LA CONCEPCIÓN DEL DESARROLLO EN EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DE JULIO LE RIVEREND BRUSONE
Yazmín Bárbara Vázquez Ortiz
A partir de la caracterización e identificación de las causas del subdesarrollo y de la cancelación progresiva de todo proyecto de desarrollo nacional en América Latina en la etapa de la internacionalización de la dominación del capital, Le Riverend plantea la necesidad de una transformación radical de las estructuras neocoloniales que tuviera en su base la eliminación de la función neocolonial de los países del continente y de sus lazos de dependencia con los centros económicos. En su artículo La idea del desarrollo social en la obra de José Martí, en el intento por definir la extensión del significado que se le atribuye al proceso de desarrollo de los países coloniales y neocoloniales, enuncia lo que denomina “un concepto instrumental de utilidad indudable” de desarrollo como “... un proceso global de la actividad social, caracterizado por transformaciones estructurales profundas, ... ”
La visión que encierra este concepto de desarrollo, como proceso caracterizado por transformaciones estructurales profundas, está determinada en primer lugar por el contexto al cual se refiere, a partir de los problemas estructurales como limitación del proceso de desarrollo y hasta de simple crecimiento del mismo. Por lo que parte del entendimiento del subdesarrollo como una deformación estructural, y del concepto de estructura socioeconómica como el conjunto de relaciones sociales de producción que se despliegan condicionadas por el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas existentes. En segundo lugar, la valoración del desarrollo como un proceso global de la actividad social, lo comprende a partir del reconocimiento de que los problemas estructurales de manera general permean los aspectos sociales, económicos, políticos y culturales de estos países, por lo que el autor señala la necesidad de que el desarrollo se constituya en un proceso de transformación global de la actividad social en su dimensión ecuménica. Este entendimiento encierra la visión de no limitar las consideraciones sobre este aspecto a factores unilaterales, sino a la necesidad de tomar en cuenta la integralidad del fenómeno. Ello se evidencia en la concepción sobre el proceso transformador, donde el elemento económico se presenta como el determinante, pero su actuación discurre en estrecha relación con la política, a la que le asigna el papel de guiar el accionar mediante el funcionamiento de un estado de nuevo tipo que responda a los intereses de la nación. La relación de los elementos anteriores con el elemento social, se da precisamente por el objetivo final de los cambios que se necesitan: la elevación del bienestar del pueblo.
3.3.1- Presupuestos teóricos que sustentan la proyección de sus soluciones ante el problema del subdesarrollo.
Le Riverend deja clara su posición en relación con el entendimiento de los requerimientos para lograr el desarrollo, a través de una serie de ideas en las que se aprecia una gran influencia del pensamiento martiano, que según refiere en su artículo ya mencionado La idea del desarrollo social en la obra de José Martí, contempla el proceso como “... transformación de estructuras” que se basan en la realización de una búsqueda total, económica, política, étnica y cultural del desarrollo. A través de estas declaraciones define las variables esenciales del entendimiento del fenómeno en el pensamiento del apóstol y declara las bases de la diferencia de su propia interpretación respecto a las consideraciones burguesas tradicionales al afirmar que el desarrollo “No es, en consecuencia, el progreso económico, vago y elástico, ni el crecimiento que, en todo caso, se aplica a los aspectos sectoriales, haya transformaciones o no las haya.” Define el desarrollo “no como crecimiento puro y simple,” sino como un proceso integral que abarca los aspectos económicos, políticos y sociales para cuyo fin enuncia como principio indispensable proyectar una estrategia que responda a la máxima martiana de “... A propia historia, soluciones propias.” Donde la capacidad creadora de nuestros pueblos sea prerrequisito y completamiento de todo lo demás .
Esta visión se sustenta además en los análisis que realiza el autor sobre los resultados de la aplicación de las políticas económicas que desde el capitalismo han pretendido aplicar soluciones elaboradas desde los centros a las situaciones particulares del continente, así como de sus teorías de base.
