ya existentes. Esto quiere decir que la miseria del pueblo no era, como pretendían afirmar los grupos dominantes, aunque sin confesarlo, la base ineludible del desarrollo, sino, simplemente, un medio para mantener altos beneficios empresariales.”
En este sentido señaló la sujeción al capital extranjero en que se hallaba la clase empresarial cubana y su carácter de propietarios privados, la causa por la que no habían querido, ni podido llevar a cabo una política más general de rectificación de la estructura del comercio exterior y la desaparición del latifundio. Afirmando que toda empresa privada era aliada del poder tradicional y que el régimen de libertad empresarial en Cuba significaba el mantenimiento de condiciones coloniales. “La empresa privada estaba indisolublemente vinculada al poder, ...” y “... las múltiples manifestaciones hechas por asociaciones de empresarios y empresarios individuales acerca de la “inseguridad” de las inversiones, de la ausencia de un “clima de inversiones” y otros conceptos similares, ..., eran meras vestiduras con las que se pretendía cubrir una solo cosa; el mantenimiento del llamado régimen de “libertad empresarial” que en Cuba significaba la perduración de las condiciones coloniales.”
De ahí que Le Riverend planteara la necesidad de que el Estado tuviera en sus manos los sectores básicos de la economía para poder planificar el desarrollo. Afirmando que la estatización de las empresas pequeñas no permitía disponer de una masa suficiente de capitales y de medios de producción capaces de generar un desarrollo económico urgente. Mientras que la socialización permitiría un mejor aprovechamiento de las posibilidades de producción al facilitar la redistribución de la ganancia obtenida en nuevas inversiones necesarias para la rectificación de la estructura de la economía.
Interesante resulta la idea de Le Riverend cuando considera que la propiedad quedaba socializada y no simplemente estatizada cuando: “... forma parte integrante o indisoluble del plan total de desarrollo y se pone al servicio de las dos consignas básicas del poder revolucionario, que son un crecimiento económico muy vigoroso y un paralelo mejoramiento de las condiciones de vida de la población. Si por otra parte el pueblo participa por medio de sus propios organismos de fábrica, de la emulación y de otras formas en la responsabilidad de la producción, no hay duda de que se está en el camino de la propiedad social o socializada.” En este sentido pudiera señalarse que cuando el autor valora el proceso de instauración de la propiedad social y diferencia la misma de la estatal, lo hace desde el análisis de su lugar y función en la conformación de las relaciones de producción socialistas, como medio de aumentar el nivel de la conciencia popular, de fomentar su sentido de pertenencia y su comprometimiento con el desarrollo de las fuerzas productivas que le son inherentes a través de la materialización de las nuevas relaciones de propiedad.
Una importancia especial le concede Le Riverend en el proceso de transformación de la propiedad, a los cambios en la estructura agraria teniendo en cuenta el carácter agroindustrial de nuestra economía y la persistencia del latifundio como uno de los mayores obstáculos al proceso de desarrollo cubano; ideas coincidentes con las planteadas por Fidel Castro y Ernesto Guevara que en esta etapa señalan que la Revolución Cubana tenía ante sí, como primer objetivo táctico, el triunfo de la reforma agraria como base de la industrialización del país y paso para crear las condiciones para el desarrollo económico y social a través de la redistribución de la tierra y del ingreso.
Las valoraciones del autor sobre este particular parten de que los cambios en la estructura agraria realizados a través de la Reforma Agraria no debían limitarse a reacondicionamientos territoriales, a entregas de pedazos de tierras o a realizar ajustes en la gran propiedad, sino que debían tratar de resolver problemas profundos de la vida y de la población agraria: desocupación real y disfrazada, atraso técnico, inseguridad de precios, explotación por parte de los intermediarios, falta de crédito, falta de instrucción, así como la dominación económica y política extranjera. Le Riverend considera que este proceso debía realizarse, además, sin el pago de indemnizaciones cuantiosas para que la nación pudiera afrontar serenamente las tareas futuras y sin reducir a minifundios las grandes fincas que por sus cultivos requerían una organización auténticamente empresarial que permita mejorar sus técnicas e incrementar su producción y productividad.
Como elementos que debían contribuir a la creación de una nueva estructura agraria, Le Riverend señala la necesidad del desarrollo de cuadros en todos los niveles técnicos y científicos, la creación de condiciones para modernizar la producción agrícola a través de la alfabetización y el desarrollo de instituciones de investigación destinadas a un desarrollo agrícola perspectivo, la eficacia del crédito y de los servicios, la importación masiva de tractores, de camiones para transporte rural, un enérgico programa de obras hidráulicas, la aplicación creciente de fertilizantes, y la introducción de variedades de plantas para mejorar la producción cubana así como el carácter dialéctico y renovador del proceso. Coincidiendo con Ernesto Guevara señaló la necesidad de la participación consciente del hombre en el proceso que implicaba una nueva organización del trabajo agrícola que condicionara una disciplina colectiva del trabajo e indujera a la implementación de nuevas tecnologías para el desarrollo acelerado del sector.
Estas consideraciones constituyeron el reflejo del alcance de las Reformas Agrarias realizadas en estos años en el país, tanto la que tiene lugar en mayo de 1959, como la de 1963 a partir de la cual se eliminan las relaciones capitalistas de explotación del agro cubano. En éste sentido afirma que la Reforma Agraria cubana logró aprovechar los escasos años de experiencia y se aplicaron medidas de rectificación inmediatas ante los nuevos problemas señalando que la Reforma Agraria cubana constituía un ejemplo de transformación total, global, de las condiciones agrarias, sobre la base de la cual ocurriría la más general en la estructura económica ya que: “... definió y promovió la transformación de las estructuras agrarias y agrícolas, de las relaciones de producción y sociales en el campo y del rol que corresponde al campesinado y su organización dentro de la economía y la sociedad.” Concordando en esta visión con estudios realizados posteriormente sobre las particularidades de este proceso en Cuba, como los de Víctor Figueroa Albelo que señala que las Reformas Agrarias no se limitaron al problema de la tierra y de la situación del campesino, sino que formaron parte esencial de las transformaciones nacionales que se sucedieron con la Revolución en función de transformar las relaciones sociales y de producción existentes. Y con los que realiza la profesora Grizel Donésteves Sánchez señalando el carácter estructural de estas reformas en tanto el problema agrario se presenta como parte principal en la solución de los problemas estructurales a escala social y por tanto se fundamenta en profundas modificaciones en todas las esferas de la vida socioeconómica del país.
El papel de las reformas agrarias en el proceso de redistribución del ingreso, es valorado de manera especial por Le Riverend. En este sentido señaló que la misma permitió intensificar la producción, dar ocupación permanente a miles de desocupados y garantizar ingresos más altos a miles de campesinos, a partir de lo cual se estimuló el alza del consumo por el aumento del nivel de ingreso de la población, se favoreció las fuerzas creadoras del pueblo, se insertó en el plan de desarrollo general del país y la nación, y se satisfizo la urgencia de los cambios estructurales; en sentido general se constituyó en un proceso con efectos multiplicadores, más vigorosos y rápidos que las medidas limitadas en sus objetivos reformistas, eliminando las tendencias que frenaron el desarrollo de la economía cubana hasta 1959 y contribuyendo a la creación de nuevas bases para el desarrollo de la nueva estructura económica.
Respecto a las transformaciones de la propiedad industrial señaló que: “La tecnificación de la industria azucarera cubana en una industria más eficiente y en la que los recursos se aprovechasen totalmente sin que quedaran instalaciones industriales o tierras ociosas, no podía realizarse en el régimen de propiedad privada.” En lo tocante a la necesidad de transformación del sector financiero señaló que los empresarios privados que continuaban en el dominio de grandes sectores básicos como la banca, con su anarquía característica y su resistencia a aceptar el nuevo papel dirigente del Estado revolucionario, impedían que las industrias y empresas nacionalizadas se combinaran adecuadamente para el inicio del plan de desarrollo. En relación con esto señala: “La característica de la banca y la industria privada, no sólo en Cuba, sino en todos los países de organización capitalista, es la anarquía, o sea, la actuación con vistas al lucro del empresario, sin atender a las necesidades que deben satisfacerse en la masa de la nación.”
Según Le Riverend, la nacionalización como parte de la socialización de la propiedad, no podía consistir solamente en un cambio de administración; era necesario que se produjera la integración de todas las industrias y los centros de producción junto al proceso de nacionalización para que se pudiera hablar de propiedad social o socializada y no de propiedad estatal. Entre ambos tipos de propiedad, a decir de Le Riverend existen diferencias, ya que: “... la propiedad estatal existe en países capitalistas y es de una naturaleza muy distinta de la que existe actualmente en Cuba, porque: primero, esa empresa estatal en país capitalista se comporta como cualquier otra empresa privada; y segundo, la producción o el servicio que suministra no tienen por finalidad activar el desarrollo de otras ramas de la producción, ni tienen por finalidad tampoco el mejoramiento constante y progresivo de las condiciones de vida de la masa de la nación.”