En los mismos Le Riverend llega a la conclusión de que ni las políticas keynesianas, ni las neoliberales pueden servir para lograr el desarrollo de los países subdesarrollados, ni aún para la creación de una economía mundial más eficiente, armónica y de bienestar para las masas por la vía del imperialismo. Alega que no se podía superar el problema de América Latina con la aplicación de políticas burguesas que lo que perseguían era perpetuar el orden de cosas existentes y mantener las estructuras económicas tradicionales señalando que: “La experiencia histórica de los proyectos desarrollistas... parece reiterar que con tales estructuras tradicionales... y cambios aún si estos fueran resultantes de la aplicación de un proyecto nacional, que no lo son, es imposible avizorar un desarrollo al nivel que requieren las necesidades crecientes de las masas. Pasemos por alto que estos planes siempre cuentan con la presencia de la inversión extranjera que los desnacionaliza.” Cuestión sobre la que afirma que debe tenerse en cuenta que no es la inversión extranjera la que eliminará la debilidad estructural y abrirá los caminos hacia el desarrollo sino que, como decía Martí, cada país deberá crear riquezas propias, con sus propias manos, y no a través de las inversiones extranjeras. Sin negar de manera absoluta la necesidad de las mismas en nuestros países, pero opuesto a la manera histórica cómo se había dado este proceso, significando la expropiación de una parte importante de nuestras riquezas nacionales.
Le Riverend critica las teorías que desde América Latina intentaron encontrar la solución a los problemas del subdesarrollo desde una perspectiva burguesa y para las que “... el “modelo” capitalista avanzado era, incluso para los nacionalistas y progresistas latinoamericanos, el único norte.” En este sentido evalúa su despliegue al comenzar la crisis estructural del neocolonialismo, identificando sus limitaciones por sus enfoques puramente semánticos o por perseguir la búsqueda de una combinación fenoménica que explicara lo interno de una sociedad a partir del contexto capitalista más general tal, “como ocurre en textos y autores que han tratado de precisar las innumerables combinaciones a partir del contexto capitalista más general, por ejemplo, “capitalismo periférico” o “dependiente”. Para Le Riverend el problema de las limitaciones al desarrollo presentes en América Latina y que generan la crisis de su economía y su sociedad, no puede ser visto como un proceso natural en el cual se combinan a lo interno en una sociedad un conjunto de rasgos o elementos a partir del contexto capitalista, sino de algo más importante, de cómo el desarrollo de las sociedades subdesarrolladas está dado por la intencionalidad de la satisfacción de las necesidades del crecimiento capitalista, con el empleo de cualquier recurso que a estos fines sea adecuado y eficaz, y que de manera fundamental establezca la necesaria dominación de los unos sobre los otros y la consecuente dependencia como mecanismo de relación ineludible en los marcos del sistema.
Le Riverend identifica la causa de las limitaciones que presentan estas teorías en el uso de las concepciones burguesas generadas en los países desarrollados, como la sociedad del bienestar y del pleno empleo keynesiana y la de los nuevos ideólogos del supermonopolismo, por los teóricos de los países subdesarrollados con la intención de solucionar los problemas del desarrollo que afectan a países con características diferentes. Incapacidad que demuestra al señalar que las mismas “... paralizan solo por un tiempo la inflación y descargan esa crisis permanente sobre los países del resto del mundo, sobre todo aquellos que se han unido con él en monopolios plurinacionales”.
Su crítica de estas teorías económicas burguesas partía del estudio de los postulados básicos de las mismas que determinaron su clasificación como: “...las reflexiones lineales que incluso en la actualidad son una visión más o menos escondida de la idea de un progreso continuo y casi apacible - cercano o lejano de las aproximaciones biologizantes entre el desarrollo natural del hombre y crecimiento social- tan característico del positivismo decimonónico, como en alguna medida lo fue del pensamiento ilustrado y racionalista del siglo XVIII.”