Para Le Riverend el proceso de nacionalización, supone que el estado, al consolidar en sus manos, sino la totalidad, por lo menos la casi totalidad de los beneficios que anteriormente se apropiaba el sector empresarial privado, está en condiciones de mantener, bajo la forma de prestación de servicios a toda la población trabajadora del país, y llevar a cabo la política de elevación del nivel de vida de la nación, a partir de la cual, la anterior política de redistribución del ingreso es sustituida por una política de creciente disponibilidad y facilidad de los servicios públicos que constituyen una adecuada manera de adicionar el ingreso de los distintos grupos de la población y, particularmente del grupo más bajo de ingresos.
La redistribución del ingreso constituía un paso de singular importancia ya que según Le Riverend “Era preciso romper el círculo vicioso del subdesarrollo y al redistribuirse el ingreso se establece una nueva correlación entre todos los términos de la cadena del subdesarrollo.” En este sentido plantea que a través de estas medidas se lograría iniciar la marcha hacia el desarrollo con medidas que tenían la finalidad de desencadenar el proceso, dirigidas a elevar el nivel de vida del pueblo, a estimular por esta vía la capacidad de consumo y a partir de aquí incidir en el crecimiento del mercado interno y estimular la producción industrial, sentando así las bases para el establecimiento de una nueva organización económica del país.
La redistribución del ingreso era considerada por Le Riverend como una medida de carácter progresivo que no podía ser indefinidamente aplicada, a medida que se producían sus efectos era posible avanzar y ahondar más en el proceso de reestructuración económica del país y, por consiguiente, era necesario redefinir la redistribución del ingreso. Era necesario rediseñar medidas para estimular la capacidad de inversión. Al respecto Le Riverend plantea: “... el éxito del programa revolucionario se basa en una adecuada distribución de los recursos entre el consumo y la inversión. En este momento tiene que desaparecer la política de redistribución del ingreso sustituyéndola una política de adecuado empleo de los recursos, con la finalidad de elevar gradualmente el bienestar popular sobre la base del crecimiento sustancial de la producción.”
Le Riverend es de la opinión que con el tránsito hacia la propiedad social, se da el paso básico para que el Estado pueda planear la economía, realizar el plan de un modo general, es decir, abarcando la totalidad de los sectores básicos de la estructura económica y reorganizar a fondo la administración para ponerla también al servicio del desarrollo. Considera que con la socialización se obtienen los recursos necesarios, tanto de capital como de medios de producción en los sectores básicos de la economía, para poder iniciar y desarrollar las transformaciones requeridas en la superación del subdesarrollo y el tránsito al socialismo. Plantea que con la nacionalización del capital extranjero que puso en manos del Estado revolucionario industrias bien equipadas y de carácter básico, se profundiza el proceso. Podía en aquel momento, como en realidad sucedió, comenzarse la planeación del desarrollo económico, ya que la Revolución contaba con industrias que, puestas al servicio de las demás, constituían centros o puntos de apoyo de suma importancia.
Señaló que el cumplimiento del objetivo de crear la nueva estructura económica, se lograría a través del seguimiento de un plan de desarrollo que organizara la propiedad social sobre los medios de producción de manera integrada en función de garantizar el capital necesario para la inversión y la reproducción, teniendo en cuenta la necesidad de aprovechar mejor los recursos nacionales y encausar el desarrollo para elevar el bienestar de las masas a través de la redistribución del ingreso de manera que fuera rompiendo progresivamente el círculo vicioso del subdesarrollo y aumentara el consumo y la demanda de productos industriales que incentivaran a la industria. Planteó que la creación de una nueva estructura económica suponía que todas las industrias y todos los centros de producción se encontraran integrados de tal modo que se complementaran unos con otros y que los beneficios de la productividad de todos revirtieran, de un modo general, a los fondos nacionales destinados a las inversiones y al mejoramiento del bienestar popular. Si cada industria nacionalizada no quedaba integrada con las demás de su rama y con todas las restantes industrias del país, se correría el peligro de que las diferencias de eficiencia y de productividad se mantuvieran indefinidamente. Por otra parte, la integración era necesaria, ya que de la misma dependía que ciertos recursos de capital y de bienes de producción y de mano de obra, que en una industria anteriormente privada permanecían ociosos, se desplazaran hacia otra industria o se pusieran a su servicio, utilizándolos más plenamente, cosa que no se obtenía en un régimen de propiedad privada y que es muy difícil de lograr en un sistema en que no existiera una integración centralizada de las industrias. En éste sentido se aprecia la influencia de las ideas del Ché el que plantea desde enero de 1959 que todas las actividades económicas son conexas haciendo referencia a la integralidad de las medidas necesarias y a su complementariedad en función de que puedan rendir sus mejores frutos.
Le Riverend expresa la importancia de la planificación en el proceso de creación de la nueva estructura económica básica, a partir de la programación de las medidas encaminadas a este fin. Planteaba la necesidad de la planificación, cuyo secreto para el desarrollo económico radica, según él, en el empleo adecuado y en proporción creciente de los recursos en las inversiones de capital. Señalando que el ajuste de las formas orgánicas a las necesidades de la planeación, son hechos positivos que garantizan una marcha cierta hacia el socialismo. El proceso que conduce en nuestro país a la nueva estructura económica básica, se sustentaba en la necesidad de medidas para estimular la capacidad de inversión del país y a la vez aumentar el nivel de vida de la población.
El autor señaló que para obtener un máximo aprovechamiento de los “recursos” de conformidad con los planes se necesitaba el desarrollo científico, la capacitación del hombre que potenciara su habilidad creadora e impulsara este proceso acrecentando los recursos a partir de la capacidad que representan la ciencia y la técnica. En relación con ello Le Riverend, partiendo de que el nivel científico y técnico de un país que se lanza por el camino del socialismo es el resultado de determinado grado de desarrollo capitalista planteó que: “ Los planes, en todo caso, tendrán en cuenta ese estado para iniciar el desarrollo, estableciendo como un objetivo dentro del mismo la específica superación de tales limitaciones científicas y técnicas, de modo que el acrecentamiento de los conocimientos se produzca progresivamente y crezcan de modo armónico con los demás elementos básicos del desarrollo.” Señalando además que sería el desarrollo de la ciencia y la técnica en relación con las urgencias planteadas por el proceso de desarrollo nacional lo que evitaría que el progreso del país dependiera de su capacidad de “imitar y de aplicar procedimientos técnicos y conocimientos tomados a otros países”
Sobre la creación del hombre nuevo, la potenciación del desarrollo del factor subjetivo que propiciara la participación popular en el proceso de transformación, comprende la importancia de la actividad transformadora del hombre y su experiencia diaria como poderosa fuerza constructiva, señalando que el trabajo humano sería el creador de todas las riquezas. En este sentido el autor señaló que la construcción del socialismo tendría que ser realizada a partir de una voluntad política y con la conciencia popular necesaria para que fuera un proceso de masas capaz de realizar una transformación global e integral. Es por ello que considera que la premisa necesaria para iniciar el mismo debía ser la participación popular y que la crítica y renovación de las estructuras de poder, que se encuentran en la base del proceso, se basarían en la movilización de las masas y en su potencial creativo, afirmando que: “El éxito futuro, que ya es un éxito desde hoy, del socialismo, no se basa en la congelación o la cristalización del poder revolucionario sino en la adecuada conciencia y decisión del pueblo y sus dirigentes. Unos y otros saben a dónde van y lo que quieren. Por eso, todas las dificultades, provocadas por los enemigos y resultantes de la propia naturaleza del esfuerzo heroico serán vencidas.”
Sería la fuerza popular la que velaría porque el Estado fuera el verdadero representante de los intereses de la nación, garantizando su papel esencial en las transformaciones que se debían realizar, es decir que “... el estado revolucionario asumiera el papel de representante y, al mismo tiempo, de avanzada o dirigente de la conciencia nacional y popular favorable a un desarrollo económico vigoroso y, al mismo tiempo, favorable a la ruptura de todos aquellos nexos, vinculaciones o encadenamientos con las economías más desarrolladas, que impedían el desarrollo libre de las fuerzas productivas del país.” Por lo que a partir de los elementos anteriores señaló que había nuevos impulsos al desarrollo que se encontraban en el camino del socialismo en nuestro país. La descentralización administrativa, que propiciaba la participación popular en los procesos de dirección, control, y distribución de la producción; la revolución técnica y la promoción de la ciencia, que hacían más eficaz esta participación y la constitución del Partido Unido de la Revolución a través del cual las masas populares recibirían la formación y la orientación política adecuadas para llevar a vías de hecho el proceso, de acuerdo a los intereses nacionales.