Con estos análisis penetró las bases metodológicas de las teorías que históricamente interpretaron el proceso de desarrollo desde el siglo XIX hasta la teoría contemporánea de Rostow. Reflexionando, además, sobre las “nuevas teorías de las ventajas comparativas”, así como sobre las que se elaboraron desde la sociología, la historia y la economía. Destacando la teoría de Rostow señala: “... Todavía hoy la idea esencial del libro de Rostow consiste en la repetición al infinito del proceso histórico del capitalismo tal como ocurrió en Europa Occidental y los Estados Unidos...”
La causa de esta limitación es ubicada por Le Riverend en el carácter ahistórico y excontextual de las mismas, en la visión lineal del proceso de desarrollo presente cuando proclaman el carácter natural y eterno del capitalismo y centran sus análisis solo en los elementos que incidían en el crecimiento económico, sin tener en cuenta las contradicciones sociales existentes en este sistema. En este sentido afirma: “... todas estas teorías están dedicadas, en última instancia, a describir el capitalismo más avanzado y a consagrar los resultados del colonialismo, como la de las ventajas comparativas y la de la “competencia” oligopólica, por lo que llamaban país atrasado a los neocoloniales partiendo de la suposición de que iban siguiendo con retrazo aquel modelo.”
En relación con esto Le Riverend plantea que era ilusorio esperar que un país subdesarrollado pudiera reproducir en los tiempos modernos, la historia del desarrollo económico de Gran Bretaña o de los Estados Unidos, por ejemplo, y señala: “Precisamente la presencia de países altamente desarrollados en el mundo actual, como son los que hemos mencionado, tiende a impedir que los países nuevos puedan desarrollarse independientemente, a menos que en ellos el estado, como representante auténtico de la voluntad de la nación, dirija y realice, con el apoyo de todo el pueblo, el programa de desarrollo.” En éste sentido hace alusión al fracaso de los intentos de solucionar los problemas existentes en los marcos del sistema capitalista a través de la gestión del llamado Nuevo Orden Económico Internacional, y a la búsqueda por los propios imperialistas de caminos más seguros, pero no para solucionar los problemas de América Latina y del Tercer Mundo sino para aumentar sus posibilidades de obtención de beneficio y señala: “Desde los años 60 se empeñan en hallar “novedosas” formas de consolidar sus posiciones. Barajan la vieja teoría de los costos comparativos; elaboran una división del trabajo “desarrollista” con sus contradicciones obvias entre los requerimientos internos y las tendencias externas acerca de los precios, los volúmenes de producción y los mercados; inventan planes de participación en zonas ... e, incluso, sueñan con una planificación global que no excluiría el carácter competitivo de los monopolios y organizaría la economía capitalista mundial en países de diferente grado de dependencia.”
Por lo que concluye que la explicación al problema del subdesarrollo no se podía encontrar aplicando las teorías burguesas sobre el desarrollo y que en los marcos del imperialismo no se encontraba la salida para los problemas existentes por la crisis, ni para los problemas del subdesarrollo.
A partir de los análisis anteriores en Problemas de la Formación Agraria de Cuba. Siglos XVI y XVII, y en su artículo La idea del desarrollo social en la obra de José Martí, Le Riverend concluye que la solución a los problema estructurales en los países neocoloniales, no podía radicar en las propuestas establecidas en la teorías burguesas sobre el desarrollo, coincidiendo con Martí en este sentido “... se percató Martí rápidamente que esas teorizaciones no resolvían los problemas del desarrollo pleno, es más, solamente planteaban la limitación del desarrollo a lo que interesaba al imperialismo.” Por lo que señala Le Riverend que la única teoría del desarrollo válida para los países subdesarrollados es la comprendida en la teoría marxista, afirmando que “No hubo – ni hay – una verdadera teoría del desarrollo para los países que tramontan el colonialismo; a lo menos no la había – no la hay- fuera del marxismo-leninismo.” Cuestión que en el plano de la práctica se fundamenta a partir de su visón sobre las nuevas posibilidades de desarrollo para los países neocoloniales a través del socialismo, captada teóricamente en El Estado y la Revolución de Lenin y en la obra teórico práctica de la Revolución Cubana.