En éstos presupuestos se aprecia la unidad martiana y marxista leninista sobre el papel subjetivo en el proceso de desarrollo que habían sido desarrollados por Fidel Castro y Ernesto Guevara de manera muy especial, siguiendo el principio martiano de que ser cultos es el único modo de ser libres y el engeliano de que la libertad es el conocimiento de la necesidad.
Como conclusiones de este capítulo podemos señalar que el núcleo de la concepción del desarrollo de Julio Le Riverend es el tratamiento del problema estructural inherente al subdesarrollo en el marco de la relación desarrollo-subdesarrollo. El entendimiento de esta relación en la obra del autor se presenta a través del análisis sobre el lugar y papel de estos países en la dialéctica del desarrollo capitalista y del proceso de adecuación de sus estructuras socioeconómicas para cumplir con los requerimientos del mismo. Estos análisis se realizan utilizando tres categorías fundamentales: estructura económica, fuerzas productivas y relaciones de producción. Con los mismos Le Riverend enriquece la visión sobre la relación dependencia-deformación-desarrollo presentes en el pensamiento económico cubano, profundizando en las regularidades de este proceso, tanto en sus orígenes en la etapa colonial, como en los momentos de su despliegue y perpetuación en el siglo XX. En este sentido el estudio de las formas particulares de manifestación, en la etapa de la internacionalización de las relaciones sociales y de producción capitalistas, de la sujeción real del trabajo al capital en estos países, como obstáculo a su desarrollo y contradicción fundamental del mismo, constituye un aporte a los estudios sobre el subdesarrollo presentes en el pensamiento económico cubano, que se concreta en su definición del “neoesclavismo” y en la de “globalización del neoesclavismo”. Expresando los rasgos esenciales del capitalismo en esta etapa, manifestación más avanzada de la dominación de las estructuras socioeconómicas de los países subdesarrollados por el capital internacional. Las consideraciones sobre este fenómeno partieron de las particularidades del proceso de acumulación capitalista y de sus consecuencias para los países coloniales y neocoloniales, las características que asumen las relaciones de producción y de propiedad que se ubican en la base de estas estructuras y la supervivencia y/o reaparición de las relaciones de producción precapitalistas, especialmente las esclavistas, subordinadas a las capitalistas dominantes, como fenómeno inherente al desarrollo del capitalismo y a las necesidades que su evolución genera en la fase imperialista, por la situación de crisis en la que se encontraba en estos años, como nuevas alternativas para elevar la obtención del excedente y de la plusvalía.
El análisis de las implicaciones de esta extensión en la acentuación del carácter externo del proceso de acumulación de estos países, con el control total sobre sus factores productivos, que deriva ya no solo en la obstaculización del proceso de desarrollo, sino hasta el de simple crecimiento y que se refleja en la dominación ideológica y cultural de las masas sometidas a tal grado de enajenación, deriva en el entendimiento de Julio Le Riverend del proceso de desarrollo en los países neocoloniales como un proceso de transformación estructural profundo e integral. En este sentido se aprecia la proyección de alternativas de solución con un carácter integrador donde la relación Economía-Política se muestra bien definida a partir del papel del Estado de nuevo tipo en el desarrollo de las fuerzas productivas necesarias para potenciar el nuevo sistema de relaciones de producción; que ubica la formación y preparación del hombre en un rol fundamental a partir de su misión como sujeto transformador, comprendiendo la esencia de la formación de las relaciones de producción socialistas y el papel del factor subjetivo en ello. Esta percepción del desarrollo como un proceso de intensos e integrales cambios estructurales constituye la continuidad de las ideas expresadas en el pensamiento cubano sobre el tema. Su contribución al mismo radica en profundizar en el conocimiento de las nuevas características de la región y en el enriquecimiento de la definición de los supuestos teóricos y prácticos que fundamentan sus posibles salidas a partir del estudio crítico de los caminos reales ya efectuados y de las teorías que proyectan estas transformaciones desde varias perspectivas.